.:Siete días:.

¿Cuánto más podía soportar aquella situación? ¿Es que para él no había significado nada? Eran las preguntas que atormentaban la rubia cabeza de Luna Lovegood. Si tan sólo él le hubiera dado una respuesta directa, ya fuera negativa o positiva, cualquier cosa era mejor que la incertidumbre, si tan sólo se hubieran visto después de aquellos días, ella no estaría conduciendo, a medianoche, con dirección hacia el ensayo de la boda de Ronald Weasley y Hermione Granger. Para su fortunio, la noche siempre solía cubrir los planes que la luna tenía preparados y ahora más que nunca necesitaba que la noche ayudará a la luna.

Si tan sólo Hermione no hubiera decidido hacer una boda al estilo muggle, y crear un hechizo protector contra apariciones, se notaba que era una de las más grandes brujas de su tiempo; de no ser por ese tonto hechizo habría llegado en un par de segundos, afortunadamente ella logró aprender las extrañas artes del manejo muggle, todo gracias a él. La ojigris miró su reloj para notar, que el tiempo era otra variante que se oponía a su meta, entonces ahora también emprendía un duelo con el reloj, así que pisó el acelerador, comenzando a recordar la mejor semana de toda su existencia.

Todo comenzó con una de las clásicas peleas Ron-Hermione, todos estaban tan acostumbrados a ellas, que pensaron que no pasaría a mayores, pero las cosas fueron más allá. Nadie fuera de Harry Potter sabía el por qué de la pelea. Todos sabían que el ojiverde era el más fiel confidente de la castaña. Luna sentía una cierta lastima por el pelirrojo, ya que él no tenía, al menos hasta donde sabía, alguien de igual magnitud, algún confidente. Luna se sintió obligada a convertirse, aunque sea por un par de horas, en esa persona para Ron.

Así fue como ella invadió la privacidad, que un irritado Ron quería mantener. El pelirrojo debió saber que cuando un Lovegood se propone algo no hay poder mágico o muggle que lo detenga. Así que sin más, la rubia se apareció en la casa del pelirrojo y para cuando el ojiazul notó la presencia de la ojigris, era demasiado tarde.

–Hola Ron- saludó con voz baja.

El Weasley giró para ver a la persona que se atrevió a violar su momento a solas y al notar que se trataba de la Ravenclaw, hastiado, regresó a su posición inicial. Luna notó el decadente estado del Gryffindor, ¿cómo era posible que en cuestión de horas alguien pudiera verse tan mal?

–Por Merlín, lo que me faltaba, ¿qué haces aquí Luna?- preguntó sin mirarla.

–Bueno sólo quería venir a ver como estabas- le respondió con sinceridad-. Ron, todo estará bien. Sabes que puedes contar conmigo. Sé que necesitas un Harry femenino justo ahora.

–Harry- bufó burlonamente el nombre de su mejor amigo-. Él es la razón por la que todo comenzó- murmuró para sí.

– ¿Dijiste algo?- la chica no escuchó con claridad lo que su amigo quería decir.

–No te necesito Luna, así que por qué no te largas a buscar nargles o alguno de tus extraños inventos- escupió con rencor y odio.

La rubia hizo una mueca de enojo, cómo alguien podía estar tan furioso con una persona y terminar desquitándose con otra, si Luna fuera otro tipo de persona hubiera dejado al Weasley solo con su dolor, pero ella no era así, por lo que no dejó que las hirientes y rudas palabras del pelirrojo le afectaran, al contrario, le dieron fuerzas para continuar, ahora más que nunca ayudaría al hermano de su mejor amiga.

–Ron sé perfectamente que tu cerrada mente no te permite ver cosas más allá de ella, así que atribuiré tu comentario como una falta de conocimiento hacia esos seres mágicos. Además de que comprendo que algunos magos no quieran reconocer la existencia de estos seres por miedo a sus poderes.

Ron no podía entender como Luna podía salir con una cosa de ese tipo, cuando segundos atrás la trató de echar de la peor forma que pudo. Pero también comprendía que esa era una de las virtudes de Luna Lovegood, no dejar que nadie interfiera en sus extrañas creencias y si dentro de sus propósitos estaba ayudarlo, no se iría tan fácilmente de su lado. Pero definitivamente lo último que Ron quería era compañía, así que si la editora quería quedarse él no se lo impediría, pero sólo haría eso, no intercambiaría palabra alguna con la extravagante mujer.

–Entonces cómo quieres empezar; hablando, llorando, bebiendo, tú dirás- Luna mencionó en tono alegre.

Ronald, en cambio, no podía creer en las palabras de Luna, era posible que aquella chica fuera tan determinada y cuando le iba a responder de manera cortante, recordó su plan inicial, definitivamente las negativas no eran un arma eficaz contra la Lovegood, quizá el silencio si lo fuera.

– ¿Ron?- el aludido sólo se afianzó más en su lugar, ignorando olímpicamente a la ojigris-. Está bien, tú te lo buscaste. A situaciones desesperadas, medidas desesperadas.

Y con esas últimas palabras Luna tomó a Ron del brazo, el ojiazul se sorprendió ante el acto de su amiga y sin más desaparecieron juntos. Para que instantes después llegaran una solitaria cabaña en medio de la nada.

– ¡Qué demonios está mal contigo Luna!

–No me dejaste opción. Hasta que saques todo tu dolor, hasta que mi hombro quede húmedo de tus lágrimas, nos quedaremos aquí.

–Olvídalo, estás demente, me largo- el pecoso se dirigió hacia la chimenea.

Petrificus totalus- conjuró Luna, ante laposible huida de Ron-. Lo siento, pero tú me obligaste a esto.

Con otro movimiento de varita lo elevó, dirigiendo el alto cuerpo hacia el sofá. Una vez que el petrificado estuvo a salvo en la sala, la rubia conjuró un par de hechizos más, a manera de prevención, para evitar que alguien pudiera aparecerse o desaparecer. Con calma la chica se acercó al cuerpo inmóvil del ex-guardián de la casa de los leones.

–Escucha Ron, de verdad trato de ayudarte, pero lo pones tan difícil- increíblemente las palabras no sonaban como un regaño, sino como una súplica.

Ron seguía incrédulo ante la actitud que mostraba Luna, como en algunos momentos podía parecer dura y fría como para hechizarlo por la espalda, para al segundo siguiente mostrarse comprensiva y cariñosa, era increíble; le sorprendía el hecho de creer conocerla, para toparse con la realidad de todas las increíbles cosas que la rubia escondía.

–Te despetrificaré, pero sólo si prometes, que me dejarás ayudarte.

Sus ojos grises miraban fijamente los azules del pelirrojo, aquel simple pero intenso gesto hizo que, por primera vez en mucho tiempo, unas extrañas ganas de llorar lo invadieran. Ronald Weasley no era de los hombres que solían llorar, ni aún en la privacidad se daba ese lujo, cuando pasaba por un mal momento se aislaba y sabiendo que no podía herir a nadie descargaba su furia con los objetos más cercanos. Quizá era el momento de recurrir a otras técnicas, quizá estar ahí con Luna sería un buen inicio hacia un cambio. La rubia pareció comprender la decisión tomada por el Gryffindor. Pronuncio el contra hechizo e inmediatamente el cuerpo del pelirrojo se relajó.

–De verdad Ronald es más duro tratar contigo que con los torposoplos y eso que ellos se meten a tu mente para confundirte.

Ron no pudo más que reír ante lo dicho por la ojigris, para seguidamente dar paso a las lágrimas. Por primera vez, desde el 'rapto' Luna no sabía qué hacer, que Ron llorara desde el primer día no entraba en su presupuesto, como en raras se apresuró a abrazarlo. Al contacto el ojiazul lloró aún más, queriendo disculparse por su patética acción, balbuceaba cosas que la rubia no pudo descifrar.

Queriendo calmar la situación, ella le contó sobre su problema de sonambulismo, sobre los próximos reportajes del Quisquilloso, sobre cómo su madre murió y el cómo su padre la sacó adelante, sobre su primer día en Hogwarts, sobre cada cosa que venía a su mente. Ron no estaba seguro que era lo que lo calmaba, si las hilarantes historias de la rubia o su melodiosa y suave voz al contarlas; paulatinamente sus lágrimas cesaron. Cuando las historias de la ojigris comenzaban a terminarse, fue su turno de actuar, era el momento de su confesión. Él le contó sobre lo difícil era vivir en una familia numerosa, lo molesto que podía resultar ser el mejor amigo de una leyenda viviente, sobre su fobia a las arañas y su, nueva y creciente, fascinación por los artefactos muggles.

Así pasó el primer día, entre lágrimas y confesiones. Luna sintió que por primera vez veía al verdadero Ron Weasley, que detrás de ese chico alegre, podía existir un hombre frágil.

El segundo día fue más tranquilo, pero no por ello menos doloroso. Aquel día conocieron más sobre su pasado, sobre lo irónico que resultaba el haber sido vecinos toda la vida y nunca saberlo.

–Que extrañas formas usa la vida para que las personas se encuentren, pensar que con una simple aparición o una caminata, pudimos conocernos; pero no fue hasta quito año…

–Dirás tuquinto año y el cuarto mío- corrigió la ojigris.

–Cierto, en fin, el punto es que pasara tanto tiempo, además debo decir que con tus, no te ofendas, extravagancias no te haya notado antes- admitió apenado.

– ¿Por qué habría de molestarme? No buscaba fama o reconocimiento.

Definitivamente esa chica era diferente a él, por un momento se arrepintió de no haberla notado antes, ya que si la hubiera conocido a sus catorce años, quizá él nunca habría desconfiado de Harry y su participación en el torneo de los Tres magos, creyendo que el chico de la cicatriz quería robarle la única forma en la que él, Ron Weasley, podía conseguir ser reconocido. Y así fue como durmieron durante lo que quedó de aquel segundo día, durmieron hasta que sus cuerpos se cansaron.

El tercer día Ron descubrió, a pesar de lo que pensaba, que la rubia era una excelente cocinera.

– ¿Luna qué se supone que es esto?- preguntó viendo sospechosamente el plato frente a él.

–Comida- respondió como si fuera lo más lógico del mundo.

–Ya lo creo- el pelirrojo comentó sarcásticamente-. Y puedo saber ¿qué es esto?

–Bueno son huevos de lagarto, acompañados con tocino y puré de rábanos- recitó feliz-. Mi padre y yo solemos comer esto cuando estamos en un viaje, es muy nutritivo.

–Ya veo- Ron seguía analizando su desayuno, no podía creer lo que comería-. ¿Y en tu casa eres tú la que suele cocinar?

–Así es, mi padre es un desastre- respondió lamentando la falta de habilidad de su progenitor-. Adelante, come, pierde sabor cuando lo dejas enfriar.

Viendo su plato, el ojiazul se preguntaba qué tan pésimo era Xenophilius Lovegood en el arte culinario para que su hija fuera la que se tuviera que encargar de la cocina y teniendo en cuenta la persistencia característica de la Ravenclaw, no preguntó más y con cierto temor se decidió probar sus platillos. Sorprendentemente después del primer bocado, simplemente no pudo parar de probar cada platillo; con extrañas formas, colores y olores, que la ojigris ponía sobre la mesa.

Para el cuarto día, Luna conoció por primera vez un auto muggle, ella no estaba acostumbrada a viajar en transportes públicos, a excepción de los trenes, por lo general usaba lo métodos mágicos, ella en algún momento recordó que su padre deseaba comprar un auto volador, pero al final desistió.

– ¿Ya estás lista?

– ¿Para qué?- preguntó ingenuamente.

–Para aprender a conducirlo.

– ¿Conducir qué?- Ron señaló el auto con su celeste mirada-. ¿Esa cosa?

–Claro, por eso estamos aquí, ya te di la parte teórica, ahora viene los más divertido.

–No dudo que haya algo de diversión en aprender a usar esto- movió ambas manos sobre el vehículo azul-, pero cuál es la finalidad, digo, si con un simple movimiento de varita puedes…

El Gryffindor no la dejó terminar y la empujó hacia adentro del transporte, cerrando la puerta del conductor para que la chica no pudiera escapar. Velozmente rodeó el auto por la parte de enfrente y tomó su lugar en la parte del copiloto.

–Ahora recuerda lo que te dije y trata de no chocar.

Aquella tarde Luna reconoció el duro trabajo que se llevaban los muggles al tener que usar, como fuente primordial, aquel medio de transporte, ya que ella descubrió lo complicado que puede ser su manejo.

Para el quinto día, Ron descubrió que podía tener cosas en común con Luna, ya que ella le habló sobre su corta faceta como narradora de quidditch

–No sabía que te gustara el Quidditch- comentó divertido el pecoso.

–Todos tenemos facetas y momentos.

–Te apuesto a que con un poco más de dedicación y pudiste quitarle el puesto a Dean- halagó el muchacho-. Además, he de confesar que él a veces me confundía cuando mezclaba el quidditch con el fútbol.

Y para el sexto, fue el turno de Luna para descubrir que Ron tenía pequeños placeres secretos, ya que él tenía un secreto gusto por volar cometas.

–Quizá cuando la terapia- haciendo una pausa-…bueno, cuando esta cosa termine y vayas de visita a la madriguera, tal vez te puedas dar una vuelta por mi casa, ya sabes para volar algunas cuantas cometas. Tengo un par que podrían gustarte.

La chica estaba feliz de descubrir que un Gryffindor no era tan distinto de un Ravenclaw, de descubrir que la distancia entre el menor de los varones Weasley la única heredera Lovegood, no era tan grande.

El tiempo juntos era tan natural que ninguno de los magos avecinó que el fin estaba cerca, ¿por qué habrían de pensar en un fin?, ¿qué podía salir mal? Era una lástima que ninguno de los dos jóvenes fuera un experto en adivinación, ya que de ser así pudieron predecir que el séptimo sería su último día. Sería el último momento que pudieran compartir juntos, antes de que todo colisionara.

– ¿Qué es eso?- preguntó una distraída Luna, que preparaba el desayuno.

–Una carta- dijo despreocupado.

– ¿Carta? ¿Quién podría ser?- la rubia se limpió las manos con un trapo y se acercó al pelirrojo.

–No lo sé, ¿alguien sabe qué estamos aquí?- preguntó al aire, al tiempo que giraba el sobre-. Hermione - dijo en voz queda, no creyendo lo que sus ojos miraban.

La rubia enfocó toda su atención en el ojiazul, que le sostenía la mirada. No creyendo en sus palabras, le arrebató la carta de sus manos, sólo para confirmar al remitente. Luna no pudo más que regresar la carta a manos de Ron. Él por su parte fijaba sus celestes ojos en busca de los grises de ella, la cual no dejaba de mirar el sobre, segundos más tarde elevó su mirada hacia la de él. Ron logró ver en los ojos grises de la chica la respuesta a la pregunta que nunca hizo, así que abrió la carta con impaciencia y la devoró, como Hermione solía hacer con los libros que leía.

– ¿Y bien?- con demasiada ansiedad, Luna rompió la tensión.

–Quiere verme, quiere hablar sobre nosotros, quiere saber si aun podemos rescatar nuestra relación.

– ¿Relación? Hermione debió perder la cabeza. ¡Desde hace siete días que no se digna a buscarte y ahora pretende que las cosas sigan como si nada!- la rubia explotó.

–Lo siento Luna, debo ir a verla, necesitamos hablar- Ron la ignoró, mientras que la aludida se sorprendió ante la respuesta del chico.

Pero al fin de cuentas, la ojigris sabía que en cuanto Ron partiera de aquella cabaña todo se iría al demonio, pero también sabía que no podría evitar que el pelirrojo tuviera que marcharse, tuviera esa charla con su castaña amiga. Así que sin más, decidió darle a Ron una razón por la cual quedarse, por la cual terminar con Hermione, lo besó. El contacto tomó por sorpresa al ojiazul, que segundos después reaccionó.

Si le obligaran a tener que olvidar y enterrar aquella maravillosa semana, él quería llevarse el mejor recuerdo. El beso fue desesperado, hambriento. No tenían tiempo que perder, ya que quizá éste no les diera un mañana en el cual pudieran besarse con lentitud y disfrutar el momento. Ron deseaba con todo su ser seguir con el contacto, pero si algo había aprendido en su estadía con Luna, era que no podía ser egoísta, que no podía volver a perderse en sus emociones, que debía afrontar sus problemas y que fuera de su mundo había personas que se preocupaban por él y en definitiva Hermione era una de ellas. Pero su problema ahora era el estar besando a Luna Lovegood, estar disfrutando de los labios de la rubia, cuando aún tenía cuentas pendientes con Hermione Granger. Así que con un sorpresivo movimiento Ron rompió el contacto, empujando a la rubia lejos de él y antes de que ella pudiera objetar algo, él desapareció.

Esa semana seguía en su mente y ese beso seguía en sus labios. Luna ilusamente creyó que después de la partida de Ron, él regresaría y le diría que su relación con la castaña había terminado, pero para su mala fortuna lo único que recibió, días después, fue la invitación de la boda Weasley-Granger. La ojigris intentó durante días comunicarse con el Weasley, pero le fue imposible, ya fuera que él se encontrara, casualmente, en una misión o argumentando que tenía asuntos que arreglar para la boda. Era por todas aquellas vueltas al tema, que ella estaba en camino de destruir la felicidad del hombre que amaba y de una de sus mejores amigas. Debía obtener una respuesta de él.

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Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling y a los correspondientes.

Nada mejor para empezar un fin de semana que una historia nueva y que mejor si es mi primer Runa :D

Esta historia surgió por un reto del foro 'Harmony hasta la tumba' en el cual era una serie de duelos entre escritores y así, entonces para el primer duelo debíamos escribir una viñeta de no más de 1000 palabras y como soy bien chorera pues me costó bastante, pero al final no pude evitar ampliar el fic y resultó esto que leyeron.

Y bueno tenía en mente publicar este y el otro fic como one-shots perooooo, una loca idea vino a mi mente en la cual en lugar de ser ones serán tres partes para cada escrito (lo sé estoy loca xD) también he de explicar que uno de estos three-shots están relacionados entre sí, a pesar que uno sea Runa y el otro Harmony, pues algunas cosas o cabos que queden en uno de ellos encontrarán la respuesta en el otro, no sé si me expliqué, por ejemplo, si desean saber el porqué de la pelea de Ron y Hermione podrán leer la otra historia que se llamará: 'Una semana, 36hrs, una tonada' y podrán buscarla con es nombre con los personajes de Harry y Hermione o bien ir a mi perfil y buscarla, he de aclarar que dentro de una semana (partir de la publicación de este primer capítulo) publicaré el Harmony. Sólo esperenlo y bueno si les gusta y quieren saber más, pues podría subir antes el otro three-shot que es Harmony

Cada semana subiré un capítulo ya sea de este o del Harmony, quizá con suerte de ambos, de pendiendo el tiempo que me tomé y que tan inspirada esté para mis otros fics. Y finalmente se me han terminado las palabras xDD

Sólo espero que hayan disfrutado y esperen lo que vendrá. Además de que si desean ver mejor la imagen de portada, pueden ir a mi perfil y ahí estará un link con la imagen o pueden ir directamente a mi twitter y verla. Ya saben comentarios, sugerencias o dudas por review
:)