(n/A)

¡Otro desastre! Sí, bueno, es culpa de Adam (?. Eh, creo que no hay demasiado que decir, habrá sus limes/lemons y algo de drama, pero siempre la hermosura de Gaara sofoca cualquier cosa, así que, como está basado más que todo en Gaara porque aclaro: 1-GaaraCentric. Entonces como decia; es pura belleza¿No? Decidí iniciar con un lemon porque, bueno, amo hacer lemons y me ha quedado bastante bien, de nuevo, la culpa es de Adam(?. En fin, ¡Gracias de antemano por los reviews! ddS⌐.


Naruto Copyright © Masashi Kishimoto
Warning: AU/OoC/Lemon/PWP.
ThreeDaysGrace Copyright © Over and Over.
Words: 1.826


DrogueVate

Capítulo 1


-Días grises-


— ● —


·

·

·

Esto me derriba, pero soy el único a quien culpar. Tantos pensamientos que no puedo sacar de mi cabeza. Debo aprender a vivir sin ti, pero, cada vez que lo pienso siento que muero. ¿Cómo escapar de estos sentimientos que me aletargan y carcomen? Esto esta arrastrándome hacia abajo y no puedo impedirlo. Me haces caer por ti. Trato de vivir sin ti, y no puedo, trato de vivir sin ella y no puedo, me enfrasco en tantas cosas.

Una y otra vez me hace caer, yo caigo por ella y por ti.

Me siento abatido, cansado y perdido.

Ella siempre me ha acompañado, me ha apoyado y ayudado, y no paro de caer en el vicio, me siento abatido porque deseo estar mejor para ella, pero no puedo evitarlo, no está en mis manos, es tan enfermizo que me lastima y a ella más.

Me rindo a sus pies y lo sabe, me envuelve con su aroma y cada detalle que la compone, pero por más que lo intento ella no es lo único que veo y me maldigo por ello, porque siempre me repite lo mismo, que me ama, que me pertenece, que soy todo lo que tiene; y me consta.

Pero vuelvo a caer, por más que me levante me es imposible. Una y otra vez caigo.

1 · Over and over.

La palma de mi mano recorrió desde el centro de sus pechos hasta su vientre, el cual se contrajo suavemente. Sin percatarme, ladeé mi rostro mientras ella arqueaba su espalda, abandonándose a las sensaciones, dejando su perfecto y hermoso cuerpo a mi merced.

Mis labios, hambrientos por los suyos, siguieron el mismo camino que mi mano hacia poco había recorrido, besé su tersa piel mientras ella se relajaba cada vez más. Mi lengua comenzó a participar y lamí con cuidado su ombligo. Seguí bajando hasta toparme con su centro, adornado con un camino de vello púbico. Mordí la piel expuesta y ella suspiró suavemente, permitiéndome escuchar lo que resultó ser una recompensa, me mostraba lo bien que se sentía entre mis brazos y lograba hacerme desearla más, querer enloquecerla de placer.

Me incorporé para poder subir y besar sus labios, pero toda acción quedó fuera de mi cabeza al verla abrirse de piernas para mí, permitiéndome observar lo húmeda que estaba por mí.

Fue sorprendente como esas simples palabras llenaron mi mente; cuatro palabras que me hicieron enloquecer de deseo.

Dejé escapar de mi garganta un suspiro que reverberó como un gruñido, y me lance a besar sus labios, atrapando el inferior entre los míos, lamiendo, mordiendo y saboreando su delicioso néctar.

Su lengua no tardó en salir por mi búsqueda. Las acariciamos mutuamente, compartiendo el calor que nos embriagaba. Sentía tanta hambre por ella que era casi animal, era tan detestablemente perfecta que me hacía delirar.

Mi mano derecha se amoldó exactamente a su seno, tan suave y cálido. Lo masajeé sintiéndome cómodo en la acción; amaba su cuerpo. Mi boca bajó por su mandíbula dando suaves besos que se transformaron en lamidas y terminaron en su cuello. Comencé a besarlo, lamerlo y morderlo, ella suspiraba excitada, ése era su punto débil y yo amaba hundirme en el fuerte aroma de su perfume.

Su mano juguetona y fría al no tener en qué cubrirse, se deslizó por mi abdomen, llegando hasta el borde de mi pantalón, la izquierda se le unió y lo abrió con lentitud.

Te necesito tanto... Gaara.

Suspiré en su oído cuando deslizó mi pene fuera de mi ropa, alzó sus caderas rozándonos, hundiendo mi punta en el calor de su vagina.

Espera...
Le susurré.

De la nada comenzó a llorar, sus ojos se cerraron mientras besaba mis mejillas, mi cuello, cada parte que quedara a su alcance. Sus manos se deslizaban por mis abdominales y espalda. Sonreí al verla tan necesitada de mi, tan rendida. Aún cuando me carcomía el suave conocimiento de su sufrimiento.

Llevé dos de mis dedos hasta su boca, los cuales lamió con lentitud, provocándome, tentándome a caer por la montaña de sus pechos. Y sin pensarlo demasiado decidí hacerlo. Me tiré a besarlos, succionarlos mientras llevaba mi dedo del medio y anular hasta su entrada, deslizándolos dentro y fuera, una y otra vez.

Ella gimió y apretó mi mano contra su entrada, su rostro cargado de placer y deseo me encantaba. Continué el movimiento hundiéndolos con más fuerza, deseando complacerla, compensarla. Hinata tragó saliva con dificultad mientras yo guiaba mi rostro a su mandíbula una vez más, estaba enloqueciendo.

Lamió sus labios repetidas veces y me besó con pasión, dejando escuchar la respiración acelerada y es que sus pulmones apenas podían otorgarle oxigeno, tal cual como los propios. Por otro lado, me sentía extasiado, deseaba penetrarla, sentir su calor envolverme y humedecerme, pertenecerle las mil y un veces y no acabar nunca, no tener que irme, no tener que darme cuenta de la realidad que tanto me agobiaba. Mordió mi hombro y logró borrar esos pensamientos, como tan continuamente hacía, me sacaba de la realidad y llevaba a un mundo de ensueños.

Ella arqueó su espalda cuando desquicié el movimiento, veloz, furioso, profundo y salvaje, así deseaba penetrarla, metérsela tan adentro que gritara con desesperación mi nombre.

Clavó sus uñas en mis hombros alcanzando el orgasmo. Sentí como sus paredes vaginales parecían latir y supuse que iban al ritmo de su corazón, aceleradamente, con frenesí. Ella suspiró lamiendo mi oído y me empujó sobre la cama.

El movimiento me descolocó pero aún más lo hizo cuando arrancó mis pantalones. Sus dedos finos y femeninos atraparon, con una dulzura propia de ella, mi miembro hinchado. Su mirada no se separaba de la mía, y menos cuando comenzó a masturbarme. Pero se detuvo provocando un gruñido de mi parte. Su boca se deslizó muy lentamente, esparciendo primero su aliento ardido por la punta de mi pene y la longitud.

No lo hagas—Exigí.

Pero si llegase a detenerse estaba seguro que moriría, necesitaba que me engullera, soltó una risita de esas que me decían que me tenía en su poder, y así era, lo supe cuando me lamió, tan lenta y suavemente que me contraje por el placer. Realizó círculos en mi punta, cubriéndome, y empujó contra el centro circular, yo gruñí apretando mis puños. Dejó que su lengua me llenara de saliva, permitiendo que sus manos realizaran el movimiento rítmico que llevaba con más facilidad.

Su mirada reflejaba que ya no aguantaría los juegos, que deseaba complacerme y yo también lo deseaba, realmente no aguantó más, me introdujo con cuidado, con deseo y me succionó. Una y otra vez, como si estuviera intentando con desesperación sacarme la vida por el pene.

Así... Dios.

Ella comenzó un suave movimiento, adentro, afuera, me excitaba aun más, cerré mis ojos dejando descansar mi cabeza en la almohada, todos mis musculos estaban tensos y comenzaba a doler. Mi mano viajó hasta sus cabellos, largos y sedosos y la aferré de ellos, marcando el ritmo, más acelerado más profundo y aquello que no podía alcanzar con su boca, ella lo compensaba con su mano, que se movía al mismo ritmo.

Mordí mi labio inferior y la sangre comenzó a escurrirse, lenta y suave, contrastando totalmente con el vaivén que ella ahora llevaba, sin ayuda de mi mano.

Jadeé su nombre, estaba a punto de acabar, pero ella, aun cuando sabia que era mi forma de advertirle no paró. Sentí toda la tensión sexual y placentera concentrarse en mi punta y salió disparada.

Hinata abrió su boca y tragó lo que entró en su garganta, lamiendo la comisura de sus labios con hambre.

Soplé los cabellos que se deslizaron a mi frente y la recibí entre mis brazos cuando ella se dirigió hacia mí gateando. Nuestros labios chocaron con desesperación, su lengua lamió la sangre que se escurría de mi boca, dejando que me excitara de nuevo. Mi pene latió tan fuertemente como mi corazón.

Mordí su labio inferior y ella suspiró, moviendo sus caderas sobre mi miembro para auto-masturbarse.

La aferré de las caderas afianzando el ritmo, y no pude dejar mis manos quietas allí, las subí lenta y dócilmente por sus curvas, acariciando su tersa y deliciosa piel. Apreté sus pechos y ella suspiro.

Por favor...—Se inclinó sobre mí—entra en mí Gaara...

La volteé dejándola bajo mi cuerpo, ella se acomodó y abrió sus piernas, las cuales, sin poder evitarlo, acaricié y besé con exquisitez, con necesidad.

Las guié hasta mis hombros y allí la penetré de una estocada profunda y rápida, ella soltó un pequeño alarido y mordió su labio inferior.

Me incliné más para comenzar un ardiente vaivén, el sonido de mis testículos chocando contra su piel y lo bien que se sentía era lo único que rondaba mi mente; si veía su rostro extasiado, hermoso y lleno de placer acabaría de inmediato, ella lograba enloquecer mis sentidos.

Cerré mis ojos embriagándome con la placentera sensación, el placer se ahuecaba en cada poro de mi cuerpo. Me amoldaba y apretaba tan exquisitamente que no pude más que gemir.

Lamí mis labios y abrí los ojos clavándolos en los de ella, realizando el mismo movimiento tortuosamente lento.

Deslicé sus piernas fuera de mis hombros y ella las enredo en mi cintura, permitiéndome acariciarlas. Mis labios comenzaron a besar los suyos y el deseo por la necesidad de una penetración más rápida se dejo notar en el contacto.

Me vi tentado en aumentar, pero realmente deseaba disfrutar de cada movimiento, cada posición, de sus curvas, su piel, sus gemidos en mi oído.

Pero fue inútil, el deseo y la penuria por más fricción fue mayor que mi sentido común, me volteé dejándola sobre mí. Ella gimió de forma sensual, y es que había entrado más profundamente en ella.

Marcó el ritmo, acelerado, brincando en mí, moviéndose de adelante hacia atrás. Me incorpore apoyando mi mano en su mejilla, descubriendo su cuello y me dediqué a besarlo, moviéndola con más rapidez.

¡Gaara! ¡Ahh, m-más! ¡Dios, dame más!

Su voz angelical pronunciando aquellas palabras me destruyó.

La moví con mis manos, el roce era frenético, imponente, excitante y descontrolado, sus pechos saltaban al igual que ella, rápido, sensual. La cama rechinaba y mi corazón latía furioso, mis músculos se contraían ante el exquisito placer que envolvía mi pene, mi cuerpo por completo.

Así, tan delicioso que aceleraba nuestras respiraciones, nuestros cuerpos sudados en total contacto, ella me apretó en su interior y todo fue demasiado para mi mente, sin poder evitarlo alcancé el orgasmo llenándola con mi semen.

Su cuerpo cayó sobre el mío y yo lo acaricié con cuidado.

Te amo...—Suspiró en mi oído—te esperare...
No lo harás.
Gaara—Ella se reincorporó—Te di mi corazón, mi cuerpo, eres mi todo... Siempre seré tuya.

La besé una vez más. Sintiéndome impotente y estúpido, sobre todo porque al tenerla en mis brazos esa noche, gran parte de mis pensamientos se iban en la adicción.