¡Helou!
¿Cómo están mis amados lectores? No se enojen conmigo... he estado un poco (muy) ocupada, ya que estoy de vacaciones en Sinaloa y bueno... no sabía que había Wi—Fi...
Esta historia está dedicada a mi hermosa madre. Te quiero mamá y si estás leyendo esto quiero decirte que te amo con toda mi alma y Mi corazón, gracias por estar allí en los momentos bonitos y en los feos. Te quiero muchisisisisisisisimo, Ok? :) Te extraño.
Disclaimer: Los personajes no son mios. La canción de la historia, es de la autoría de mi yo de cuatro años (con algunos cambios, claro) así que disculpen la disque rima :)
Advertencias: Ternura, una pizca de tragedia y una canción hecha por una niña de cuatro años.
Cualquier tipo de crítica es bienvenida,
Muy Thompson.
La taza de café
Rosalind Granger era una mujer hermosa, con muchas cualidades. Leía, tocaba el piano, era responsable y tenía clase; se distinguía como cualquier mujer de las grandes familias.
Rosalind Pratchett, ése era su nombre de nacimiento. Nacida dentro de una familia rica, sus padres nunca entendieron porque llegó a casarse con un dentista. Edmund Granger era un hombre de padres con dificultades monetarias y familia unida. No siempre lo tuvo todo. La única razón por la que estudió medicina dental, fue por haber obtenido una beca que lo llevó a la misma universidad en la que estudiaba Rosalind.
Tres años después de graduarse, ambos abrieron un pequeño consultorio dental al lado de su casa. Comenzó como un negocio pequeño, el sueño de comenzar algo juntos (aparte de casarse, claro). Rosalind nunca se arrepintió de casarse con Edmund, a pesar de las protestas de su familia y las obvias dificultades que conllevaba casarse con un hombre de distinta clase.
Hermione Jean Granger, nacida el 19 de septiembre de 1979, llegó en un momento difícil; sin embargo, fue recibida con la alegría y emoción propias de la mayoría de los padres primerizos. Rosalind y Edmund no podían ser más felices. Pero lo bueno a veces no dura demasiado.
Rosalind recibió la noticia, cuatro años después del nacimiento de Hermione, de estar embarazada otra vez. Esta vez era un niño. Hermione estaba muy emocionada de tener un hermanito, alguien a quien endeñarle y alguien con quien jugar, así que no entendió porque su hermanito nunca llegó. Rosalind había perdido a su bebé.
Los siguientes meses fueron duros para la pareja; la pérdida de su segundo hijo fue tan inesperada como dolorosa.
Hermione no entendía que pasaba y no le gustaba lo triste que se veía su mamá todo el tiempo, así que se dispuso a alegrarla. Le escribió una canción.
Una taza roja con azul
Con café y un poco de té
Muy protegida ella está para que rota no esté
Mi mamá la cuida mucho
Como un dragón a su tesoro
Si se cae y se rompe
No habrá un lugar
Donde tomar té y poco de café.
Rosalind no podo más que sonreír.
—¿Porqué la canción es acerca de mi taza, Hermione?— Preguntó Rosalind, curiosa.
—Porque así no se me olvidará que no puedo tomar la taza para jugar, porque si la rompo ya no vas a tener un lugar para tomar café, así no te pondrás triste, ¿Porqué por eso estabas triste, verdad? ¿ Porqué mi hermanito no vendrá?— Preguntó Hermione a su madre.
Rosalind sólo abrazó a su hija. Eso era más de lo que podía pedir, Hermione aparte de inteligente, era muy generosa. Amaba a su hija y, gracias a ella, trataría de vivir el presente. Porque, después de todo, aún tenía una hija y muchos niños con caries.
—Te quiero Mami.
—Yo también Hermione
