1. Origen.
Su mano había resbalado, nunca llegó a aferrarse de manera segura a la temblorosa ayuda que Ron había ofrecido desesperadamente. Su cara desencajada la había contemplado mientras se desvanecía sujeto al Elfo sin tiempo de reacción. Sin poder ayudarla.
Se encontraba ahora sentada en el suelo del salón principal de la Mansión Malfoy, de rodillas sobre el frío mármol tomaba poco a poco conciencia de la situación. -voy a morir aquí- pensó, e intentando incorporarse alzó la vista hacia la puerta de acceso al vestíbulo. Tenía que reaccionar rápido, tenía que correr, que huir, o sería su final. Tenía que haber hecho tantas cosas...y sin embargo no llegaría a hacer ninguna, ni siquiera a dar un solo paso antes de que su cruda realidad acechase cercana.
-¡COGEDLA! - bramó una voz chillona desde el fondo del salón. Esa voz pastosa y eléctrica despertó todos sus instintos primarios de supervivencia, trató de moverse, se defenderse. Pero varias figuras negras se precipitaron sobre ella saltando los restos de lo que había sido la araña coronante de la estancia. De nuevo había perdido su oportunidad, ahora estaba realmente atrapada.
-Encerradla y vigilad bien, es posible que traten de volver por ella.-
Hermione se sintió entonces como sumida en una espesa nube azul, sin ser realmente consciente ni parte activa de los acontecimientos que se cernían sobre ella. Como una pesada tormenta a punto de desatarse con furia sobre su persona, como un destino que simplemente no podía cambiar. simplemente, Fue entonces arrastrada sin remedio por algunas de las numerosas salas que componían la mansión Malfoy hasta llegar a una estancia situada en un nivel inferior. Allí, fue lanzada sin miramientos, como un pesado fardo sin vida ni sentimientos apenas notando el incipiente dolor de su cabeza golpeando contra el suelo.
Una vez dentro, la pesada puerta cumplió su función con un ruido sordo dejándola atrapada entre la piedra y la muerte.
La maraña de emociones que se cernían sobre ella fue dando paso a un estado de shock integral, era incapaz de moverse y de reaccionar. Apenas era capaz de mantenerse consciente sobre el frío suelo y evitar caer sumida en un profundo sueño del que no querría despertar.
Luchando contra la neblina que se cernía sobre su conciencia, trató de levantarse una vez mas y analizar su situación; se encontraba en una celda grande y diáfana, solo adornada por una especie de engranajes colocados en el suelo en el centro de la misma y unos restos de algo no identificado que no se planteó comprobar mas de cerca. Además de ella, no había nadie, nadie a quien preguntar, nadie a quien pedir ayuda. -Estoy sola- masculló.
Para colmo de males, su cuerpo maltrecho por el interrogatorio anterior comenzaba a dar las primeras muestras de agotamiento general, notaba como sus piernas luchaban por reaccionar ante el peligro inminente y sin embargo eran vencidas por su propia incapacidad de seguir luchando.
- Eres Hermione Granger maldita sea, no van a vencerte tan fácilmente -
Haciendo caso de su débil voz interior, que la empujaba a pelear contra su fatal sino, consiguió arrastrarse hacia una esquina de la celda y trató de acomodarse contra la pared de su nueva casa. Fue entonces cuando fue realmente consciente de todas las emociones que desbordaban su cuerpo y mente en esos momentos. Primero, tenía hambre. Segundo, se moría de miedo.
A pesar de sus esfuerzos por auto convencerse de su propia fortaleza, algo en su interior le decía que ese era el final, que ahí finalizaba la historia de Hermione Jean Granger, la niña, ¡No!, la mujer que no sobrevivió. Cruel y fatal destino que reclamaba su vida demasiado temprano.
Entornó los ojos tratando de superar la oscuridad que se cernía sobre ella acostumbrándose a su nuevo hábitat, a pesar de ello, seguía sin poder - ni querer- identificar los restos de la esquina contraria a la que se encontraba. - Si no lo sé no me aterrorizaré más- se consoló.
Permaneció estática en su posición, con las piernas estiradas y la espalda recta contra la pared durante lo que le parecieron horas. Finalmente, y al contrario de lo que podría pensarse en una celda subterránea, comenzó a hacer calor. Tanto que le obligó a quitarse el abrigo que aún llevaba puesto, quedando únicamente con un fino jersey blanco parcialmente destrozado por sus idas y venidas de esa noche. Aún asolada por el miedo y la desesperanza, el más puro gen Granger afloró en esos momentos, obligandola a analizar hasta el más mínimo detalle en su favor. - Debe de estar cerca de la caldera- pensó para sí misma, -si vienen a rescatarme les costara llegar hasta aquí-.
Cuando reaccionó ante la idea de que la rescataran ya era tarde, la desesperanza se apoderó de ella y contrajo su corazón y estomago con un chasquido atronador. No, no había esperanza para ella, había perdido su oportunidad y no existía manera de que Ron, Harry o la Orden pudieran volver a burlar la seguridad de la mansión para rescatarla.
¿Como iba el elegido a arriesgar su vida por una hija de muggles? Eran mejores amigos desde la infancia, pero en un caso como este las prioridades de ambos magos debían de estar bastante claras.
- Primero el mundo mágico, después la chica- pensó irónicamente.
Sin poder contenerse, unas finas lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Pensaba en Harry y en su angustia al ver que ella no estaba, pensaba en Ron y en su expresión en el segundo que comprendió que no llegaría a coger su mano, pesaba en la guerra y en Voldemort, pensaba en todos y en nada. Le habría gustado hacer tantas cosas, tenía tantas ideas y sentimientos que compartir... ahora se los llevaría consigo a la eterna noche. Seguía pensando en su propia miseria cuando fue interrumpida.
-¡VAYA! ¡Así que al final te dejaron atrás querida! - La chillona y a la vez pastosa voz de Bellatrix lograron crear eco en la estancia, como el graznido de un cuervo que presagia malas noticias, rebotando su última palabra como el resto de un conjuro cruel, como una amenaza en la oscuridad; atrás, atrás, atrás.
- Y bien, ¿A donde han ido?- Bellatrix se acercó hacia el centro de la celda, quedando justo por delante de los engranajes del suelo. El bajo de su vestido arrastraba por la sala con un ruido pesado y desagradable, como si estuviese fabricado con algún tipo de material metálico oxidado. Ese tipo de ruido que le heló la sangre e hizo a Hermione levantar la vista atemorizada ante la espectral visión de Bellatrix Lestrange, quien ante su silencio volvió a preguntar, - Querida, ¿A DONDE HAN IDO?-.
Bellatrix fue aumentando el volumen de sus palabras conforme las iba pronunciando, pasando de un estado de calma aparente hasta uno más próximo al histerismo de un demente. Era algo totalmente ilógico desde el punto de vista de Hermione, era ella quien tenía la sarten por el mango, no tenía ningún sentido que se comportase así. Como si alguien la empujase como si alguien la persiguiese.
El terror que a duras penas había logrado controlar comenzó a hacer mella en su espíritu. Notaba como las piernas le temblaban y como su estomago se había convertido en un nudo corredizo, pero no pensaba rendirse, no ante ella. Había soportado hacía escasas horas una sesión de tortura y pensaba resistir una más, si era preciso hasta su muerte.
- La idea es clara Hermione, vete a la tumba con la boca bien cerrada -
- ¿Has estado llorando?, exclamó al reparar en el aspecto de su cara. - Pobre niña estúpida. No van a venir a por ti ¿sabes?. Así que mejor dime a donde han ido antes de que empiece a enfadarme -.
Su tono cambió una vez más, pasando en este caso de la estridencia a uno mucho mas bajo y peligroso, como una serpiente que sisea antes de atacar. La miró por debajo del pelo negro que le caía por la cara y con una terrorífica mueca cruel pronunció; -como quieras, si no sirves podremos jugar- mientras estampaba una sonrisa en su cara que cubrió de dientes blancos su expresión. Unos dientes que pedían sangre.
- No sé donde están- atinó a pronunciar Hermione, lo cual no estaba exento de cierta verdad. No sabía donde se encontraban a ciencia cierta, pero si podía razonarlo y llegar a una conclusión acertada basandose en sus conocimientos sobre los lugares seguros transitados por la Orden del Fenix. Sin embargo, prefirió no pensarlo por seguridad, no quería caer sin remedio en la tentación de asegurarse una muerte rápida por medio de la traición más absoluta, ella había caído, pero no arrastraría a los demás consigo.
- No se nada, no puedo contarte nada - se reafirmó mientras se preparaba mentalmente para lo que estaba por venir.
- ¿Sabes el problema? Que no te creo. Y cuando no creo a alguien necesito asegurarme bien. ¿No te importa no?- Siseó acercándose más a ella con movimientos suaves y fluidos. Su espectral visión resultaba demasiado acongojante para la prisionera que se encontraba en el suelo. Apenas pudo taparse la cara con las manos en respuesta.
- N..o..no diré nada - determinó.
- Lástima, creí que eras más lista que eso, niña . Empecemos pues-
Pronunció con tono triunfal Bellatrix al tiempo que agitaba casi imperceptiblemente su varita hacia Hermione. Esta de pronto se vio arrastrada por una fuerza invisible que la colocó justo encima de los engranajes y delante de Bellatrix. De dichos engranajes brotaron dos finas cadenas engastadas de plata, que se ataron a sus muñecas dejándola de rodillas, con los brazos en cruz y completamente indefensa frente a la bruja más peligrosa del mundo mágico
- Hermione querida, ¿nunca te han dicho que esos dientes son demasiado grandes?
Continuará
¡Nueva historia! - basada en el juego "Life is Strange". ¡Sin spoilers! Pasate a verla: "Los secretos de Arcadia Bay".
