Mis queridas y queridos lectores… Zhikizzme i ! ! !

Me alegra informarles que he regresado, lista para continuar escribiendo. Aquellos que solían leerme, espero todavía me recuerden y a los nuevos lectores que vengan por mi camino, bienvenidos sean, ojalá los vea aquí seguido.

Para aquellos que esperan la actualización de mis historias abandonadas, les pido que por favor se den una vuelta por mi perfil, espero esa explicación valga algo.

No prometeré fechas exactas de cuando se actualizará pero estarán contentos cuando eso suceda. :3

Habrá mucho OoC pero estoy segura que me lo agradecerán. Habrá bastantes groserías mexicanas y uno que otro spanglish por ahí. Lo siento, amo el spanglish.

Sin más preámbulos los dejo con esta nueva historia que ojalá les guste tanto como a mí me gustó escribirla. No olviden dejarme su review, siempre son bienvenidos y son mi fuente de energía.

Capítulo 1. THE Jefe

Eran un día precioso, soleado, con un par de nubecitas blancas y esponjosas que embellecían el cielo azul; el clima parecía ideal para salir y disfrutarlo, tal vez un picnic o una simple caminata en el parque, los pájaros cantaban, la gente reía, jugaba, brincaba y eran felices. Nada que perturbara este momento, la vida parecía perfecta y eso... Realmente lo odiaba.

Odiaba todo, a todos.

Ser un demonio poderoso y grandioso era nada en esta época. Los humanos y los demonios vivían al par del uno al otro. Se supone que era una época de equidad, no más demonios come humanos, no. Los humanos eran amigos de los demonios y los demonios eran amigos de los humanos. Todos eran iguales ante el consejo, ante la ley. Aunque ciertamente los demonios tenían el control de la mayor parte del mundo por obvias cuestiones de poder, el consejo estaba conformado de demonios de clase baja y humanos también, cualquiera que se preocupara por esta sociedad y cumpliera los requisitos podía formar parte del consejo que dictaminaba las leyes que se regirían y que, también, castigarían a aquellos que no las respetaran.

Hoy en día se habían extinguido aquellos que gozaban de la vieja gloria. Pelear, ganar y sobrevivir un día más, pero tu orgullo y tu nombre eran el más grande de todos. La dignidad era lo más importante, junto con la jerarquía. Sufrir todos los días, enfrentar problemas y situaciones mortales. Jamás era fácil pero realmente valía la pena, ese sabor a victoria era todo por lo que se luchaba y moría. En ese entonces, nunca verías a un estúpido humano saludar a un demonio tan despreocupadamente como hoy en día. ¿Qué fue lo que sucedió en el pasado para que hoy se tuviera que vivir una porquería de vida como esta?

Tener que ir todos los días a un estúpido edificio, estar sentado en una habitación, hundido en papeles durante todo el día era patético. Saber que los humanos realmente se sentían iguales a los demonios era un asco. La vida en general era una porquería, no sólo para él, sino que los humanos llevaban haciendo esto incluso antes de la época de equidad. Llevan haciendo esto por siglos. Atados a pequeños escritorios y cubículos de un metro por un metro, pasar 8 horas diarias ahí sentados, eso era la vida para ellos. Una vida que era un asco de vida.

— ¡Sesshomaru-sama!—exclamó Jaken tan pronto lo vio salir del elevador. Jaken, era un pequeño monstruo verde, ojos grandes, saltones y amarillos, tenía orejas de forma peculiar. En términos de hoy, era su secretario personal, pero él prefería llamarlo su vasallo—. Su hermano lo llama, tuvo problemas de nuevo. Esta vez con el proyecto que le fue asignado hace dos meses. Está a cargo de los materiales, los proveedores y el inventario en el almacén. Al parecer no han traído las telas de calidad Premium para la siguiente colección, a pesar de que desde hace dos semanas los diseños fueron aprobados para su producción.

—Ese estúpido medio-demonio...—soltó en un susurro. Sesshomaru era un joven alto, de facciones masculinas aunque un tanto finas, sumamente serias y sin expresión, piel miel con leche, de una complexión musculosa y varonil, ojos color ámbar, tan fríos como la piedra misma. Su cabellera larga plateada era ciertamente distintiva, que junto con sus colmillos daban un toque exóticamente perfecto.

Dio un paso hacia delante, pero se detuvo un momento a contemplar a su vasallo, lentamente miró a su alrededor para luego regresar su mirada al pequeño monstruo verde. Sí que realmente odiaba a todos, no sólo a los humanos sino que también a los demonios. Eran pocos los que simplemente no le importaba que respiraran cerca de él, uno de ellos era Jaken.

— ¿Sesshomaru-sama?—preguntó Jaken nervioso–. ¿Ne-necesita algo?

Esa pregunta sacó de sus pensamientos a Sesshomaru, quien empezó a caminar lentamente a su oficina, tomándose su tiempo en llegar. Su hermano ya se encontraba ahí, sentado en el sillón con la expresión más preocupada del mundo. Eso era nuevo, usualmente tomaba el trabajo como toda una tarea de escuela, no importaba si la entregabas. Total, de todos modos iba a reprobar. Soltó un largo suspiro. Joder, llevaba tanto tiempo soportando esta vida, que incluso usaba analogías humanas.

Lo miró unos segundo más antes de pasar de la puerta. Cómo detestaba tener un estúpido hermano menor. Eran medios hermanos, pues la madre de él era humana, pero aun así tenía ese desagradable parecido a él. Inuyasha era más bajo, pero sus facciones y el color de sus ojos eran similares. También el color de cabello y las orejas de perro. Algunos se atrevían a decir que ese estúpido era su clon. Lo único totalmente diferente era la actitud, Inuyasha era un estúpido que hacia lo que se le daba la gana sin pensar en otros y él simplemente hacia lo que tenía que hacer sin que le importara a otros.

— ¿Ahora que idiotez hiciste?—preguntó Sesshomaru con cierta ironía, pues idioteces siempre hacía.

— Esta vez no fue mi culpa, fue el proveedor que tuvo problemas en sus registros. El pedido no entró bien en su sistema y es por eso que no nos han entregado las telas Premium que solicitamos —soltó un gran suspiro lleno de frustración—. Necesito tu ayuda con esto, no sé cómo lidiar con ellos para que vean que este fue su error, no mío, pues se niegan a aceptarlo, dicen que nunca solicitamos esas telas y que no las tienen disponibles en este momento. ¡Necesitamos esas telas finas para los diseñadores, si no, la colección de invierno no estará lista y el lanzamiento de la línea se detendrá!

Esto dejó a Sesshomaru sorprendido e inmóvil por un segundo, que logró ocultar con su fría expresión de siempre. ¿Desde cuándo era tan trabajador? ¿Desde cuándo era tan razonable? Sí realmente no fue su error, debió haber ido ya con los proveedores y haberles hecho un alboroto que terminaría en que ellos jamás les venderían algo y en que Sesshomaru tendría que ir a... a... disculparse, una vez más. Otra razón más para odiar a Inuyasha, todas las veces que se ha tenido que disculpar por él. Todo por no dejar caer la empresa que su padre dedico su vida a construir y que, por alguna razón dejó a su cargo. Todo por su padre tenía que rebajarse a hacer este tipo de cosas.

— ¿Trajiste todos los papeles correspondientes a este proyecto?—preguntó finalmente, al menos le evitó un ridículo más. Inuyasha se levantó, se los dio y se quedó de pie. Lo miraba mientras pasaba las hojas rápidamente en busca de los documentos pertinentes—. Toma este y este, sácales copia y llévalos personalmente a la empresa. Diles que necesitamos esas telas lo más pronto posible, si no, tendremos problemas. Y por más que te cueste trabajo, se amable y razonable. ¿Entendiste?

— ¡Entendido!— puso una mano en su frente, en modo de saludo militar, se dio la media vuelta y empezó a caminar hacia la puerta.

— ¿Desde cuándo tomas órdenes tan obedientemente?— le hacía enojar cada vez que podía. Era entretenido verlo perder los cabos por la más diminuta razón. Cualquier alusión a "un perro mascota" era suficiente para hacerle rabiar y patalear como el animal que era, pero por primera vez su plan no salió como lo esperaba.

—Desde que ella me enseñó a disfrutar lo que tengo—dijo mirándole por el hombro y con una gran sonrisa. Tenía ese aire de superioridad que tanto odiaba en él, como si hubiera ganado la batalla al haberse comportado como un ser con educación. Abrió la puerta, pero se detuvo por un momento, abrió los ojos como platos y sonrió lo más grande que pudo, como si hubiera recibido una gran sorpresa, después de una pequeña reverencia continuó con su camino.

Sesshomaru miró la escena con curiosidad, ¿"ella"? ¿Quién fue la que logró educar a tan estúpido perro? Ese gesto no fue cualquier sonrisa, miró en dirección a la que el perro había movido la cola sólo para ver entrar a una chica de cabello negro, atado en un chongo alto, dejando ver su fino y largo cuello. Sus ojos eran de un color chocolate que hacían juego con su suave piel café con leche. Tenía un cuerpo esbelto pero generoso. Era un tanto pequeña en estatura, pero tenía unas piernas largas que se asomaban debajo de una falda negra y se adornaban con unos zapatos de tacón del mismo color. Pero había algo que no concordaba...

— ¿Kykyo? Se supone que deberías de estar en Nueva York, promocionando nuestra colección especial. No aquí, vestida como...—guardó silencio por unos segundos. Ese vestuario era algo que había visto antes—. Ah... ¿Murió alguien de tu familia? ¿Por eso esta vestida así? Bien, ve a tu "funeral"—Marcó las comillas en el aire. Bajó la mirada hacia los documentos que tenía en el escritorio. Pero la presencia de la chica seguía ahí, ahora que lo notaba, su olor era diferente, más dulce y armonioso. Entonces, si no era Kykyo entonces ¿quién? ¿Quién más podía hacer sonreír a Inuyasha como el vil perro que era? Levantó la mirada una vez más para encontrarla haciendo una pequeña reverencia.

—Mi nombre es Kagome Higurashi—se enderezó y mostró una gran sonrisa—. Soy su asistente personal a partir de hoy. Lamento que mi ropa no fuera el tipo de formal que yo imaginé.

Sesshomaru la miró de arriba a abajo una vez más. A simple vista podría pasar como Kykyo, las mismas facciones, el mismo color de cabello y una ligera diferencia en el color de ojos, los de esta mujer eran más oscuros pero tenían más claridad y brillo que los de la principal modelo de la empresa. Esta humana llevaba sonriendo más de lo que Kykyo habría sonreído en toda su vida. Esta era una situación un tanto molesta, pero interesante.

— ¿Porque te pareces a Kykyo? ¿Estás saliendo con Inuyasha? ¿Sabes que Kykyo e Inuyasha solían salir?—una vez más guardó silencio al ver como la cara de la pelinegra se volvía una paleta de colores fue de blanco a rosa y terminó con un rojo intenso—. Ah...-fue lo único que pudo decir al repetir su última pregunta mentalmente. Su padre siempre le dijo que carecía de tacto y ciertamente nunca tuvo ganas de mejorar eso. Vamos, no es como si le importara. Probablemente la humana explotaría, le gritaría y él simplemente la despediría. Bueno, al menos iba a terminar en algo bueno, ¿quién dijo que el aceptaría por mano derecha a una simple humana? ¿Quién dijo que el necesitaba a una mano derecha?

— ¡Hehehe...!—soltó una suave risa—. Ciertamente es como los rumores, Sesshomaru...sama. No sé porque Kykyo y yo somos tan parecidas, la primera vez que la vi en la televisión me desmayé y fui al hospital pensando que era bipolar o esquizofrénica. Mi otro yo tenía una vida que no sabía.

Hizo una pausa para tomar aire y hacer una expresión más seria—Sí, estoy saliendo con Inuyasha. Y le agradecería que guardara el secreto. No necesito rumores que puedan dañar la reputación de tan prestigiosa empresa—. Guardó silencio por un par de segundos, parecía que esta última respuesta era la más difícil de todas, era como si su boca se negara a hablar. Con el mejor tono que pudo lograr prosiguió-Sí, sí sé que ellos salían anteriormente, es un tema que hemos platicado abiertamente sin ningún problema.

— ¿Cómo dicen los rumores que soy?—preguntó inconscientemente, nunca pensó que existieran rumores de él. Más bien, nunca le había importado algo así, pero ya que lo mencionó y luego esa pequeña risa... Aceptaba algo que los hiciera temer y temblar, pero, ¿acaso sus rumores eran algo por lo que burlarse?

La pelinegra se quedó callada por unos largos segundos, después su cuerpo empezó a temblar en un intento de ¿contener su risa? un muy vano intento, no pudo más y se dio la media vuelta y empezó a reír sonoramente, al punto de ponerle en cuclillas y sujetar su estómago. Una risa muy diferente a la de hace unos momentos, podría compararla con ese animal que le llamaban guacamaya. Miró por su hombro con una mano en la boca, para callar un poco su risa, pero al voltear y verlo a los ojos empezó a reír más fuerte. De pronto empezó a toser, tomó varios respiros hondos en lo que suponía era otro intento de calmarse a sí misma. Cuando por fin lo logró se puso de pie, alisó su falda y se dio media vuelta enfrentándolo de nuevo con la expresión más seria había visto. Poco sabía que acababa de ponerse la soga el cuello, ella solita.

-Lo siento, no soy una persona muy propia en estos casos especiales-fue lo único que soltó a decir. Provocándole un hervor dentro de su estómago. Él podía... no, él debía causar muchas cosas en las personas, dolor, miedo, pánico pero nunca... Risa y diversión. Y así se mantendrían las cosas, de eso se aseguraría. No entendía que era tan gracioso para la novia del perro estúpido, pero esa sonrisa se borraría de su cara. No podía usar sus viejos métodos, que le darían una disculpa instantánea, si es que podía hablar, así que se tenía que conformar con hacerla sufrir de una forma... humana.

—No hacía falta poner tu falta de propiedad en palabras, es una cualidad sumamente clara en ti. En fin. Todo esto es tu trabajo—aventó varios folders de gran tamaño a la orilla del escritorio—. Esta es la bienvenida a las nuevas asistentes, también es su prueba. Si no terminas todo esto hoy, bueno, considérese despedida.

— ¿Despedida?—Sesshomaru ni siquiera se inmutó ante la pregunta de la chica, siguió mirando los documentos—. Hoy... ¿Hasta qué hora? —volvió a preguntar la chica, esta vez retadoramente.

Sesshomaru percibió el tono de su voz, todavía después de burlarse de él, ¿lo retaba? Já, era la primera humana que se atrevía a hacer algo tan atroz. Lástima que era ilegal torturarla y matarla. A pesar de ser uno de los seres más poderosos del mundo, ya no podía tomar vidas humanas. Y bueno, no es que el fuera tan débil para respetar reglas tan irrelevantes, si no, todo por su padre. Todo por esta compañía. Si él desaparecía, todo se quedaría en manos de su hermano y se iría a la ruina. Todo por eso no despedazaba a esta mortal en ese mismo instante. A parte, para tan simple humana, algo como esto debía ser más que suficiente.

—Tienes hasta que yo me vaya y saber a qué hora sucede eso es tu trabajo, "Asistente personal"—marcó nuevamente las comillas en el aire. Cosa que no le agrado a la mujer, pues la sonrisa por fin se había borrado de su cara y lo seguía mirando retadoramente.

—Okey, Sesshomaru...sama—el "sama" fue pronunciado con el mismo tono de desdén él solía usar. Tomó todos los folders y salió de la oficina con pasos pesados y haciendo todo el ruido posible.

—Estúpidos mortales—soltó en un susurro mientras la veía cerrar la puerta estruendosamente. "No importa que tan hábil se crea, no hay manera en que lo acabe en un día" pensó con orgullo, de pronto a su mente volvió esa risa, cosa que prendió aún más su interior, pues se estaba burlando de él. Realmente la despediría.

—Realmente detesto a las humanas, en especial a las necias y rezongonas.

Las horas pasaron volando, la noche cayó y él se había olvidado del resto del mundo. Cuando se concentraba en hacer contratos, checar los diseños, presupuestos, modelos, colores y todo lo habido y por haber del mundo del diseño, se perdía. Si le hubieran dicho hace miles de años que iba a terminar haciendo esto todos los días, hubiera derramado la sangre de aquella persona por insultarlo. Desgraciadamente había logrado adaptarse al instante a esta vida, era obvio porque él podía hacer todo lo que quisiera y lo que no quisiera también.

Miró su reloj, las 12:30. Joder, mañana tenía que estar a las 6, para una prueba de modelaje. Sobó sus cienes suavemente y se dejó caer en la silla completamente, mirando al techo. ¿Por qué estaba aquí? Todo empezó por la madre de Inuyasha, su Padre amaba vestirla de mil y un formas. Con las telas más bellas, con los colores más hermosos, fue una gran modelo, de las mejores, hasta que murió de una enfermedad cuando Inuyasha tenía 6 años. Y hace varios años fue el turno de su padre, tal vez nunca logró vencer la tristeza que invadió su corazón al haberla perdido. Dejándolos solos, a su madre y a él con Inuyasha.

Es por eso que odiaba todo, ¿por qué morir por alguien más? ¿Por qué hacer cosas por alguien más? Nadie se preocupara por ti más que tú mismo. Y hablar acerca del "corazón" como tu centro de vida, bleh, ni se diga. Una de las mayores estupideces que jamás había escuchado, aparte del concepto familia. Su madre se había ido lejos, dejándole a Inuyasha a su cargo, no quería tener que ver nada con él. Supervisaba la empresa como la vicepresidenta que era, cargo asignado también por su padre, desde las sombras. Era por eso que él tenía tanto que hacer, porque su madre hacia exactamente eso, "supervisar" solamente. Estaba solo en esa empresa. Solo contra el resto del mundo.

Se puso de pie, recogió su saco y su maletín. Acomodó un par de papeles en el escritorio y camino hacia la puerta. Dio una mirada más al lugar donde mañana gastaría de nuevo su tiempo vanamente. Apagó la luz y salió de su oficina, pero al dirigirse al elevador notó una luz al final de los cubículos, del otro lado de la habitación. ¿Quién...? ¿A esta hora?

Estaba concentrada a morir. Y enojada a más no poder. ¿Qué clase de primer día era este? Estaba emocionada, confiada en que iba a ser un buen trabajo, pero no. Su mentora le mintió con todos los dientes. "Será un gran trabajo, lo amarás con todo tu corazón. ¡Créeme!" Ajá, créeme ni madres. ¿Cómo es que terminó aquí? Tenía por Jefe al señor los-odio-a-todos, y especialmente a ti, humana necia. Si, lo escuchó al final, justo antes de cerrar la puerta. Carajo, no había sido su culpa el reír brutalmente. ¿Quién lo mandaba a ser tan extrañamente chistoso? Primero la cuestiona como suegra conociendo a la novia nueva de su hijo y después saca a relucir su lado soy-THE-jefe. Si alguien más hubiera estado con ella, se hubiera reído tanto como ella por sus expresiones, bueno, sus escasas expresiones. No fue hasta que le cuestionó acerca de los rumores que por fin vio en acción sus músculos faciales: confusión. Sólo confusión y después, enojo, mucho enojo. Vaya manera de echarse encima al jefe en su primer día, sólo a ella le podía pasar eso. Estar en peligro de ser despedida en el día uno.

Aunque no perdería, nadie en su sano juicio le ponía un reto a Kagome Higurashi, porque ella siempre ganaba. Terminaría esto y a la perfección. Le callaría la boca a ese Jefe demonio, le demostraría que valdría cada centavo que se le pagaría, no por nada su ex jefa la recomendó con honores. Aunque ahora entendía por qué le había recalcado que su paciencia sería su más grande recurso en este trabajo.

— ¡Sí! ¡Por fin terminé!—exclamó con toda su alegría y se puso de pie rápidamente, tomo los muchos folders y salió corriendo a la oficina de Sesshomaru, pues pronto se iría. Sabía de buenas fuentes que nunca trabajaba más lejos de la 1 de la madrugada.

Este Jefe demonio la había mandado a la guerra sin arma y escudo, pero por favor, ella podía arreglárselas sola para conseguir todo un arsenal y a uno que otro soldado dispuesto para ir a la guerra con ella. Antes de comenzar con los documentos asignados hizo su investigación de campo en la oficina, preguntó a varios compañeros de piso por documentos de referencia para tener sus bases de cómo se trabaja en esta empresa, por suerte tenían a mano documentos que el mismo gran Sesshomaru-sama redactó. De paso consiguió aún más información acerca de su nuevo Jefe, muchos, muchos rumores volaban acerca de él. Al parecer tenía que cuidarse a sí mismo, incluso aunque fuera un ser inmortal. Muchas personas y demonios, dentro y fuera de esta empresa lo detestaban. Aunque no le sorprendía, con esa actitud incluso a ella no le agradaba. Bueno, no sólo eso había escuchado de él…

Por ir concentrada en sus pensamientos, no se fijó en la silla con ruedas que se metió en su camino. Haciéndola caer ruidosa y dolorosamente, pues azotó directamente al piso sin meter las manos, no pensaba soltar su tesoro del día. Moriría antes de tirar su trabajo a la basura por un momento de torpeza, que había de admitir, eran muy comunes. Empezó a soltar suaves quejidos en lo que intentaba recuperarse. Hoy no era su día, en definitiva esto no podía acabar peor.

Sesshomaru, quién vio la escena con lujo de detalle. Intentó contener la risa lo mejor que pudo. ¿Qué clase de humana estúpida era esta? Era una de las situaciones más patéticas que había presenciado en su larga vida. Tenía sus pies atorados en la silla, acostada de espaldas en el piso y con las manos levantadas al aire sujetando sus folders. Debía admitir su agilidad al girar en el aire para poder salvar los folders, incluso podría reconocerlo como una habilidad. ¡Nunca había visto una humana más tonta que esa! Se dio la media vuelta pues estaba seguro que su expresión facial iba a cambiar en cualquier momento y empezó a vibrar intensamente sin hacer ningún ruido.

Mientras Kagome se levantaba lentamente y acomodaba la silla en su lugar adecuado, visualizó a su "adorable" Jefe a lo lejos, pero ¿estaba bien? Se movía extrañamente, con una mano se recargaba en la pared y la otra la tenía posada cerca de su pecho... acaso ¿le dolía? ¿Le estaba dando un paro cardiaco? Su cuerpo trabajó más rápido que su mente y terminó de levantarse lo más rápido que pudo, corrió hacia Sesshomaru, lo tomó de la espalda, lo jaló por el hombro hacia atrás suavemente, haciéndolo caer en sus brazos y lo bajó al piso mientras intentaba amortiguar el peso con sus piernas y no causar más daño, estaba a punto de acomodarlo para checar su estado y ejecutar RCP cuando sintió como esas orbes ámbares la miraban fríamente. ¡Uh-oh...!

Ojalá hayan disfrutado este primer capítulo. Dudas, comentarios, sugerencias, ¡ya saben! Un hermoso review es amado y adorado.

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!

Con amor, Zhikizzme.