Su lapicera garabateaba rápidamente, dejando salir sus sentimientos en cada oración escrita. Una canción de amor, eso, estaba escribiendo como venía haciendo hace días a partir del momento que se dio cuenta que se había enamorado de Marinette, esa chica que en un principio de conocerla le había resultado muy agradable, la cual además compartía los mismos gustos que él.
La misma chica que sabía que se sentía atraída hacia él. Con saber eso, debería confesarse. Sin embargo no puede, ya sea por interrupciones o porque el mismo no puede dejar salir las palabras por increíble que parezca. O el principal motivo, ella gustaba de alguien más. Alguien que realmente no se percataba de ese obvio hecho que todos sabían menos él.
Dejó la lapicera sobre el papel y comenzó a tocar los acordes. La letra que debería cantar, lo hace en el fondo de su mente. Pronunciándolas en silencio sin tener poder dejarlas salir en el exterior; si no estaba ella, no tenía sentido recitarla a la pared. Por eso cuando finalizó, la llamó para que viniera.
Lo que ocasiono que un día sentado en la cama de su habitación, su guitarra en su regazo, escuchara la puerta golpear suavemente.
—Soy M-Ma-Ma-Marinette.
—Puedes pasar M-Ma-Ma-Marinette.
Ella lo hizo ignorando lo sucedido recientemente con su nombre, después de todo, él no lo hacia con mala intención. Sin dar un paso más se quedó cerca de la puerta observando con un rubor en sus mejillas a Luka.
—¿Qué pasa? —preguntó la muchacha, su voz saliendo un poco temblorosa— En el mensaje me dijiste que era algo importante, pero no me dijiste que.
—Cierto.
—¿Y qué es? —cuestionó al no recibir respuesta del joven.
Luka sonrió ladinamente.
—No muerdo —declaró palmeando un costado de su cama, indicando que se siente— A veces... —añadió juguetonamente cuando Marinette se estaba sentando, razón que provoco que se levantara de un respingo y lo mirara con su rostro sonrojado.
Él rió suavemente, sus dedos cubriendo parte de su boca.
—¿M-me lo vas a decir? —preguntó con curiosidad Marinette, volviéndose a sentar.
—La música es más sencilla que las palabras —espetó— Espero que entiendas con esta canción.
Con eso dicho comenzó a tocar, su púa deslizándose por las cuerdas. Marinette quedo estática mientras escuchaba la suave melodía y cuando empezó a cantar su corazón se volvió completamente loco. Estaba teniendo un ataque de taquicardia.
La hoja que estaba perdida en su escritorio, era su corazón traducido en palabras por eso cuando canto no necesito mirarla. Ya sabía que cantar, ya sabía que decir.
Al finalizar, sus ojos celestes miraron fijamente a Marinette, esa chica que parecía que se había convertido en una estatua.
—¿Lo entiendes?
—¿E-entender qué? —Realmente su cabeza no podía pensar en nada, su corazón alocado parecía saber de que estaba hablando. Se levantó como pudo y se dio cuenta que fue un error cuando su piernas comenzaron a doblarse.
Intento mantenerse de pie, pero no pudo cuando la voz tranquila y profunda de Luka hablo: "Que me gustas"
