En algún lugar, un edificio en perfecto estado, ocultaba en su interior la mayor crueldad perpetrada por la sociedad humana.

Dentro de aquél edificio personas con una distintiva bata blanca y un gafete de seguridad metían a algunos animales dentro de viejas jaulas oxidadas, dónde los esperaban platos de comida rancia y de agua enmohecida, no los trataban como animales sino como ratones de laboratorio, sin embargo no todos eran así.

-Buenos días a todos, espero pudieran dormir bien anoche… y les tengo un pequeño regalo que espero les guste.

Una chica de aspecto muy joven, cuyo pelo castaño estaba recogido en una cola, sus anteojos de diseño estilizado y moderno le daba una imagen más intelectual, y la cálida mirada de sus ojos color miel reconfortaban a los "prisioneros" de aquella prisión retorcida y sin una sola pizca de compasión solo por "el progreso de la ciencia", ideología con la que no estaba de acuerdo esta chica.

Uno a uno introducía al interior de las jaulas, pequeños pedazos de galleta para que no se dieran cuenta los otros investigadores que estaban con ella en aquella habitación.

A la muchacha le gustaba ver aquellos tiernos gestos de amabilidad cuando les ofrecía tan suculento bocadillo, aunque al principio estos huían de aquél amable gesto, pues ofrecerles comida más allá de las insípidas croquetas que les servían y el plato sucio lleno de agua del que a menos que estuvieran muriendo de sed, no tocaban, pero al final ellos se dieron cuenta de sus intenciones, y desde aquél momento se formó un bello lazo de amistad entre la muchacha y los pobres animales que tenían encerrados ahí.

Siguió cautelosamente repartiendo lo poco de la galleta que le quedaba al tiempo fingia estarlos revisando, haciendo comentarios en voz moderada para engañar a aquellos que creía ella estaba del otro lado de la habitación, sin embargo al encontrarse en la penultima jaula se topa con la pierna de uno de los investigadores.

-¿Que estas haciendo?… La hora en la que te toca hacerles un chequeo es dentro de tres horas, cuando todos nosotros estemos en nuestro descanso, pero por ahora… necesito llevarme a este animal para hacerle unas pruebas así que dame espacio…

Aquél sujeto sin ningún tipo de cuidado apartó a la veterinaria de forma brusca y desconsiderada, para luego abrir la jaula frente a la que había estado la muchacha, a lo que esta pudo ver claramente como con la misma brusquedad intentaban ponerle una correa a un perro blanco cuya raza parecía ser un pastor suizo, con una extraña marca en el costado que con algo de imaginación se podía distinguir una nube negra y justo debajo una linea en zig zag bastante torcida daba la impresión de un relampago que caía a la tierra, pero lo más increíble era el cuerpo del propio "perro", estilizado con patas delgadas pero seguramente fuertes, sus garras delanteras eran como las de un gato, delgadas y afiladas, mientras que las traseras eran anchas y gruesas, sin filo alguno y empezando a jalarlo lo sacaron de aquél encierro pero esa criatura en vez de aliviada parecía aún más procupada, resistiendose con todas sus fuerzas para evitar que lo lleven a quien sabe dónde y por más que la veterinaria quisiera hacer algo para ayudarlos, no tenía permitido entrar a los "cuartos de experimentación" como les llamaban los cientificos.

Al final la muchacha se dió cuenta, habían intentado cruzar un gato con un perro, pero lo que salió… era una autentica abominación, al menos eso pensaba la veterinaria sobre el asunto, sin embargo, era un ser vivo y por eso seguía yendo, ofreciéndoles aunque sea, un pequeño pedazo de galleta, o lo que fuera, pues para aquellas pobres criaturas era como si les dieran un pedacito de esperanza.

La muchacha solo podía observar con gran impotencia como se llevaban al cachorro a otro sitio para hacerle una serie de examenes o eso creía ella, pero no tardó en darse cuenta, el aullido de dolor de uno de los animales pues el sitio dónde ella se encontraba no era el único dónde mantenian animales vivos para sus terribles experimentos.

-Bien amigo, descuida, solo tomaremos unas muestras de sangre, no tengas miedo, no te va a doler...mucho…

Aquél ser que no era ni gato ni perro, sabía bien lo que le esperaba, pero ¿que podía hacer para liberarse, no solo de la apretada correa que lo sujetaba, sino poder escapar de aquél infierno, pues desde que nació fue sometida a pruebas crueles e inhumanas, como el dejarlo caer desde lugares altos para probar sus reflejos, sin duda tenía la característica genética de caer siempre de pie que tendría cualquier felino, pero al parecer últimamente estaban interesados en saber si ¿podría lograr ser capaz de dejar preñada a una gata?, al menos eso era lo que había entendido de aquellos humanos, pero por prudencia actuaba como si no supiera lo que sucedía a su alrededor, pero aún así siempre se negaba hasta las últimas consecuencias en siquiera salir de su jaula, pero por su tamaño y peso era bastante fácil para aquellas criaturas lo levantaran y lo cargaran hasta el lugar dónde se realizaría la investigación de ese día.

Rapidamente, los cientificos se encaminaron por blancos y pulcros pasillos en cuyos costados, se encontraba con una puerta cerrada a cada extremo y separadas a la misma distancia pero no sabía lo que le esperaba al otro lado, así que solo fijo la vista en el final de aquél extrañamente largo pasillo y vio claramente dos puertas rojas que mientras más se acercaba podía distinguir dos grandes cuadros blancos con garabatos escrito en ellos. Eran simplemente las reglas de higiene de los investigadores pero como era de esperarse, el cachorro no sabía leer, a pesar de su inteligencia.

-Hola Anubis, dime… ¿ya tienes todo listo para hacer la prueba?, necesitamos obtener la mayor cantidad de información sobre esta criatura geneticamente alterada, si tiene suficiente éxito, el gobierno sin duda podría seguir financiandonos, ¿no es cierto?.

Le preguntó el cientifico que llevaba cargando al cachorro entre sus brazos, al tiempo que veía un enorme contenedor del cuál salía por un agujero la parte trasera de una felina, que al parecer estaba bastante tensa, debido a eso el otro cientifico de nombre Anubis tuvo que responderle desde detrás del contenedor ó mejor dicho desde su interior.

-Hola Carl, si, como puedes ver esta preparada, pero no estoy seguro de que esté muy dispuesta, ¿ves su cola que se mueve como si fuera una lombriz retorciendose de un lado a otro? Y de su pelaje parcialmente erizado, quizá deberíamos esperar solo un par de horas más y con seguridad ella estará más relajada, ¿te parece bien?.

El tono de voz del cientifico llamado Anubis, daba a entender el miedo que estaba sintiendo, ya que Carl era conocido por no tomar muy bien las malas noticias, y de hecho ya había torturado a otros tres cientificos que trabajaban con él, diciendoles cosas que no solo afectaban su auto estima sino también los hizo sentir completamente incompetentes, y fue por eso que al día siguiente presentaron su renuncia sin motivo aparente. Eso hubiera llamado la atención de algunos supervisores y hasta otro de los jefes, sin embargo, Carl había mostrado ante toda la oficina documentos falseados para hacer parecer que aquellos que habían renunciado quedaran con un expediente marcado para siempre, además de que la policia al recibir la demanda del dueño de la empresa comenzó su propia investigación, dejandolos entre la espada y la pared.

De forma cruel, malevola y despiadada, Carl había iniciado una campaña en contra de aquellos que habían osado no darle las respuestas que él esperaba, acabando con sus carreras, esparciendo mentiras y sin que ellos pudieran hacer algo para defenderse habían terminado en prisión. De a cuerdo con los reportes oficiales, aquellos presos se habían suicidado, sin embargo nadie del laboratorio se creyó esa falsa mentira, sin duda se notaba que algo había pasado y que el infamen Carl estuviera involucrado.

-Dime algo Anubis… acaso ¿no existen otros metodos para mantenerla tranquila?… quiero decir que dentro del contenedor esta bien sujeta, por más que nuestro pequeño amigo usara toda su fuerza, no hay manera de que no pueda montarla sin importar si esta tranquila o no… ¡¿no es así Anubis?!, ahora ¡Ponte a trabajar!.

Mientras hablaba Carl empezaba con su tono de voz sarcastico muy propio de los iracundos, y mientras más hablaba su tono empezaba a volverse cada vez más alto, hasta el punto en que la furia era palpable en su expresión, dejando a Anubis completamente paralizado sin decir ni una palabra, por lo que Carl se tuvo que ver forzado a "incentivar" a su compañero, a lo que éste dando un par de pasos hacía atrás se topó con el estante dónde guardaba toda clase de medicamentos, además de frascos que contenían diversas formulas creadas por él mismo.

-Anestesia… Anestesia… ¿dónde esta ese condenado frasco?

Pensaba al tiempo que manipulaba con inquietud cada uno de los frascos, procurando no empujar por error algun frasco que pudiera terminar quebrándose en el suelo. Movió y removió todo en el interior de aquél pequeño refrigerador y finalmente encontró lo que buscaba, un simple y fragil contenedor cuya etiqueta decía: "Anestesia liquida de uso veterinario, no exceda los doscientos mililitros", además de otros datos, sin embargo no tenían importancia alguna, así que al haberla encontrado, su expresión cambió, mostrando una sonrisa de satisfacción, y tomando una jeringa de uno de los cajones de su escritorio, empezó a preparar la inyección.

La gata lanzó un maullido de dolor, pero se encontraba completamente inmovilizada, pero sus cabellos se erizaron como si en vez de pelos estuviera cubierta de largas agujas, pero no tardó mucho el científico en inyectarle la anestesia, apenas si debían pasar un poco de tiempo para que empezara a hacer efecto, pero necesitaban estar seguros de que estaba completamente dormida, pues de esta manera no habría ningún tipo de inconveniente, así que Anubis volvió a echar un vistazo dentro del "cajón" para encontrarse con una gata completamente inconsciente, el medicamento parecía haber hecho efecto bastante rápido, así que ahora harían lo que debieron haber hecho en un principio.

-Vamos… abran la portilla del cajón para poder continuar con el experimento, y tú, mete a ese engendro de la naturaleza ahí dentro para que empiece la diversión… vamos, que no tenemos todo el maldito día, ¡muevanse de una vez, carajo!.

Todos sin duda odiaban a Carl, pues a pesar de tener una familia bien posicionada económicamente, estudios universitarios y un gran futuro por delante, pues su padre es dueño del hospital en que estaba trabajando, su actitud no era precisamente la mejor, les faltaba al respeto a sus colegas médicos, no tenía mucho talento y por ello siempre tenía que depender de otros médicos para solucionarle cualquier problema pero a pesar de todo eso y con el hecho de que siempre tenía esa forma de ser, pedante y egocentrica, todos debían soportarlo y nunca decirle nada por temor a que le dijera a su padre y éste los despidiera a todos, aunque quizá si hacían eso, finalmente se daría cuenta el padre de aquél tipo lo mediocre que es su desempeño laboral, pero necesitaban el trabajo así que no se darían el lujo de decirle sus verdades a Carl.

-Si, esta bien ya lo estamos haciendo, no somos perezosos, lo que sucede es que me preguntaba ¿cuál es el motivo para hacer éste experimento?, ya que primero mezclamos el ADN de un gato y un perro, luego pretendes que permitamos que éste hibrido trate de dejar preñada a una gata normal, ¿que motivo tienes para estar profanando a la madre naturaleza de ese modo?.

Anubis se atrevió a preguntar lo que todos solo pensaban, pues no querían meterse en problemas, pero deseaban saber el fin de llevar a cabo aquél experimento que sabían bien revasaba el limite de lo normal, de lo correcto, y especialmente el limite marcado por la madre naturaleza, sin embargo no dudó en moderar su tono de voz, pues sabía que debía parecer que lo preguntaba por curiosidad, no por otro motivo.

-Bueno… mi padre no me ha dicho nada sobre la finalidad de éstas pruebas, así que podría considerarse como clasificado y aunque supiera, no podría contarles, así que mejor solo obedezcan y ya metan a ese perro… gato, o lo que sea dentro del cajón para que haga lo que debe hacer… y ya háganlo rápido.

Todos miraron a Carl con una gran confusión, pues siempre solía contarles de que se trataban los experimentos, pero ahora era algo "confidencial", pero no importaba, pues ellos solo eran simples investigadores cientificos y no necesitaban saber detalle alguno del tema, así que reflexionando, todos llegaron a la misma conclusión, y antes de que el "jefe" de la investigación volviera a regañarlos, metieron al hibrido dentro de un "cajón" de laminas gruesas y resistentes de plastico transparente, y asegurando la puerta para evitar que el perro escape, tomaron su respectivo puesto para observar.

Dentro de aquél pequeño lugar, el hibrido empezó a olfatear, algo olia bastante bien y no pudo resistirse a usar su buen olfato para seguir el rastro de ese dulce perfume que embriagaba sus sentidos, finalmente pudo distinguir la parte trasera de otro animal, saliendo de un agujero, tuvo que actuar con cautela para evitar que lo hicieran sufrir de nuevo, como en aquél experimento en el que lo habían puesto en un laberinto y que cometió el error de probar algo que parecía un hueso pero al tratar de lamerlo, una fuerte oleada de dolor provocada por una descarga electrica lo hizo desconfiar de todo, su comida, sus pocos juguetes y hasta del agua que bebía. Por tal motivo empezó a acercarse lentamente, al tiempo que aquél extraño y delicioso olor se volvía mucho más intenso.

Se acercó los últimos metros y usando la punta de su nariz daba suaves toques al costado de la gata, sin reacción alguna al parecer, sin embargo permaneció en su actitud defensiva, como si esperara que en cualquier momento algo horrible fuera a pasar, sin embargo esperó largamente, e incluso dió un par de suaves lamidas para obtener algún tipo de reacción, pero sin éxito, así que al final decidió seguir lo que su instinto le decía, era como una voz que susurraba a su oreja diciendo : "vamos… subete arriba de ella y hazla tuya", no comprendía bien lo que sucedía sin embargo, sintió que entre sus patas traseras había un extraño cosquilleo, dandose cuenta al bajar su cabeza, que algo rojo y puntiagudo sobresalía de entre sus patas traseras y sus pata incluso parecía que estaban mpviendose solas, adoptamdo una posición extraña, subiéndose lentamente sobre el lomo de la gata mientras sus patas traseras empezaban a moverse dando pequeñas embestidas con la punta de aquella cosa roja, finalmente, terminó rendido al placer y a sus instintos, pues había logrado entrar dentro de aquella gata, sin saber ni siquiera ¿porque es que se sentía tan bien.

Los cientificos estaban sin duda alguna disfrutando el momento, pero más que nada miraban con gran atención el comportamiento de aquella criatura, estudiarla y entenderla, ese era el plan, pues si fuera posible que geneticamente se pudieran hacer uniones entre el humano, con cualquier otro animal, que permitiera curar diversas enfermedades, o crear animales que pudieran ayudar al hombre a hacer más sencilla su vida, sin duda era un proyecto humanitario, sin embargo estaban usando animales y haciendo experimentos inhumanos con ellos para obtener resultados, eso de cualquier manera era en contra de la ley y por ello habían acondicionado ese viejo edificio que estaba en ruinas y lo equiparon con todo lo necesario, y con la ayuda de un notario publico quedó resuelto el problema.

O al menos eso creían pues en ese momento en que la criatura mostraba sus más bajos instintos, alguien más hacía lo necesario para tratar de evitar que aquellos pobres animales siguen siendo victimas de de abuso y casi tortura fisica, los salvaría de las garras de aquellos crueles científicos, a pesar de que sabía que sin duda podría terminar siendo demandada, esta persona estaba decidida, así que asegurandose de que no había nadie, empieza a abrir cada una de aquellas jaulas, pues no tenían candado ni nada parecido, lo que le facilitaba la labor.

Habiendo liberado a los animales, decidió dejar que alguien se dé cuenta de que se habían escapado y la persona que se dió cuenta al final fue la veterinaria, quien volviendo puntualmente para revisar la salud de los animales, se topó con las jaulas vaciás, ¿quien pudo haber hecho semejante cosa?, pero luego del sobresalto, pensó en decirselo a los cientificos, ellos seguramente sabrían que hacer, y luego de un largo rato buscandolos, finalmente los encontró, habían volteado sus rostros hacía la puerta al escuchar el golpe seco de la puerta contra la pared, quedando todo en un incomodo silencio momentaneo.

-Doctores, esto es terrible, los animales… ¡los animales se han escapado!, yo llegué de ir a tomar mi almuerzo y cuando iba a empezar a revisarlos, vi que las julas estaban completamente abiertas y ni rastro de ellos, ¿que hacemos?… ¿tienen algún plan para encontrarlos?.

La muchacha se veía claramente nerviosa y algo desesperada pues no le preocupaba que se escaparan, de hecho a veces pensaba que si tuviera un puesto de poder trataría de liberarlos o que no los maltratasen de la forma cruél en que lo estaban haciendo, sino que le preocupaba que les sucediera algo ya que los quería como si fueran suyos, y de hecho por eso se convirtió en veterinaria, por su amor a los animales.

-Descuide, nos haremos cargo del problema, mientras tanto ¿podría vigilar a esa criatura con la que estamos haciendo un importante experimento, y mientras encontramos a los animales que faltan. Puede examinarlo si gusta, volveremos tan pronto como hayamos encerrado a los otros animales, hasta luego, señorita.

El cientifico le había respondido a la veterinaria con un marcado nerviosismo, parecía como que hubiera preferido salir de aquél lugar sin decir una palabra como lo habían hecho sus compañeros, aunque al final sin siquiera pedirle el favor de que cuidara al perro que estaban observando, salió corriendo lo más rapido que pudo, dejando a la veterinaria sola escuchando los sonidos procedentes del "cajón" que estaba a sus espaldas.

La muchacha, se sorprendió al ver como aquella criatura que no era ni perro ni gato montaba con fuerza la parte posterior de lo que parecía una gata. Miles de pensamientos cruzaron por su mente, ¿porque estaban obligando a esa criatura a aparearse con una gata?, ¿que esperaban lograr con ese tipo de estudios que eran moralmente aceptables y estaban fuera de toda ortodoxia?, e incluso pensó que quizá sería mejor si lo liberaba pero… ¿que explicación les daría?, sea como fuere no estaba en su poder ayudarlo ni estaba en una situación en la que pudiera justificarse de una u otra manera, así que todo lo que resolvió hacer fue sentarse en un asiento y esperar a que la criatura terminara y luego podría examinarlo con total tranquilidad.

Hola, aqui les traigo el inicio de la que considero es una buena historia, ojala hayan disfrutado éste primer capitulo, y por comodidad de ustedes, si así gustan puedo dejar de escribir estas notas adicionales, además si desean que continue con esta historia les pediré me den su opinión en dos comentarios, solo dos, pues así al menos sé que quieren que siga con mi historia, desde luego les agradezco por leerla, un cordial saludo y estaré pendiente para subir el capitulo 2, y nuevamente gracias por tomarse la molestia de leer esto, un saludo cordial.