Disclaimer: Nada me pertenece, algunos persnajes son de Stephenie Meyer, la historia y tres personajes pertenecen a un amigo que me ha dejado publicar la historia.

NOTA DE AUTOR

He de advertir que los personajes son de Stephenie Meyer con la excepción de Johan, Francesco y Giovanni. La historia también parte de su obra en Eclipse (el inicio se sitúa una hora antes del ataque de los neófitos). A partir de entonces, no obstante la historia ha sido cruelmente manipulada por mí. Deseo que disfruten de este fic, saludos.


Los europeos:

Ante los Cullen se presentaban dos vampiros sonrientes. El primero era alto, moreno, de aspecto joven y los hombros anchos: sencillamente estaba hecho a una escala superior. El segundo también era alto, pero al estar al lado de su compañero no se apreciaba su estatura. Tenía el pelo negro, y al ser transformado solo debía tener dieciséis años, aunque era evidente que había acumulado muchísima más experiencia. Ambos lucían iris negros, al igual que sus pupilas, cosa que creaba un efecto extraño: los Cullen estaban acostumbrados a tratar con vampiros de ojos rojos, no negros.

- Saludos- empezó el alto-. Mi nombre es Johan, y mi compañero se llama Giovanni. Ambos venimos de Europa pero también viajamos mucho. Estábamos de paso,- sus ojos reflejaron la luz mientras los movía entre sus interlocutores- pero deseábamos saludar a un conocido y, al ver indicios de un clan de neófitos cerca, querríamos ayudar.

- Encantado de conocerte, Carlisle- una sonrisa socarrona acompañaba la salutación de Giovanni.

- ¿Como sabes mi nombre?- Carlisle parecía extrañado. ¿Quien podía conocerle?

- Francesco me habló muy bien de ti, Carlisle. Luce ojos ambarinos como todos vosotros, así que supongo que seguís también su... singular dieta.

- Oh, Francesco, me acuerdo de él- Carlisle había compartido sus ideas con otro vampiro de Italia, Francesco, hacía muchas décadas.- ¿Cómo os alimentáis vosotros? Jamás hemos visto unos vampiros que tuvieran los ojos siempre negros...

- Hacemos... lo que creemos necesario- dijo, tenso, Johan.

- Apreciamos el valor de la vida humana, y admiramos vuestra voluntad para resistiros a su sangre, pero nosotros no somos tan fuertes. Nos... nutrimos de sangre humana, pero mantenemos el máximo autocontrol posible.- Giovanni parecía especialmente incómodo.

- Nos alimentamos menos que de costumbre entre los vampiros- tradujo Johan.

Los Cullen no reaccionaron ante esta descripción. Habían conocido demasiados cazadores obsesivos entre su especie, por lo menos los vampiros que tenían ante ellos no lo eran.

Alice empezó a ponerse nerviosa, haciendo gestos a los otros: sólo falta una hora, sólo una hora. Ellos asintieron e indicaron a los amigos que los siguieran.

Tras una veloz carrera llegaron al prado señalado por los Cullen como lugar idóneo para la batalla, pese que aún debían esperar un poco. Los amigos, por el camino, les hablaron a la familia acerca de su experiencia al luchar contra neófitos: era suficiente. Las disputas por territorio en Europa habían llegado a estar fuera del control del clan Vulturis durante algunas épocas. En una de ellas habían crecido Johan y Giovanni, el primero en Alemania y el segundo en Italia. A los amigos les extrañó el intenso olor a sangre en el prado, pero los Cullen aclararon que era su anzuelo.

- Muy práctico- murmuró Johan.

- ¿Tenéis... talentos?- preguntó Jasper.

- Yo tengo una vista más aguda de lo normal- empezó Johan-. No es demasiado extraordinario, pero me ha resultado útil en más de una ocasión.

- Yo...- Giovanni esbozó sus cínica sonrisa- yo soy un espejo. Si me afecta un poder, lo uso involuntariamente contra su emisor. También puedo retener el poder unas horas. Ha dado muchas sorpresas a mis enemigos en muchas ocasiones.- Su mirada se perdió unos instantes entre sus recuerdos. Los Cullen se miraron preocupados: era un vampiro muy poderoso- ¿Vosotros también tenéis talentos?

Los Cullen les hablaron cada uno de lo que sabían hacer, pues veían en los dos europeos unos aliados leales. También les hablaron de Edward, y al hacerlo ellos se interesaron por su ausencia. Tras algunas dudas, la familia les contó toda la historia: Bella, su amor por el vampiro, los licántropos, Victoria... Aunque los dos amigos mostraron una viva curiosidad al respecto, no pudieron seguir la conversación: los neófitos estaban a sólo diez minutos y debían prepararse. Los dos nuevos aliados se situaron en el flanco opuesto al de los licántropos: decían que los lobos no estarían acostumbrados a pelear junto a ellos...

Los neófitos llegaron a toda velocidad, sin disciplina ni orden. Johan sonrió, había sido mucho más difícil contra ejércitos de neófitos bajo un mando fuerte como contra los que ya habían peleado. Jasper se avanzó a todos los aliados i destrozó el cráneo del primer neófito antes de que sus amigos llegaran a su nivel. En el caos del combate, Johan y Giovanni peleaban coordinados. Giovanni fingía retirarse, y cuando los furiosos enemigos iban tras él Johan atacaba por detrás. Cuando se giraban para hacerle frente, Giovanni los acometía brutalmente. Entre los dos descuartizaron a tres nuevos vampiros, y al ver en apuros a algunos de los Cullen, quisieron ir a socorrerles. No fue necesario, los lobos entraron en el combate y su carga era devastadora. Los dos amigos observaron admirados como los lobos peleaban, era algo completamente nuevo para ellos. Enseguida tuvieron que volver a luchar y se separaron.

(Des de los ojos de Giovanni)

Al ver que Johan se separaba hacia un lado, decidí empezar a pelear solo. Un neófito que corría hacia mí se encontró de golpe en el suelo, donde de una patada lo partí por la mitad. Sabiendo que no era suficiente, aplasté su cabeza entre mis manos. Sin pararme, tuve que rematar a uno que Jasper había dejado en el suelo. Uno de mis enemigos se acercó por detrás, sin duda intentando emboscarme. Le propiné un golpe con el codo que le impidió reaccionar y le arranqué la cabeza sin miramientos. Vi cómo uno de los lobos caía bajo un neófito especialmente fuerte y yo, pese a mis reservas, me lancé contra ese bastardo y le destrocé un brazo. Pero era muy fuerte y consiguió cogerme, y cuando ya lo veía todo muy difícil noté que la presión se aligeraba de golpe. Dos licántropos se estaban ocupando de despedazarlo. Asentí con la cabeza (supuse que entenderían que les daba las gracias) y embestí de nuevo contra la refriega.

Al esconderse el sol entre las nubes, no podíamos encontrar más enemigos. Todos los aliados estábamos vivos, todo un éxito. Johan y yo habíamos buscado enemigos escondidos y matamos a un par, pero nada más (para su gran decepción, era muy duro oírle hablar de cómo de blandengues eran éstos neófitos). Entonces fue cuando vi a Carlisle y a Esme hablando preocupados. Con curiosidad me acerqué a ellos para saber de qué se trataba. Debí pensar que sería interesante.

No sabía cuanta razón tenía al pensarlo.


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