¿Os suena un lugar llamado Hogwarts?

¿Un muchacho miope con una curiosa cicatriz en la frente?

¿Sabéis que es Leiooosa, no Leviosá?

Entonces conocéis a la gran J.K, y no, lamentablemente yo no soy ella.


1.


La pintura todavía está fresca, se escurre por la pared dejando un reguero rojo a su paso, formando un gran charco a los pies de la pared, para desgracia de Flich, que no hace más que maldecir en voz baja mientras intenta pasar la fregona. Casi parece sangre.

Los hermanos Carrow están histéricos. Amycus les ha obligado a salir de sus habitaciones y comprobar el desastre que ha aparecido en plena madrugada en uno de los pasillos más concurridos de la escuela. Alecto se pasea por el corredor de un lado a otro, sin apartar la vista de la pintada, casi parece que está esperando que el nombre del culpable aparezca a su lado por arte de magia.

El director Snape y la profesora McGonagall también están despiertos, el primero con el ceño fruncido mirando con intriga a sus compañeros mortífagos, seguramente preguntándose qué quieren de él. Pequeñas muestra de rebelión como la que están observando en ese momento se han repetido casi todas las semanas desde que empezó el curso escolar, y por mucho que Snape diga o haga, no parece que vayan a cesar. Ni siquiera los durísimos castigos de los nuevos profesores consiguen doblegar al dichoso E.D. que resurge con más fuerza día tras día.

McGonagall lleva una bata de cuadro escoceses hasta los tobillos, el moño desecho y mueve con hastió la punta del pie derecho, ella también está harta de vivir la misma situación semana tras semana, y no porque las travesuras de los alumnos le molesten, Daphne podría asegurar que hasta le divierten, sino porque está bastante hasta las narices de los Carrow. Si el mundo mágico no estuviera tal y como está tras las paredes del castillo, probablemente ya les hubiera echado a patadas de Hogwarts hace meses.

Daphne disimula un bostezo, está cansada, lleva un par de semanas durmiendo fatal y realmente necesitaba pasar una noche tranquila. Pero en cuanto Goyle irrumpió en su cuarto como un elefante en una cristalería despertándola a ella, Pansy y Tracey, las únicas alumnas de último año de Slytherin que habían vuelto al colegio tras la muerte de Dumbledore, supo que esa tampoco sería su noche.

Amycus clava sus ojos, destilando furia, en ellos. Pansy hincha el pecho esperando instrucciones. Con la llegada de los Carrow la estúpida Brigada Inquisitorial de Umbrigde volvió a formarse, aunque con bastantes bajas: Con Draco, Millicent y Theodore en paradero desconocido, solamente quedaban Pansy, Blaise, Tracey, Crabbe, Goyle y ella para ayudar a los Carrow en su lucha contra los alumnos rebeldes, aunque Pansy había logrado convencer a algún alumno menor de unirse a la causa, pero los Carrow preferían seguir recurriendo únicamente a ellos, más que nada porque eran mayores de edad y si querían podían utilizar los duros métodos de castigo patentados por los Carrow contra sus compañeros.

Daphne se estremeció al pensar en ello. Nunca había levantado su varita contra uno de sus compañeros, ni pensaba hacerlo. Y por lo que sabía solo Crabbe y Goyle se habían atrevido a usar Imperdonables con los castigados, Pansy era más de hechizos inofensivos como el moco-muerciélago, Blaise de usar su lengua viperina y Tracey de ignorarles hasta que la hora del castigo finalizase. Ella optaba siempre por el método de Tracey, cuando los Carrow le ordenaban vigilar a los castigados se limitaba a sentarse en una esquina y perderse en algún libro, hasta que Flich llamase a la puerta para llevarse a los presos a sus respectivas Salas Comunes.

—Quiero que encontréis al culpable—Espetó Amycus—Encontradlo y que pague su osadía.

Crabbe se relamió ante la idea.

Blaise resopló por lo bajo, probablemente mordiéndose la lengua para no soltar ningún tipo de comentario que pudiese cabrear a los hermanos.

—Son solo pintadas Amycus—Intervino McGonagall, escandalizada—Pueden limpiarse, no creo que sea necesario torturar a ningún alumno por una chiquillada así.

—Minerva, querida, si no reciben un buen castigo no aprenderán nunca—Respondió Alecto.

—¿Y obligar a sus compañeros a lanzarles Cruciatus es a lo que tú llamas "Buen castigo"?

—Es disciplina, algo de lo que siempre ha carecido está escuela. Obra del chiflado de Dumbledore, obviamente.

McGonagall quiso responder, pero la voz de Snape retumbó en todo el pasillo.

—Alecto, creo haberte advertido acerca de no herir a los alumnos—La mujer rodó los ojos, molesta—Si el culpable aparece, enviarlo de inmediato a mi despacho. Sin intermediarios—Aclaró—. Yo me encargaré de su castigo—Amycus acepto las órdenes del directo, aunque a regañadientes—Bien, ahora que los estudiantes de Slytherin regresen a las mazmorras, mañana tienen clase y deben dormir—Se giró hacia la profesora de Transformaciones—Vuelve a tu habitación Minerva, hemos terminado por hoy.

La mujer lanzó una mirada desafiante al director.

—Como ordenes Severus, buenas noches.

Antes de verla desaparecer por el pasillo, Daphne pudo captar como sus labios formaban una palabra. "Traidor".

—Ya habéis oído—Bramó Amycus, sobresaltándola—Volved a la cama.

—Espera hermano—Pidió Alecto, pasando sus dedos por la pintura fresca—Que no puedan castigar a sus compañeros no implica que no nos sean útiles—Daphne sintió arcadas, ¿Qué quería aquella mujer de ellos? —Parkinson, mañana a primera hora ve a mi despacho, discutiremos los horarios de las rondas nocturnas.

Blaise miró a Daphne y alzó la ceja, sorprendido. Las rondas nocturnas eran cosa de los Prefectos, pero esa año habían sido suspendidas y las labores de Prefectos reducidas al mínimo.

—¿Rondas nocturnas, profesora? —Preguntó Tracey—¿No habían desaparecido?

—Correcto Davis, pero las de Prefectos. Vosotros sois miembros de la Brigada.

—No nos habíamos dado cuenta—Susurro Blaise.

Los ojos de Daphne vagaron hacia la pared, en enormes y rojizas letras podía leerse con facilidad "Viva El Elegido".

—¿Qué haces ahí parada Greengrass? —Gritó Alecto al descubrirla apreciando la pintada—Haz caso al director, vuelve a Slytherin.

Daphne asintió, asustada, y siguió a sus compañeros hacia las mazmorras.

Pansy parecía enormemente ilusionada ante su futura reunión, Crabbe y Goyle lucían algo tristes ante la negativa de Snape a sus ansias asesinas, pero Daphne sabía que durante poco tiempo respetarían la decisión del antiguo profesor de Pociones.

—Odio la maldita Brigada—Escupió Tracey por lo bajo—No sé qué narices pintamos aquí, yo me uní a la Brigada de Umbridge por conseguir puntos extra y fastidiar a los Gryffindor, no para cazar a nuestros compañeros como si fuesen carne de presa.

—Ten cuidado Tracey—Pidió Blasie—Las paredes tienen oídos.

—Tampoco miente—Dice Daphne, hablando por primera vez— Los Carrow son unos psicópatas y nosotros seguimos sus órdenes a pies puntillas ¿En que nos convierte eso a nosotros, Blaise?

—En unos supervivientes—Respondió el chico—O ellos o nosotros.

—Somos unos cobardes—Lamentó Daphne.

—Mejor cobarde que cadáver—Insistió Blaise.

—Pero las cosas se están poniendo cada vez peor ¿Qué se supone que vamos a hacer? —Preguntó Tracey, asegurándose de que ni Pansy, Crabbe o Goyle pudieran oírla.

—Rezar para que Longbottom y sus estúpidos amigos tengan razón, y que el Cara Rajada sea el jodido salvador del mundo mágico.

Daphne cerró los ojos, pronto la imagen de la pintada apreció en su mente. Y sin quererlo se descubrió pensando en Potter, deseando que estuviese a salvo y preparándose para vencer al Señor Oscuro.


Nota: Las historias ambientas en Hogwarts durante la guerra son mi perdición, así que ¿Por qué no atreverme con una de ellas?

Primer capitulo de unos cuantos más con Daphne de protagonista y cierto romance en el horizonte ¿Os atrevéis a comentar que os ha parecido este inicio?