Hola a todos! :3 Esto es un SasuSaku y otras parejas algo extrañas. Esta historia ha sido adaptada por mi de el libro de Jennifer Drew, El vestido de novia. Esta historia la vi online por ahí buscando novelas y al leerla me gustó, así que, quise compartirlas con ustedes usando uno de los personajes de anime que más me gustan. Oh y una cosa más, Sólo quiero decir, que he hecho esto con el fin de solamente entretenerlos. Eso es todo.
.
Disclaimer: Esta historia NO me pertenece, le pertenece a la autora Jennifer Drew & Los personajes a los que han sido adaptados tampoco, estos pertenecen a Masashi Kishimoto.
.
Prólogo
El traje de novia de Sakura Haruno era una maravilla. Pero era una pena que su ex prometido hubiera llegado a la conclusión de que ella era demasiado "agradable" para ser su futura esposa. De manera que ahora el traje estaba en venta... y Sakura se había puesto a buscar al hombre perfecto para que la transformara en una "chica mala".
Lo único que buscaba Sasuke Uchiha era un vestido de novia para su hermana, Hinata. Pero de pronto se encontró enseñando a una mujer perfecta a comportarse como una tigresa. Sakura empezó a florecer ante sus ojos... y a atraerlo. Y Sasuke comprendió que, soltero recalcitrante o no, la quería para él solo.
Capítulo 1
Se vende vestido de novia. Talla treinta y ocho. A estrenar: Mejor oferta. 555—1221
—Vengo por el anuncio del vestido de novia. El telefonillo de Sakura Haruno distorsionaba las voces de formas peculiares, pero aquella era la primera vez que hacía que alguien sonara como Kevin Costiler. No se había fijado en lo sexy que era el tono del visitante cuando había hablado con él por teléfono. Tal vez se había sentido demasiado ansiosa por vender el vestido como para fijarse.
Dudó un momento antes de apretar el botón para dejarlo pasar, pero, ¿cuántos asesinos psicópatas leían los anuncios de la prensa buscando vestidos de novia? El anuncio llevaba saliendo en el periódico tres días, y aquel tipo era la única persona que había llamado.
—¿Es usted Sasuke Uchiha? —leyó el nombre en la nota que tenía junto al teléfono.
—Sí.
—Suba —Pulsó el botón para dejarlo pasar al vestíbulo y entreabrió la puerta, esperando a que el hombre subiera los dos pisos hasta su apartamento.
¿Qué clase de hombre compraba el vestido de novia a su prometida? Si andaba en busca de una ganga, había ido al sitio adecuado. Como decía el anuncio, ella estaba abierta a todas las ofertas, aunque sacar por fin el maldito vestido del armario le costara dinero.
Desde donde estaba, lo primero que vio fue lo alto de su cabeza: pelo negro azabache, peinado con una raya en medio con picos atrás y lo suficientemente largo como para parecer despeinado.
Un instante después subió el último escalón, y ante la atenta mirada de Sakura apareció un metro ochenta de músculo y sex appeal envuelto en una gastada cazadora de cuero marrón y unos ceñidos vaqueros.
—¿Eres Sakura? —el hombre miró la hoja de papel que llevaba en la mano—. ¿Sakura Haruno?
—Sí.
—¿Quieres sacar aquí el vestido? —preguntó él, mirando a Sakura a través de la rendija de la puerta.
—Oh, no, lo siento —¿Por qué se comportaría siempre como una boba cuando tenía delante un hombre atractivo?. Enseguida quitó la cadena, un segundo después abría la puerta—. Adelante. Está aquí, en el sofá.
Sasuke Uchiha pasó al cuarto de estar y miró lentamente a Sakura, desde los mechones de pelo rosa que caían sobre su frente hasta los pies, calzados con gruesos calcetines y unas sandalias de bandas anchas.
—Eres más o menos de la misma talla.
—¿De la misma talla que quién?
Él dio una vuelta alrededor de Sakura para verla mejor, y ella imaginó sus oscuros ojos negros de láser disolviendo su ropa. ¿Debía correr, gritar, o comportarse con frialdad?
—Estás en mejor forma que Hinata, pero supongo que no importa. Parece que esa falda tiene sitio de sobra.
—¡Oh, te refieres a la talla de tu prometida!
Aquello estaba resultando aún más extraño de lo que había pensado. ¿No había una regla tradicional que no permitía al novio ver el vestido de la novia antes de la ceremonia?
—No tengo prometida.
Sasuke Uchiha se acercó al vestido que Sakura había extendido sobre el sofá.
—¿Entonces por qué...? —Sakura cerró la boca, comprendiendo que debía contener su curiosidad y centrarse en vender el vestido.
—La que lo necesita es mi hermana.
—¿Lo vas a comprar para tu hermana?
—Sí. Somos mellizos —Sasuke se frotó las manos en los lados de sus vaqueros y luego alzó una manga del vestido para comprobar su longitud—. Le estaban retocando su traje de novia en la tienda, pero hubo un incendio y se quemó.
—Qué lástima —murmuró Sakura, sin lograr captar si a su posible cliente le gustaba o no el vestido. Éste alzó el dobladillo con dos dedos, aparentando sentirse tan incómodo como un joven atrapado mirando por debajo de las faldas de su profesora—. Es un detalle por tu parte ayudarla a buscar otro.
—He visto tu anuncio por casualidad mientras buscaba algún anuncio de venta de entradas para ver a los Bulls.
—¿Cuándo es la boda?
Sakura quería decir algo que lo animara a comprar el vestido, pero el volvió a mirarla con aquellos ojos negros que la intimidaban.
—Este fin de semana.
—Debe estar desesperada.
—Es azafata y su vuelo está retenido por tiempo indefinido en el aeropuerto de Denver debido a la nieve. Debe permanecer en servicio, así que no puede salir de compras.
—Debe estar frenética, tratando de llegar a tiempo para la boda y sin tener aún el vestido.
Sakura trató de imaginar una versión femenina de Sasuke Uchiha. Si se parecía en algo a su hermano, el novio estaría dispuesto a casarse con ella aunque fuera en chándal.
—Tu anuncio decía que no ha sido usado.
—Sí, eso dice. Está totalmente nuevo. No he podido devolverlo porque los vestidos de novia no se pueden devolver.
—¿Ibas a usarlo?
—Sí.
—¿Qué pasó? —preguntó él.
Su tono dejaba claro que sólo estaba siendo educado y que, en realidad, no le importaba, pero su pregunta inquietó a Sakura de todos modos. A nadie le sorprendió que el popular y extrovertido Kiba Inuzuka dejara a la callada y aburrida Sakura, pero a ella aún le dolía admitir que la dejó plantada la mañana de su boda.
—Mi ex prometido conoció a la chica de sus sueños en su fiesta de despedida de soltero. Por supuesto, ella sólo se dedicaba al striptease para poder pagarse los estudios.
—Vaya, lo siento.
Probablemente Sasuke Uchiha se refería a que sentía haber hecho la pregunta.
—Fue hace seis meses. Ya lo he superado. Por supuesto, mis padres tuvieron que pagar por el alquiler de la sala, y mi tía no sabe qué hacer con los cuatro kilos de pasteles que tiene en la nevera. ¿Crees que también le vendrían bien a tu hermana? —bromeó, aunque sin aparente resultado.
—Uh, no gracias. Respecto al vestido... ¿estás segura de querer venderlo? Sin duda, una chica agradable como tú tendrá otra oportunidad de usarlo.
—Necesito el sitio que ocupa en el armario —Sakura no le dijo cuánto deseaba que desapareciera el vestido de su vida de una vez por todas—. ¿Por qué has dicho que soy una chica «agradable»?
—Bueno... —Sasuke apartó la mirada, simulando observar la voluminosa falda extendida sobre los tres cojines del sofá—. Pareces muy agradable.
Algo se agitó en el interior de Sakura. Aquel magnífico ejemplar de hombre jamás se sentiría atraído por una chica como ella. No era lo suficientemente deslumbrante. No la miraría más de dos veces si entrara en la floristería en la que trabajaba. Así que no tenía nada que perder si le hacía "la gran pregunta". Tal vez sería la única forma de averiguar la verdad.
—Soy agradable, realmente agradable, ¿pero por qué no quieren los solteros guapos como tú saber nada de las chicas como yo?
—Yo... no te conozco lo suficiente como para...
—¡No! Quiero saberlo. ¿Qué tiene de malo ser una chica agradable?
—Sólo porque un tonto rompiera contigo...
—Me dejó. Prácticamente me dejó plantada ante el altar, y luego trató de explicarme que era demasiado buena para él.
—Probablemente lo seas —Sasuke se encogió de hombros y alzó la otra manga del vestido—. Creo que a mi hermana le gustará.
—Bien. Lo vendo por cien dólares menos de lo que me costó; el recibo está sobre la mesa. Pero sólo si me dices qué tiene de malo ser una chica agradable. Estoy segura de que has roto con más de una chica utilizando la excusa de que era demasiado buena para ti.
—Creo que nunca he dicho eso... exactamente.
Sasuke tomó el arrugado recibo y vio que, efectivamente, el vestido era una ganga. Pero no era fácil tratar con su dueña. De hecho, Sakura había acertado en uno de sus puntos flacos. Había utilizado las mismas palabras de las que se había valido él hacía unos días para romper con una pelirroja muy bonita, pero también empeñada en casarse.
—A veces la química no funciona. O no se coincide en el momento adecuado —sugirió, preguntándose por qué estaba permitiendo que aquella mujer hurgara en su conciencia.
El no era la clase de hombre que "las amaba y las dejaba". Lo que sucedía era que apreciaba demasiado su libertad como para cargar con una esposa. Su tienda de muebles empezaba a resultar rentable después de muchos esfuerzos y quería disfrutar de la vida.
—Mala química —dijo Sakura en tono desdeñoso, arrugando su pequeña y bonita nariz, y mirándolo con sus grandes ojos verdes—. Lo próximo que me dirás es que a los hombres les gustan las chicas agradables... como amigas.
Sasuke trasladó su peso de una pierna a otra, sin saber si animar a Sakura o huir de aquellos rosados labios, fruncidos en una besable «O». No creía que le apeteciera oír que las "chicas malas" eran más divertidas... y que sus ojos tenían menos tendencia a brillar cada vez que pasaban junto a una joyería.
—Respecto al vestido...
—Estoy harta de ser una buena chica y de que me dejen. Voy a cambiar de imagen —los hombros de Sakura se hundieron ligeramente, y Sasuke temió que fuera a ponerse emocional—. Pero no sé por dónde empezar.
¿Por qué le estaba pidiendo consejo? , se preguntó Sasuke. Aconsejar sobre relaciones amorosas no era precisamente su fuerte. Su sentido común e instinto de conversación le decían que lo dejara, pero los ojos verdes de niña de aquella mujer lo atolondraban. Ella necesitaba ayuda, desde luego. ¡Y qué diablos! Aconsejar era barato.
—No necesitas cambiar de imagen. Sólo de actitud.
—¿Cómo?
Sasuke sabía que tenía un pie en aguas movedizas. Era hora de replegarse. Aquella mujer tenía suficientes "valores" como para llamar la atención en cualquier lugar: pelo largo, rosado y sedoso; voluptuosas curvas que no podían ocultar los vaqueros y el amplio jersey rojo que vestía; un adorable rostro con una boca muy sensual.
—Eres bonita. Pero te muestras demasiado abierta y cariñosa. Lo que debes hacer es mostrarte más distante, más inaccesible. 'Y no deberías pedir consejos de este tipo a cualquier desconocido', pensó Sasuke para sí.
—Mi madre ya me dijo todo eso cuando empecé a salir con chicos. ¡Soy reservada! ¡Soy distante! y no es culpa mía seguir disponible.
Sasuke pensó que si ella era reservada y distante, él era el Abominable Hombre de las Nieves. De hecho, por lo que había visto hasta el momento, Sakura era todo lo contrario a lo que decía ser: abierta, dulce, vulnerable... una chica bonita y agradable que cualquier hombre podía presentar a sus padres sin problemas. Era exactamente la clase de chica que él no estaba buscando.
—Es lo mejor que puedo hacer —dijo—. Cuando la química no funciona...
Sakura suspiró.
—Casi suspendo la química al terminar mis estudios. Entonces, ¿quieres el vestido?
El tono de voz de Sakura le reveló a Sasuke que sus consejos habían caído en terreno baldío.
—Sí, es bonito. Estoy casi seguro de que mi hermana lo querrá, pero antes tengo que consultar con ella. Se supone que me va a llamar esta noche. ¿Podrías reservármelo hasta mañana?
—Claro, ¿por qué no?
—Hey, anímate, hay mucho que decir a favor de no casarse demasiado joven. Cuántos años tienes... ¿veintiuno?
—Veinticinco.
—Aún eres una jovencita —Sasuke sonrió, pero ella no le devolvió la sonrisa—. Yo tengo treinta y uno y estoy a años luz de dar el gran paso.
—Te reservaré el vestido hasta que hables con tu hermana. Si hay algún problema con el precio...
—No, el precio está bien —dijo Sasuke, pensando que le avergonzaría comprarlo por menos—. Puedo darte algún otro consejo cuando vuelva.
—Eso estaría muy bien.
Sakura lo acompañó a la puerta y cerró ésta antes de que Sasuke alcanzara las escaleras.
—Te diré cuál es el problema de las chicas agradables —murmuró él para sí—. Hacen que los tipos como yo se sientan unos memos.
Sasuke hizo varias paradas camino de casa. En cuanto entró en su apartamento comprobó las llamadas que tenía en el contestador. Era casi media noche, pero debía escuchar todos los mensajes por si su hermana hubiera llamado de Denver. No tenía intención de devolver ninguna de las llamadas de Noegi, pero perderse una de Kazumi fue una decepción. Había querido reunirse con ella desde que se conocieron un fin de semana esquiando.
Hinata llamó justo cuando se estaba metiendo en la cama, y sus primeras palabras revelaron a Sasuke lo nerviosa que estaba. Cuanto antes terminara el asunto de la boda, mejor para él.
—Descríbemelo —dijo Hinata—. ¿Es totalmente blanco o color marfil?
—A mí me ha parecido blanco. Tiene pequeñas cuentas en lo alto —contestó Sasuke, percibiendo una nota de pánico en la voz de su hermana.
—¿Perlas? ¿Y encaje? ¿No será demasiado vistoso?
—Es bonito, y no se ha usado nunca. A la chica que lo vende la dejaron plantada el día de la boda. Tiene más o menos tus medidas y altura, aunque no tiene el trasero tan gordo. Pero no te preocupes; hay suficiente falda para ocultar a todos los invitados.
—Puede que heredara las caderas de mamá, pero también heredé su cerebro. ¿Y si la chica vende el vestido a otra? ¡Eres tonto, Sasuke! ¿Por qué no lo compraste enseguida? ¡Ya sabes lo desesperada que estoy!
—No te preocupes. Me lo está reservando.
—Oh, claro. Y si le hacen una oferta mejor la rechazará por si tú decides comprarlo. ¿Le has dejado un depósito?
—No lo pensé —Sasuke trató de mostrarse tolerante con los nervios pre-boda de su hermana, pero su melliza empezaba a hartarlo.
Nunca se lo habría dicho, y odiaba admitirlo ante sí mismo, pero no le importaría volver a echar otro vistazo a Sakura Haruno. Según su experiencia, no había demasiadas chicas agradables que además tuvieran un cuerpo como aquel. Probablemente, sería una esposa maravillosa para algún tipo que quisiera tenerla en la cama permanentemente. Pero esa clase de ataduras no eran para él.
—Cómpralo, Sasuke —insistió Hinata—. No puedo casarme sin vestido de novia. No me fastidies.
Sasuke llamó a Sakura desde la tienda a la mañana siguiente.
—Mi hermana quiere el vestido —dijo—. Puedo pasar a recogerlo cuando te venga bien. En enero no hay demasiado movimiento en la tienda.
—Y que lo digas —replicó Sakura—. Este mes no he hecho más que enviar flores a hospitales y funerarias.
—Oh —la visión de ataúdes y camas con enfermos no encajaba con el recuerdo que tenía Sasuke de las largas pestañas y las mejillas ruborizadas de Sakura.
—Trabajo en una floristería —explicó ella—. Ahora tengo que irme a trabajar. Ven a por el vestido cuando quieras a partir de las seis.
—Tu casa está camino de la mía. Pasaré poco después de las seis.
Un minuto después de las seis, Sasuke llamó al apartamento y se identificó. La voz de Sakura sonó como la de Minnie Mouse en el interfono, cosa que estaba bien. Su «sube» fue reconfortante; era una chica agradable, pero él nunca podría tomársela en serio.
En esa ocasión, Sakura abrió la puerta del todo nada más verlo.
—He dejado el vestido fuera por si querías volver a verlo —dijo, señalando el sofá.
Las mesas de los extremos, pintadas en un agradable color verde musgo, se parecían a unas que Sasuke vendía en la tienda.
—Bonitas mesas —dijo él, preguntándose por qué no se habría fijado en ellas la primera vez. Las mejillas de Sakura se cubrieron de rubor.
—Gracias. Las compré en una tienda de muebles que estaban terminando de montar y las pinté yo misma.
—¿En la tienda que hay en Euclid?
—Sí —contestó Sakura, sorprendida—. ¿Cómo lo sabías?
—Esa es mi tienda. Hiciste un buen trabajo. La mayoría de la gente pinta sin molestarse en lijar, y luego se extrañan de que les quede mal —Sasuke pensó que aquello no tenía nada que ver con el vestido, y que era absurdo sentirse tan complacido por el hecho de que Sakura hubiera comprado un par de sus mesas—. Supongo que te las vendió alguno de mis dependientes —añadió, preguntándose si la habría visto antes y lo había olvidado.
—Se las compré a una mujer mayor. Recuerdo a la gente bastante bien.
—Mi madre echa una mano a veces.
—Era muy agradable —Sakura sonrió.
—¿Qué te hace sonreír?
—No debería decírtelo.
—Ya no me puede sorprender nada de lo que haga mi madre.
—Mencionó algo sobre desear que su hijo encontrara una chica buena y agradable.
Sasuke gruñó y Sakura volvió a reír.
—No debería habértelo dicho —dijo—. Supongo que debí mencionar que quería las mesas para un nuevo apartamento después de la...
—Respecto al vestido —Sasuke no iba a darle la oportunidad de hablar de nuevo sobre la boda que no fue—. Te pagaré en efectivo para que no tengas que preocuparte por un cheque.
—No pareces un tipo capaz de dar un cheque sin fondos.
—Gracias —dijo él con burlona seriedad—. Me alegra que mi honradez resplandezca.
—Pondré el vestido en la bolsa de plástico en que venía.
—Gracias —dijo Sasuke, pero lo que realmente le habría gustado habría sido que Sakura se hubiera ofrecido a ponérselo para que pudiera comprobar el efecto. O, mejor aún, que le hubiera dejado ver cómo se lo ponía.
Llevaba una falda corta y verde de lana que confirmaba lo que había imaginado: tenía un fantástico trasero. Se preguntó si llevaría braguitas de encaje. Sería bonito que también llevara un sostén a juego; teniendo en cuenta cómo lo rellenaría, resultaría sumamente agradable verlo.
Si Sakura quería de verdad algunas reglas sobre cómo ser una mala chica, la número uno consistía en elegir la lencería adecuada.
Sakura entró en el dormitorio y volvió con una bolsa de plástico que colgaba de una percha.
—Trataré de no arrugarlo —dijo, y miró a su alrededor como si hubiera perdido algo.
—¿Hay algún problema?
—No. Sólo estoy decidiendo cómo hacer esto.
—¿Puedo ayudar? —Sasuke no esperó a recibir una respuesta—. Meter cosas grandes en sitios estrechos es mi especialidad.
—Puedo arreglármelas sola —dijo Sakura en tono helado.
Sasuke se dio cuenta de lo que había dicho y fue su turno de ruborizarse.
—Me refería al mobiliario... ya sabes, meter un montón de cosas en la furgoneta. Dame la bolsa y tú trae el vestido. Si lo hacemos en la cama, todo irá bien. Me refiero a que así el vestido no rozará el suelo —No dio oportunidad a que Sakura decidiera. Entró en el dormitorio, colocó sobre la cama la bolsa de plástico y abrió la cremallera, tratando de no inhalar el aroma decididamente femenino de la habitación.— Regla número dos para ser una mala chica: Nunca dejes que un tipo te vea asustada —dijo, al ver que Sakura permanecía en el umbral, con el vestido en los brazos.
—¡No estoy asustada! Sólo trato de decidir cuál puede ser la mejor manera de hacer esto —Sakura rodeó la cama, colocándose en el lado opuesto al de Sasuke—. ¿Y cuál es la regla número uno?
—De momento me la reservo —Sasuke sonrió, pensando en lo divertido que sería escandalizar a Sakura con un consejo sobre lencería. Pero no quería que lo echara del apartamento sin el vestido.
Hinata lo despellejaría vivo si fastidiaba la compra. La cama era individual, y estuvieron a punto de entrechocar sus cabezas cuando ambos se inclinaron para meter el vestido en la bolsa.
—No dejes que la falda se enganche en la cremallera —advirtió Sakura cuando tropezó al tirar de ésta.—Será mejor que lo hagas tú.
Sasuke se irguió y observó la coronilla de Sakura mientras ésta cerraba la bolsa cuidadosamente.
—¿Por qué no vienes a la boda conmigo? —estuvo a punto de mirar a su alrededor para ver si había sido realmente él quien había pronunciado aquellas palabras. Se sorprendió a sí mismo más que a ella, y eso que Sakura parecía anonadada.
—¿A la boda de tu hermana?
Sakura estaba buscando evasivas, y Sasuke contuvo el aliento, rogando interiormente para que declinara su invitación.
—No tengo con quién ir —dijo, sin mencionar que acababa de romper—. Habrá muchos solteros en la fiesta. Puede que conozcas a alguno.
Recogió el vestido, lamentando su impulsiva invitación, pero esperando que Sakura la rechazara.
—¿Por qué no? Sobreviví a la boda de mi prima el mes pasado, y en la boda de tu hermana no habrá nadie murmurando a mis espaldas, "Pobre Sakura".
Sasuke no vio forma de salir de aquello.
—Si estás segura.. .—dijo, dándole la oportunidad de echarse atrás.
—Lo estoy... a menos que tú quieras cambiar de opinión—replicó Sakura, tímidamente.
—No, claro que no. De hecho, me estarás ayudando. Mi madre tiene cuatro hermanas decididas a encontrar una chica agradable para mí. Yendo conmigo las mantendrás a raya.
—Si voy contigo...
—Creía que ya estaba acordado —Sasuke siguió a Sakura al cuarto de estar y sacó del bolsillo interior de su cazadora el sobre que llevaba preparado con el dinero—. Por el vestido —dijo, entregándoselo.
—Gracias. No sé muy bien cómo preguntarte esto...
Sakura había estado pensando al respecto desde que había conocido a Sasuke, pero preguntar aquello en alto resultaba mucho más difícil.
—Cuanto más directo, mejor.
—Si voy contigo...
—Eso ya está acordado. Te recogeré temprano. Digamos que a las dos y media.
—Sólo me preguntaba si podrías darme algunas clases sobre cómo atraer a un hombre.
Sakura estaba tan ruborizada que Sasuke no tuvo valor para bromear.
—Probablemente yo no sea la persona más adecuada para aconsejarte.
—Imagina que me estás dando unas clases. No he tenido una cita con un hombre desde que rompí. Es como si llevara en la frente un cartel que dijera Señorita Aburrida.
—Eres demasiado dura contigo misma.
—Es sólo una broma familiar. Mi hermano solía llamarme eso porque nunca me metía en jaleos.
—Escucha, puede que lo de la boda no sea buena idea.
—¿Estás retirando tu invitación?
—No, en absoluto—Sasuke pensó que era él quien debería llevar un cartel que dijera ¡Dame una patada en el trasero!
—Podemos hacer un intercambio —dijo Sakura—. Dijiste que estabas buscando entradas para ver a los Bulls. Mi ex prometido me dio un par de pases para la temporada como regalo de compromiso. Por supuesto, él tenía intención de usar uno de los asientos, pero de momento no ha tenido valor para pedirme que se los devuelva. No tienes por qué garantizar los resultados. Sólo dame algunas indicaciones y los pases serán tuyos.
—Estaría dispuesto a comprártelos.
—No están en venta.
Sasuke no pudo reprimir una tonta sonrisa. ¿Pases para toda la temporada sólo por jugar a Cupido? Cuando sus amigos vieran a Sakura, probablemente harían el trabajo por él. Conocía a muchos tipos que no temían oír la palabra «matrimonio».
—Este es el trato más loco que me han ofrecido nunca.
—¿Eso quiere decir que aceptas?
—Puede que no te sirva de mucha ayuda.
—Puede, pero si mi ex prometido reúne el suficiente coraje para pedirme que le devuelva los pases, me encantará decirle lo que hice con ellos.
Sasuke inspiró profundamente. Sakura tenía derecho a una dulce venganza. Ahora que sabía que no era perfecta, le gustaba aún más.
—Es un trato —dijo, extendiendo la mano.
Ella la estrechó.
—Hasta pronto.
Sakura se apoyó contra la puerta después de que Sasuke se fuera, sin fiarse de que sus piernas tuvieran la suficiente fuerza para llevarla hasta la silla. Estaba agotada. Los hombres como Sasuke siempre hacían que se quedara muda y aturdida. Estaba tan lejos de su alcance como si fuera de otro planeta. No podía creer que hubiera aceptado su loca propuesta, ni que ella hubiera tenido el valor de hacerla.
Sobre todo, no podía creer que Sasuke la hubiera invitado a la boda incluso antes de que mencionara los pases.
Pero sabía exactamente qué iba a hacer con el sobre de dinero que sostenía en la mano.
.
Continuará
