Asura miro a la nada.

Sonrió con demencia y enredo sus vendas alrededor de su cara mientras se ponia de pie.

Lo habia sentido. Un alma pequeñita, pero no por ello debil, habia resonado junto a otras dos, y lo habia hecho para buscarlo. Esa alma tan chiquita era cálida e inestable, como una pieza que alguien hubiera sacado de un rompecabezas, una pieza que encajaba con la suya y con la de Shinigami.

Sabía que el chico lo había encontrado, por eso aun no se movia, solo estaba de pie, esperando. Hasta que un par de balas rosas golpearon su espalda, tambalenadolo ligeramente.

Una sonrisa enorme se dibujo en su rostro mientras giraba, con un asqueroso "Crack", su cuello.

Vio aquella pequeña alma temblar. Él también lo sabia.

Esquivaba los disparos retorciendo su cuerpo de formas impensables y a su vez, estiraba sus vendas hacia la calidez de esa pequeña alma. Queria sentirlo, sentir algo calido dentro de su eterna soledad ¿y que mejor que esa alma que lo complementaba?

¡No! ¡No la comeria! Incluso él lo consideraría un crimen. No podia devorar ese pequeño residuo de Shinigami-sama, no podia destruir ese fragmento. Haría algo mucho mejor

Arrojo lejos a esas estupidas armas, solo le estorbaban, y enredo sus vendas en el chico, su alma era... agradable

-¡Sueltame!- exigió el muchacho agitado, negandose a verlo a los ojos

-Tu... lo sabes, solo eres un experimento ambicioso. Ven conmigo- el alma se agito, sin embargo, el rostro permanecio impasible

-No se de que hablas ¡Sueltame!

Era divertido, verlo agitarse frente a él. Pero se estaba cansando.

Ya no queria estar solo, y no le importaba a cuantas almas tuviera que corromper para lograrlo. Él lo haria.

Apreto mas las vendas, huyendo antes de que los amigos del chicho llegaran.

Quería tener a alguien a su lado, ¿y quien mejor que su hermanito para ello?