Comienza la comunicación.

Una puerta se abre de golpe, con ella se escuchan disparos, gritos, cosas que no deberían emitir sonido terminan siendo trituradas, era una agonía. Los pasos llenan todo el sitio, suben las escaleras mientras la puerta es cerrada, trancada, bloqueada y ocultada.

Se escuchan que varios pasos llegan de nuevo al sitio principal, una mesa es despejada y las sillas son movidas, algo se pone en la mesa, el sonido de un botón es oprimido, seguidamente, una inhalación profunda se da a lugar, una polvorienta grabadora es encendida.

El del hombre detrás de aquel viejo artilugio refleja un cansancio espléndido.

¿Por...por dónde comienzo? ─ Se dijo a sí mismo en voz alta. Nuevamente suspiró. ─ Mis compañeros...mis camaradas...mis amigos...mi familia...mi casa...mi hogar... Todo esto...increíble... Todo esto se fue a la mierda... ─ Soltó, se oía que no sentía muchas ganas de hablar, pero lo hacía, aparentemente tenía un propósito.

Es muy posible que cuando tú, o alguien más esté escuchando esto...posiblemente ya esté en la otra vida... ─ Parecía que el mensaje se lo aseguró a alguien. ─ Tal vez no debería recordártelo, pero quiero aferrarme a la esperanza que en tu época, todo esto ya no ocurra. ─ Estaba agotado, su voz delataba su estado de ánimo, solo yacía letárgico antes de seguir.

Dos veces al año...durante un largo mes, esta tragedia siempre ocurre. Las campanas suenan, y una voz hace acto de presencia y anuncia el momento de la verdad... ─ Se detuvo, buscaba las palabras para continuar. ─ Básicamente, todas las reglas se corrompen, no hay alguien que ponga un paro a todo esto, incluso en el día, la sangre de inocentes, incluso de los niños...siempre, siempre se derrama. ─ Era fuerte, todavía no se quebrantaba.

─ Como un oficial, se supone que esto no me afectaría, de no ser porque el país al que sirvo se hace daño a sí mismo con esto, y no solo este, aun si quisiera irme, todas las naciones concordaron con lo mismo. No hay sitio al cual uno se escape, esa fecha permanece estricta; solo para controlar la sobre-población mundial...vaya excusa más barata. ─ Ya había llegado lejos, no debía detenerse.

¡Y nadie hace algo al respecto! ¡Todo aquel que lo intenta termina muerto! ¡Todo opositor es borrado del mapa como si nunca hubiese existido! ─ Se escuchó que algo se rompió en esa grabación. Aquella persona se tomó unos segundos para calmarse. ─ Si eres tú quien me oye, estoy muy feliz de que hayas sobrevivido, pequeña. Lamento nunca haber vuelto, pero si lo hice...je, entonces...entonces espero que no me haya perdido el resto de tu vida. ─ Su voz se tornó paternal en aquellos diálogos, pasó de un oficial corrompido, a un padre cariñoso.

En el debido caso que haya sido alguien más el que encontró esto...pues, de igual manera, agradezco que hayas hallado esto, porque también tengo que decirte una cosa, ya sea para ti, hija mía, o para ti, joven buscador; si éstas fechas no han cambiado, pues. ─ Se tomó unos segundos antes de continuar, su voz era más tranquila desde hace un rato. ─ Escuchen las palabras que este viejo hombre tiene que decir: Traten, no se rindan, tarde o temprano, alguien pondrá a esos inquisidores a donde pertenecen, si ese alguien eres tú...pues, vivo o muerto, todos aquellos con una pizca de cerebro encima, te estaremos apoyando. ─ Se tomó una pausa, se oyó que tomó de un vaso.

Soy Albert L, y te digo: Haz que la Purga se detenga, de una vez, y para siempre. ─ Sentenció el hombre, poco después la estática fue lo único que la grabadora soltó.

La comunicación terminó.