Éste es un fic de LightxSayu. Ya están avisados. Realmente puede parecer algo bastante enfermo ya que son hermanos pero lo miré desde una perspectiva romántica (la lujuria se entromete por culpa de las hormonas adolescentes xd). Parece que no hay nadie al nivel de Light y su ego y pensé que no habría nada mejor que su propia sangre ¿no?
La verdad no sé si hacer que Light sea Kira en este fanfic y así poder mete no. Así que díganme en los comentarios qué prefieren y a partir de ahora disfruten de lo que mi mente perturbada es capaz de crear.
Death Note ni ninguno de sus personajes me pertenece.
Sayu caminaba hacia casa en compañía de una amiga reciente de la escuela. Habían planeado ir a casa Yagami para merendar mientras hacían los deberes que había mandado el profesor, y además de eso, poder pasar un buen rato juntas riendo y hablando.
Sus padres no estaban, solo estaba su hermano que solía encerrarse en su habitación a estudiar. Llamó al timbre y poco después apareció Light abriendo la puerta y saludando a su hermana y luego dando, adecuadamente, la bienvenida a la nueva amiga de Sayu. Luego de ello, las dejó solas en el salón mientras él subía las escaleras para volver a su habitación.
En cuanto oyeron la puerta cerrarse tras él, su amiga se giró entusiasmada hacía Sayu.
- Wow. Tu hermano está muy bueno. Ya quisiera yo tener un hermano tan caliente.
Ante tal comentario Sayu se puso roja sin saber muy bien qué decir. Todas sus amigas siempre decían lo mismo (aunque tal vez con palabras más discretas), siempre hablaban de lo guapo y atractivo que era su hermano y de cuánto inteligente es. Todos admiraban a Light. Y cómo no iban a hacerlo. Siempre el mejor en todo. Sayu idolatraba a su hermano, y aunque no lo dijera en voz alta, e incluso en su mente procuraba callar esos pensamientos, era consciente de lo atractivo que él es.
Después de tomar un té junto a unos sándwiches que su madre había dejado preparados en la nevera. Sayu y su amiga se dispusieron a hacer los deberes luego de haber estado riendo y cotilleando durante horas.
- Oye, tu hermano es muy listo. Podríamos pedirle ayuda con estos problemas.
- Umm. Bueno, podemos primero intentarlo nosotras. Además, él debe de estar ocupado estudiando para sus exámenes.
- Porfa, Sayuuu. Dile que baje solo será un rato. Con las buenas notas que saca seguro que no le importará nada dejarlo un rato para ayudar a su hermanita pequeña y a su amiga a resolver unos problemas de mates.
- Sí bueno pero...
- Sayu, va, por favor. - Suplicó su amiga haciendo un puchero.
Ella no supo bien bien qué hacer. No quería molestar a su hermano, ni mucho menos por su amiga. Sobretodo, sabiendo las segundas intenciones que tenía. Le resultaba muy molesto. No era la primera vez. Muchas amigas cuando venían a su casa siempre buscaban maneras para hablar con su hermano o incluso algunas coqueteaban con él, como si tuvieran alguna posibilidad.
Sabía que su hermano siempre procuraba ser amable con sus amigas aunque por dentro ocultaba su fastidio. Sin embargo, parecía que su amiga no tenía ninguna intención de desistir y como ya empezaba a hacerse tarde pronto llegaría la hora de que se fuera, así que no estorbarían a su hermano por mucho tiempo.
Sayu subió a la habitación de Light y entró tímidamente.
Su hermano estaba sentado en su escritorio junto a varios libros y apuntes.
- Hola, Sayu. Necesitas algo? - Preguntó él dibujando en su rostro una sonrisa.
- Em… Sí. Lo siento de verdad. Sé que estás ocupado. Pero, si tienes un poco de tiempo ¿Podrías ayudarnos a hacer unos ejercicios, por favor? - Se notaba en la voz que no le hacía mucho gracia la idea, la culpabilidad era palpable en su tono como si realmente estuviera diciendo "lo siento, onii-chan, de nuevo una amiga mía quiere que mi popular y guapo hermano esté presente."
Sayu bajó la mirada y suspiró resentida. En cambio su hermano soltó una risita y se levantó alegremente mientras daba unas palmaditas en el hombro a su hermana pequeña.
- Claro. Me irá bien despejar un poco la mente de esos libros. - Le ofreció una tierna mirada a su hermana y descendieron por las escaleras.
Claro que no le era muy atractiva la idea de tener que aguantar a las crías que eran las amigas de Sayu. Todas tan melosas y pesadas. No obstante, con el tiempo comenzaba a acostumbrarse y lo tomaba con un ligero humor ante la situación.
Se sentaron en una mesa en el salón llena de libros, fluorescentes y bolígrafos de colores esparcidos. Light se sentó en el cabezal de la mesa con las dos niñas a cada lado.
- Oye, Light-kun, eres muy amable por ayudarnos. No sé qué haríamos sin ti. Es que son muy muy difíciles. - Decía la amiga entretanto acercando su silla e inclinando su cuerpo más hacia el joven.
Sayu guardó silencio todo el tiempo. La otra niña se pasó el rato alabando lo listo que era Light, dándole las gracias y preguntándole acerca de un montón de obviedades, se acercaba al hermano y apoyaba su mano en el brazo del muchacho.
Él, cómo no, la ayudó cortésmente ignorando sutilmente cada acercamiento y alabo de ella. Miró el reloj de su muñeca y vio la oportunidad de zafarse de aquella molesta cría.
- ¡Qué tarde es! Deberías de llamar a tus padres para que vengan a recogerte, ya deben de estarte esperando. Pronto será hora de la cena.
- Sí, es verdad. - Dijo desanimada - No te preocupes vivo a unas calles de aquí puedo ir caminando.
- Entonces mejor te acompañamos. - Dijo el muchacho a pesar de no hacerlo por gusto sino más por deber. Nadie objetó nada. La amiga recuperó toda emoción de alegría al poder disfrutar un poco más de la compañía del guapo chico y Sayu siguió en silencio.
...
Una vez que esperaron que la niña entrara en su casa, ambos hermanos volvieron a su hogar. Seguramente sus padres ya estarían , o al menos su madre ya que su padre trabajaba hasta tarde, y cenarían los tres juntos.
La noche aún era cálida y pasaron por las calles bajo las luces anaranjadas de las farolas.
- Onii-chan, de veras lo siento.
- No te preocupes, no me cuesta nada, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
- Es que insistió mucho. Yo ya no se que decirles. Lo siento. Deberías de aprovechar tu tiempo en tus estudios. No quiero molestarte.
- No tienes que pedirme disculpas por nada. Ni es culpa tuya. Te ayudaré en todo lo que necesites, y si eso conlleva tener que hacerte compañía a ti a tus amigas eso haré.
Caminaron en silencio hacia casa. Sayu se sentía culpable y a la vez abatida. No soportaba ver como se acercaban tanto a Light, como esas niñatas actuaban y aun menos le gustaba tener que hacerle pasar a su bondadoso hermano por todo eso cuando él ya tenía suficiente trabajo. Los días como este, en los que cosas así ocurrían, Sayu realmente se deprimía. Lo único que quería ahora era encerrarse en su cuarto, porque tales cosas causaban que una equivocada sensación de celos la invadieran. En esos días se le hacía imposible negar sus pensamientos. Aquellos tabúes que procuraba alejar.
Desde pequeña siempre fue muy cercana a su hermano. Eran muy cariñosos entre ellos a diferencia de los otros hermanos que siempre andaban peleando y haciendo trastadas. Y cuando ese afecto se elevaba en algo más que fraternal... Cuando la admiración se acercaba a la atracción... Sayu los arrinconaba en el más oscuro rincón de su cabeza, negándose a aceptarlos. Estaban tan equivocados, eran tan horribles e inapropiados. Quería aislarle y llorar porque no entendía cómo podía haber llegado a tales sentimientos. No sabía cómo huir de ellos.
Así fue, que cuando llegaron a su hogar. Sayu se excusó declarando que no tenía hambre, que no iba a cenar y fue a su habitación dejando tras ella a una madre sorprendida ante la falta del carácter vivaz y enérgico propio de su hija.
Acabada la cena, Light le comunicó a su madre que iría a traerle un plato con la comida a su hermana por si ya tenía hambre y así hablar con ella para averiguar qué le sucedía. Su madre le agradeció y sonrió orgullosa del buen hijo que había criado y se sintió complacida de que se llevaran tan bien entre esos dos.
La habitación estaba a oscuras. Dudó pensando que tal vez su hermana se hubiera ya dormido pero unos débiles sollozos la delataron. Light encendió la luz y colocó la bandeja con la cena sobre la mesita de noche.
Se sentó en un costado de la cama donde un bulto sobre las sábanas intentaba en vano cesar sus lloriqueos.
Light acarició el hombro de su hermanita pequeña.
- Sayu, que te ocurre?
La niña siguió llorando. La volteó para enfrentar sus ojos chocolate cubiertos de lágrimas. Con un movimiento dulce de la mano limpió las lágrimas de sus enrojecidas mejillas. Ella miraba hacia otro lado sin querer enfrentar el rostro preocupado de su hermano.
- Sabes que puedes contarme cualquier cosa. Dime ¿Qué es lo que te inquieta?
Los sollozos se tornaron más agudos y rompió a llorar con mucho más desconsuelo que antes. Por más que lo evitara solo lograba aumentar su llanto. Su hermano la acunó entre sus brazos. Enterró su cara entre su pecho humedeciendo con lágrimas la camisa blanca de su hermano y arrugándola al aferrarla con fuerza en sus manos.
Estuvieron así hasta que lentamente las lágrimas de la joven se fueron apaciguando y unicamente quedo el sonido de unos suaves hipos.
Nunca rompió su abrazó. Continuó meciéndola y acariciando su pelo moreno. Poco a poco la separó para poderla mirar a los ojos, arrullando sus mejillas.
- Cuéntame.
- No... No puedo. - Sus palabras eran casi inaudibles. Simplemente no podía contarle lo que verdaderamente le ocurría. Era un cúmulo de todo. Un cúmulo de todos las sentimientos erróneos y espantosos. Si salían a la luz, sólo podía hacer nacer repugnancia hacia ella, hacia tales pensamientos.
- Sea lo que sea, prometo no decir nada. Puedes confiar en mí, Sayu.
- Onii-chan...
- Dime.
- No es nada, de verdad.
- Si puede borrar la sonrisa de tu rostro, algo debe de ser.
- No... Déjalo, por favor.
- No puedo dejarlo. No puedo dejarte estando así tan abatida. Llevas toda la tarde desanimada, desde que fui a ayudaros con los deberes ¿Es por eso? ¿Por tu amiga? ¿O acaso he hecho algo que te ha molestado?
- No, no. Light, tú no has hecho nada. Tú siempre tan correcto y tan amable. Teniendo que soportar por mi culpa a mis compañeras, molestándote. - hizo una pequeña pausa y luego, con una mueca y un estremecimiento involuntarios, continuó. - Acariciándote, robándote tu tiempo. Yo, yo lo siento. Perdóname. Perdón!
- A pesar de ello, yo ya te he dicho que no pasa nada. No tienes la culpa de eso. A mí no me molesta Sayu.- Mintió.- Por favor, no tienes que sentirte así por eso.
- Sí, sí que pasa. No lo soporto. No lo mereces ¡No te merecen! - Dicho esto calló. Pánico. Pánico por lo que había dicho ¿Qué se suponía que quería decir? ¿Que ellas no lo merecían? ¿Que ella no quería que nadie estuviera con él, solo ella? Light la miró con ojos bien abiertos. Repleto de confusión y sorpresa.
- ¿Es eso?¿ Te molesta que la haya ayudado? Lo he hecho por ti. Porque me gusta ayudarte. No porque disfrutará de pasar tiempo con ella, sino de poder ayudarte con tus amistades. No te sustituiría por nada, tú siempre serás mi única hermanita, la que más quiero.
Se sintió como una estúpida. Como una niña consentida y acaparadora que no quería compartir a su hermano. Quizá eso es lo que era. Los celos la habían nublado. Se habían mezclado junto a la culpa. Todo era un embrollo. No obstante, el problema no era ese. No era que no quisiera compartir a su hermano, sino que ella lo quería de una manera distinta. Algo que no podía decirle, y a la vez, callarlo la reconcomía por dentro. Tan solo anhelaba silenciarlo con tanta firmeza que dejara de existir. Sin embargo, éste solo se expandía. Y no sabía que hacer. Y no podía acudir a su consejero. No podía escuchar las sabías palabras de su hermano porque no podía confesarle tal cosa.
Su hermano analizó atentamente la expresión de la muchacha. Había algo detrás de sus palabras. Algo callado y que avasallaba su mente. La conocía.
- Hay algo más. - No cuestionó, afirmó.
Sayu maldijo su capacidad de deducción y su estrecha relación. No se le ocurría qué hacer. Combatía con la agudeza y persistencia de su hermano. No encontraba ninguna luz ni camino para salir. Se sentía atrapada. Soluciones ausentes. ¿O a caso la solución era contarle? Sin embargo, eso rompería todos sus lazos. La repugnancia que sentiría su hermano por ella ¿Sería capaz de soportarlo? No parecía existir remedio. Solo podía lanzarse al abismo.
- Yo... no sé como solucionarlo. Créeme que he intentado evitarlo de todas las formas. Siento algo. Algo repulsivo y horrible que hará que me odies pero que solo hace más que crecer y crecer y no sé cómo pararlo. Tienes que ayudarme a pararlo. - Las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos.
- Nunca sería capaz de odiarte.
- Sí. Lo harás.
- Te prometo que no ¿De qué se trata eso que sientes?
- Yo ... Te quiero... Pero.
- ¿Pero qué?
Enterró su cara entre sus manos. No obstante, no se lo permitió. La agarró de las muñecas y descubrió su rostro húmedo por las cascadas que lo recorren con un tono rojizo de dolor y vergüenza.
- Te quiero más que a un hermano. Me gustas en otro sentido, en uno totalmente inmoral e incorrecto. No sé cómo ha podido pasar, simplemente pasó y no puedo pararlo. No me odies por favor. No quiero perderte.
Tengo que confesar que esto parece un drama romántico. Aunque no creo que podamos culpar al pensamiento de Sayu, ella es una niña pequeña aún y se ha criado con películas de amor y un caliente hermano. También se ha de decir que no está muy bien escrito. Siempre me ocurre con las introducciones porque me apresuro en llegar a donde empieza realmente la historia y no me esfuerzo mucho en escribir bien con las prisas. Así que perdón.
Si les ha gustado haganmelo saber. De verdad que ver que hay gente siguiendo la historia me motiva a seguir.
