1. Se menciona la guerra angloestadounidense de 1812. No es que no me gusten, pero ya me tienen TAN cansada los fics centrados en la independencia en los que Arthur es un desgraciado que no para de lloriquear durante 200 años, que voy a mencionar esa "pequeña disputa" mas amenudo, para refrescar.

2. Seh, ya se... tengo que pasar a formato normal el de arturia, acabar la secuela del fic de ryouko, y seguir con uno que estoy haciendo desde hace tiempo... ¿si alguien tiene poderes magicos puede hacer que me ponga a trabajar en vez de escribir drabbles random?

hice según la idea de Hidekaz sobre lo de que las capitales son... ejem... las partes nobles de los paises.

Hetalia no me pertenece y nunca lo hará... por desgracia


Arthur se giró un poco observando la ventana y todo lo que se reflejaba detrás de ella. Pero ni siquiera tuvo tiempo de pensar en que el cielo estaba muy despejado cuando sintió como alguien posaba una mano en su nuca.

-¿Oye Iggy? - murmuró Estados Unidos con curiosidad

-¿Qué quieres? – bostezó el aludido. – Y no me llames así, mira que te lo he dicho veces ya.

- ¿De qué es esta marca? – Le removió un poco el cabello mostrando una pequeña cicatriz

-¿Para qué quieres saberlo?

-¿Es un secreto?

-No. Creo que fue en alguna pelea con el bastardo del Vino. – Se sobresaltó un instante – Aunque yo le habré hecho algo mucho peor, te lo aseguro… ja ja ja!

- Seh… claro – Alfred solo rodó los ojos. - ¿Y esa tan marcada que tienes en la espalda?

Los ojos del mayor ensombrecieron durante unos instantes

-De la segunda mundial… durante los bombardeos… - Se calló soltando un suspiro, no le gustaba recordar aquellos tiempos. Alfred debió de haberlo notado en cierto modo, o yo que sé, porque enseguida apuntó en otro lugar, entre el cuello y el hombro de su acompañante

-¿Y esa?

-¡Esa! – Soltó una carcajada Arthur, algo más animado – Me la hizo un idiota que me debió de haber confundido con una hamburguesa, y eso que no paro de repetirle que no soy comestible ni llevo salsa.

-¡Buuu! ¡Qué malo eres, cejotas! ¡Es una marca de amor! ¡De amor! – Se río delineando con su dedo circulitos alrededor del chupetón mientras un algo sonrojado Inglaterra le soltaba una tira se insultos que se había ganado por mencionar sus multicejas.

-¡Me toca! – Declaró el inglés incorporándose un poco en la cama y apartando la fina sabana que los cubría, repasando con la mirada el cuerpo desnudo del americano, y enarcando un poco una ceja (sí, esa tan grande) cuando el otro intentó poner una pose de modelo de revistas y cara seductora. Se veía bastante gracioso, teniendo en cuenta que se le estaba escapando la risilla. - ¡Esta! – Señaló una cicatriz en el costado

-Guerra de Vietnam – Fue la cortante respuesta del estadounidense, sin entrar en detalles.

- ¡Aquí!

-Guerra de Iraq

-La cruz en el pecho

-La caída de las torres gemelas.

-Esta.

-Un desgraciado que me quemó la capital, se llevó a mi hermano, me destrozó varias ciudades y cuando se cansó de declinó por un tratado de paz quedándose tan ancho.

Arthur río, rozando ligeramente una pequeña marca parecida a la que queda después de una quemadura, muy cerca de las regiones vitales de Alfred. Era muy consciente de que su amante era bastante sensible a cuando la tocaba durante el sexo, y antes de preguntar ya sabía de dónde venía.

-¿De qué te ríes? ¡Aquello fue cruel Iggy! – Infló los cachetes haciendo un puchero.

-Una guerra es una guerra, Alfie. Y yo no hago excepciones. Ni tu tampoco, ni nadie de los nuestros. Por algo somos lo que somos y…

-¡Ya lo sé! es el mismo cuento de siempre... ¿Pero por que mi capital Iggy? ¡¿Por qué la capital? ¡ ¿Tenía que ser obligatoriamente allí abajo?