Disclaimer:
Los personajes aquí utilizados pertenecen única y exclusivamente a J.K. Rowling. Solo la trama de la historia es mía.
Aclaraciones:
Si bien la historia se ubica después del séptimo libro (exceptuando el epilogo, que en mi perturbada mente jamás ocurrió, ni debería haber ocurrido) algunos sucesos se encuentran cambiados y algunas muertes no han ocurrido.
Capitulo I
Lo que la guerra dejo
19 de Mayo de 1998, Hogsmeade.
Draco Malfoy caminaba a paso tambaleante. Su mano derecha cubría el costado izquierdo de su estomago, donde una mancha carmesí comenzaba a expandirse un poco mas a cada paso. Aquella herida había sido cortesía de su apreciada tía, Bellatrix Lestrange.
El rubio se detuvo un instante para recuperar el aliento. Su respiración era agitada, cada bocanada de aire traía con si una punzada de inmenso dolor. Cada vez le costaba mas coordinar sus pies. Y su vista se hacia borrosa. Pero debía seguir. Draco sabia que si se quedaba allí, seria su fin.
Malfoy había enviado un patronus anteriormente, pero no estaba seguro de que este llegara a destino, su cuerpo se encontraba muy débil. El muchacho maldijo internamente. No podía aparecerse en su estado. Solo era cuestión de tiempo para que muriese desangrado a causa de sus heridas.
"Debo seguir" se repetía constantemente, obligándose a sobrepasar su limite. Solo el fuego de su odio lo mantenían con vida en aquel momento.
"Odio" pensó Draco de forma oscura. Si, el odio era lo único en lo que podría sostenerse ahora. El odio y la sed de venganza. El deseo de asesinar con sus propias manos a aquellos que le habían arrebatado lo más importante en su vida.
El rubio apretó los puños con fuerza. Su madre estaba muerta. Había muerte asesinado a manos de su tía, y su padre no había movido un dedo, sino que se había regodeado con la muerte de "una traidora a los ideales de su señor". Podía evocar la escena en la que la vida de su madre había sido extinguida; la risa cruel de Bellatrix y los comentarios despectivos de su padre, las expresiones de goce de los mortifagos presentes. Podía repetir la imagen de su madre muerta una y otra vez en su mente, y el odio que corría por sus venas se incrementaba hasta alcanzar proporciones monstruosas.
"Voy a vengarme. Maldita perra. Voy a matarlos a todos"
Draco continúo su camino. El fuego de su odio era lo que en esos momentos lo mantenía en ese mundo.
17 de Mayo de 1998, Hogwarts.
La batalla contra Voldemort había llegado a su fin. La guerra que tantas victimas se había cobrado había finalizado hace alrededor de dos semanas. Aun había mortifagos sueltos, pero muchos tenían la ingenua esperaza de que estos serian fáciles de capturar sin su líder. Mas la desaparición del que No Debe Ser Nombrado había desatado una mayor violencia en sus seguidores. En esas dos últimas semanas se había multiplicado los crímenes contra muggles y sangre sucias. Los mestizos y sangre puras que intentaban defender a estos también se habían visto alcanzados por los ataques mortifagos.
Bellatrix Lestrange se había convertido en una de las mortifagas más peligrosas. Su crueldad ya había arrebatado la vida de muchos inocentes y su actitud parecía incitar a otros mortifagos a seguir sus pasos y continuar con la guerra perdida.
Harry Potter golpeo con furia la mesa en donde el y los miembros de la Orden del Fénix habían reunido la información sobre los últimos ataques. El pelinegro había tenido la esperanza de que con la muerte de Voldemort por fin pudieran estar en paz. Que por fin él y sus amigos podrían comenzar una vida normal y superar los horrores vividos. Que él podría ser feliz con Ginny.
—Dean Thomas fue encontrado muerto esta mañana. —dijo la profesora McGonagall. Su habitual expresión severa reemplazada por una mueca de tristeza.
Todos los presentes sintieron una opresión en el pecho. Ginny sollozo en el hombro de Harry. Hermione ahogo el llanto que amenazaba por salir, y no se permitió llorar. Luna, Neville, Ron y muchos otros bajaron la cabeza abatidos, guardando un momento de silencio por aquel otro amigo que habían perdido. Otra victima inocente que las consecuencias de la guerra se habían cobrado.
Harry apretó los puños con fuerza, mientras que una solitaria lagrima caía de sus ojos verdes, atravesaba su mejilla, dejando un sendero húmedo, para finalmente mecerse en su barbilla y caer al piso.
Lupin, Tonks, Fred, Ojoloco, Dumbledore, Sirius, Dean y muchos mas ¿Cuántas vidas mas iba a llevarse aquella absurda guerra? ¿Cuántas familias más serian mutiladas para que todo aquello acabase? ¿Cuánto dolor más debía sufrir el mundo mágico y muggle?
—Debemos capturarlos lo antes posible. —dijo Harry. Luego se levanto, mirando a los ojos a todos aquellos que habían luchado a su lado.
—Todos estamos de acuerdo con eso Harry, pero aun permanecen muchos heridos por los alrededores. Gente que no puede transportarse hasta el castillo o hasta San Mungo. —expreso su preocupación Madame Pomfrey.
Harry también era consiente de esto.
Luego de finalizada la guerra, Hogwarts se había convertido en su centro de atención y refugio para todos los heridos y personas que habían quedado sin hogar. San Mungo también funcionaba como centro de atención, pero la gran cantidad de heridos era tal que no alcanzaba el personal para atender a todos. De esta forma, Hogwarts había entrado en escena. Si bien solo Madame Pomfrey era una enfermera propiamente dicho, muchos de los docentes del lugar tenían conocimientos en medimagia y nociones básicas sobre medicina muggle.
—Podemos dividirnos en dos grandes grupos. — propuso Harry —Un grupo puede dedicarse a rescatar sobrevivientes, mientras que el otro grupo puede combatir mortifagos.
—Puede ser —acepto Mcgonagall —pero debemos planear bien nuestro proceder. Los mortifagos libres son muy peligrosos, especialmente para ti, Harry.
Harry estuvo de acuerdo. Luego se levanto y se encamino hacia la puerta del salón donde se había realizado la reunión. Ron, Hermione y Ginny hicieron ademán de seguirlo, pero el pelinegro les comunico su deseo de estar solo unos momentos. Necesitaba pensar.
El niño que sobrevivió paseo por los pasillos de Hogwarts. El castillo había sufrido graves daños durante la guerra. Si bien algunos docentes habían empezado la reconstrucción del colegio, esto no era una prioridad. Lo importante era salvar la mayor cantidad de familias y detener a los seguidores de Voldemort.
Harry se entristeció al sentir el clima angustiante del castillo. Muchos jóvenes deambulaban por el lugar con la mirada perdida, como muertos en vida, a causa de la perdida de sus familias y de los horrores vividos. Otros habían decidido salir en búsqueda de sus familias, pero muchos de ellos eran encontrados muertos, como Dean Thomas, mientras que los demás perdían comunicación con Hogwarts. Otros pocos habían decidido participar en las tareas de reconstrucción del castillo, atendiendo pacientes, o yendo a misiones de exploración.
—¿Aun no saben nada de Draco y su madre?
Harry escucho el sollozo de Pansy Parkinson. Detuvo el paso y se oculto tras una pared para escuchar la charla. La joven había sido una de las serpientes que a último momento había sorprendido a todos traicionando al Señor Tenebroso para unirse a la causa de Harry Potter. El ojiverde se sintió un poco avergonzado al escuchar la conversación de Parkinson, pero aun así no se movió del lugar.
—Lo siento señorita Parkinson, me temo que hemos acudido a la Mansión de los Malfoy, pero no había allí rastro alguno. —respondió Minerva Mcgonagall, con compasión.
—No han respondido a nuestros patronus. —murmuro Blaise Zabini.
—Tengo fe de que los encontraremos pronto —dijo la profesora de Transformaciones. —Cualquier noticia nueva que tenga se las comunicare. —dijo la mujer, esta vez con tono mas amable. Le conmovía la preocupación de aquellos jóvenes por los Malfoy.
Harry escucho los pasos de alguien alejarse.
—Tengo la sensación de que algo malo les ha pasado, tengo miedo —dijo Pansy, con voz trémula.
—Draco sabe cuidarse, Pansy. —dijo Theodore Nott —Ya veras como el y Cissy vuelven con nosotros —le dijo con simpatía.
—Y si no aparecen en estos días, Theo y yo iremos a buscarlos. —le dijo Zabini, con seriedad.
—¿Planeas dejarme aquí? ¡Ni lo sueñes Blaise! ¡Nunca los dejaría solos! —chillo la joven, enojada.
Luego de eso Harry sintió los pasos de los jóvenes alejándose hasta extinguirse del todo. El joven no pudo evitar sentir cierta culpa. Narcissa Malfoy había salvado su vida durante la última batalla, y Draco Malfoy no los había delatado cuando cayeron prisioneros en su Mansión. Si bien Harry nunca había visto a Malfoy como una buena persona, comprendió que el muchacho no deseaba ser parte de esa guerra. Entendió que el estaba siendo forzado a participar para proteger a su madre, para proteger a su familia. Quizás no había seguido el camino indicado, ni había hecho lo correcto, pero eso solo demostraba, que por encima de todo Malfoy era un ser humano, y que su actitud, pese a haber sido egoísta, había sido la posición mas natural ante semejante situación.
"¿Que hubiera hecho tu?" Resonó aquella pregunta en su cabeza. Harry quiso responderse sin vacilar que hubiese hecho lo correcto, que jamás habría puesto su salvación y la de su familia por encima de la vida de otros, pero inevitablemente, una duda se abrió en su interior. Al fin y al cabo, él también era humano.
Recordó con admiración como el rubio había protegido a unos pequeños de primer año de unas maldiciones asesinas. Además durante la batalla, el rubio había demostrado una devoción admirable al defender a sus amigos. A sus amigos traidores a la sangre que muchos mortifagos habían intentado eliminar. Pese a todo el odio que en antaño había sentido por el joven, por primera vez se permitió pensar que quizás Dumbledore estaba en lo correcto sobre Malfoy.
20 de Mayo de 1998, Hogsmeade.
Hermione se hallaba caminando junto a Neville por el destruido Hogsmeade, arrasado por los mortifagos, luego de la caída de Voldemort. Ambos habían decidido participar en el grupo de búsqueda de sobrevivientes. Los jóvenes iban en silencio, atentos a cualquier peligro y a cualquier persona que pudiera permanecer en el lugar. No era raro que algunas personas heridas se hubiesen ocultado entre las ruinas del lugar. A Hermione la situación le hacia recordar derrumbes en el mundo muggle, donde muchas veces, algunas personas permanecían sepultadas bajo los escombros durante días. Hermione tembló al imaginar que allí podría haber magos heridos en aquella misma situación.
Un súbito gritillo de espanto llamo la atención de los muchachos. Rápidamente, ambos alzaron sus varitas y se dirigieron a la fuente del sonido. La castaña sintió su corazón encogerse al encontrar bajo unas maderas a una pequeña niña sollozando y encogida en un rincón. Neville y Hermione corrieron rápidamente hasta la niña. La pequeña pronto comenzó a chillar y patalear, tratando de deshacerse del contacto del joven mago. Hermione se acerco a la pequeña, acaricio su cabeza y le regalo una sonrisa maternal. La niña levanto la cabeza, y poso sus ojos azules sobre los orbes castaños de Hermione.
—Ya estas bien pequeña. Ya estas a salvo. —le dijo la joven con suavidad.
La niña los miro temerosa, pero bajando un poco la guardia. La joven miro un poco preocupada el estado de la niña.
—Neville debemos llevarla pronto a Hogwarts. No me gustan el aspecto de esas heridas. —el joven asintió y ambos alzaron sus varitas dispuestos a aparecerse, mas la niña los interrumpió.
—Sálvalo. —pidió, mirando a Hermione con angustia. Luego miro hacia la dirección opuesta donde la habían encontrado. Hermione miro en esa dirección pero no veía nada. Luego miro nuevamente a la niña y asintió.
—Neville, llévala a San Mungo, no creo que esas heridas puedan tratarse en Hogwarts. —Neville asintió despacio.
—Ten cuidado
19 de Mayo de 1998, Hogsmeade.
Malfoy se sorprendió al ver una pequeña niña salir de entre unos cuantos escombros de un local destruido. La niña lo miraba un poco asustada por la gran cantidad de sangre que manchaba sus ropas. Aun así se acerco a el.
—Señor. —dijo cuando estuvo a su lado. El rubio pensó que no debí tener mas de seis años— Tome, mama me dijo que si me lastimaba usara esto — dijo extendiéndole una botella.
El joven observo el color de la poción. Dedujo que se trataba de esencia de dìctamo . Draco la miro y frunció el seño. La niña tenía unos cuantos cortes en sus brazos y piernas. Nada de gravedad, pero aun así debía tener cuidado de que esas heridas no se infectaran. Sus ropas indicaban que la niña debía ser o provenir de familia muggle.
—Tome señor.—insistió la pequeña. El joven solo tomo un poco de la poción, guardando dejarle a la pequeña la mayor parte del contenido. Rápidamente comenzó a sentir como las heridas de su cuerpo cerraban y como recuperaba alguna de sus fuerzas. Con algo de esfuerzo se levanto y miro a la niña con intensidad.
—¿Como te llamas? —le preguntó con voz suave.
—Soy Mary. —dijo la niña —Tengo siete años.
—Yo soy Draco. —el rubio no pudo evitar sonreírle con calidez.
—¿Dònde están tus padres, Mary? —preguntò mas serio. Temía saber la respuesta.
—Ahí. —dijo la niña, señalando unas ruinas. —Los llamo pero no despiertan. —dijo con voz triste.
Malfoy sonrío con tristeza ante la inocencia de la niña.
—Quizás deberíamos buscar a alguien que atienda a tus padres. —dijo Draco, pensando en como sacar a la niña de ahí. Aunque fuese muggle no pensaba dejarla ahí.
La niña asintió despacio y se acerco al rubio. Tímidamente tomo su mano. El rubio se asombro ante la calidez de aquella pequeña manita y sintió un extraño nudo en su interior. Ambos comenzaron a caminar lentamente hacia el lugar que la niña había señalado.
—¿Haz visto a alguien además de mi?
—Sí —dijo la niña en tono asustado. —Vi a un señor todo vestido de negro. Mami me dijo que eran señores malos, que me escondiera de ellos. —murmuro Mary.
Un escalofrío y un gusto amargo embargaron a Draco al pensar que el había sido uno de aquellos señores malos.
El resto del camino continúo en silencio. Al llegar Draco observo como Mary se acercaba a un gran montículo de escombros y escarbaba entre ellos. Al instante la pequeña desbloqueo un hueco pequeño por el cual Draco tuvo algunas dificultades para pasar.
Se notaba que aquel lugar donde Mary lo había llevado, en antaño había sido alguna clase de depósito de un local de insumos para pociones. Draco pudo reconocer entre el polvo y los destrozos algunos calderos, libros y frascos de variados contenidos. Quizás algo podía rescatarse de aquel lugar.
Mientras el joven Malfoy revisaba el lugar, Mary buscaba entre las paredes. Al encontrar lo que buscaba le grito a Draco:
—¡Ven Draco, quizás tu si puedas despertar a mama! —chillo la niña, esperanzada.
Draco se dejo hacer por la niña, incapaz de decirle que su madre ya no despertaría, que jamás volvería.
"Al igual que tu madre" dijo una voz en su cabeza. El rubio no pudo evitar cerrar los puños hasta clavar sus uñas en las palmas.
—¡Mamá! —El angustioso grito de Mary lo hizo volver a la realidad.
El joven observo a la niña llorando frente a una manta revuelta y llena de sangre.
—Mamá me dejo —dijo la niña entre sollozos.
Draco la abrazo instintivamente, como su madre solía hacer cuando era pequeño y sufría pesadillas.
Lo había decidido. Llevaría a Mary a Hogwarts a través del pasadizo de la casa de los gritos, y luego emprendería su viaje hacia la venganza.
20 de Mayo de 1998, Hogsmeade.
Hermione espero a que Neville y la niña desaparecieran, luego emprendió el camino que la pequeña le había indicado. Camino durante más de diez minutos sin encontrar nada, hasta que se percato de algunas manchas de sangre en el piso, sangre fresca. Camino unos pasos mas y vio el cuerpo de un hombre vestido absolutamente de negro. Un mortifago. Hermione se apresuro hasta el encapuchado. Al comprobar que solo estaba inconsciente se apresuro a aplicarle un hechizo para atarlo. A unos pasos del cuerpo descubrió una varita rota, que supuso pertenecían a aquel individuo.
Un quejido la alerto. Con horror noto un sendero de sangre. Corrió siguiendo aquel camino carmesí. Al final del camino se encontró con Draco Malfoy, herido y casi muerto.
—¡Malfoy! —exclamo aterrada. Pese a todas las desagradables vivencias que el rubio le había hecho pasar, le angustiaba ver al muchacho tan malherido. —No te preocupes, ya mismo te llevare a San Mungo —dijo la castaña, con la esperanza de que Draco aun pudiese escucharla.
Malfoy abrió sus ojos con cansancio, miro a Hermione y esta sintió escalofríos al comprobar que los ojos del rubio se hallaban casi vacíos. Draco le hablo con esfuerzo.
—La niña —dijo con la voz entrecortada. —Sálvala. — susurro.
Luego cerró los ojos y se desmayo.
Nota de autora:
Hola, la verdad es que desde hace un tiempo llevo escribiendo esta historia, pero quería dejarme un tiempo para escribir algunos capítulos. Por el total tengo escritos y preparados cinco capítulos. Las actualizaciones planeo realizarlas una vez al mes, lo cual me daría tiempo para seguir escribiendo capítulos y retocar algunas cosas de los que ya tengo armados. Quiero pedirles paciencia, por si alguna vez llego a retrasarme con las actualizaciones, como muchos sabrán la vida universitaria es complicada XD
Bueno, ahora me despido, espero que me den sus más sinceras opiniones.
¡Hasta el próximo mes!
Adelanto de capitulo:
—¿Qué se siente ser una escoria, Draco?¿Qué crees que pensaría tu padre al verte en el piso como un vil y asqueroso sangre sucia?
—No lo sé, Dolohov, pero estoy seguro de que de saberlo, me sentiría exactamente como tu. Y mi padre, pude pudrirse en el infierno.
