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Nota: La imagen utilizada para esta historia fue tomada de tumblr, y aunque no sé quien sea el autor, todos los créditos son de él, no me pertenece.


APRENDIENDO A SER HUMANA

Capítulo 1: En la Superficie.

Ariel observaba el hermoso arcoíris dibujado en el horizonte. El barco avanzaba hacia aguas más profundas y la joven aún agitaba la mano en señal de despedida, a pesar de que las figuras de su padre y hermanas se hacían cada vez más pequeñas. Eric se encontraba ahí junto a ella, sosteniéndola por el brazo, en un gesto de solidaridad.

— Volverás a verlos pronto —le susurró al oído él—. Te lo prometo —ella asintió mostrándole una sonrisa triste pero que a la vez reflejaba la felicidad que le provocaba escucharlo hablar—. ¿Te gustaría ir a bailar? La fiesta nos está esperando —Eric estiró su mano gentilmente hacia ella y la invitó a seguirlo. Ariel se sonrojó y siguió a su esposo hacia la pequeña pista de baile. Los invitados aplaudieron al ver a la pareja comenzar a dar sus primeros pasos.

A pesar de la jovencita ya había pasado tres días enteros siendo humana, aun le costaba controlar un poco sus piernas por lo que sus pasos eran un poco inseguros y nerviosos.

— Ariel —dijo Eric colocando su brazo en la cintura de la princesa, acercándola más a él—, no debes sentir miedo, no conmigo.

— No es eso… —confesó ella.

— Entonces, dime —pidió el nuevo rey.

— No tengo miedo, es sólo que… la verdad me pones muy nerviosa.

Eric sonrió, alegre de escuchar aquella dulce respuesta y ser testigo de cómo las mejillas de Ariel se encendían. Se inclinó y besó largo y tendido a su esposa sin importarle los presentes que los miraban atentos.

— ¿Tienes hambre? —le preguntó Eric tratando de hacerla hablar y distraerla un poco; el rey estaba consiente de que la felicidad de ambos era verdadera, sin embargo era un nuevo comienzo, más para ella que para él.

— Sí, un poco —afirmó ella, tratando de seguirle el paso al bailar.

— Vayamos a comer algo, antes de que la hora de partir el pastel llegue.

— ¿Pastel? ¿Qué es…? —Ariel nunca había escuchado hablar a Scuttle sobre de algún tipo de comida que se le llamara de esa forma

— Ya lo sabrás, preciosa.

Ariel y Eric disfrutaron junto con sus invitados del banquete que el Chef Loui había preparado para la ocasión. La pelirroja sintió alivio al ver que la comida no era de origen marino, pues comenzaba a preocuparle encontrar a Sebastián en su plato en cualquier momento.

Poco tiempo después, llegó el momento de partir el gran pastel de bodas.

— Tenemos que hacerlo juntos, es la tradición —le explicó Eric y tomó el elegante cuchillo—. Pon tu mano sobre la mía —pidió.

— ¿De esta forma? —emocionada, Ariel colocó su mano derecha sobre la de su esposo, tratando de hacer lo que él le pedía.

— Asi… y ahora empuja un poco hacia abajo, vamos a partirlo —ambos lo hicieron entre los estruendosos aplausos de sus invitados.

— ¿Eso sabe tan bien como se ve? —preguntó Ariel observando muy atenta el pastel.

— Te va a encantar, estoy seguro —Eric tomó un trozo de pastel y le acercó la cuchara para que probara. El joven no pudo reprimir la carcajada al ver la expresión de su amada al descubrir el sabor del postre.

— ¡Eric! ¡Es delicioso! ¡Nunca había probado nada parecido!—exclamó ella extasiada del sabor.

— Espera a que pruebes los demás postres que el Chef Loui hace en el castillo, te van a encantar tanto como este. Espero que no vayas a llenarte porque mandé a preparar una deliciosa cena.

— Oh… es verdad, esta noche estaremos ahí… —cayó en cuenta la pelirroja.

Eric advirtió su expresión—. Discúlpame, ni siquiera te pregunté si te parecía la idea o si necesitabas más tiempo. Tampoco tuve la delicadeza de preguntarte sobre tus pertenencias… —reconoció él, que no se imaginó si Ariel tenia cosas valiosas que quisiera llevar al castillo.

— "Pertenencias" —pensó la ex sirena y recordó lo sucedido—. Tenía bastantes… se trataban de objetos que coleccioné desde que tengo memoria —Ariel recordó las veces en que se escabulló con Flounder y exploraban barcos hundidos en donde encontró la mayoría de objetos que había atesorado por mucho tiempo.

— Podríamos decirle a tu padre que te los haga llegar, si no es mucha molestia… así podrías tenerlos junto a ti.

Ella meneó la cabeza en negativa—. Lo que pasa es que, fue precisamente él quien destruyó toda la colección que se encontraba en mi cueva…

— Pero ¿por qué?

— Todos esos objetos, pertenecían aquí… a la superficie —explicó ella—. Mi padre siempre aborreció a los humanos, tenía un concepto equivocado de todos ustedes y nos prohibió a mis hermanas y a mi que hiciéramos cualquier tipo de contacto. Cuando se enteró que yo te había salvado, se enojó mucho conmigo y en un intento por hacer que lo obedeciera lo destruyó todo. No pude hacer nada… todo se hizo pedazos…

El príncipe abrazó a la joven sintiéndose un poco culpable por lo acontecido—. Siento haber sido la causa de que tu padre destruyera tus cosas —se disculpó—, y siento también no haberte preguntado antes si quieres ir esta noche al palacio. Si no te sientes lo suficientemente cómoda podemos hacer otra cosa que tú desees o si quieres un poco más de tiempo para despedirte de tu padre y tus hermanas…

— No, Eric. Estoy bien. Sé lo que quiero y eso es estar contigo —admitió sonrojada pero decidida—. Tu castillo será nuestro hogar de ahora en adelante y creo que debemos ir.

— De acuerdo princesa —besó su frente y la envolvió en un fuerte abrazo—. Y sobre tus cosas… sé como podemos recuperarlas.

— ¿Recuperarlas? Pero, ni siquiera sé qué son o como se llaman…

— Pero puedes reconocerlas si las ves ¿no es así? —ella asintió y Eric le tomó las manos entre las suyas—, si ves o recuerdas algo, dímelo y te ayudaré a recobrar tu colección.

— Gracias —lo abrazó la jovencita, ilusionada por poder tener de vuelta su colección de objetos.


En cuanto la noche empezó a caer, el barco de bodas regresó lentamente en dirección al castillo y los invitados comenzaron a despedirse de la pareja.

Cada invitado que desfilaba frente a ellos para decir adiós, era una nueva persona que Ariel conocía del mundo exterior. No era muy difícil de notar que los habitantes del reino querían mucho a Eric; muchos de ellos les desearon las mejores de la suertes en su matrimonio y elogiaban a la pareja por lo bonitos que se veían juntos.

— Eric, todo está listo en el castillo para recibirlos —se acercó Grimsby a la pareja.

— Iremos enseguida —contestó el nuevo rey, dándose cuenta que Ariel se había quedado viendo el mar. Suponía que su esposa necesitaba unos cuantos minutos más para despedirse de su hogar.

— Estaremos esperándolos —aseguró el canoso señor y volvió dentro del palacio.

Eric pasó un brazo sobre el hombro de Ariel y besó su mejilla—. No sé exactamente que se siente dejar tu hogar para iniciar algo nuevo, pero si sé que los comienzos son difíciles… y este es nuestro inicio, un poco mas cargado para ti que dejas todo lo que conoces para estar conmigo, aquí. Así que te prometo que pondré todo mi empeño para que ambos seamos muy felices… voy a enseñarte muchas cosas, y sé que vas a maravillarte de todo lo que te espera, mi princesa.

Ella tomó las manos de su esposo—. Y yo te prometo poner todo de mi para hacerte muy feliz y para aprender mucho. Soñé esto desde hace mucho tiempo, simplemente es un poco triste despedirse de esta forma de casa para ir a mi nuevo lugar. Agradezco mucho tu paciencia —expresó ella desde lo más profundo de su corazón.

— Ven, es hora de ir a casa —le ofreció su brazo y la chica lo sostuvo fuerte.

Cuando la pareja entró al palacio, una fila de empleados los recibieron con un gran aplauso y reverencias. Ariel se sintió un poco avergonzada porque la servidumbre entera ya la conociera y ella no pudiera recordar sus nombres, pero se prometió que trabajaría en ello.

Los reyes, avanzaron entre la fila de empleados hasta que se toparon con el ama de llaves, Carlotta.

— Está todo listo Eric —afirmó ella guiñándole un ojo.

— No esperaba menos de ti, gracias —Ariel fijó la vista en su esposo al darse cuenta del guiño de la señora.

— ¿Qué pasa? —preguntó al darse cuenta que no se dirigían al comedor—. Pensé que iríamos a cenar.

— Eso haremos, pero no en el comedor —dijo emocionado el rey. Ariel no supo exactamente muy bien por donde iban caminando, el castillo parecía más grande de lo que había imaginado y de lo que pudo conocer en esos días.

Caminaron por un largo pasillo y después subieron varias escaleras de lo que parecía una torre. Pronto se detuvieron frente a dos grandes puertas de madera labrada con adornos de conchas.

— Llegamos… —anunció Eric—. Entra conmigo…—pidió tirando de la manija de la puerta y de la mano de Ariel para hacerla pasar.

— E-Eric… esta es…

— Si, es nuestra habitación —afirmó él tan emocionado como ella—. No estaba así… Mande a hacer algunos cambios para ti y creo que le sientan muy bien.

— ¡Muéstrame cuáles! —exclamó ella sonriendo.

— Veamos… —comenzó Eric, tratando de recordar cada uno de los cambios que pidió hacer—. ¡El armario por ejemplo! Antes era más pequeño, mande a traer uno más grande para que coloques tus cosas… También está el tocador, nunca necesité de uno así que no tenia —bromeó señalando la pequeña y delicada mesita con espejo que sería exclusiva de su reina—. Las flores son cortesía de Carlotta, esas no se las pedí, pero me alegra que las haya puesto y también mandé a traer esto —el joven rey abrió de golpe las cortinas, develando un balcón con vista hacia el mar y una pequeña mesa llena con algunos platillos elegantemente servidos—. Te dije que cenaríamos, espero que tengas un poco de hambre.

— Bueno… sólo tengo un poco —reconoció con un poco de pena—. He comido mucho en la fiesta así que no tengo mucho apetito…

— Descuida, yo tampoco tengo mucho, pero podemos probar algunas cosas si deseas para que las vayas conociendo —Eric jaló la silla para ofrecérsela, una vez sentada Ariel, él tomó su lugar junto a ella.

— Esta vista es hermosa —expresó ella ensoñada—. Puedo ver parte del reino de este lado —señaló—, y de este otro parte del palacio y el mar… la luna y las estrellas...

— A mi también me gusta mucho —reconoció con un suspiro—. En ciertas noches cuando no puedo dormir, observo el mar y el cielo y la paz que te hace sentir el sonido de las olas rompiendo con la arena es increíble.

— Gracias por preocuparte por mi, por todos los detalles que has colocado para hacerme sentir bien…

— Es un lugar que vamos a compartir de ahora en adelante, quiero que te haga sentir bien y que te guste.

— ¡Me gusta! —rió la chica del cabello de fuego.

— Y ahora veamos si te gusta esto también —el ex príncipe tomó los cubiertos y partió un poco del lomo de carne que tenía en su plato—. Pruébalo.

La chica masticó hasta que su lengua encontró el exquisito sabor.

— Está delicioso…

— En un principio Loui había sugerido comida del mar, pero me negué… no quería incomodarte, supongo que es un poco delicado para ti el tema.

— En realidad es triste, pero es algo que no se puede evitar. No pensarás que nosotros sólo nos alimentamos de plantas marinas y algas, ¿o sí?

— La verdad nunca me lo pregunté, y no me lo imagino.

— Entonces yo también te enseñaré sobre el mar —puntualizó ella.

— Es un trato —el joven le extendió la mano y ambos se dieron un apretón en señal de pacto.

Comieron otro poco más hasta que Ariel se negó a probar nada más, pues su estómago se lo impedía.

— Es tarde, ¿te sientes cansada? —le preguntó su esposo.

— Si, tengo sueño… —bostezó adormilada.

— Bien, quítate los zapatos, te han de estar molestando bastante… no estás acostumbrada totalmente a ellos.

Ariel obedeció ya que desde hacia un tiempo había comenzado a sentir dolor al rozar el zapato con su pie.

— Me duele un poco —advirtió ella quitándose las zapatillas y moviendo los dedos para desentumecerlos—. Tengo marcas rojas.

— Déjame revisarte, siéntate en la cama —Eric se hincó y examinó el pie de Ariel—. Ya veo… es normal por el roce, además son zapatos nuevos y siempre pasa esto cuando se trata de estrenar, creo que Carlotta debió habértelo dicho.

— No es su culpa, supongo que con tantas cosas que tenía que hacer para la boda se olvidó de que fui una sirena sin pies que no usaba zapatos —ambos rieron ante el comentario.

— Mañana ya no tendrás nada —le aseguró Eric. Ariel lo miraba con detenimiento y por alguna razón el corazón del joven se disparó al cruzar mirada con sus bellos ojos azules. El joven rey decidió sentarse junto a ella y la observó por un momento; aún traía su nueva corona y el velo en el cabello y el vestido de novia la hacia ver muy hermosa—. Te ayudaré con esto —le dijo él, removiendo los adornos de su pelirrojo cabello. Sin poder reprimirse mucho tiempo más, Eric buscó los labios de su princesa y comenzó a besarla. Ella correspondió, sin embargo la intensidad de Eric iba en aumento y ella parecía un poco confundida. Ariel percibía que algo en su interior se encendía y su temperatura corporal aumentaba, cosa que la sobresaltó… un hormigueo la recorría, las manos le temblaban y algo la estaba poniendo ansiosa.

Eric no despegó sus labios de los de ella; la deseaba mucho, y deseaba tener su primera vez con ella…. Sabía que era cuestión de minutos; quería que fuera especial para los dos. Sin embargo no pasó mucho para que Eric cayera en cuenta de que también sería la primera vez de Ariel, y eso no hubiera representado ningún problema de no ser porque ella era una sirena recientemente convertida en humana que no tenia ninguna idea acerca de las relaciones sexuales humanas. Aquel pensamiento frenó en seco a Eric, quién se separó de ella inmediatamente al mismo tiempo en que una pregunta le llegaba a la mente:

¿Cómo procrean las sirenas? —pensó. Las respiraciones agitadas de ambos inundaron el cuarto. El moreno vio en los ojos de Ariel la confusión total ante el momento; definitivamente ella no sabía lo que acababa de suceder.

— ¿E-Es normal que esto pase? ¿Qué me sienta así de confundida? ¿Qué mi cuerpo esté tan… tibio? —se aventuró a preguntar ella.

Evidentemente el cuerpo de Ariel había reaccionado como todo cuerpo humano. Preparándola para el acto. Sin embargo ella no tenia idea de eso. Eric no estaba seguro de poder explicarlo en ese momento.

— No te preocupes, es normal… —se llevó una mano a la frente y la frotó.

— Es… es muy extraño, es como si mi cuerpo supiera que algo va pasar, pero yo no sé de que se trata…

El rey había atinado perfectamente.

— Creo que es hora de dormir, ¿te parece? —le preguntó tratando de calmar el ritmo de sus respiraciones. Ella asintió—. En el baño está tu pijama, la que estuviste usando estos días si quieres puedes ir a cambiarte… yo me cambiaré también aquí.

Ariel asintió y corrió enseguida al baño. La jovencita entró y cerró la puerta rápidamente. No sabía que pasaba, no lo entendía…

¿Qué sucede? ¿Por qué mi corazón no se calma? ¿Por qué siento que me falta el aire? — se preguntó la chica tocando su pecho. Ella nunca había experimentado una sensación así y se lo atribuyó a que era algo puramente humano—. ¿Porqué pasó esto cuando él me besó? No había pasado en otras ocasiones… —Ariel respiró hondo y se sentó al filo de la bañera tratando de calmar su corazón con respiraciones pausadas y profundas. Cuando lo logró, descubrió su pijama doblada en el estante del baño y se la puso.

Eric se colocó un pants para dormir y salió al balcón. La brisa le ondeó el negro cabello y tornó su sudor a frío, sensación que le agradó. Tenía que calmarse para poder pensar en cómo abordaría el tema con Ariel. Él se consideraba una persona abierta en muchos sentidos, a pesar de que el pensamiento de esa época aún era bastante cerrado. Sin embargo, dada la situación con su esposa, teniendo en cuenta que antes de piernas ella había tenido una cola, no sabía exactamente cómo explicárselo.

— Hoy tal vez no —se dijo, comenzando a sentir el cansancio acumulándose. La puerta del baño chilló un poco, lo que le indicó al muchacho que Ariel ya había salido. Cuando la vio con su bata puesta apreció el aire infantil que aún la rodeaba—. ¿Qué lado prefieres? —señaló él la cama.

— Pues… no lo sé… yo dormía en una concha individual así que no tenía un lado exactamente…

— ¿Dormías en una concha? —preguntó él asombrado, imaginándose la escena.

— Bueno, era una concha de mar abierta y muy grande, el colchón era parecido a éste —señaló el lecho—, pero mas pequeño y también tenía una sábana.

— Vaya… con que asi duermen bajo el mar…

— Elije tú… por favor —se sonrojó la ex sirena.

— Entonces elegiré el izquierdo… siempre me he inclinado hacia ese lado —jaló las sábanas que cubrían la cama y se sentó en ella, luego le ofreció una mano a su esposa—, ven, es hora de dormir. Descuida no pasará lo de hace un rato —le aseguró. Aunque la verdad era que se moría de ganas de que así fuera, pero tendría mucha paciencia, se lo había prometido a ella y a si mismo—, ya tendremos tiempo de hablar sobre ello, te lo voy a explicar, pero por ahora hay que dormir.

Ariel se metió en el lado de su cama, se recostó y miró fijamente a Eric. También advirtió que el corazón le latía muy rápido, nuevamente.

— ¿Puedo acercarme? —pregunto con inocencia la pelirroja.

— Ven, hermosa —Eric la recibió entre sus brazos y se dio cuenta de que la sensación de tenerla así era indescriptible. Se sentía muy feliz. La besó por un largo rato lo mas dulcemente que pudo y después al separarse, entregándose al cansancio, los dos cerraron los ojos.


Hay varias cosas por decir, así que comencemos.

Me declaro una fan acérrima de Ariel y Eric y de esta hermosa película, tanto así que les pudo firmar que me sé todos los diálogos de principio a fin y puedo recitarlos *0* me vuelve loca esta película, enserio. Mi madre dice que cuando era pequeña la ponía todos los días hasta que ella se cansaba y tenía que ponerme otra para ver.

Desde hace muchos años había pensado en que podía hacer una historia sobre esta pareja, sin embargo nunca supe exactamente de qué hasta que hace poco se me ocurrió pensar en toooodo lo que estos dos habían pasado después de la boda. Es decir, Ariel no se iba a convertir en una verdadera humana de la noche al día ¿no creen? Y bueno, de eso exactamente es que va a tratar esto.

Ahora que lo pienso, Eric no podía seguir siendo príncipe después de casarse con Ariel ¿no? ¿Qué opinan ustedes? Yo creo que una vez que se casaron, ahí mismo los coronaron. Que se sepa Eric no tiene a sus padres en la película lo que indica que el seguía siendo el príncipe al estar soltero, pero ahora de casado supuse que estaría bien hacerlo rey, díganme cual es su impresión sobre este asunto.

Y bueno, este primer capítulo ya tuvo la primer barrera (por así decirlo). Y así va a ser, soy de mente muy abierta así que van a leer muchas cosas así como esta primera. Estoy convencida de que Ariel no sabía ni siquiera que después de casarse, seguía su noche de bodas y no hay que culparla, después de todo, internamente sigue siendo una sirena.

Espero que les haya gustado, ya veremos como se va desarrollando esto.

Gracias por leer :3 Saludos a todos

P.D.: Estoy feliz de regresar!

P.D.: ¡Soy chica Disney! ¿¡y qué!? xP

Princesa Saiyajin, presentó.