«El universo de Full Metal Alchemist y sus personajes no me pertenecen a mí sino a Hiromu Arakawa. Yo sólo soy un mortal con acceso a una computadora»

Unverzeihlich. (Imperdonable)

Si tan sólo con cerrar sus ojos Hohenheim pudiera olvidar sus penas, no le importaría dormir para siempre.

No tiene por qué mentirse, si puede ser sincero por unos instantes. Odia la soledad, a su manera. Teme tanto quedarse solo de nuevo que no sabe si abrazar a sus hijos o darse cabezazos por pensar en verlos después de todo lo que les ha hecho, de todo lo que les ha arrebatado.

Y entonces se va, otra vez. Porque Hohenheim, aun siendo poderoso e inmortal, sólo sabe huir; continuar en esa carrera interminable donde sus recuerdos y la culpa le pisan los talones.

Se odia a sí mismo, por existir. Contamina la tierra que toca, o al menos eso es lo que piensa cuando oye los murmullos de las almas que mató, de aquellas que lo encarcelan. Y en el fondo, duele.

Hohenheim mira hacia atrás y sólo ve una estela de errores apilándose uno encima de otro, formando una torre tambaleante que pareciera se derribaría sobre él con el más mínimo roce del viento. Así de frágil era su resolución, así de débil se había vuelto.

Hay momentos en los que quisiera nunca haber conocido a Trisha y tener hijos; momentos donde arroja la fotografía de su familia con todas sus fuerzas y sin hacerlo realmente, pues es el viento a su alrededor quien le devuelve su tesoro con un regaño en murmullos que no llegan a sus oídos, pero que lo hace recapacitar mientras abraza sus penas encerradas en un simple papel.

Hohenheim ha tocado un profundo, profundo fondo en su alma desgastada, dejando que las lágrimas que se escapan sin control susurren a la nada aquellas palabras que nunca pudo decirles, ni podrá.

Sin Notas de autor.