Cedric Diggory and Cho-Chang

Así es como yo imagino la primera cita entre estos dos personajes. Espero que les guste y lo disfruten tanto como yo escribiéndolo.


Cedric estaba apoyado contra la barandilla de piedra, esperándola. Habían quedado el día anterior justo en aquel punto, aunque no recordaba que hubiese alguna razón especial para ello. Además llevaba veinte minutos de retraso y empezaba a aburrirse, así que incorporándose dirigió sus pasos hacia el otro extremo del puente, hasta la escalera, en dirección a la terraza del nivel superior.

Fue al girarse cuando se dio cuenta de que le habían seguido. Era ella, y en aquel momento subía el último escalón.

Al llegar arriba la joven fijó su mirada en la del chico, tratando inútilmente de adivinar cuál había sido su primera impresión al verla; había procurado ponerse especialmente guapa para él. Pero era casi medio día y los intensos rayos del sol la cegaron justo en ese instante. Cuando por fin le alcanzó él ya la miraba con naturalidad, con sus ojos placidos y suaves.

A diferencia de lo que suele ser normal en los encuentros, no hubo abrazos ni besos en las mejillas. Quizás para él fue un momento incómodo en cuanto que ella se colocó directamente a su lado, de cara a las vistas que se abrían desde la terraza. Pero no pareció darle mayor importancia y decidió sentarse a su lado.

Cho no lo había hecho intencionadamente, es sólo que no había podido evitar centrar su atención en el lago, y más al fondo, en el Bosque Prohibido. Era una imagen tan majestuosa como inquietante y siempre que la contemplaba se sentía tan pequeña y frágil...

A los pocos segundos giró la cabeza y al mirarle se arrepintió enseguida de no haberle dado al menos dos besos. Llevaba toda la mañana deseando estar cerca suyo, entrar en contacto con él y sin embargo, había desaprovechado la primera oportunidad.

Pronto comenzaron a charlar, una conversación sencilla, sin ornamentos, cosas del día a día. No hacía falta impresionar a nadie con pensamientos profundos, en realidad hacer reír al otro era más sano y entretenido. Cedric le hablaba con voz cálida, ligeramente divertida, bromeando a veces y ella, de vez en cuando, arrugaba la frente fingiendo que alguno de sus chistes le había parecido de mal gusto, pero siempre los dejaba pasar.

La cabeza de Cho era un hervidero. Estaban tan cerca el uno del otro, veía lo fácil que sería acercarse a él y besarle, o incluso algo más sencillo como alargar el brazo para una caricia... Pese a desearlo con ansias no se atrevía. Tenía la costumbre de evaluar las consecuencias antes de hacer nada por temor a precipitarse irremediablemente, pero en esta situación no era más que una forma tonta de perder el tiempo del que disponían.

Cuando el sol golpeaba ya demasiado fuerte sobre sus cabezas se retiraron a uno de los muchos jardines cubiertos de Hogwarts, caminando sin definir una dirección concreta.

Observarla era una delicia para Cedric, sencillamente le encantaba. En más de una ocasión ella le había tomado del brazo, simulando llamar su atención sobre alguna de las extravagantes esculturas, así como de alguna otra hermosa fuente de las que adornaban el jardín. También se había atrevido a jugar con los cordones de su sudadera... Él sonreía, apartaba la mirada con disimulo y la contemplaba secretamente, con ternura.

Cedric sabía o tenía la intuición de que con tan sólo abrazarla conseguiría hacerla estremecer. Deseaba pasar un brazo por encima de sus hombros, atraerla hacia sí, acariciar su lacia melena y quizás, si ella se lo permitiese, posar sus labios sobre los suyos.

Sin embargo, prefería esperar. Quería ver hasta dónde era capaz de llegar Cho sin que él le diera pie o se le insinuara. No se trataba de un juego sino de algo más personal, algo de lo que necesitaba estar seguro, al menos un poco. Quería poner a prueba el interés que ella sentía por él.