Capitulo 1.
Hermione miraba solitaria desde la ventana en su habitación. La oscuridad de la noche sobre el castillo abrumaba sus pensamientos. Era la ultima semana de marzo y la nieve ya se había derretido, anunciando que primavera había llegado, pero realmente ya no le importaba mucho.
Justo el día de navidad una emboscada tomo por sorpresa a la familia Granger y Hermione apenas había salido con vida gracias a los miembros de la Orden del Fénix... sus padres, al igual que Crookshanks, perecieron envueltos en las llamas del hogar en le que ella creció. Lo perdió absolutamente todo... excepto sus amigos.
Al comienzo de su séptimo grado, Harry y Hermione fueron elegidos Premio Anual por la recurrente directora de Hogwarts: Minerva McGonagall. Hermione recordaba que a sus padres les había dado mucho gusto y orgullo inmensos de que su hija fuera condecorada con tal honor en tan famosa escuela de magia.
Ahora ya ni eso le importaba.
Entre ella y Ron ayudaron a Harry para destruir los Horcrux. Pudieron hacerlo una vez que se dieron la libertad de merodear gracias a las facilidades que la Profesor McGonagall les proporcionaba, aún cuando ésta no tenía ni idea del porqué debían ausentarse en ciertas ocasiones, pero Dumbledore confiaba en que se hiciera. Así, ya solo quedaban por destruir dos piezas del alma de Voldemort: él mismo y Nagini, su serpiente.
Una gran batalla se libró a mediados de febrero en pleno Hogwarts, Neville acabando con la serpiente y Harry aniquilando a Voldemort de una vez y para siempre. Por supuesto, Harry tuvo que ser llevado a la enfermería cuando, debilitado y herido, perdió el conocimiento.
Había habido cambios entre todos ellos, sobre todo cuando Ron se dio cuenta de que alguien más había captado su atención: Luna Lovegood. Cuando Hermione notó esto, se alegró por él. Lo apoyó pues ella misma se había dado cuenta que lo que sentían entre ambos no era más que una fiel amistad... y que Hermione amaba a alguien más...
Harry y Ginny no retomaron su relación y, por lo que la pelirroja le dijo, ambos habían acordado que no había nada que continuar, pero igual seguirían siendo amigos. Inconscientemente, Hermione sintió un incalculable alivio.
Pero en su convalecencia, Harry fue asistido por ninguna otra que Cho Chang.
Ella estuvo presente en la batalla y, ya que estaba estudiando para sanadora, se ofreció para cuidar de Harry los tres días que permaneció en la enfermería para que Madame Pomfrey atendiera a los demás. De ahí, todo cambió.
Hermione notaba con tristeza como Harry se alejaba de manera tan rápida y seca de ella, cuando antes de la batalla contra Voldemort, él se había comportado diferente. A Hermione le gustaba pensar que, talvez, Harry la miraba bajo una nueva luz... que tal vez sentía por ella algo más fuerte que amistad. Pero cuando las visitas de Cho al castillo se incrementaron, Harry prácticamente la olvidó. Tan pronto comenzó marzo, Harry anunció que él y Cho se hicieron novios nuevamente.
Fue en ese momento en el que Hermione pareció esfumarse frente a todos... y nadie notó que sobre su corazón cayó un hacha que lo partió en dos. Fue en ese momento que se dio cuenta que lo que ella sentía por Harry era tan fuerte que dolía. Se dio cuanta, por fin, que amaba a Harry... y que sus sueños tomaron vuelo para no regresar.
Hermione lo veía tan contento... en sus pasos había un caminar alegre y jovial, y eso la desmoralizaba cada vez más. Pero siendo como era ella, jamás lo demostró. Reprimió mostrar su dolor y se refugiaba en la biblioteca o enclaustraba en su habitación todo el tiempo que podía. Como los Premio Anual tenían su propia sala común y su propia habitación, Hermione podía encerrarse, poner un hechizo silenciador alrededor y dar rienda suelta a su dolor.
Esta noche, mirando hacia la oscuridad del exterior desde su asiento junto a la ventana, una lágrima solitaria caía por su mejilla. No lloraba, ni gemía... era solo esa lágrima que quemaba y gritaba por salir, que parecía rodar lenta en su piel...
& & & & & & & & &
Lo que a Hermione le parecía extraño, era que el resto de sus compañeros también se mostraban indiferentes hacía ella, como si ya no fiera tan importante. Pero no, no era del todo extraño: Ron y Luna se hicieron cada vez más cercanos al igual que Ginny y Neville; Harry pasaba su tiempo concentrándose en escribirle a Cho entre semana, y los fines de semana ella lo visitaba con permiso de McGonagall. Hermione trató de entenderlos, aún cuando le dolía que la ignoraran.
Un mes antes de salir de vacaciones, y a una semana de presentar los EXTASIS, hubo una salida a Hogsmeade y todos salieron para visitar el pub 'Las Tres Escobas'. Por supuesto, Cho Chang ya esperaba ahí por Harry y cuando llegaron, la chica se abalanzó a él y lo besó frente a los que ya estaban placidamente ingiriendo sus bebidas. Pero esto no les importó ni a Harry ni a Cho. Es como si fuera exactamente lo que esperaban, dar un show a todo aquel que estuviera cerca.
Hermione ya se estaba acostumbrando a ver esas demostraciones de afecto de la pareja, y los otros, aunque eran más discretos, sonreían como si nada. Y ella seguía sola. Le dolía saber que nadie le tomaba ni tantita atención y deseaba ser Cho Chang en ese instante.
Después de un rato, ese sábado en el pub, viendo que se aburría terriblemente (por no decir que su corazón se rompía otro poco al ver que todos tenían una pareja menos ella), decidió pagar su única botella de cerveza de mantequilla y se fue en silencio. No dijo adiós a nadie porque la última vez que lo hizo ni siquiera lo notaron, y pensó que era mejor no irrumpir en su rato de ocio.
Estaba tan abrumada por la tristeza que pensó que caminar de regreso al castillo le ayudaría a despejar su mente. Así que, suspirando, caminó hasta entrar de nuevo al área del castillo, pero se desvió. En vez de ir directo al refugio de su habitación, donde ella sabía que nada ni nadie la vería o escucharía pasara lo que pasara, se dirigió al bosque prohibido con paso lento y pesado. No recordaba caminatas más tristes que aquellas en las que iba a su espacio favorito: un banco de piedras junto al lago negro, rodeado por gruesos árboles, un poco alejado del castillo y de la cabaña de Hagrid. Se adentró al bosque caminando durante más de quince minutos y encontró su lugar preferido, donde se sentó a contemplar el ensombrecido panorama.
A pesar de que aún había sol, el grosor de los árboles y la espesura de sus ramas y hojas casi no dejaban más que pasar unos cuantos rayos de luz sobre el agua que reflejaban sobre la superficie como pequeñas esperanzas de que la naturaleza podía darle algún consejo si les veía lo suficiente.
Una vez que se acomodo en el banco de pequeñas piedras, miró lo que le rodeaba: naturaleza. Algo había en ello que le reconfortaba mucho. Era la sensación de que, aunque su vida pareciera no ser nada, la vida de lo que le rodeaba le contagiaba un poco de energía.
Suspiros entrecortados por sentimiento era lo único que escapaba de su boca, pero su mente no hacía otra cosa más que preguntarse qué seguía después.
Esta vez solo esa pregunta se pudo hacer porque de inmediato su varita salió volando por los aires y un pequeño brinco la hizo salir de su aislamiento mental. Una risa fría fue lo que le hizo voltear y darse cuenta de que tras de ella había alguien más.
-Es extraño que estés sola, sangre sucia.
Era Draco Malfoy. A su comentario, otras risas burlonas escaparon: Crabbe, Goyle, Zabini y Nott estaban tras de él.
-¿Qué haces aquí, Malfoy?- preguntó Hermione irritada.
-Yo podría preguntarte lo mismo... pero para mí es obvio que estás aquí porque nadie te hace caso... te abandonaron. Ya no les importas. Se han dado cuenta de que no vales nada.- dijo Malfoy caminando hacia ella mientras que los otros se abrieron hasta rodearla. Hermione no pudo evitar sentir miedo. No solo estaba sola, sino que además, desarmada y lejos de cualquier ayuda. Ella solo miraba al rubio con desprecio tratando de cubrir su creciente miedo.
-Aun no me has dicho qué haces aquí.
-No tengo porqué responderle a alguien inferior.-dijo Draco Malfoy con su siempre despectivo tono y jugando con la varita de Hermione en una mano.
-Dame mi varita- exigió Hermione extendiendo una mano.
-¿Para qué la quieres? Gente como tú no debería cargar una.
-Te ordeno que me la des.
-Tú no me vas a ordenar, asquerosa sangre sucia.- y con esto, Draco la golpeó en el rostro con la varita. Al instante una línea roja apareció en la mejilla izquierda. El golpe la dejó viendo pequeñas luces tras de sus ojos y sintió que alguien por detrás la sujeto los brazos. Hermione luchó por liberarse, pero viendo que quien la tenía sujetada no cedía ni un poco, los demás rieron.
-¡Suéltenme!- gritó Hermione. Malfoy la tomó del cabello con fuerza haciendo que su cabeza dejara de moverse. Un pequeño gruñido de dolor mezclado con rabia salió de su boca.
-Ya, ya, Granger- dijo Malfoy en tono fresco y tranquilo –si te portas como una buena chica, prometo que no te dolerá.
Esto la asustó al instante. Pensó que querían humillarla nada más, algo que fácilmente podía ignorar, pero nunca creyó escuchar la palabra 'doler'.
-¿Doler¿A qué te refieres¿Qué pretendes hacerme?
Te voy a hacer un gran favor.- dijo Malfoy acercando su rostro al de ella. –He notado que tus amigos ya no te necesitan y, por tanto, te ignoran... he notado cómo miras a Potter. Que pena que él ya ni se acuerde de ti. Pero era de esperarse. ¿Quién va a importarle alguien tan insignificante como tú? Al final, él escogió a alguien de mejor rango.
-Harry es mi amigo- argumentó Hermione en gruñidos de dolor. Malfoy sujetó su cabello con más fuerza y Crabbe y Goyle, quienes la tenían cogida de los brazos la apretaron cuando intentó zafarse de nuevo. Los Slytherin solo dejaron salir sonoras carcajadas ante el predicamento de la chica.
-A mí me parece que tu querías algo más que su amistad... sin embargo yo puedo arreglar eso.
-¿Qué quieres decir?
-Hace poco tuve una epifanía... me da lástima saber que nadie te quiere ni se fija en ti. Así que lo que voy a hacer es un acto de misericordia hacia ti.
Draco Malfoy guardo su varita y lanzo al aire la de Hermione, perdiéndose entre arbustos. Con horror, la chica vio las manos del rubio tocar su cabello y su cuello, bajando lentamente hasta los botones de su camisa. El roce del chico sobre la piel de ella, hizo que un tremor le sacudiera el estómago violentamente. Nott se acercó al oído de Hermione y le susurró:
-Malfoy quiso decir que NOSOTROS vamos a demostrarte nuestra misericordia.- con esto, Malfoy rasgó la blusa de Hermione, exponiendo el sostén al aire fresco de la tarde. Ella ahogó un grito y lo siguiente que supo, fue que ya estaba en el suelo. Habían soltado sus brazos pero amarraron sus muñecas por arriba de su cabeza. Ataron el otro extremo de la cuerda a un árbol cercano.
Hermione se había quedado muda. No sabía en sí lo que estaba pasando, pero el miedo que la invadió era más grande que ningún otro que hubiera sentido, tanto que empezó a temblar.
-Relájate, sangre sucia,- comento Malfoy mientras se quitaba su propia camisa y desabrochaba sus pantalones –al fin que esto es solo una buena obra. ¿Quién querría hacerte el amor¡Ja!
Hermione se dio cuenta entonces de lo que pretendían. Abrió la boca para gritar pero Zabini le apuntó con su varita y el hechizo silenciador le golpeó en el pecho. Por más que abría y cerraba la boca gritando por ayuda, ni un solo sonido se hizo audible, mientras vio que Malfoy se arrodillaba junto a ella sin camisa y, con un golpe de varita, el sostén de la chica se partió por la mitad. El rubio removió la prenda quitándola del camino para ver los senos de Hermione que al instante se endurecieron. Las manos del chico se fueron directo a ella; sus pulgares e índices jugaban con sus pezones. Hermione ya no podía moverse. El miedo la había paralizado. Miró a los otros que, a su vez, admiraban su pecho desnudo en miradas de lujuria y locura.
Mientras Malfoy la acariciaba, Zabini se arrodilló al otro lado y le quitó la falda que llevaba puesta ante las ávidas miradas de los muchachos. Después de ello, todo lo que sentía Hermione era horror. Horror en su máxima expresión. Manos. Manos ajenas tocaban cada parte que ella escondiera en su cuerpo mientras escuchaba sucios comentarios y risas maliciosas.
Su respiración era rápida y elaborada. No quería ser mancillada. Ella había soñado que se entregaría algún día con amor y pasión, que su cuerpo gozaría junto con el de su amante en un acto íntimo y profundo, no forzado y vulgar.
Pronto el único que estuvo de rodillas y con el pantalón debajo de los muslos fue Malfoy, mientras abría las piernas de la chica y se posicionaba entre ellas. Draco Malfoy puso casi todo su peso sobre Hermione y su rostro se dirigió raudo hasta su oído.
-Te va a gustar- susurró Malfoy -¿Cuántas pueden decir que tienen el honor de abrir las piernas a un Malfoy?... aunque esta vez sea porque siento lástima por ti.- Hermione cerró los ojos alzando en silencio una plegaria mientras sentía la cabeza del miembro empujando en su entrada –Yo te voy a hacer mujer... y debo admitir que no estas mal para ser una sangre sucia.- Hermione hubiera gritado con toda la fuerza de su ser si hubiese podido. Malfoy la penetró de un golpe haciendo que su estrecha cavidad se abriera para él en un dolor agonizante. Casi de inmediato las lágrimas salieron de sus ojos mientras jadeaba ante tal invasión.
Al mismo tiempo, el rubio gruño de placer pero termino jadeando igual que ella. Sin importarle si la lastimaba o no, empezó a moverse dentro de ella mientras su boca se posesionó de sus senos, lamiendo y mordiéndolos con fervor, saliendo y entrando de ella con rapidez. Hermione solo podía verlo a él, pero el dolor iba aumentando y esto la hizo cerrar los ojos. Ya solo escuchaba y sentía. Después de un rato de escuchar a los otro vitoreando a Malfoy, éste dio una última y dolorosa estocada, alzando un grito cuando se vino dentro de Hermione.
El rubio salió de ella y se levanto. Hermione creyó que ya todo había terminado pero se equivoco. El dolor en su vagina rasgada le hizo cerrar las piernas, pero cuando sintió otras manos abrirlas por la fuerza, Hermione vio a Zabini sonreírle con sorna. Sin esperar un minuto más, éste la penetro fuertemente.
Uno a uno la fueron penetrando. Uno a uno mancillaron su cuerpo como si fuera una cualquiera. Sin el más mínimo remordimiento dispusieron de ella de manera dolorosa y vulgar.
Cada minuto que pasaba era agonía y tristeza. Asco y repugnancia hacia los malditos que entraban en ella y la tocaban sin para, era lo que sentía. Hermione no podía luchar. Ellos eran más fuertes y la voluntad de la chica se había derrumbado. Todos y cada uno eyacularon dentro de ella, susurrándole sucias palabras al oído, sudando sobre su delicado cuerpo y jadeando como bestias de carga.
Cuando el último terminó con ella, uno de ellos liberaron sus muñecas y de inmediato Hermione puso una mano sobre su empapado sexo y su otro brazo cubrió sus senos llorando quedamente sobre el suelo en posición fetal, mientras escuchaba a los Slytherin felicitarse entre ellos como si lo que hubieran hecho fuera digno de admirarse.
-Solo una pregunta, Malfoy- habló Nott –¿no crees que nos vamos a meter en problemas por esto?
Malfoy se rió por lo bajo. Hermione sintió a alguien a su lado y levantó el rostro para ver quién era. El rubio la miraba de pié con cruel indiferencia.
-No- alegó Draco Malfoy tranquilamente. –Ni siquiera creo que se atreva a decir algo a alguien. Después de todo es una basura. Como sea¿A quién le va a decir¿McGonagall? No... sería humillante para ella decir algo... decir que un Slytherin le hizo el favor... nadie le creería. Sería humillada y señalada por el resto de su vida. La verían con lástima... y si acaso lo intenta, fingiremos demencia... o mejor aún, - aquí Malfoy sonrió con malicia –si dice algo, Potter será el responsable... ¡No! Mejor que eso... si dice algo, a Potter le puede suceder una desgracia.- Hermione abrió los ojos asustada y Malfoy se dio cuenta que por fin sus palabras surtían efecto. –Quién sabe... talvez resulta que, por alguna extraña razón, Potter tenga un accidente en el tren de regreso.- Al comentario le acompañaron risas descabelladamente frías. –Vamos. Ya están por dar el toque de queda en el castillo y tengo hambre.
Con esto, Malfoy, Crabbe, Goyle, Nott y Zabini se fueron caminando tranquilamente por donde llegaron, dejando atrás a una deshecha Hermione en el suelo. Para ella la amenaza estaba bastante clara y era seguro que no diría nada.
Sin embargo, no decir nada era lo que menos le importaba. Harry estaba por encima de todo, y aún así el dolor de su cuerpo y dignidad la habían reducido a la criatura que se retorcía en el banco de piedras junto al lago.
¿Cuánto tiempo había pasado de eso? Ni la misma Hermione lo sabía. No podía ni levantarse. Moverse le costaba un inmenso dolor. Aún así ya había pasado un buen rato desde que los Slytherin la abandonaron ahí. Casi a rastras, y después de mucho buscar, encontró su varita y curó sus heridas, se vistió y, cojeando, regresò al castillo. Las luces estaban apagadas: ya todos dormían. Se escondió debajo de un hechizo desilusionador y se dio a la tarea de volver a su habitación con paso lento.
Le llevo mucho tiempo llegar a su sala común y, después de dar la contraseña al retrato que cerraba la entrada, se introdujo en silencio.
Cuando subía las escaleras hasta su dormitorio, escuchò ruidos extraños que provenían de la habitación de Harry. Hermione se detuvo para escuchar con atención.
Como si una fría mano de hierro estrujara su corazón, perdió el aliento cuando pudo definir los sonidos que se hacían cada vez más audibles: como llamados a la noche y la luna... gemidos de placer y regocijo... gritos que elevaban de la voz de Cho Chang el nombre de Harry...
Sintiendo que el dolor amenazaba con quebrarla, se apresuró a llegar a la seguridad de su habitación lo más silenciosa posible, tapando su boca con una mano ahogando sollozos de tristeza. Cuando entró, lo primero que hizo fue silenciar la habitación completa y llorando fue hasta su baño privado, llenó la tina, se quitó la ropa sucia y la lanzó al fuego de la chimenea.
Se sumergió en el agua caliente en su tina y ahí, llorando, dejó salir todo lo que desde la muerte de sus padres había guardado. Gritó, chilló y gimió. El dolor, la impotencia y la soledad la apresaron y envolvieron sin poder evitarlo. Algo en ella se había roto y no habría manera de arreglarlo.
---- CONTINUARA ----
A/N: yo se que en este mismo instante me han de odiar todos aquellos fans de Hermione, pero es que no han leído lo demás... si creen que esto es triste, todavía les falta mucho por aprender de mí. Yo venía pensando en esta historia desde hace meses, pero no estaba segura de que fuera mentalmente sano para los lectores de Harry Potter. Sin embargo, esta es una protesta hacia J. K. Rowling por no dejar que Harry y Hermione se amaran... ¡¡¡SON LA PAREJA IDEAL!!! Leí el séptimo libro y está excelente el desarrollo... ni que decir de la trama... lo que no me gusto y por lo cual voy a seguir escribiendo, es la manera en que la autora puso a las parejas. Bueno, ya ni modo.
Si me van a reclamar por ser cruel, háganlo, pero no esperen a que les responda. Sigan leyendo mis historias. Tengo dos finales para esta en particular: una muy depresiva, y otra triste/feliz. Voten para saber como lo quieren!!!!!
