Prólogo: "Cuando las coronas caen."


Había llegado el momento. Ambos ejércitos se batirían en combate, para dar fin de una vez al eterno enfrentamiento por la conquista de la región. La hegemonía sólo pertenecería a uno de ellos.


20 de Julio, castillo del Imperio de los Leones Negros.

[...]

—Realmente creí que no lo lograrían —dijo la emperatriz de armadura azul, fingiendo sorpresa—. ¿Acaso piensan que serán capaces de vencernos? No tendrían que haberse molestado en llegar hasta aquí.

La líder de la rebelión, Tendo Maya, permaneció inquebrantable ante las burlas de su rival. Se dispuso a verla atentamente con un semblante serio, determinado. Una simple orden bastaba para dar inicio a la tan ansiada lucha; sin embargo, tenía cierto interés en oír sus palabras antes de lanzar el primer ataque. Esto generó cierto recelo y nerviosismo en sus compatriotas, quienes observaban la escena desde lejos con sus respectivas armas en alto.

—La victoria será del ejército más fuerte: aquel que sepa utilizar sus recursos y conocimientos para explotar las debilidades del enemigo. En esta temprana instancia, no hay certeza alguna para afirmar fehacientemente quién saldrá ganador.

Antes de que Kaoruko pudiera formular alguna ofensa, Maya continuó.

—Por supuesto, eso no quiere decir que nos rendiremos ante sus calumnias. La derrota no es un término bien recibido por el Imperio del Sol —concluyó su posición mientras señalaba con la mirada a todos los soldados de su bando: llevaban armaduras de colores blanco y rojo, adornados con ornamentos de oro simbólicos del astro que los identifica.

La joven de cabello azulado largó una pequeña carcajada, manteniendo su faceta entretenida.

—¿Entonces es así como serán las cosas? He estado todo el día pensando en este mismísimo instante, cómo sería cuando nos encontráramos en combate.

—Es un honor, para todos nosotros, luchar por los ideales que nos rigen y mantienen en pie. No podría haberme esperado menos de usted, Hanayagi-san respondió con astucia, sus orbes amatistas clavándose en lo más profundo de su interior.

«Ya es hora de acabar con esto», pensó Kaoruko, adquiriendo una actitud más acorde a la situación en la que se encontraba. Tenía hambre de guerra, y ver a la persona enfrente suyo tan calmada —como si sus palabras no le hubieran afectado en lo absoluto— detonó aún más su ira, enmascarada a través de picardía. Fue justamente ella quien decidió dar el último respiro.

—Muy bien, Imperio del Sol. Ya no queda nada más que decir, ¿no? —pausó unos segundos para darse vuelta y dirigirse hacia sus fieles soldados, gritando vigorosamente— Leones Negros, ¡al ataque!

[...]


De esa manera, se dio por comenzada la guerra más ambiciosa y mortal. Por un lado, el Imperio de los Leones Negros, bajo el mando de Hanayagi Kaoruko; por el otro, el Imperio del Sol, teniendo como líder a Tendo Maya.


A pesar de todo lo acontecido, hubo un bando que salió victorioso; fue el encargado de cantar, luego de tanto sacrificio y esfuerzo, "jaque mate".