RANMA ½
LA CHICA DE MI VIDA.
Domingo.
-Sí, como lo oyes, he conseguido dar con el modo de romper la maldición de las fuentes de Yushenko- explicó Shampoo en un tono de entusiasmo con el auricular del teléfono al oído.
Ranma sintió un escalofrío por todo el cuerpo.
-No… No me estarás tomando el pelo, ¿verdad, Shampoo?- dijo.
-No, te aseguro que no. Encontré los pergaminos donde habla sobre ello en una tienda de libros antiguos. La lástima es que están escritos en unos caracteres chinos que no entiendo. Pero mi abuela ya está tratando de traducirlos, y dice que seguramente lo tendrá listo para esta tarde. Oye, ¿por qué no te pasas hacia las cinco por el restaurante? Mousse también estará, y juntos descubriremos lo que hay que hacer para ser otra vez personas normales. Si quieres puedes traerte a tu padre. Seguro que a él también le interesa. Igual que a Ryoga. Pero vete a saber por dónde anda ese para que podamos avisarle.
-Muy bien- exclamó Ranma gozoso-. Entonces hasta esta tarde. Esperemos que esta vez la cosa vaya en serio.
-Adiós…
Ranma colgó. El entusiasmo estaba recorriendo su cuerpo sin que pudiera evitarlo, aunque trató de calmarse. Tampoco era cuestión de hacerse ilusiones desde un principio. Cuántas veces habían resultado una falsa alarma y cuántas veces habían fallado en el último momento las soluciones a su problema. De momento era mejor pensar con cautela, acabar el entrenamiento de la mañana y ya se preocuparía de ese asunto cuando fuera al restaurante de Shampoo. ¿Tenía que comunicar la noticia a Akane y su familia? Habían sido ya tantas decepciones que sería mejor no hacerlo hasta estar seguro del todo. Bueno, lo consultaría a su padre, a ver qué opinaba. En todo caso, se lo comentaría a Akane. No le sabría mal compartir con ella esta emoción, y que fuera la primera en contemplar que al mojarse con agua fría ya no se transformaba en chica…
-¡Ranma! ¿Vienes o qué a terminar nuestro combate?- le gritaron al oído despertándole de sus pensamientos, mientras le tiraban de la coleta hacia abajo- Ya está bien de quedarse ensimismado delante del teléfono.
-Sí, ya voy, pero no hace falta que hagas eso- se quejó el muchacho volviéndose hacia su interlocutora. Allí estaba Akane, vestida como él con el kimono de artes marciales, y con cara, como era habitual, de estar enfadada.
-Pues a mí me parece que sí.
Y sin soltarle de la trenza lo llevó en dirección al gimnasio.
-Eh, acabad pronto, que la comida está casi lista- oyeron exclamar a la voz amable de Kasumi mientras pasaban por delante de la puerta de la cocina.
Una vez estuvieron en el gimnasio, Akane soltó a Ranma, se situó a cierta distancia de él y se colocó en posición de atacar.
-Ey, ey, espera, ¿no quieres saber de quién era la llamada?- preguntó Ranma.
-¿La llamada? Seguro que de alguna chica que te pedía para salir- contestó Akane mientras iniciaba el ataque.
Trató de golpear a su adversario con el brazo, pero este lo detuvo con el suyo.
-No del todo exacto- dijo Ranma atacando él, pero Akane le esquivó-. Era de Shampoo.
-¿De Shampoo? ¿Y qué es lo quiere ahora?
-Bueno, hemos quedado esta tarde porque…
-Ya, te ha pedido que tengáis una cita esta tarde y tú, como buen casanova que eres, no has podido decirle que no, ¿verdad?- exclamó Akane furiosa.
Esa furia se concentró en su pie derecho, el cual golpeó con gran fuerza en el vientre de Ranma, quien fue lanzado hacia atrás estrellándose contra la pared.
-Pues has de saber que me importa un bledo lo que hagáis tú y Shampoo- exclamó Akane-. Que lo sepas, yo también tengo planes para esta tarde.
-Eh, parejita, si os estáis sobando no quiero molestar, ¿eh?- se oyó decir a una voz conocida desde la entrada de la sala. Era Nabiki, que entraba en ese momento- Pero tengo que comunicaros que la comida ya está servida.
Sin preocuparse de Ranma, quien se encontraba sentado en el suelo quejándose de dolor, y sin dejar la cara de enfado y con paso rápido, Akane abandonó el gimnasio.
-Vaya, veo que tú y tu prometida os habéis peleado de nuevo- dijo Nabiki llegando junto a Ranma. Le ayudó a levantarse-. ¿De qué se trataba esta vez?
-No te preocupes, cosas nuestras- respondió Ranma resignado.
-No, si no me preocupo. Ya sé que en el fondo os queréis, aunque no queráis reconocerlo- Nabiki mostró una sonrisa maliciosa, lo que desconcertó al muchacho-. Un día de estos yo también tengo que sacarme un novio con quien pelearme, para divertirme como vosotros.
Vistas las circunstancias, Ranma había desechado el comunicarle a Akane lo que le había dicho Shampoo por teléfono. Si se creía que iba a tener una cita con la joven amazona, pues que se lo creyera, a él qué le importaba. Ya se enteraría de la cuestión a su debido tiempo. Además, había acordado con su padre que de momento no comunicarían a la familia Tendo los verdaderos motivos por los que salía aquella tarde, al menos hasta que estuvieran seguros de que todo fuera cierto y no otra falsa alarma. El Sr. Saotome se había quedado en casa, ya que estaba ocupado con el Sr. Tendo repasando las cuentas del gimnasio. Ranma ya le comunicaría los resultados de la reunión cuando regresara.
Impaciente por llegar cuanto antes al restaurante de Shampoo, el joven avanzaba con paso rápido por la calle, hasta que de repente sin saber cómo sintió una fuerte presión alrededor del tobillo derecho y una fuerza le hizo tirar el pie hacia atrás, lo que provocó que cayera al suelo sobre su estómago. Ranma alzó la cabeza y se quejó por el golpe que había recibido en la cara. Miró hacia atrás y vio que tenía el tobillo rodeado por una cinta de gimnasia rítmica. Alzó más la cabeza y su mirada se cruzó con la de Kodachi, quien se encontraba sentada como si tal cosa sobre la rama de un árbol que había al otro lado del muro que rodeaba la calle, agarrando la vara unida a la cinta y sonriéndole divertida.
-¡Kodachi! ¿Qué haces? ¿Quieres soltarme?
-Me parece que no- respondió ella sin dejar su expresión sonriente. Con un movimiento de la mano con que cogía la vara, Ranma se alzó del suelo y quedó colgando boca abajo, a la altura de la muchacha-. No hasta que me digas que vas a venir ahora conmigo a mi casa a tomar el té.
-No puedo venir, estoy ocupado- dijo él intentando no perder la calma.
-Eso no tiene ninguna importancia. Ir a tomar el té conmigo es más importante que cualquier cosa que tengas que hacer.
-Permíteme que no esté de acuerdo.
Con una maniobra rápida del canto de su mano derecha, Ranma cortó la cinta y, después de unas volteretas en el aire, cayó de pie sobre el suelo.
-Hasta luego.
Dicho esto, el muchacho se subió al tejado de la casa más cercana de un gran salto y se marchó a toda velocidad, saltando de tejado en tejado.
-No escaparás tan fácilmente- exclamó Kodachi, y se puso a correr tras él.
Ranma se volvió y vio a su perseguidora que le seguía a bastante distancia, pero no la suficiente para poder despistarla. Esta hacía dar vueltas por encima de sí a la cinta, con la intención de alcanzarle.
"Mierda, ahora no tengo tiempo para jugar con ella", pensó Ranma impaciente. "He de sacármela de encima como sea".
Se le ocurrió ocultarse en el jardín de la casa por cuyo tejado estaba pasando, así que saltó hacia el suelo con intención de ocultarse entre los arbustos que había junto al muro, con tal mala fortuna que no se percató antes de caer del pequeño estanque que había a sus pies, en el cual se sumergió sin que pudiera evitarlo.
Kodachi había visto, desde unos tejados más atrás, a Ranma saltar al suelo, así que cuando llegó al que había estado subido pocos instantes antes su presunto enamorado, también saltó, cayendo de pie delante del estanque. Se sorprendió encontrarse en el centro del agua, la cual le llegaba hasta la cintura, a la chica de la trenza, completamente empapada y mirándose resignada.
-Caramba, si es la chica de la trenza- exclamó Kodachi, mientras la otra salía del agua-. Oye, no habrás visto por aquí a Ranma Saotome, ¿verdad?
-No, no le he visto- respondió la otra fríamente.
-Pues vaya. ¿Dónde se habrá metido?- Kodachi puso expresión pensativa- Bueno, es igual, tú también puedes servir. ¿Quieres venir a mi casa a tomar el té?
La chica de la trenza oyó eso como un susto.
-Aunque, bien pensado, antes de hacerlo con una chica, primero prefiero hacerlo con un chico- continuó la muchacha, y sin más palabras agarró a la chica de la trenza por la nuca y la besó en la boca.
A los pocos momentos Kodachi separó sus labios de los de la otra y, lanzando una risa triunfante y haciendo aparecer de alguna parte una gran cantidad de pétalos negros, desapareció avanzando de nuevo por encima de los tejados.
Ranma chica se había quedado de piedra ante aquella inesperada despedida, pero reaccionó, recordando la cita que tenía en el restaurante de Shampoo.
Momentos después, entraba en dicho establecimiento, donde se hallaban reunidos alrededor del mostrador Ryoga, Mousse, Shampoo y Cologne, la bisabuela de esta última.
-Vaya, Ranma, por fin estás aquí, ya íbamos a empezar sin ti- exclamó Shampoo sonriente mientras los demás también se volvían hacia el recién llegado, quien continuaba con su apariencia femenina.
-Sí, he tenido algunos pequeños problemas para llegar- murmuró este llegando junto a ellos.
-Bueno, abuela, ya que estamos todos, ¿podría empezar con la traducción?- dijo Ryoga con seriedad.
-Sí, que estamos impacientes- añadió Mousse nervioso.
-Está bien, tranquilos- dijo Cologne, y extendió sobre el mostrador unos documentos de vetusto aspecto, escritos en mandarín antiguo y con un dibujo que recordaba las fuentes de Yushenko-. Bueno, el primer escrito nos habla de la historia de las fuentes y sus consecuencias de caer en ellas. Veamos que nos dice sobre la cura- pasó unas hojas y se detuvo en la cuarta-. Aquí está. "La cura de la maldición"- los otros cuatro aguantaron la respiración-. Traduzco: "Aquel o aquella que haya caído en las fuentes malditas de Yushenko estará libre de transformarse en el momento en que intercambie fluidos sexuales con la persona con quien está destinado a compartir su vida, durante el acto físico del amor…"
Hubo unos momentos de silencio, en que el cuarteto puso cara de perplejidad.
-Oiga, abuela, ¿pero que está diciendo?- exclamó Ranma volviendo de su sorpresa- Será una broma, ¿no?
-Te prometo que no, futuro yerno- respondió Cologne mientras releía mentalmente el texto-. Es lo que pone aquí.
-Pero vamos a ver- dijo Ryoga tratando de aclararse-. Si no me equivoco, eso significa que el agua fría dejará de afectarnos cuando tengamos relaciones sexuales con el hombre o la mujer de nuestra vida.
-Eso parece- murmuró Ranma anonadado.
-Entonces, estoy segura que tú eres el chico de mi vida- exclamó Shampoo entusiasmada, y rodeó con sus brazos el cuello de Ranma desde el otro lado del mostrador-. ¿Por qué no vienes ahora a mi habitación?- dijo seductoramente.
Mousse se miró a la pareja sin que le salieran las palabras.
-Espera, espera, creo que primero habría que reflexionar sobre esto- dijo Ranma. Se quitó de encima a Shampoo, y fue alejándose lentamente del mostrador acercándose a la salida de espaldas.
-No hay nada que reflexionar- sentenció Shampoo poniéndose seria-. No hay duda de que tú eres el hombre de mi vida, y yo soy la mujer de la tuya.
-Mira, primero consultemos el asunto con la almohada, y mañana lo veremos mejor, ¿de acuerdo? Venga, nos vemos- y Ranma salió a toda prisa del restaurante.
-Ey, espera.
Shampoo iba a saltar por encima del mostrador con intención de ir tras él, pero Mousse la detuvo rodeando su vientre con los brazos.
-Shampoo, no puede haber otra chica en el mundo que consiga quitarme la maldición, ni otro chico que no sea yo que te la quite a ti- exclamó el joven con pasión-. Ven, vayamos a hacer el amor.
-Suéltame, Mousse.
Shampoo le propinó un fuerte golpe en la cabeza con el puño, tumbándolo en el suelo. Inmediatamente se dirigió a la salida del restaurante. Una vez fuera, miró hacia ambos lados de la calle, pero decepcionada vio que Ranma ya había desaparecido.
Mientras tanto, agachado encima del tejado del edificio donde se hallaba el restaurante, Ranma la observaba con cautela de no ser descubierto.
"Buff, creo que de momento me he librado de ella", pensó aliviado. Pero de repente sintió un chorro de agua caliente sobre su coronilla. Extrañado, se volvió y vio a Ryoga detrás de él vaciando el contenido de una tetera encima de su cabeza.
-¿Se puede saber qué haces, Ryoga?- preguntó Ranma molesto, recuperado ahora su aspecto masculino.
-Prefiero hablar sobre este tema de hombre a hombre- respondió su amigo con seriedad-. Según parece sólo recuperaremos la normalidad si nos acostamos con aquella que sea la chica que está destinada a ser nuestra pareja.
-Eso dijo la abuela de Shampoo.
-Bien, ¿y quién crees que es esa persona para ti?
Ranma sabía por qué cauces iba la pregunta de Ryoga, pero no quiso responder.
-¿Y tú?- inquirió- ¿Quién crees que es la tuya?
-Akane, por supuesto- respondió su rival sin dudar-. Te lo advierto, Ranma, cuídate mucho de enredarla para que se acueste contigo. Ve a por otra chica, porque Akane no es la persona que buscas.
-Porque es la que está destinada a ser la mujer de tu vida, ¿verdad?
-Exacto, ella es quien hará que deje de convertirme en cerdo y con la que compartiré nuestra existencia. Si tú quieres dejar de transformarte en chica tienes muchas otras chicas con quien probar.
Ranma no tuvo ganas de continuar esa conversación.
-Mira, Ryoga, haz lo que quieras- dijo-. Como si a mí me importara lo que hacéis tú y Akane.
Dicho esto, el joven saltó al suelo, y se fue corriendo en dirección al gimnasio Tendo.
Al poco rato caminaba con paso normal y pensativo.
"Es imposible que Akane sea la destinada a convertirse en mi esposa. Una marimacho como ella… A mí me gustan las chicas dulces y femeninas, y aunque nuestros padres hayan arreglado nuestro compromiso no creo que me acabe casando con ella. No señor. Entonces, ¿quién…?"
En la distancia vio la entrada al dojo, y delante de esta a un par de personas que parecían estar hablando. A medida que se acercaba pudo distinguir a Kasumi y el Dr. Tofu. Es verdad, esa tarde tenían una cita. Pues sí que habían terminado pronto. Entonces vio que el doctor se acercaba a la hermana de Akane y la besaba en los labios. Parecía que Kasumi accedía, pero al cabo de unos instantes se separaba de él violentamente gritando "¡Suélteme!", abría rápidamente la puerta y desaparecía detrás de ella.
-¡Kasumi, te quiero! Te quiero…
En ese momento llegaba Ranma.
-¿Qué ocurre, doctor?- dijo- ¿Problemas con las mujeres?
-Muchacho, como dijo alguien, las representantes del sexo femenino deberían llevar incluido un manual de instrucciones- respondió con una sonrisa triste-. Venga, hasta luego.
Y el Dr. Tofu se marchó.
Ranma se encogió de hombros, y pasó al jardín de la casa de los Tendo.
Una vez en la casa se detuvo en la puerta de la cocina.
-Hola, Ranma, ¿ya has vuelto?- le preguntó con amabilidad Kasumi, quien estaba poniendo té en una taza. Ranma notó su sonrisa natural un tanto forzada, y se percató de que había llorado.
-¿Qué ha ocurrido, Kasumi? No me dirás que el Dr. Tofu te ha hecho algo malo, ¿verdad?- dijo el joven mientras entraba en la estancia.
-No, por supuesto que no- se apresuró a aclarar su interlocutora-. Sólo es que… Es culpa mía. No puedo soportar que me toque.
Ranma se sorprendió ante aquella declaración. Se dio cuenta que ese era un tema muy espinoso de conversación, lo que le hizo sentir incómodo.
-Pero no hablemos de eso- continuó Kasumi. Su sonrisa se volvió más sincera, y Ranma se alivió al ver que la tristeza desaparecía de su rostro-. ¿Quieres tomar un poco de té conmigo?
-Vale, de acuerdo.
Kasumi le sirvió una taza, sentados ambos en la mesa de la cocina.
-¿Cómo es que tú y Akane no habéis salido juntos esta tarde?- preguntó la joven después de tomar un sorbo.
-Akane dijo que tenía planes para ahora, y yo me he ido un rato al restaurante de Shampoo- explicó Ranma-. ¿Tú sabes qué planes eran esos que tenía Akane?
-Bueno, tengo entendido que se ha ido con unas amigas al cine.
Sin saber por qué, Ranma se sintió aliviado. En cualquier caso, ya le había extrañado que una marimacho como Akane pudiera haber tenido una cita con otro hombre.
-Aunque espero que no llegue muy tarde- siguió hablando Kasumi-. Me ha dicho que todavía no ha hecho los deberes para mañana. ¿Y tú, Ranma, ya los has hecho?
-Pues no, pero todavía hay tiempo- se excusó el joven.
-Es mejor que los acabes cuando antes. ¿No teníais también un examen de lengua?
-Anda, es verdad- exclamó Ranma acordándose de improviso-. Mierda, y no he estudiado.
-Venga, no te preocupes. Si quieres luego te ayudo con la lección. Como siempre.
-Vaya, qué haría yo sin ti, Kasumi- dijo Ranma sonriendo.
Al joven artista marcial le molestaba que cualquiera le tratara como a un niño, pero con Kasumi era diferente. La amabilidad y simpatía innatas de la hermana de Akane le resultaban agradables, lo que hacía que no pusiera ninguna objeción a que se dirigiera a él como si fuera su hermano pequeño: ella siempre le ayudaba con sus estudios, le hacía la comida para el instituto, escuchaba sin perder la sonrisa las narraciones de sus trifulcas con Akane…
-Oye, Kasumi, ¿tienes algún problema con el Dr. Tofu?- se atrevió a preguntar Ranma.
Kasumi no respondió enseguida. Su sonrisa desapareció de nuevo.
-No te preocupes por eso, Ranma. No es nada importante.
-Pero Kasumi, si hay algo que te inquieta puedes contármelo sin ningún problema. Y si está en mi mano solucionarlo…
-Ah, Ranma, ¿ya has vuelto?- oyeron desde la entrada de la cocina. Allí vieron a Nabiki- ¿Puedes venir un momento, por favor?
-¿Ahora?- preguntó él.
-Sí, ahora, vamos.
Ranma, resignado, no vio otro remedio que seguir a Nabiki a dónde quisiera llevarlo. Se levantó de su silla y se dirigió a la puerta.
-Bueno, hasta luego, Kasumi- se despidió.
-Sí, hasta luego…
Kasumi continuó sentada, acabando su té, metida en sus pensamientos.
Nabiki y Ranma entraron en la habitación de la primera, y él cerró la puerta detrás de sí.
-¿Qué es lo que querías, Nabiki?
Ella sonreía.
-Pues verás- dijo-, es que me han puesto unos deberes muy difíciles y me preguntaba si tú podías ayudarme a resolverlos.
Mientras decía esto, se desabrochó sus pantalones y dejó que resbalaran por sus piernas hasta que cayeron al suelo. Entonces se acercó a Ranma y lo besó en la boca, al tiempo que su mano derecha se deslizaba dentro de la bragueta del muchacho. Agarró el miembro viril, el cual se estaba poniendo duro y tieso, mientras las lenguas de ambos se movían juntas en sus bocas y Ranma posaba sus dos manos sobre el trasero de la joven. Bajó por debajo de sus caderas la goma de esas bragas tan sexies que vestía la segunda de las Tendo y la pieza de ropa interior terminó posándose sobre los pies de la joven. Ranma tocó con las yemas de sus dedos la entrada al sexo de Nabiki, lo que hizo que ella gimiera entre las respiraciones entrecortadas de ambos. En su exploración a tientas de los labios vulvares de la joven, se hizo paso entre ellos con el dedo índice y rozó el clítoris. Nabiki gimió de nuevo, estremeciéndosele todo el cuerpo. Dejaron de besarse, y los dos contemplaron como ella le bajaba los pantalones y los calzoncillos, dejando al descubierto el pene erecto de Ranma.
-Venga, vamos- susurró Nabiki sin dejar de sonreír.
Le sentó en la cama y, encantada, le contempló así durante unos instantes. Entonces se arrodilló delante de él y agarró el miembro del muchacho.
-Qué polla más estupenda tienes, Ranma- exclamó-. Si lo llego a saber pido yo ser tu novia.
-Euh… Gracias- respondió el otro tímidamente.
Nabiki pasó el glande entre sus labios y, dentro de su boca, lo lamió suavemente, mientras Ranma se dejaba invadir por el placer que aquello le producía. Nabiki continuó lamiendo, ahora toda la extensión del pene, mientras acariciaba los testículos. Ella miraba de vez en cuando al rostro del muchacho, deleitándose de la expresión de goce que este reflejaba. Ranma alargó las manos y tocó los pechos de su amante, aún cubiertos por el jersey. Al cabo de unos momentos Nabiki se quitó el pene de la boca y susurró con deseo:
-Ranma, ¿me la metes?
-Lo que tú ordenes.
Terminaron de desnudarse, y Nabiki se tumbó seductoramente boca arriba sobre la cama, con las piernas abiertas. Ranma se colocó sobre ella y se introdujo en su húmeda vagina, empezando el movimiento de vaivén. Él apoyaba las palmas de las manos sobre el colchón, con el cuerpo de Nabiki entre sus brazos estirados, mientras ella rodeaba sus caderas con sus piernas y dejaba las articulaciones superiores sueltas a cada lado de su cabeza. Gemía con los ojos cerrados, terminando por alcanzar el punto culminante del acto. Vio que Ranma también iba a llegar, y dijo:
-En mi cara, córrete en mi cara.
Al oír esto, él rápidamente sacó su pene y se colocó sobre ella a la altura de los pechos. Un par de movimientos de su mano hizo que el blanco y viscoso esperma cayera sobre los labios entreabiertos, las mejillas, los párpados cerrados y el flequillo de Nabiki.
-Está caliente…
Ranma se tumbó cansado y sin aliento a su lado.
-No hay nada mejor antes de empezar los deberes del instituto que un buen polvo- dijo Nabiki mientras recogía con el índice el semen de su cara y se lo metía en la boca.
-Si tú lo dices…- contestó Ranma sin ganas de moverse.
Nabiki se irguió.
-Y dime- dijo-, ¿al final cuál es el método ese para dejar de transformarte que decía Shampoo?
Ranma se volvió hacia ella sorprendido.
-¿Y tú cómo sabes eso?
-No hay ningún misterio- dijo Nabiki encogiéndose de hombros-. Simplemente oí por casualidad vuestra conversación por teléfono. Bueno, ¿cuál es?
Ranma no vio otro remedio que explicárselo, así que, sonrojado y rápidamente, fue lo que hizo.
-Caramba, ¿de verdad?- dijo Nabiki sorprendiéndose un poco- Qué cosas más extrañas- volvió a sonreír-. Bueno, en todo caso, está claro que yo no soy la mujer de tu vida. Hemos hecho el amor un montón de veces y tú continúas convirtiéndote en chica. Tanto mejor, no eres la clase de muchacho que quisiera para compartir nuestras vidas. Dejando aparte lo del sexo, claro- pasó su mano por encima del ahora fláccido pene de Ranma-. ¿Y cuándo piensas contárselo a Akane?
-¿A Akane? Ella no tiene nada qué ver con esto, o sea que no tengo por qué decírselo. Igual que a tu familia.
-¿No crees que Akane pudiera ser la chica que buscas?
Ranma se quedó sin responder por unos segundos.
-No, claro que no. Akane y yo nos pasamos el día discutiendo. ¿Cómo quieres que estemos destinados a compartir nuestro amor? La chica de mi vida debe ser otra, seguro.
-Bueno, tú sabrás lo que haces, Ranma- dijo Nabiki encogiéndose de hombros.
-¿Y tú? ¿Ya tienes en mente quién puede ser tu chico ideal?
-Pues… Tal vez sí- respondió la hermana de Akane con una sonrisa misteriosa mientras se levantaba de la cama.
Ranma consideró que era mejor ser discreto y no preguntarle de quién se trataba.
Ambos se vistieron. Dispuesto a irse, el muchacho dijo:
-Ah, y ni una palabra a nadie sobre el tema, y menos a Akane, ¿vale?
-Tranquilo- respondió Nabiki sentada en el escritorio-, siempre y cuando me pagues mil yenes por mi silencio.
-Ya, claro- dijo Ranma entrecerrando los ojos.
Momentos después, después de dejar la habitación de Nabiki, el joven se dirigió a su dormitorio con intención de empezar los deberes para el día siguiente, pero entonces se acordó que tenía que explicar a su padre sobre lo que se había hablado en el restaurante de Shampoo. Marchó a la sala de estar y, a punto de bajar las escaleras, se encontró a Akane que las estaba subiendo. Los dos se quedaron estáticos, contemplándose el uno al otro, ambos con una expresión entre sorpresa e intimidación. Ella fue la primera en reaccionar:
-Hola, Ranma, ¿cómo fue tu cita con Shampoo?- dijo mientras terminaba de subir las escaleras. Pasó por el lado del muchacho sin mirarle.
-No era ninguna cita. Había quedado con la pandilla en su restaurante.
-Ya, bueno, todo lo que quieras- dijo Akane sin detenerse ni volverse. Entró en su habitación cerrando la puerta detrás de sí.
A Ranma le sentó mal esa actitud tan fría por parte de su prometida. La verdad es que nunca la había visto actuar así.
