Razones inesperadas
La historia es mía a excepción de acontecimientos de los libros de Jk. Rowling. (Que es una diosa divina: D), Ni los personajes me pertenecen, son todo invención de Rowling. Que ha decir la verdad doy gracias por haberlos inventado.
Sumary: Que dirían si Hermione Granger como la conocemos, no es Granger, sino una descendiente de la más noble sangre Pura existente?, que pasara cuando todo esto cambia, cuando sepa la verdad y la enfrente. Y si jamás fue destinada a quedar en Gryffindors?..
Prefacio.
Era una tarde poco común, distinta cualquier otra, las hojas caídas y oscurecidas por la época otoñal que se vivía en esos tiempos, inundaban las calles con sus vivos colores, y el viento soplaba muy fuerte ya para la temporada.
En una casa no muy lejos de la avenida central del centro de la cuidad de York, se encontraban los señores McGonagall, planeando como escapar con su hija de las manos del que no debe ser nombrado (quien los buscaba por la posible amenaza de levantamiento en su contra o eso creían).
-Malcom cariño – dijo una mujer recostada en un sillón del fondo de la sala, en sus brazos cargaba un bulto medianamente pequeño. Era una mujer hermosa de ojos azulados y de cabello rubio, con un porte de elegancia sutil pero perceptible. Jamás se caracterizó por ser la más bella de su familia y menos compararse con su Tía Martha (que entre los chicos del colegio siempre fue la preferida). No, ella era muy distinta del tipo de chicas al que los hombres buscaban, ella era una mujer muy inteligente y astuta, por algo estuvo en la casa de Ravenclaw, como lo estuvo su abuelo el ex director de Hogwarts Armando Dippet. La sabiduría estaba en sus venas, pero no solo eso sino también lo era el ser testaruda y llevada a sus ideas - tus padres deben de saber, necesitamos dejar a Jean al cuidado de alguien.- Dijo la señora McGonagall mediamente alterada, en sus brazos recostada se encontraba una bebe de no más de 4 meses de nacida, sus ojos marrones miraban con absoluta fascinación a la mujer que la sostenía.
-Isobel, no podemos decirles, tu sabes mejor que nadie que entre menos personas involucradas, es mejor para nosotros. – dijo el señor Malcom haciendo un esfuerzo por sonar lo más delicado posible en ese momento. Se llevó las manos a su cabello de color castaño claro despeinándolo sutilmente, hizo una pausa evaluando el que decir y prosiguió - no podemos simplemente llegar a la casa de mis padres y decirles: he disculpen les podemos encargar a Hermione un momento mientras salimos a combatir a el señor oscuro?- Esto último lo dijo en un tono sarcástico haciendo un mueca y moviendo sus brazos.
La verdad que el señor McGonagall no se caracterizaba por ser un excelente hijo, ni mucho menos a mantener una conversación tranquila con su familia, no a decir verdad con quien más lazos familiares tenía era con su tía Minerva que ya hace un par de años (esto sin contar los años que estuvo en el colegio, en donde ella había sido su profesora) que no la veía y lo último que supo de ella era que había enviudado y mes después volvió al colegio hacer clases. Desde pequeño siempre cuando ella lo iba a visitar le llevaba acertijos a resolver (cosa que a él le encantaban, porque tenía cierta fascinación por lo misterioso) y le enseñaba algún hechizo nuevo, que no lo enseñaban en Hogwarts.
Malcom McGonagall Jr., era hijo de Malcom McGonagall Padre y Samantha Phil. Tenía tres hermanos más, dos de ellos muertos por enfermedades desconocidas y otro desaparecido, por lo que era el que poseía toda la atención de su familia. Era un hombre alto con rasgos masculinos bien marcados, de tez blanca pero no pálida como la de su mujer, tenía unos ojos marrones bien grandes que incitaban a mirarlos con determinación. A sus escasos 11 años controlaba a la perfección sus poderes sin necesidad de varita, Cuando supo que había sido aceptado en Hogwarts, sus padres jamás estuvieron más felices, ni cuando lo seleccionaron para la casa de Slytherin al igual que su padre. Se desarrolló de manera normal, siempre tuvo la atención de las chicas, pero había una que le interesaba más que las otras su nombre era Isobel Veridian. Esta chica era de Ranvenclaw, y de muy bajo perfil, la mayoría del tiempo se la pasaba en la biblioteca consumiendo toda clase de libros. Jamás se le veía con amigas, la verdad el dudaba que las tuviera, pero eso no fue un impedimento para que se le acercara a hablarle.
Desde ese momento mantuvieron una amistad y a sus 16 años empezaron su noviazgo hasta el hoy, donde estaban casados y con una hija de 4 meses de nacida su nombre era Hermione Jean McGonagall Veridian. Era una niña de tez blanca como la de su padre y unas pecas muy peculiares, del pelo castaño claro y de unos ojos marrones tan grandes como si fueran dos pozos enlodados. Era una niña encantadora que le sacaba una sonrisa a cualquiera que la conociera. Era la viva imagen de su padre pero con la personalidad de su madre -decía siempre el señor Malcom cuando la veía y le sonreía- .
Esa noche los tres tuvieron que huir de la casa, porque ya no era segura. (Según tenían entendido alguien les había dado la información al señor oscuro de donde se escondían - y solo una persona sabia la ubicación exacta de donde se alojaban, esa persona era ni más ni menos la tía de la señora McGonagall, Martha Dippet (hermana de Catherine Dippet – la madre de Isobel- y descendiente directo de Armando Dippet ex director de Hogwarts). La señora Dippet era partidaria del señor oscuro y todos sus ideales, jamás estuvo de acuerdo con los sentimientos que profesaba su sobrina hacia el chico y mucho menos la relación que ellos mantenían. Al igual que su sobrina también era estudiante en Hogwarts y en la misma casa que ella, pero al contrario de la señora McGonagall, la señora Dippet la sobrepasaba por cuatro años.
Ella siempre fue la más destacada de su familia "la favorita" como le decía su sobrina, destacaba en todos los aspectos belleza, conocimientos y en lo económico, sobre todo en lo económico. En Hogwarts era conocida como "Martha la excéntrica millonaria", cosa que le hacía subir más su ego y su popularidad, que de por sí ya era alta. Era la preferida de todos los profesores, no solo por las notas sino también por el buen trato y disposición hacia otros.
-Amor no estoy diciendo eso- dijo la señora McGonagall prosiguiendo la conversación- pero me preocupo por Hermione, ¿Que va a pasar con ella al final?- dijo esto último conteniendo las lágrimas que intentaban salir, cosa que estaba logrando sin éxito- es nuestra hija ¿y si nos pasa algo?, ¿Que va a pasar con ella?- las lágrimas no tardaron en hacerse notar. La verdad que la señora McGonagall ya le había dado mil y una vueltas al asunto y no sabía qué hacer con su hija, siempre pensaba en el caso hipotético que si a ellos les llegara a pasar algo por equis motivos, entregaría a su hija a alguna familia Muggle. Cosa que ella se aseguraba que su hija estaría en buenas manos y no correría peligro inminente. Incluso ya había hasta pensado en la familia apropiada para su hija, eran dos personas jóvenes, ella tenía el pelo castaño oscuro, ojos verdes y piel blanca, era sólo ligeramente más baja que su marido que al parecer tenía un cierto favoritismo por la ropa oscura, como el negro y el azul. Eran la familia perfecta, se había enterado que ella no podía tener hijos y que buscaban un método o alguna solución al problema.
- Isobel sabes muy bien, que no por ser hombre no le doy vueltas al problema- hizo una pausa como eligiendo las palabras- yo también me preocupo por mi Hermione- empezó a dar vueltas en círculos como queriendo descifrar un enigma propuesto- pero lo verdad NO SE QUE HACER…. POR EL AMOR DE DIOS, MERLIN, ARTURO Y LOS CABALLEROS DE LA MESA REDONDA…- se sentó en un sillón de al lado en donde reposaba una llorosa Isobel. La observo, la tomo de los brazos y le quito con toda la suavidad del mundo a Jean- Hija… tu sabes que te amamos… verdad?- en sus brazos estaba Hermione que le sonreía y estiraba sus manitas tocándole la cara- todo lo que vamos a hacer…. – no alcanzo a terminar de completar lo dicho cuando unas ligeras lagrimas empezaron a caerle, unas que Hermione las secaba con sus manitas.
Malcom McGonagall pensaba que su hija tenía un don divino dado por el mismo Merlín, para la edad de cuatro meses, su hija era muy despierta, cosa poco común en los bebes de esa edad, casi nula, la mayoría a esa edad se la pasaban durmiendo. Pero no su hija, una vez que nació he hizo contacto con el mundo exterior, siempre miraba a su alrededor como recordándolo todo.
-Lo hacemos porque te amamos…- prosiguió el señor Malcom- porque queremos un mejor futuro para ti- a su lado la señora isobel se secaba las lágrimas y se levantaba parsimoniosamente del sillón- aunque.. Nosotros no estemos contemplados en ese futuro… pero pensamos fielmente que tú lograras plasmar todos nuestros ideales y valores que en este corto periodo de tiempo te hemos inculcado- abrazo a su mujer y les doy un beso a sus dos mujeres favoritas en este mundo.
- Cariño es hora- dijo Isobel en un tono autoritario pero dulce a la vez, ya lo había decidido si quería ese futuro que decía su esposo para su hija debía ser al lado de esos Muggle solo así lograría que ella estuviera a salvo y nadie sospecharía de la desaparición de su recién nacida hija, ni su tía Martha sabia de la existencia de ella, y eso solo la consolaba un poco. .- he tomado la decisión de con quien dejar a Hermione- se explicó viendo la cara de desconcierto que ponía su esposo a su lado, la verdad era que ella no le había dicho ni un atisbo de lo planeado, pero estaba decidida y cuando lo hacía no había nadie que se lo quitara o negara.- hay una familia Muggle que he estado observando desde hace ya algún tiempo y creo que son los elegidos, son amables educados con muy buenos valores, pero por sobre todo no son padres, no pueden pero tienen todas las ganas de serlo, creo que son perfectos para cuidarla y darle todo el amor que no vamos a poder otorgarle todos esos años en los que nuestra niña crezca y se desarrolle, hasta que sea una hermosa mujer.-
- Tienes toda la razón hay que alejarla de todo peligro que se le presente-
-sabes que siempre tengo la razón- dijo la señora McGonagall dándole un beso en los labios a su esposo. Pasaron un buen rato discutiendo el posible y ya palpable nuevo hogar de su hija. Arreglaron sus cosas, se comunicaron con los Muggle y le entregaron a su hija, no sin antes dar las últimas de sus despedidas. Les entregaron dos cartas en donde una iba dirigida a su hija, con las razones de su partida, y la otra iba a ellos (los Muggle) con órdenes de cuando entregarle la carta a Hermione y de sus cuidados.
Cuando partieron sabían que habían hecho bien, aun con el corazón destrozado, con una inseguridad enorme, pero sabían que ante su propia felicidad estaba la de su hija y lo más importante estaba en las mejores manos y fuera de peligro. En ese momento poco les importaba el sufrimiento al que iban a ser sometidos, las largas noches de tortura, ya fueran días, semanas, meses o años de agonía todo valía la pena con tal de ver a su hija con una sonrisa y poder velar aunque fuera de los más alto del cielo, por su bienestar y felicidad .
Espero les haya gustado, lo escribí en mis momentos de rebeldía y osio hahahha, entre la universidad mis padres ( que es toda una locura) no tengo mucho tiempo. Pero siempre que me encuentro abrumada busco la luz que me dice: Paulii... Pauliii... leee hahahahhaha.. Espero sus comentarios, Avadas y todo lo que quieran mandarme
besos
Pauli Jean Malfoy 3
