N.A: Otra historia RenjiRuki, dedicada a lifebeautiful (la idea se me ocurrió leyendo un fic suyo). Al principio iba a ser más explícito y estar puntuado como M, pero se me ocurrió un final cómico que me gustó mucho y he tenido que reducir la parte más subida de tono. Si recibo buenos comentarios, haré una segunda parte más larga y con más lemon (lo sé, soy una chantajista). Espero que os guste.
Chocolate y caramelo
No estaban seguros de cómo habían acabado así, y tampoco les importaba.
Solos en una habitación a oscuras, con las cortinas corridas que filtraban apenas unos pocos rayos de luz, Renji y Rukia estaban abrazados en un apasionado beso. Renji estaba sentado en el borde de la cama, sus grandes manos exploraban el cuerpo de Rukia de una forma cada vez más y más osada, mientras que ella, cómodamente sentada en sus rodillas, tiraba suavemente de la cinta que le sujetaba el pelo, hasta que se soltó y Rukia empezó a deslizar los dedos por aquella salvaje melena del color de la sangre.
Pronto la necesidad de oxígeno hizo que se detuvieran y Rukia aprovechó para retirar el uniforme de los hombros de Renji. La prenda se deslizó por sus brazos, dejando su ancho pecho al descubierto, y Rukia trazó con sus dedos lo tatuajes del hombre. Renji sonrió y alargó un brazo para coger uno de los dos tazones que había en la mesita de noche.
En el libro que Rukia había empezado a leer hacía poco se describía una escena que la pequeña shinigami había encontrado interesante y se le había ocurrido probar a representarla. Naturalmente, cuando se lo comentó a Renji había sido más bien como una broma, pero de alguna forma habían acabado el aquel diminuto dormitorio, con un tazón lleno de caramelo, y otro con chocolate fundido.
Renji había escogido el de caramelo. Hundió un dedo en el espeso líquido para después acercarlo a la boca de Rukia, que lo lamió con intenso placer. Renji volvió a sumergirlo en el caramelo, pero esta vez pintó con él los labios de Rukia y la besó hambrientamente. Cuando se separaron, lamiéndose los pringosos labios, Renji deslizó levemente las ropas de Rukia y dejó caer un poco de caramelo en su cuello. Rukia echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, notando primero el líquido resbalar lentamente por su garganta hasta la clavícula, luego la lengua de Renji lamiéndole la piel. Rukia lanzó un leve gemido y se aferró a sus fuertes hombros mientras Renji limpiaba con la boca el caramelo de su cuerpo.
Cuando acabó volvió a besarla, compartiendo con ella el delicioso sabor del dulce mezclado con el de su propia piel. Rukia le quitó el tazón de las manos y lo dejó a un lado, para luego presionar de manera leve, pero autoritaria, los hombros de Renji para que se tumbara en la cama debajo de ella. Entonces Rukia cogió uno de los pinceles que habían traído junto con los tazones, lo hundió en el chocolate y empezó a dibujar con él los tatuajes de Renji. El teniente soltó un leve gruñido al sentir el líquido ardiente, pero éste se convirtió en un gemido de placer cuando los frescos labios de Rukia empezaron a seguir el camino que había trazado el pincel. Renji sintió su sangre hervir a través de sus venas a medida que Rukia descendía por su pecho más y más. Había pasado su ombligo y ahora sus pequeñas manos estaban posadas en el cinturón de su uniforme mientras sus labios seguían descendiendo y…
De pronto, la puerta de la habitación se abrió de golpe, proyectado un rectángulo de luz en el suelo. Renji y Rukia levantaron la mirada al mismo tiempo para ver la familiar silueta de cierto shinigami sustituto en la entrada, con la cartera del instituto en la mano y un león de peluche sentado en su hombro.
-¿Pero qué demonios…?- Masculló Ichigo mientras sus ojos se acostumbraban a la falta de luz. Su mirada se centró entonces en los dos shinigami en la cama: Rukia con un pincel untado en chocolate en una mano, con restos de caramelo en el cuello y manchas de chocolate en la boca; Renji debajo de ella, con el pelo suelto salvajemente sobre la almohada y el torso desnudo con restos de chocolate.- ¡Rukia, Renji! ¡¿Se puede saber qué estáis haciendo en mi cama!
-Ichigo, esto tiene una explicación…
-¡Nee-san!- Exclamó Kon, saltando alegremente del hombro del chico hacia Rukia.- ¡Cúbreme a mí también de chocolate!
Por una vez, Rukia cedió a lo que le pedía el pervertido peluche, aunque no en la manera que a él le hubiera gustado. Un tazón voló por el aire, golpeando a Kon de lleno en la cara y mandándolo contra el otro lado de la habitación, estampándolo contra la puerta del armario y, en efecto, embadurnándolo por completo de chocolate.
-¡Ya estás limpiándolo, Rukia!- Le gritó Ichigo. La chica lo ignoró y rápidamente apartó las cortinas, abrió la ventana y saltó fuera. Renji fue detrás de ella, seguido de cerca por los gritos de Ichigo.- ¡La próxima vez os vais a un hotel! ¡Como volváis a entrar en mi casa sin permiso pienso chivarme a Byakuya!
