Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.
Este fic participa del Reto Temático de Febrero "Bella & Edward" del foro "Sol de Medianoche".
Nota de Autora: Esta historia se centra en un período de tiempo en el que los personajes están estudiando en la Universidad y trabajan a medio tiempo para pagar los gastos que ésto conlleva, sólo para aclarar posibles dudas.
Segundo Lugar en el Reto del Foro de Sol de Medianoche.
OS beteado por Emotica G. W (Betas FFTH)
— ¡Feliz Cumpleaños! — gritaron todos nuestros amigos alrededor de mi novio, James, que se encontraba en medio de nosotros mientras reía emocionado por la sorpresa que preparamos.
Después de un gran mordisco al pastel, levantó su rostro y enfocó su mirada en la mía, la diversión brillaba en sus ojos, sonreí por cómo me miraba.
Entonces, como si fuera un acto involuntario, giré mi vista hacia la entrada y por la puerta principal lo vi entrar, a mi propio infierno personal: Edward Cullen.
El hombre que ha venido a revolucionar mi mundo desde el mismo momento en que ingresó en él.
—Siento mucho la demora, pero el tráfico era insoportable, por un momento pensé que no llegaría — se disculpó Edward con todos nosotros.
James lo miró con los ojos entrecerrados.
—He traído regalo — terminó diciendo Edward.
—De acuerdo, acepto tus disculpas — dijo James mientras le abría los brazos para recibirlo en uno de esos abrazos tan propios de ellos.
Edward soltó una risa antes de darle una breve palmada en la espalda a su amigo, después de aquello, saludó al resto de nuestros amigos y por último se acercó a mí.
— ¿Cómo estás Isabella? — preguntó mientras rápidamente rozaba sus labios en mi mejilla.
— ¿Isabella? Eso sí que ha sonado serio — comentó Jasper un poco extrañado.
Mis mejillas se tiñeron de un rojo intenso.
—Como sea, ¿me darán pastel? — preguntó Edward en un tono indiferente mientras señalaba la gran torta en la mesa.
La indiferencia en su voz hizo que me sintiera horrible, sabía que en parte la culpa era mía pero eso no evitaba que me sintiera mal. Si tan solo las cosas fueran diferentes, si tan sólo él no fuera el mejor amigo de James y yo su novia, todo sería tan diferente.
— ¿Sólo piensas en comer? — preguntó mi amiga Victoria.
Edward se encogió de hombros mientras iba a recoger el pedazo de pastel que le ofrecían.
Nuestro grupo de amigos consistía en seis personas; James, mi novio, a quien conocí cuando me mudé a Nueva York para empezar la universidad, era un año mayor que yo y estudiaba medicina, al igual que Jasper, con quien en ese tiempo compartía el departamento. También estaban Alice y Victoria quienes, al igual que yo, empezaban su primer semestre en la universidad y con quienes compartiría departamento, eran unas personas muy sociables y fáciles de tratar.
Y por último tenemos a Edward, un hombre que lo único que hizo fue entrar en mi vida para arruinar todo aquello en lo que creía, hubiera sido preferible que se quedara en Londres en lugar de volver aquí. Todo sería más sencillo.
En fin, solté un fuerte suspiro mientras regresaba mi vista hacia mi novio, que desenvolvía sus regalos como si se tratase de un niño pequeño en su primera navidad.
Nuestra pequeña reunión de amigos siguió hasta bien entrada la noche, el último en irse fue Edward quien, de la misma forma fría en que me saludó, terminó despidiéndose de mí, me dolía en el alma no ver ninguno de esos sentimientos cálidos que siempre habían en su mirada cuando sus ojos se encontraban con los míos.
Así que, desistiendo de la idea de dormir, me levanté y salí al pequeño balcón del departamento que James y yo compartíamos, mientras mi mirada iba hacia el despejado cielo de esa noche, mi mente egoístamente recordaba aquellos sucesos que me llevaron hasta donde me encontraba hoy en día.
Flashback
—Estoy tan emocionado, la última vez que lo vi fue la navidad pasada, han pasado muchas cosas desde entonces — seguía diciendo mi novio mientras conducía hacia el aeropuerto de la ciudad.
—Se nota que estás emocionado — murmuré con diversión.
—Cuando lo conozcas, sabrás que tengo razón.
Sólo fui capaz de rodar los ojos en respuesta.
Desde el momento en que se había enterado que Edward, su mejor amigo, volvía a la ciudad, James estaba de lo más ansioso por su llegada y no paraba de decir todos las cosas que harían cuando estuviera él aquí. Si no fuera porque estaba completamente segura de sus preferencias sexuales, por un momento me hubiera sentido celosa.
Al llegar al aeropuerto, nos dirigimos hacia la parte donde los pasajeros llegaban de su vuelo, mi novio y yo portábamos el típico cartel en el que se ponía el nombre de la persona a quien se esperaba.
A decir verdad, cuando James me dio la noticia de que su amigo regresaría, me había hecho cualquier tipo de imagen mental sobre cómo sería su aspecto físico pero, sin tan sólo hubiera visto alguna de las tantas fotos que James tenía con él, me habría preparado un poco para la primera impresión que me llevé cuando lo conocí ese día en el aeropuerto.
Edward era alto, sus músculos apenas marcados por su camiseta, de piel blanca, cabello cobrizo, ojos negros y una sonrisa que inevitablemente hacía que te sintieras como una tonta, por lo insignificante que podrías lucir a su lado.
— ¿Era necesario el cartel? — preguntó con diversión.
—Por supuesto — respondió James mientras lo abrazaba brevemente.
Al separarse la mirada de ambos se centró en mí.
—Te presento a mi novia, Isabella.
—Mucho gusto, soy Edward — dijo cordialmente.
—Igualmente — respondí en un susurro.
Su sonrisa se ensanchó incluso más cuando me escuchó.
A partir de ese momento todo cambió.
Fin del flashback
Al principio todo marchaba bien, mi relación con James iba estupenda pero, cuando llegué a conocer a Edward, por desgracia, supe que todo lo que mi novio decía de él era totalmente cierto, era divertido, agradable y siempre dispuesto a brindarte su ayuda si era necesario.
Hubiera deseado que tuviera más defectos que virtudes porque de esa forma hubiera sido más difícil enamorarme de él — sí, he dicho enamorarme. No sé muy bien cómo sucedió, sólo sé que simplemente se dio sin siquiera proponérmelo.
Llegué a enamorarme perdida e irrevocablemente Edward Cullen, el mejor amigo de mi novio.
Traté de luchar contra este sentimiento tanto como pude, de verdad lo intenté pero fue mucho más complicado, cuando supe que esto que sentía por Edward era correspondido.
Flashback
Una tarde, mientras me encontraba en casa leyendo uno de mis libros favoritos, escuché cómo alguien tocaba la puerta del departamento, extrañada, me levanté para ver de quien se trataba, y en verdad hubiera esperado encontrar a cualquier persona esperando afuera excepto a quien estaba ahí parado mirándome sonriente.
Era Edward Cullen.
—Hola — murmuré mientras empezaba a sentirme tan nerviosa como la primera vez que lo conocí.
—Hola Bella, ¿puedo pasar?
—Por supuesto, adelante — dije mientras me hacía a un lado para que entrara.
Cuando pasó por delante mío, fue inevitable pensar en lo guapo que lucía con aquel jersey azul, marcando sus músculos bien trabajados, me mordí el labio de sólo pensar en cómo se sentiría pasar mis manos por ahí.
Sacudí mi cabeza tratando de alejar esos pensamientos poco decorosos de mi mente.
— ¿Qué te trae por aquí? — pregunté mientras me sentaba junto a él en el sofá.
—Venía a buscar a James, ¿está?
Por supuesto, él estaba aquí por mi novio y no por mí, aunque sabía que no debería ser así, me sentía ligeramente decepcionada.
—No, llegará en un rato. Hoy tenía el turno de la tarde en su trabajo en la biblioteca — expliqué.
— ¿Te molesta si me quedo a esperarlo? — preguntó.
—Para nada.
Hubiera deseado saber qué decir para evitar el silencio incómodo que se formó entre nosotros, mi boca de pronto se había sellado y de ella no salía ninguna palabra y, mientras pensaba en algo, Edward decidió romper el silencio.
— ¿Cómo se conocieron James y tú?
—En la Universidad, un día iba distraída y me tropecé con él.
— ¿Lo amas? — preguntó mientras clavaba su mirada en la mía.
Hasta hoy no sé por qué tardé tanto en responder a aquella simple pregunta, es como si desde aquel instante mi corazón supiera que ya no le pertenecía a James.
—Pues… Sí — respondí finalmente al cabo de unos segundos.
Mi nerviosismo e inseguridad logró que Edward esbozara una radiante sonrisa e iba a preguntarle qué sucedía cuando, de pronto, sin previo aviso, sentí como sus labios chocaban contra los míos. Al principio me sorprendió mucho aquel acto pero al cabo de unos segundos, impulsada por mi propio deseo de besarlo, elevé mis manos hasta su cuello mientras lo acercaba más a mí y buscaba profundizar el beso.
Cuando nos separamos, nuestras respiraciones eran un poco erráticas y nuestras frentes seguían unidas.
Esbocé una tímida sonrisa.
—Mentirosa — susurró.
En respuesta sólo fui capaz de atraer su boca a la mía de nuevo.
Fin del flashback
¿Cómo pude dejar que las cosas entre él y yo fueran tan lejos? Era lo que últimamente me repetía en la mente, ¿cómo pude ser tan estúpida de enamorarme del mejor amigo de mi novio?
Desde ese beso, las cosas entre él y yo cambiaron considerablemente, mis sentimientos por él se hicieron mucho más fuertes de lo que me gustaría admitir. No podía, sencillamente no podía sentir esto por alguien más que no sea mi novio, era incorrecto.
Las cosas entre nosotros se dieron espontáneamente.
De un día para el otro empezamos a comunicarnos por medio de mensajes como si fuéramos dos viejos amigos, conversábamos de todo, hasta del tema más trivial; éramos conscientes de que esto estaba mal y aún así no podíamos dejar de sentir esto en nuestros corazones.
Flasback
Fui a abrir la puerta principal cuando escuché el timbre sonar, al hacerlo, me encontré con Edward, quien traía en sus manos un bote de helado.
—James no está — expliqué.
—Lo sé — respondió mientras se acercaba hasta mí y plantaba sus labios contra los míos, se sentía exquisitamente bien.
Cuando terminamos de besarnos, me encontraba en mi lugar favorito, entre sus brazos.
—Vamos adentro, traje helado — comentó con una sonrisa de niño pequeño.
—Excelente — murmuré mientras lo llevaba a la sala.
El resto de la tarde nos las pasamos juntos, viendo una película y, al mismo tiempo, compartiendo el helado que él había comprado. Aunque debo admitir que, en más de una ocasión, me distraje viendo y besando a Edward.
De un momento a otro, los simples besos cambiaron hasta el punto en que Edward y yo nos encontrábamos desnudos en mi cama.
—Esto está mal — dije mientras apoyaba mi cabeza en su pecho.
—No puede estar mal si se siente tan bien — respondió mientras pasaba sus dedos de forma distraída por mi espalda.
Sonreí, de cierta forma tenía razón.
—No está bien que le hagamos esto a James.
En esta ocasión, tardó un poco más en responder.
—Lo sé — dijo con un deje de tristeza en su voz.
— ¿Qué haremos? — pregunté mientras, apoyada en su pecho, levantaba mi mirada hacia él.
—Por el momento, sólo disfrutaremos de esto que sentimos — respondió antes de volver a unir sus labios con los míos.
Y dejé pensar en todo para centrar mi atención en el hombre que estaba junto a mí.
Fin del flashback
Así fue como mi relación con Edward empezó, de la misma manera en que terminó, repentinamente.
Flashback
Cuando salí de mi turno en el trabajo, me excusé con James diciendo que ya había quedado para ir al centro comercial con unas compañeras del trabajo aunque, en realidad, a quien iba a ver era a otra persona, Edward.
Cuando abrió la puerta de su departamento, me recibió con un profundo beso en los labios.
—Empezaba a extrañarte — murmuró contra mis labios.
—Igual yo — respondí.
Nos quedamos mirando por unos segundos que, para mí, parecieron interminables.
—Le dije a James que estaría con unas amigas del trabajo, así que no tenemos mucho tiempo — dije mientras lo volvía a besar y, con prisa, metía mis manos debajo de su camisa pero, antes de que llegara a más, una de sus manos me detuvo.
Lo miré extrañada, su rostro tenía una mezcla de sentimientos indescifrables.
— ¿Qué pasa? — pregunté.
—Esto no puede seguir así, Bella.
Lo miré sin comprender.
—Yo te amo Bella y me gustaría poder decírselo a todo el mundo.
—No podemos… James… Yo no… — no era capaz siquiera de formular una frase coherente.
—Lo sé, no podemos herir los sentimientos de James — repitió lo que tantas veces yo decía — Pero, ¿qué hay de mis sentimientos Bella? ¿Qué hay de los tuyos?
—Yo también te amo... es sólo que... — empecé a hablar mientras sentía que un nudo se formaba en mi garganta.
— ¿Qué Bella?
—No lo sé — respondí.
Eso fue suficiente para Edward, quien terminó separándose de mí y mirándome de manera fría, lo que provocó que me dieran ganas de llorar.
—Estoy cansado de toda esta situación Bella, deberás decidir por ti misma, él o yo — dijo en un tono molesto, que me sorprendió, antes de girarse sobre sus talones y entrar dando un portazo a su habitación.
Me quedé parada ahí en medio de su sala de estar sin saber muy bien qué fue lo que sucedió hasta que de pronto todo cobró sentido y las lágrimas no se hicieron esperar.
Fin del flashback
Aquello había sucedido tres semanas atrás y todas las veces que veía a Edward, sólo lograba captar en sus ojos la misma frialdad que hoy en la tarde, me partía en el alma verlo y no poder correr hacia sus brazos.
Cada día, desde que me dejó, me cuestionaba qué es lo que debía hacer, si terminar con James e ir con Edward o simplemente dejar las cosas como estaban.
Todo era tan complicado, en especial si no tenía a nadie a quien pedirle consejo.
Solté un fuerte suspiro mirando hacia la luna.
¿Qué hago? Le pregunté mentalmente.
Me quedé así, tratando de asimilar todo lo que aconteció en mi vida desde que Edward apareció en ella, cuando escuché unos pasos venir desde la habitación.
— ¿Bells? — era la voz adormilado de mi novio.
Regresé la cabeza hacia él, quien venía con paso lento mientras se tallaba los ojos con la mano.
— ¿Qué haces aquí afuera? — cuestionó.
—No podía dormir — respondí mientras me encogía de hombros.
—Vamos, vuelve a la cama — dijo mientras me tendía una de sus manos para ayudar a levantarme.
Esa noche, como tantas otras, deseé que fuera alguien más quien me tuviera entre sus brazos.
.
.
—Te ves hermosa — susurró James antes de dejar un casto beso en mis labios.
Me sonrojé levemente.
James había decidido llevarme a cenar en la noche, por lo que me vi obligada a usar un vestido color rosa pálido que él mismo me había comprado, cuando le pregunté el motivo de la cena se rehusó a responder alegando de que se trataba de una sorpresa.
Desde el cumpleaños de James, sabía muy poco de Edward, lo que me tenía ligeramente decepcionada, era como si, de cierta forma, él se hubiera olvidado de mí mientras que yo no lograba arrancarlo de mis pensamientos.
Sacudí mi cabeza tratando de ahuyentar mis recuerdos.
—Vamos — dijo James a la vez que me ofrecía su brazo izquierdo.
Sonreí antes de hacerlo.
El restaurante que eligió, era uno de los más caros de la ciudad y por eso me asombró que fuéramos allí, ya que sólo en ocasiones especiales lo hacíamos. La cena transcurrió de forma agradable, la comida era de lo más exquisita y, cuando estaba por probar el postre, James llamó mi atención, lucía nervioso.
— ¿Qué sucede? — pregunté.
Me miró por unos breves segundos antes de esbozar una tímida sonrisa y levantarse de la mesa, lo miré confundida y más aún cuando vi que se arrodillaba en frente de mí.
—Isabella Marie Swan, eres la mujer a la que más he amado en mi vida y con la que espero pasar el resto de mi vida, ¿me harías el extraordinario honor de ser mi esposa? — terminó diciendo mientras, ante él, abría una pequeña caja de terciopelo, en la que se encontraba un hermosa anillo de diamantes.
Mi boca se entreabrió debido a la impresión de su proposición, no lo podía creer, ¿me estaba pidiendo matrimonio?
A diferencia de la felicidad inmensa que una mujer siente cuando su novio le pide matrimonio, yo sentía remordimiento.
No había nada que deseara más, que pasar el resto de mi vida con el hombre que amo y ése, irremediablemente, no era James.
—No — respondí. — Lo siento.
Antes de que pudiera decir nada más, me levanté y salí corriendo de ahí, ahora lo tenía todo tan claro, sólo rogaba para que no fuera demasiado tarde.
Al salir del restaurante, corrí como una mujer desesperada por las calles de la ciudad hasta que di con el lugar que buscaba.
Me encontraba afuera de la pequeña cafetería en la que Edward trabajaba, estuve ahí por un buen rato sin decidirme a hacer algo todavía. Entonces, lo vi aparecer con su uniforme de mesero, su cabello revuelto y esa sonrisa cordial que siempre brindaba a las personas, me quedé ahí mirándolo sin saber con exactitud cuánto tiempo transcurrió.
De pronto, levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos a través del cristal, levanté mi mano a modo de saludo y, al cabo de un momento, él salió del lugar mirándome sorprendido por verme allí pero, antes de que dijera cualquier cosa, me arrojé a sus brazos y estrellé mi boca en la suya.
Al principio se asombró de que lo besara pero, al cabo de un momento, empezó a responder al beso con la misma pasión mientras acomodaba sus manos en mi cintura. Cuando nos separamos, tenía mis manos entrelazadas en su cuello y él todavía me tenía aprisionada entre sus brazos.
—Tú, siempre tú — murmuré antes de volver a besarlo para, de cierta forma, sellar esa promesa que, desde hacía tiempo, le debí de haber hecho.
¿Algún review? :3
