Complemento

Esta pequeña historia nació como respuesta al reto # 16 del Drabblethon que consistía en escribir un drabble Drarry que estuviera inspirado en la frase: "Tu mi nuestras varitas". Éste no es precisamente el drabble que escribí originalmente para ese reto pues tiene algunos cambios y ahora es un poco más extenso.

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La sala común de Slytherin estaba endemoniadamente fría aquella tarde de noviembre, incluso cuando Harry estaba cómodamente acurrucado debajo de un montón de frazadas calientes. Draco estaba a su lado, sosteniendo su mano mientras leía y corregía el trabajo de pociones que necesitaba entregar al día siguiente. De ninguna manera Snape toleraba que los alumnos de su casa tuvieran bajas calificaciones en la materia que impartía. Y aquello era peor cuando se trataba de él, Harry, quien no sólo era hijo de su odiado enemigo James Potter, sino que, además, había osado ser seleccionado para ser alumno de Slytherin.

Harry también había odiado, en principio, aquel destino.

Pero después había reconocido que aquello tenía sus ventajas, entre ellas Draco, quien ahora era su novio y a quien amaba muchísimo. Además, Draco era excelente en la cátedra de Snape, así siempre le ayudaba, en lo que podía, a realizar sus pociones y le corregía sus ensayos. Con todo eso Harry nunca sacaba nada mejor a un aceptable en la materia, pero eso era mucho mejor a la alternativa que le quedaba sin esa ayudar: reprobar.

En ese momento Harry sentía la nariz congelada y tenía deseos de estornudar. Antes de pescar un resfriado pensó en encender la chimenea de la sala común. El problema era que estaba tan cómodo que no deseaba levantarse a recoger la varita que estaba muy bien guardada en la mochila que descansaba en la mesa donde ambos habían pasado un par de horas estudiando. Harry tomó en cambio la de Draco que reposaba tranquilamente sobre su muslo.

Draco alzó la vista, curioso ante las acciones del moreno. Harry apuntó a la chimenea y prendió la hoguera con sencillez, casi como si hubiera empleado su propia varita para realizar el hechizo. Draco sabía que el otro era un mago excepcional, así que aquel despliegue de magia significada casi nada para él. Pero esto era distinto; manipular la varita de otro mago tenía que ver casi todo con la varita y no con el mago en sí. Si Harry había hecho aquel hechizo eficientemente significaba que su varita lo había permitido, significaba que su varita había reconocido la magia del moreno como si fuera la magia del propio Draco. Y Draco estaba boquiabierto porque aquello era simplemente admirable. Luego sonrió, sabiendo que esta habilidad, por llamarla de alguna forma, debía funcionar en ambos sentidos y seguramente él podría usar la varita de Harry sin problemas también.

Pensó, lleno de orgullo, admiración y amor, que esto significaba hasta qué punto ambos compartían un vínculo muy especial.

Y aquello no era algo que se veía todos los días.

Oh, no.

No había dudo: sus varitas, su magia, sus cuerpos, sus almas.

Todas ellas se complementaban a la perfección.

Escrito originalmente el 18 de diciembre de 2011

Corregido el 9 de enero de 2012