~Capítulo #0~

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— Prólogo —

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—¡Todo es tu culpa! Ella te esperaba con anhelo, soñaba con el día en que te tuviera en sus brazos, pero lo arruinaste. Ella dio su vida por ti, y ahora es justo que tu cumplas con el papel que era de tu madre—

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Aquellas palabras resonaban en su mente, sumado a esto, la imagen de su progenitor acercándose a él con aquella mirada lasciva y cargada de odio le hacía recodar el terror que vivió hace pocos minutos.

Aun no sabía de donde había sacado aquella fuerza para empujar a su padre y lograr escapar, pero lo agradecía. Logró liberarse una tragedia, evito una marca permanente que condenaría su vida.

Él lo sabía, entendía perfectamente el significado y la razón de aquella frase tan hiriente. Pese a eso, nunca creyó que aquel hombre que se hacía llamar su padre llegara a tales extremos. Jamás espero que pudiera tomarlo como un remplazo de aquella mujer cuyo rostro solo conoció atreves de fotografías.

—"Maldición, yo jamás pedí esto. No pedí mi vida a cambio de la de ella" —grito a sus adentros el joven castaño quien corría tanto como sus piernas le permitían.

Quería alejarse, quería huir y no volver a ver ese rostro que siempre le mostro amargura. Sabía que dejaba grandes amistades atrás; su abuelo, su tutor, sus amigos, todos aquellos que le mostraron calidez. Una calidez que le hacía sobrellevar la frialdad de su padre. Pero ya no podía, ya no lo soportaba. Ya había pasado 15 años soportando el maltrato tanto físico como psicológico que le hacía sufrir su padre.

Esta vez ese hombre había cruzado un nuevo límite. El castaño sabía que cuando su padre hablo sobre cumplir con el papel de su madre, no se refería precisamente a cosas del hogar, si no satisfacer sus necesidades sexuales.

¿Por qué habían terminado las cosas así?

¿Por qué se parecía a ella?

¿Por qué era un Omega?

Todo aquello ya no le importaba, ahora solo quería alejarse lo más posible. Poco o nada le importo la torrencial lluvia que atacaba la cuidad, no le importo su limitada visibilidad, no le importo su cansado cuerpo por haber recorrido una larga distancia, solo quería huir.

Ante el pensamiento de que su padre estuviera siguiéndole, el castaño corría, corría despavorido sin rumbo fijo por las desoladas calles de esa ciudad japonesa. En ese punto, no le importaba en donde terminara, siempre y cuando estuviera lejos de él.

Tanto era su terror que el chico no escucho el claxon de un auto cercano, para cuando se dio cuenta, una luz cegadora se mostró ante él. Todo ocurrió tan rápido, que no fue siquiera capas de parpadear cuando su cuerpo fue lanzado unos metros de su posición anterior.

Su cuerpo dolía, dolía por todas partes. Casi podía sentir el crujir de sus huesos rotos por el impacto. Con su cabeza punzante de dolor y aun aturdido, el chico hizo un gran esfuerzo por orientarse y lograr entender lo sucedido, pero la intensidad de la lluvia hacia aún más complicada su tarea.

Logro ver una marcha roja cerca de él, una mancha liquida que se mesclaba con la lluvia. Pese a que la lluvia se llevaba consigo aquella mancha, esta no desparecía. La palabra sangre surco su mente al identificar aquella sustancia carmesí, el castaño estaba perdiendo una considerable cantidad de sangre en ese momento.

Escucho ruido cercano a él, intento elevar su vista para conocer el origen de aquellos murmullos. Aduras penas el castaño logro visualizar la imagen de un camión de carga, cercano a este, un par de hombres discutían entre sí. No entendía lo que decían, sus voces se escuchaban cada vez más lejanas, su conciencia se estaba perdiendo.

—"Este es mi fin…" —fue el pensamiento del chico ante la situación. Él lo presentía, no podía moverse, su cuerpo dolía y estaba perdiendo una gran cantidad de sangre, su muerte era inminente.

…O al menos eso creyó.

De La nada, una exquisita fragancia inundo sus fosas nasales, comparable con el delicioso olor del chocolate amargo.

Era imposible encontrar ese tipo de olores en ese ambiente, solo podía significar una cosa, una Alpha estaba cerca.

No sabía si era su imaginación jugándole una mala pasada en sus últimos momentos, o realmente había encontrado a su pareja destinada en ese momento.

Según las historias, un Alpha y un Omega son capases de identificar quien será su pareja. No necesitaban verse, su aroma les daría la respuesta, y esa respuesta se presentaba justo ahora.

—Ch-chocola…te a-amargo... —logro decir en un murmullo apenas audible. —H-huele bi-bien—musito con voz cansada, intentando mantener su conciencia lo más posible.

El castaño escucho pasos aproximándose a él, a su vez, aquel aroma se hacía más fuerte. Intentando saber de quien se trataba, el menor abrió nuevamente sus ojos intentando ver el rostro de su acompañante. Su vista borrosa hacia difícil cumplir con su cometido, lo único que logro ver fue un hombre parado frente a él, este se arrodillo para poder tomar al castaño. Con sumo cuidado el desconocido cargo al menor cual princesa, llevándolo consigo de vuelta a su auto.

—¿Q-quien e-eres…? —pregunto el chico con sus últimas energías.

—No deberías hablar—respondió el mayor con un tono algo neutro en su voz.

El castaño no tuvo oportunidad a replicas, sentía como sus pocas energías comenzaban a dejar su cuerpo. Sentía el cansancio apoderarse de su ser, y un sueño innegable le obligaba a cerrar sus cansados ojos.

—Hm…—emitió el Alpha al ver como el castaño caía en los brazos de morfeo. —Te llevare a un lugar donde puedas recuperarte. Por ahora descansa, pequeño herbívoro…—fue lo último el menor escucho antes de perder la conciencia.

Con el castaño inconsciente, el mayor apresuro un poco su andar. Una vez cerca de su auto, el Alpha deposito con delicadeza al omega en el lugar del copiloto. Sin perder tiempo, el mayor subió a su auto y una vez en su puesto, arranco. Con una velocidad impresionante, aquel auto negro se perdió en la penumbra de esa lluviosa noche.

Ese era el inicio de todo, la vida llena de sufrimiento del joven omega había terminado. Aquel encuentro significaba el inicio de un nuevo comienzo, una nueva vida.

- Fin Prólogo -