Disclaimer: Death Note y sus personajes son propiedad de Tsugumi Oba-sama.
Seguir adelante.
Capítulo 1: Sus ojos.
Matsuda se despertó agitado, bañado en sudor, respirando con dificultad y en estado de pánico. De nuevo, mientras dormía, había visto ese recuerdo transformado en pesadilla, de él mismo asesinando a Ligth, al que en realidad, todo el tiempo había sido Kira, todo el tiempo les había mentido en el rostro a él y a sus compañeros.
Ya habían pasado dos semanas de ello, pero no podía suprimir las pesadillas ni el pensamiento obsesivo en aquél hecho traumático.
Por ésta razón, Near quien ahora era el nuevo L, le había dicho que si a él le parecía podía trabajar para él como lo había hecho con Ligth y L Lawliet, junto con sus compañeros y los antiguos miembros de la disuelta SPK, pero que antes de volver a su trabajo, se tomara unas semanas para recomponerse, ya que de todos los que participaron en la persecución de Kira, él había sido el más afectado. También le recomendó que buscara ayuda terapéutica y, si era necesario, psiquiátrica.
Si bien reconocía que la terapia le estaba haciendo bien, tampoco era una cura inmediata y milagrosa, por lo que sabía que tardaría más de "un par de semanas" en volver a su empleo, algo que le frustraba, porque según las noticias de Tokyo, cada vez habían más seguidores de Kira que cometían asesinatos a criminales u otras personas que consideraban, debían ser "eliminadas" en nombre de su Dios, y él estaba allí sentado, sufriendo depresión y ataques de pánico —esto último con cada vez menos frecuencia—, sin hacer nada útil.
Tocaron la puerta, arrancándolo de sus pensamientos, por lo que, descalzo y en pijama, fue a atender mientras daba un sonoro bostezo. Ya sabía de antemano quien era el que llamaba a su puerta a las 7 de la mañana; nada más ni nada menos que Hideki Ide.
¿Quién diría que el que más lo odiaba sería el que más lo visitara y preocupara por su estado psicológico? Pues no era sólo Ide el que había cambiado su actitud para con Matsuda, ya que después de que él asesinara a Kira, todos cambiaron radicalmente su percepción sobre él. Luego de dejar pasar a Hideki, ambos se sentaron en la descuidada sala del apartamento de Touta, para platicarle sobre el nuevo caso que Near estaba resolviendo y sobre las secuelas que dejaron la muerte de Ligth, más bien Kira, como el suicidio de Misa Amane.
—Ella vivía por Ligth —Se aclaró la garganta y se corrigió—; por Kira, si seguía con vida, sería arrestada y probablemente sentenciada a pena de muerte, el suicidio para ella, fue la mejor opción. —concedió Matsuda seriamente.
Desde la muerte de Ligth, Matsuda se había vuelto muy pensativo sobre los temas que desencadenaban la muerte del presunto Dios, Kira. También se había vuelto muy serio, reservado y descuidado consigo mismo, además de desarrollar una especie de obsesión por las noticias y todo tipo de información relacionada con los seguidores, consecuencias y/o secuelas que dejó la muerte del mismo.
—De igual forma, no he venido para hablarte de eso —aclaró Ide—. Sabemos que quizá aún no estés en buenas condiciones para trabajar, pero creímos que tú serías el más adecuado para esta misión. —dijo, para luego carraspear.
—¿A qué quieres llegar? —preguntó impaciente.
No entendía a que se refería, y eso le molestaba. Ide sólo se impresionó por su forma tan impaciente de reaccionar.
—La madre de Yagami Ligth, al enterarse de lo ocurrido, y ya enferma anteriormente y en mal estado por la muerte de su esposo y lo de su hija, Sayu —A Matsuda se le iluminaron los ojos. Escuchar noticias de ella de alguna manera le hizo bien—, sufrió un ACV. —finalizó.
Touta no pudo más que abrir ampliamente los ojos, para luego volverlos a su estado normal. Se impresionó al principio, obviamente cuando escuchas que le pasa algo así a alguien cercano no puedes quedarte sin que se te mueva un pelo, pero luego se tranquilizó, al decirse a si mismo que no era muy sorprendente que digamos, por lo menos para él, desde hacía tiempo intuía que la suerte que correría esa mujer no sería muy buena.
Padre e hijo muertos, una madre hospitalizada luego de tener un ACV y la hija menor discapacitada producto del Shock que sufrió al ser secuestrada. La familia Yagami destrozada. Qué final más infeliz para ellos, bueno, para las dos mujeres y su jefe —que en paz descanse— que no tenían nada que ver en la enfermedad mental de su hijo. Pero, cuidado, no todo está perdido.
—¿Qué tengo que ver en eso? —preguntó, nuevamente, impaciente.
—Ya no hay nadie que acompañe a Sayu en su rehabilitación. Y ya que creemos que no asignarte una tarea, por más fácil que sea, es aún más malo para ti, Near decidió asignarte para que cuides de Sayu y la ayudes... No le quedaba nadie más que su madre, y ella ya no está capacitada... Lo hacemos por Soichiro-san...
—Lo haré —cortó Matsuda, negándose a seguir escuchando más explicaciones, ya que, aunque no se las dieran, él aceptaría cuidarla.
Ide no pudo más que levantar las cejas.
—De acuerdo. Excelente.
No recordaba la última vez que había sonreído genuinamente o que haya aseado su departamento. Pero esa, si era una sonrisa genuina. No demostraba una contagiosa alegría radical, pero si al menos levantar un poco la comisura de los labios le dio una idea a Ide de la satisfacción que sentía Matsuda al ser asignado para cuidar a la última Yagami en pie.
Sayu...
¿Como debía estar? Seguramente había crecido bastante desde la última vez que la vio. Y la verdad era que lo había hecho, ahora tenía un cuerpo más exuberante, no el de una niña en desarrollo, si no que ya parecía una mujer hecha y derecha, con su cabello más largo y lacio, sus ojos que ahora detonaban vacío, tez blanca impecable y bella figura.
Matsuda al verla mientras entraba en la sala de rehabilitación, donde le hacían hacer ejercicios físicos y alguna que otra elongación para recuperar la movilidad de sus piernas, no pudo evitar abrir un poco la boca con sorpresa. Realmente estaba muy bella.
Lamentablemente ella no hizo la misma expresión de grata sorpresa, es más, no llevaba expresión en su frío rostro. Parecía un fantasma, alguien muerto en vida. Sus ojos estaban vacíos como la esperanza de ambos de poder seguir adelante con sus vidas después de todas las atrocidades sufridas y vistas.
—S-Sayu-chan —dijo entre conmovido y triste por la expresión de la chica.
Ella estaba sentada en el suelo y una mujer mayor la ayudaba a estirar sus piernas. Lo miró, como quien mira a alguien que odia y a la vez teme.
—Tú —pronunció—... ¡Tú estabas con mi hermano! —gritó mientras lo señalaba—. ¡Tú trabajabas para él y lo ayudaste a matar a papá! —gritó más fuerte mientras comenzaba a enloquecer.
Dos enfermeras tuvieron que acudir para aplicar tranquilizantes a la exaltada chica que no paraba de gritar y con sus brazos intentaba arrastrarse hacia atrás, evadiendo la cercanía con el pobre Matsuda que empezó a caminar lentamente hacia atrás, angustiado e inclusive aterrado. Ella se veía como él el día que descubrieron que Ligth Yagami era Kira. Se veía igual que cuando lo asesinó a balazos.
—¡Sáquenlo de aquí! —chilló llorando mientras luchaba contra las enfermeras—. ¡Es un peligro! ¡Sáquenlo! —gritó a todo pulmón.
Mastuda abrió los ojos exageradamente al ver cuanto miedo infringía en esa chica. Sintió que alguien tocaba su hombro y se dio vuelta rápidamente.
—Señor, será mejor que se valla —aconsejó la que parecía ser una enfermera.
.
.
.
.
—Ya está mejor —dijo Ide sentándose al lado de Matsuda en esa inmensa sala de espera del hospital psiquiátrico—. Le aplicaron un calmante y llamaron a su acompañante terapéutico. Está tranquila, ella en realidad reaccionó así porque no le avisaron previamente que vendrías.
Matsuda no hizo más que rodear los ojos. Que idiota pensar que ella se echaría a sus brazos a penas lo viera y podrían superar la cosas juntos, ¡una idiotez sin dudas! Ella lo odiaba, o peor, le temía y con la gran cantidad de ayuda psicológica que necesitaba, ¿cómo iba a hacerle entender que él no sabía nada?
Se tomó la cabeza entre las manos mientras apoyaba sus codos en sus rodillas. Ya comenzaba a tener migraña.
—Su acompañante terapéutico sugiere que le administren una dosis de calmantes y le avisen previamente los últimos hechos sucedidos para que no confunda las cosas y finalmente puedas acercarte a hablar con ella. Partiendo de allí, creo que el que esté informada hará más fácil que puedas acompañarla en el tratami-...
—No puedo hablar con ella —interrumpió seria—. Ella no quiere verme, estará mejor afrontándolo sola. Será mejor para todos. —finalizó.
«Y también lo será para mi», pensó. No quería tener que presenciar los ataques de Sayu, y menos si eran causados por el mismo, prefería la distancia, y cada uno bien por su lado.
—Ella no puede estar sola —replicó sorprendido y quizá, molesto Ide.
—Pudo estarlo todo este tiempo.
Ide alzó las cejas.
—Y cuando se recupere, ¿qué? ¿Dónde irá? No tiene a nadie —dijo tajante.
Fue un buen punto. Matsuda respiró hondo y miró a su compañero como quien agradece profunda y silenciosamente a alguien una oportunidad quizá única, y así era.
—De acuerdo —dijo finalmente—. ¿Cuándo hablaré con ella?
—Pues... Puede ser ahora —respondió Ide.
Y así fue, algo que sorprendió a Matsuda por la rapidez, además de el hecho de que estaba aún más nervioso que al principio y no tenía ni idea de como saludarla, o que decirle y cómo decírselo. Era un enigma para él, uno que intentó resolver desde que se levantó hasta que al fin terminaron de subir escaleras y recorrer largos pasillos para llegar a la habitación de Sayu, donde ella yacía semirecostada en su camilla y su acompañante terapéutico sentado a un lado.
—Con permiso —dijo Matsuda.
El acompañante de Sayu le sonrió a ella y la saludó para luego levantarse de su lugar, darle la mano respetuosamente a Matsuda y salir.
—Que tengan un buen día —Les deseó antes de cerrar la puerta.
Era una habitación grande, bien iluminada y blanca en su totalidad. Al lado de la camilla de Sayu había una cortina que parecía tapar otra posible camilla vacía detrás. Suspiró. ¿Qué decirle primero? Empezaron a temblarle las manos de los nervios. Por suerte, Sayu, quien estaba completamente tranquila, pudo tomar las cosas más tranquilamente e iniciar la conversación para así quitarle un obstáculo de encima al pobre Matsuda.
—Puedes sentarte —dijo con voz suave, Sayu—. Me hablaron de lo que sucedió con mi hermano. —dijo tranquila, mientras Matsuda se sentaba rápidamente frente a ella, pensando que responder.
—Y... ¿Qué opinas? —Fue lo único que se le ocurrió decir.
—Que lamento lo de hace unas horas atrás, me asusta y causa rechazo todo lo que tenga que ver con Kira y lo que pasó y yo simplemente... Disculpa, yo no...
—Tranquila —interrumpió Matsuda—, entiendo lo que te sucede, no debes pedir perdón. Yo también quedé muy mal después de todo, aún intento recuperarme. —reconoció.
Ella hizo una sonrisa enternecedora, la cual él se quedó mirando deslumbrado por unos minutos.
—Pensé que estabas con él y sus creencias —prosiguió.
—Yo creo que él no tenía malas intenciones, pues si bien estaba tomando el camino equivocado, su ideal era el de la justicia —aclaró él—, pero al fin y al cabo terminó mal porque estaba cometiendo más injusticias que justicias. —finalizó.
Sayu se acercó al borde de la cama.
—Ya no quiero hablar de eso —dijo con la voz que tanto hipnotizaba a Matsuda.
—De acuerdo —concedió él.
Sus ojos, sus miradas, ya no eran las mismas cuando se vieron el uno al otro.
.
.
.
¿Reviwe? :3
