Le relieve
Bienvenidos a "Le relieve". Espero disfruten este fic. Otro lemon para aquellos que disfrutan del arte de seres humanos no-reales teniendo sexo. Otra cosa que me gustaría agregar a este disclaimer, es que tomare a Black Rock Shooter como protagonista, que le dejare el nombre de Mato Kuroi. La escogí a ella porque creo que hacen buena pareja, además de lo mucho que se parecen. Quise hacer un yaoi, puesto que es mi genero favorito de por vida, pero no estaba segura de si hacerlo con los adorables hermanos Okumura. Bueno, espero lo disfruten.
Capitulo 1: Le start
Ver a la competencia ganar el premio, nos hace sentir vulnerables. Posee en sus manos lo que yo había estado luchando por obtener.
¿Luchando? No, no creo que esa sea la palabra correcta.
Deseando.
Siempre hay altas y bajas, eso dicen las personas comunes. Lo que mis ojos contemplan es lo que yo hubiera querido vivir. Sonreír como lo hace ella. Mirarlo como lo hace ella. No puedo. Vulnerable yo. Carente de lo que nunca fue mío. Envidiando lo que siempre perteneció a otro.
¿Sentirme así me hace humana, no?
Si.
Tengo varios problemas. Lo sé. Todos tenemos problemas… No quiero ser una chica común…
Llevo varios meses aquí, ya perdí la cuenta… la verdad no quiero contarlo. Si lo cuento, me daré cuenta que tan cerca esta el final. El final de esto…
Los pasos que retumbaban en el pasillo por parte de mis pies comenzaban a molestarle a mis oídos. Los únicos que hacían contacto con aquel suelo en aquel momento. Ya quería salir de allí. Respirar el aire puro del día, ver el sol y cielo ser amigables con mi rostro y caminar entre la multitud en silencio mientras me ahogo en mi mente.
El pasillo parecía interminable, por lo que me apresure a correr hacia la puerta de salida, corrí lo más rápido que pude. Al salir mis ojos notaron a alguien allí.
Rin Okumura.
¿Qué hacia allí? Se supone que ya termino la escuela, incluso la de exorcismo. Ya no tenia porque esperarme como siempre solía hacerlo desde hace ya algunos meses. Ver su cara me dolía. No quería escuchar lo feliz que estaba de que su corazón fue correspondido. No. Quiero ser egoísta. No quiero verlo.
Chica común…
- ¡Mato! – exclamo al verme.
No respondí.
- Bien, ¿A dónde iremos hoy? – pregunto sonriente.
…
- ¿Mato? – su cara se torno seria.
No me había percatado de que lo había estado mirando fijamente. Estudiando cada expresión que mostraba.
…
- ¿Mato? – me llamo nuevamente.
…
Su voz resonaba en mi cabeza como un tabor. Un tabor siendo tocado fuertemente, provocando que mi cabeza quisiera explotar en mil pedazos.
Rin llevo sus manos a mis hombros y me sacudió varias veces.
- ¡Mato! – nombro mi nombre con aquel tono de molestia mezclado con preocupación.
- Rin. – llame con tono calmado y bajo.
Rin me miro a los ojos y espero a que hablase.
- Ya acabaron las clases. – dije llevando mis manos a los bolsillos de mi sudadera mientras lo miraba.
- Pero eso no quiere decir que ya no podamos comer juntos. Es una promesa. No tiene límites. – dijo sonriente. Aquella sonrisa que suele estirar sus labios y hacerme perder la paciencia.
Mantuve silencio por unos segundos acomodando mi cabeza. Definitivamente estaba feliz. ¿Por qué no estarlo? Ya tenía a la primera chica que jamás le había gustado en toda su vida. Primer amor. Es razón suficiente para estar feliz. Amor de verano.
La sangre me ardía en las venas y mi corazón se agitaba.
La sonrisa de Rin se grababa en mi memoria. En ese momento sentí una pesadez en mi cuerpo. Aquella cuando te esmeras tanto en algo para luego venirse abajo.
Tome un puñado de aire.
- Vamos a uno de comida rápida. – dije mientras me apresuraba a caminar siendo seguida por Rin.
- ¿MacDonalds? – pregunto emocionado.
- Si, ese.
Rin se apresuro a alcanzar mi lado para caminar junto a mí por lo que aproveche para observarlo de reojo. Su sonrisa no dejaba su rostro. Seguía allí, perfecta, volviéndome cada vez más loca. Quería sacarlo de mi pecho de una vez. Se que seria inoportuno y atrevido pero era lo único que quería hacer en ese momento. No puedo evitar ser egoísta…
El camino se me hizo largo, pero estaba segura de que para Rin solo fue algunos pasos junto a mí. Rin ordenó por mí, ambos comíamos lo mismo como de costumbre. La comida de alguna manera no me sabía igual. Le faltaba sabor. El sabor de mi mente relajada y de las palabras de Rin recorrer mis oídos incesablemente. Ambos comíamos sin emitir ruido absoluto. Aquel silencio me molestaba, demasiado.
La sonrisa de Rin seguía ilesa mientras comía. Otra cosa que no podía aguantar.
- Estas callado. – dije mientras tomaba un sorbo de mi bebida.
Rin trago un bocado para luego contestar.
- ¿Ah si? Lo siento. – se disculpo innecesariamente mientras se llevaba una mano despreocupada a la nuca. Rin miro hacia mi comida y vio que ya había terminado. – ¡Vaya! No me fije cuando terminaste. ¡Que rápida, Mato!
- Es porque estabas metido en tu cabeza. – dije mientras apoyaba mi codo en la mesa y apoyaba mi cabeza en mi mano. – Apresúrate, quiero salir de aquí.
Rin se apresuro en terminar y salimos de allí hacia ningún destino fijo.
Mientras caminábamos el silencio se era presente y la sonrisa de Rin seguía fija en su rostro.
- ¿Qué hacemos ahora? – pregunto volteando su mirada hacia mi.
- Llévame a mi dormitorio. – dije mientras me detenía.
Rin me miro sorprendido y asintió.
De nuevo caminamos en silencio hasta mi dormitorio. Ambos nos detuvimos en la puerta de entrada. En silencio. Mi vista estaba fijada en el suelo, esperando el momento correcto de emitir las palabras en mi mente.
- Bueno… nos vemos mañana, ¿si? – se despidió Rin sonriente, esperando a que me despidiera.
No respondí.
- ¿Mato? – llamo Rin mirándome fijamente.
- Rin.
- ¿Si? – pregunto inquieto.
- Tú y Shiemi… ¿salen? – pregunte levantando mi mirada hacia la de el. Esperando su respuesta. Viendo como sus ojos se abrían sorprendidos fijados en los míos.
Mi corazón dio un vuelco.
- Te diste cuenta, ¿no? – dijo con voz baja bajando levemente la cabeza.
- Si. Quiero saber, Rin. – dije mientras llevaba mis manos a su cara y levantaba su cabeza para que me mirase fijamente.
Rin se sonrojo levemente.
- Shiemi… me pregunto si… quería salir con ella. – dijo mientras evitaba mi mirada. – Pero le dije que no. – concluyo bajando la cabeza con un leve tono de decepción en su voz.
Mis ojos se abrieron sorprendidos. No me esperaba aquello. Podía escuchar como me decía "Si, comenzamos a salir hace dos días." Juraba que esas palabras saldrían de su boca rompiéndome en mil pedazos.
- ¿Por qué? – pregunte mientras me apartaba de su rostro, sin cambiar de expresión.
- Me di cuenta de que… no… la quiero de esa… forma. – contesto con voz baja. – No puedo verla como algo… mas… de lo que es ahora.
Aquellas palabras aliviaban mi mente pero a la vez confundían mis sentimientos. Mi paciencia se me agotaba.
- Rin. – lo llame suavemente.
Rin levanto la cabeza hacia mí, con sus ojos azules penetrando en los míos.
Se me acababa.
- Eres un idiota. . – dije tornando mi rostro lo mas serio e insultante que pude.
Rin me miro con cara enojada y se cruzo de brazos.
- Solo hago lo correcto. Eso no es nada malo. – se quejo, algo que me encontré un poco gracioso de su parte.
Se me acababa.
El deseo de querer ver diferentes expresiones provenientes del rostro de Rin en mi cuerpo era algo normal. Desesperación. Tristeza. Placer. Deseaba verlo todo.
- En serio, lo eres. – deseaba que por tan solo una vez, me leyera la mente.
Rin no aparto su mirada de mí.
Lo era. Lo era por rechazar a la chica que se esforzó por agradarle y que todo el tiempo estuvo a su lado. En cambio yo… no puedo evitar quererlo para mí. Solo para mí.
Siempre trato de decir lo que pienso en pocas palabras, pero las personas nunca suelen entenderme, ni yo a ellas. Pero con Rin, todo es distinto. Su corazón es tan calido que derrite el mío. Es tan amable, tan inocente y tan… idiota. Abre su corazón a cualquiera. Nunca duda en las personas.
Somos negativo y positivo, mas y menos, frío y calor, egoísmo e inocencia.
- Vale, vale. – dijo Rin, aun cruzado de brazos.
Me voltee para dirigirme a la puerta y me detuve en cuanto quede a varios centímetros de esta.
- Rin, ¿no has pensado en masturbarte? – pregunte, segura de su reacción.
- ¡¿Qué? – exclamo exaltado.
- ¿Aun no lo piensas? – pregunte de nuevo.
- ¡N-no! Y se supone que esas cosas son privadas, ¿no?
Sin darme cuenta, la comisura de mis labios se había curvado un poco.
- Vale, Rin, adiós. – me despedí mientras giraba el manubrio y la puerta cedía dejándome pasar.
No quise escuchar más su voz. Cerré la puerta en seguida estuve adentro.
Respire aliviada de que aquel día haya concluido. Los latidos de mi corazón seguían fluyendo, rápidos. La pesadez seguía ilesa en mi cuerpo. No deseaba moverme más.
El rostro de Rin permanecía marcado en mis ojos.
Su sonrisa… como la quiero. Todo el. Lo quiero.
Hnnngg
