Todo le pertenece a Konami, sólo hice la historia y sólo le dí un poco de personalidad a un personaje que ya le pertenece también a Konami. Cualquier comentario será recibido, así podré saber si deba o no subir los otros capítulos.
Una inesperada visita irrumpe a Walter Sullivan en medio de los 21 sacramentos. El hombre del abrigo consternado, decide averiguar de quién se trata.
Cap 1
La sangre que teñía su abrigo todavía estaba fresca. Aquel aroma ferroso del rojo fluido ya era una parte infaltable de él. Al mismo tiempo, el líquido siempre lo conectaba a un sólo pensamiento, el de completar su ritual y finalmente despertar a su querida madre durmiente.
Aquel hombre del abrigo, Walter Sullivan, estaba sentado en una deteriorada y escondida banca del metro, su mirada acuosa se posaba en el brillo de la helada hoja de su cuchillo, que al igual que él, se entintaba con el viscoso fluido carmesí. Un mecánico movimiento apareció en su brazo pero lo suficientemente fuerte para clavar el arma metálica en la madera de aquel desfalleciente asiento.
Una exhalación lenta salió de sus labios, su cabeza se esfumaba en palabras que inundaban su pensamiento, mientras miraba al decadente techo, cerró sus ojos y se dijo a si mismo.
-Está tan cerca…-casi susurrando.
Hablaba del despertar de su madre, sedándose en la idea de que sólo faltaban dos sacramentos y al fin podría regresar a su cálido regazo. Nada más que dos sacrificios lo separaban de ella, dos vidas que se encontraban aún perdidas en los mundos creados por él, dimensiones adornadas notoriamente por su mente inestable e insana, además todas estas creaciones guardaban sus envenenadas memorias, que estaban impregnadas en cada espacio. En cuanto a las dos últimas víctimas, no tardaría en encontrarlas, al fin y al cabo, él controlaba todo como un rey. También sabía que esta precaria situación se iba a terminar de una vez por todas, especialmente las frías noches pasadas precisamente en aquella banca en la que se vio obligado a dormir, la podredumbre del mundo que lo infectó cuando estaba vivo finalmente se acabaría.
Un fuerte gruñido emergió de la pared a su costado, junto a este estruendoso ruido la figura de la mitad de un humanoide salía en la superficie de la pared. Aquella criatura tenía grandes brazos, manifestaba una masa desfigurada que se podía identificar como la cabeza de este ser, siempre acostumbraba a camuflarse perfectamente en los muros esperando para asechar a algún descuidado, pero por supuesto no conseguiría atacar al mismísimo creador de estos monstruos y de esos mundos que parecían estar constituidos con paredes vivas, oxidadamente orgánicas, hechos con una sangrienta y fría arquitectura.
Antes de que aquel monstruo levantara sus brazos para atacar, la fuerte mano de su creador sacó rápidamente el cuchillo de la banca y lo atravesó en la aparente cabeza de ese ente, con suma precisión partió con el duro metal la masa indefinida que formaba esa parte corpórea de la entidad, quitándole en segundos la vitalidad. Esa criatura que permanecía estáticamente aún en la pared, era la única que se atrevía a levantarle la mano. Las demás estaban domesticadas y sometidas a la voluntad de su amo. La rebeldía de ese humanoide que estaba inerte a su lado, no le preocupaba en absoluto, una vez que terminara el siguiente sacramento, ese ente, se doblegaría a su poder como los otros.
Mientras la sangre de esa criatura goteaba, el hombre tranquilo miraba casi ausente el suelo, repentinamente un cansado andar se escuchó en el eco del metro, los pasos de una mujer de unos 61 a 63 años eran los autores de aquella lenta marcha, un caminar lento que era el producto de los años pasados en la senil mujer.
El sonido captó inmediatamente la atención del rubio, una expresión de extrañeza se mostrababa en su rostro al ver aquella persona desconocida. La señora lucía un largo vestido azul profundo estampado con numerosas pequeñas flores blancas que dejaba ver sus pies cubiertos con zapatos oscuros, sobre su vestido llevaba un abrigo negro. La mujer mayor se encontraba dando la espalda, eventualmente sin notar la presencia del hombre de cabello largo. Claramente el desasosiego de Walter era evidente, esa persona definitivamente no era el fantasma de Sharon Blake, su víctima número 13, a pesar de que aparentaban tener casi la misma edad, eran muy diferentes. Esta nueva presencia no se comportaba precisamente como los fantasmas de sus víctimas sino como cualquier otro ser humano vivo.
Lo que Walter no podía entender era que hacía y cómo había llegado aquella mujer a su mundo, no había pensado en atraer a nadie más a su marchito reino que a sus dos últimos sacramentos en este momento, así que su lógica le señalaba que nadie podía haber entrado aquí por accidente, al menos que él quisiera que algún ser se "deleitara" con su universo tétrico. Sin embargo ese tipo de sucesos sólo pasaban cuando él estaba fuera de su sanguinario trabajo y deseaba pasar el tiempo mirando hasta donde podía llegar un indefenso ser humano en el extremo del pánico. Pero ahora no era el momento de distraerse, era tiempo de cumplir lo que le daba el significado a su vida, completar los 21 sacramentos.
Al reflexionar no encontró ninguna explicación que calmara las dudas que se incrustaban en su cabeza, entonces sacó lentamente el cuchillo de la cabeza de aquel monstruo, situándolo en el bolsillo de su abrigo, se reincorporó sigilosamente como siempre lo hacía, tenía la mirada fija en aquella figura que se alejaba cada vez más y subía las escaleras calmadamente para dirigirse a quién sabe donde, seguidamente el hombre de intimidante altura reinició su caminar discretamente, decidiendo llegar al fondo de todo esto, siguiendo a la inesperada visita que acababa de llegar.
