El crudo invierno era presente en esta mañana. Aunque, está hermosa imagen de árboles cubiertos con grandes capas de nieve, los campos extensos cubiertos por este blanco fenómeno eran difíciles en estas temporadas frías.
No siempre había animales para cazar ya que estos migraban a temperaturas más cálidas. Las cosechas no se mantenían a bajas temperaturas, entre otros tipos de campos.
Y más, en amenaza de iniciar una guerra.. Bueno era peor.
Las cabañas construidas de maderas, eran frías y simples.
Al contrario a la calidad de una gran casa feudal. Llena de lujos y de materiales mejorados. Abundante comida y gran cantidad de cobijas para el invierno.
Ese mismo día en una modesta cabaña, de amplia anchura se encontraba una familia disfrutando del calor abrasivo que ofrecía una bien formada fogata. Una joven de cabellos negros y lacios; con un cabello de un corte a la altura de sus hombros. Mostraba una sonrisa amorosa al abrazar a sus dos pequeños hijos en sus brazos y cobijandolos en una amplia frasada.
Dos criaturas inocentes eran abrigadas con amor. Un niño de 10 años llamado Sota Higurashi, de piel nivea y ojos cafés; una apariencia muy similar a la de su madre, quien los mimaba en ese momento.
Y una hermosa niña de 8 años de la misma piel nivea que heredaba de su familia, un hermoso cabello negro y largo hasta su pequeña cadera formando al final unos suaves rizos. Sus ojos, eran los ojos más hermosos y raros de la aldea, herencia de su padre, ojos color zafiro. De nombre Kagome Higurashi.
Su madre, Sonomi Higurashi al tenerlos junto a su cuerpo y compartiendo historias, preparaba a la ves una sopa para calentar el cuerpo en tiempos como ése.
-Niños, ahorita regreso, iré por su padre para comer juntos.- Al verificar que sus hijos no harían travesuras, se puso de pie y buscó algo que la abrigara para salir y buscar a su amado esposo.
Mientras tanto, a las afueras del hogar se encontraba un almacén amplio dándole un parecido a la casa de esta familia; en ese lugar se resguardaban materiales como el metal, leños, y un gran horno hecho de piedra que guardaba un gran fuego avivado por el carbón. Una herrería trabajada por el señor Enzo Higurashi, padre de dos hijos y amado esposo.
Enzo era el mejor herrero del país entero. Forjaba grandes armas, armaduras y todo lo que se pudiece moldear con calor, un gran mazo y metal. Ganaba cantidades de dinero al servir a grandes señores feudales en el Sengoku Jidai y al personal de defensa del gran emperador. Pero vivían humildes y felices. Amaba su labor.
- Enzo, ya es hora de cenar, deberías dejar eso y venir con nosotros. -La cálida voz de su esposa se hiso escuchar al entrar al lugar donde su esposo trabajaba. Enzo mientras vestía una yukata y una cálida bufanda algo manchadas de un polvo negro, no escuchaba por el sonar del gran mazo al golpear el preciado material.
- Cariño, es hora de entrar a cenar, se enfriara.
-¿Eh? Sí, lo siento, no te escuche. Claro en un momento. - Sus ojos azules se mostraban alegres, expresivos de él. Observo la sonrisa de su esposa y el como se retiraba por donde había llegado.
Enzo término de moldear lo que sería el filo de una hermosa espada, de hoja recta y de un color plateado aun sin mostrar un brillo.
Al dejar sus cosas en el lugar donde luego retomaría tal labor, dio media vuelta y salió al crudo invierno.
La nieve no dejaba de caer. Observó que al parecer se asomaba una pequeña tormenta de nieve, así que sin pensarlo más prosiguió a caminar entre el frío manto blanco a su casa.
Hasta que...
- ¡A- Auxilio! Por favor...
Se detubo en seco al escuchar levemente un llamado.
¿Un niño? ¿ Que hacía un niño solo en esta próxima tormenta?
Preocupado por pensar que un niño había quedado perdido, camino de lado contrario a su anterior destino y, con una mano cubriendo a la altura de sus ojos, grito con fuerza para ser escuchado.
-¿¡Donde estas!?. - Gritó con todo lo que permitían sus pulmones.- ¡Vuelve a gritar y seguiré tu voz!
El ojiazul creyó que esperaría mucho para escuchar una respuesta. Pero no fue así.
-¡Por favor, ayúdeme!
Como si la suerte estubiera de su lado, la voz del niño se hizo notar muy cerca. Solo unos bastos pasos.
Hasta que lo encontró.
Se quedó mudo al ver un cuerpo inerte boca abajo en el frío manto blanco y, con manos sobre la espalda del cuerpo del que parecía ser un adulto estaba, con una mirada preocupada y asustada, un niño al parecer con la edad de su hijo Sota.
Después del trance de unos segudo, trago saliva y con nerviosismo pregunto al niño.- ¿Que sucedió?
Sus palabras salieron en un leve susurro... Pues él sabia que ese cuerpo ya no estaba vivo.
Continuará...
Hola no soy tan nueva publicando aquí, anteriormente usaba el nombre de : Sesshyblack pero por errores de correo y contraseña no pude recuperar nada... Asi que estoy de vuelta.
Bueno tratando, esta historia ya esta adelantada, en Wattpad que es la app que mas uso con mis otras historias pero tambien me gusta esta app y deseo que conozcan mis FF aquí.
¡Espero les guste!
