Pov. Luna

Hace muchos años, cuando mi mamá aún estaba en el mundo terrenal, le pregunté porque me llamó Luna y no cualquier otro nombre. Ella me contó una historia, tan bonita que decidí que lo correcto era transmitirla al mundo, y eso es lo que ustedes están leyendo.

Hace décadas, cuando mi mamá aún era una niña, ella vivía en un pueblo, que, aunque lleno de magia, era sumamente monótono, a tal punto que cada nuevo suceso era recibido con una gran reacción. Y, por supuesto, la más grande de todas, una fiesta, se hizo el día en que los Lupin se mudaron, ellos eran una familia compuesta por un padre mago, una madre muggle y un niño mestizo. Mi madre en seguida se acercó al chico, con la intención de ser su amiga, pero él huía de ella, aun así Pandora, mi mamá, no se rindió, porque intuía que el problema no era ella, si no los complejos del niño, y así de a poquito, se fueron haciendo amigos, legando al punto de contarse todo, incluso sus sueños y secretos más íntimos, mamá le contó que quería ser inventora de pociones sanativas cuando grande y él le dijo que él sólo deseaba no hacerle daño a nadie, lo que la llevó a hacerle la obvia pregunta de por qué él, un chico tan bueno dañaría una mosca, a lo que él respondió que por la Luna, según él la fuerza más poderosa, mamá no quiso preguntar más pues supuso que su problema estaba relacionado a la licantropía, como luego de unos años comprobó, aun así ella le dijo que la fuerza más poderosa no era un satélite, sino lo que estaba en el corazón. Pasados unos meses el niño tuvo que mudarse nuevamente, mi madre lo lloró mucho, pero sabía que su amistad era real y que el destino haría que se reencontraran. Y así fue, luego de un par de años, se encontraron en Hogwarts, solo que ya nada era igual, él fue seleccionado para la casa de los valientes, y mi madre para la de los sabios, y ambos llenos de inseguridades no fueron capaces de acercarse al otro y preguntarle si recordaba su amistad y si quería continuarla. Así siguieron su vida, el con sus amigos y ella con sus pociones, hasta que en el penúltimo año, en el que por suerte del destino, tuvieron que hacer un trabajo juntos, volvió su amistad, y con ella algo más profundo, el amor. Estuvieron enamorados por meses, sin que ninguno se atreviera a declarársele al otro, solo que por razones diferentes, él porque se creía poca cosa para mamá y ella porque creía no ser correspondida, pero luego de un tiempo de mantenerlo en secreto mamá no pudo más y se declaró, el por supuesto puso una serie de escusas, pero luego de ver que ambos se amaban comenzaron una relación. Relación que duró hasta que él tuvo que irse para luchar en la temible guerra, y mamá, que nunca fue cobarde, debió huir con mis abuelos, escondiéndose en la casa de unos amigos de sus padres, los Lovegood. Ellos eran una familia un tanto excéntrica pero muy respetable, allí conoció a papá, y aunque su historia de amor no fue tan romántica como la anterior, tenía todas las de ganar.

Finalmente, luego de que el Señor Tenebroso desapareciera, mamá volvió al mundo real y dejó de ser una fugitiva, pero ya era muy tarde para el amor pasado, ella estaba casada y me estaba esperando, aun así jamás olvidó al que fue el gran amor de su vida, y lo honraba yendo cada luna llena al bosque del pueblo en el que creció para admirar su poder, y fue en el tercer martes de febrero cuando vio a un lobo, y con solo ver sus ojos lo reconoció, se le acercó de a poco, temiendo su reacción, no por ella, sino por mí, pero el solo se sentó y dejó acariciar. Y por eso me puso Luna, como una especie de broma a él, una forma de recordarle que la Luna es algo mortal y que el amor es lo que perdura, lo más poderoso.

Fin