Pues nada. Incomprensible, este rubio de los cojones sigue siendo incomprensible.

Aquí estamos los dos en un callejón apenas iluminado por una bombilla que parpadea, dándole un aspecto más tétrico aún a este lugar tan estrecho y tan poco digno. Parecemos prófugos de la justicia o mendigos refugiándonos en las calles.

Puedo entender que quiera hablar conmigo de sus temas extraños porque él es así, ¿pero por qué aquí?

-¿Qué pasa? –me cruzo de brazos.

No sé qué le ha dado al idiota, ha tirado de mí en cuanto llegamos de la misión y nos ha metido en este sitio tan rarito.

Ladeo la cabeza.

¿Ha pasado algo realmente como para que el de ojos azules le dé uno de sus prontos extraños y decida arrastrarme por toda la aldea para traerme a un callejón?

-Me ofrezco.

-¿Qué?

Le miro con confusión. Quizás debería haberle prestado atención, pero estaba intentando recordar algo que hubiese sucedido, pero esto, al igual que escuchar a la gente, no es lo mío.

Veo que Naruto rueda los ojos, como leyendo en mi expresión que no he oído ni una sola palabra que ha dicho, aunque lleva un rato hablando.

-Si quieres acostarte con alguien…-parece vacilar, pero después sonríe -, me ofrezco.

¿Qué cojones?

Mi mente trabaja lo más rápido que me permite mi propio desconcierto, intentando encontrar otros sentidos más rebuscados, aunque con más sentido, que puedan significar esa frase. Así es Naruto, a lo evidente le da la vuelta y lo convierte en algo completamente distinto pero que tiene sentido al fin y al cabo.

Me masajeo las sienes, apoyándome en la pared intentando pensar claramente.

-Sé meterme en la cama.

El rubio se echa una risotada amplia y alegre.

-Por una vez que soy directo…

Veo que se mira los pies y se sonroja violentamente, entonces él apoya uno de sus brazos en uno de los lados de mi cabeza, recibiendo una mueca desafiante por mi parte.

No me digas que lo dice en serio…

Tratándose de él no sé por qué me sorprendo, siempre fue escandaloso e imprevisible. Quizás por eso es un buen ninja, aunque a eras de llegar a mi nivel.

-Somos demasiado mayores para juegos –contesto midiendo mis palabras

-No lo suficiente.

Se hace el silencio durante unos minutos, haciendo que el color rojizo de la cara de Naruto se vaya intensificando y le llegue hasta las orejas. Creo que nunca le he visto así.

Chasqueo la lengua. Aunque estaba esperando a que el maldito rubio concretase lo que quiere decir, creo que no me lo va a poner tan fácil, ya que quiere que hable. Hay días, de esos días raros, en los que el rubio quiere que intervenga en sus conversaciones para aportar algo u opinar, aunque normalmente le vale con que asienta y esté ahí, pero esos momentos son escasos

Malditos días.

-¿Qué quieres decir?

-¿Quieres decir en serio que no lo sientes?

Pongo los ojos en blanco, no dándole importancia a cualquier chorrada que se le haya pasado por la cabeza, y queriendo acabar con este tema tan absurdo, decido cortar por lo sano.

-¿El qué?

-En la misión estabas tenso todo el tiempo, con el ceño fruncido.

Así que eso fue lo que pasó. De todas formas no le veo tanta importancia a ese hecho como para que diga cosas tan desconcertantes, pero el rubio es tan caótico que sus hilos de pensamiento tampoco funcionan así. Desventajas de ser su amigo, pero normalmente solamente lo ignoro y problema resuelto.

Le miro a los ojos. Parece demasiado decidido como para que simplemente pase del tema y me vaya.

Bufo con molestia.

-A eso se le llama cansancio –contesto al fin

-No

-¿Me vas a decir tú a mí por qué estoy así? –levanto una ceja.

-Sí –sonríe algo divertido -. A veces te conozco mejor que tú a ti mismo.

Levanto una ceja con incredibilidad y me cruzo de brazos. Parece que hoy Naruto está especialmente gracioso.

-A eso se le llama frustración sexual.

¿Qué cojones?

Mi mirada no cambia un ápice.

-Ya tienes una edad… Y bueno, eres un hombre –parece algo cortado -, y todos los hombres tenemos necesidades, tú sabes…

-No, no lo sé.

-Echar una cana al aire(1)

Ahora sí que ha dejado de tener sentido la conversación. Me dispongo a marcharme definitivamente de allí, sin embargo, nada más he separado la espalda de la pared, el me planta su enorme mano en el pecho y me empuja de un golpe seco otra vez contra el muro. Él sabe perfectamente que a cualquier otro lo habría machacado sin piedad por ese gesto, pero es él, así que con una mirada le marco la línea que está a punto de cruzar, pero esta vez él parece ignorarme a mí.

-No soy como el resto –rompo el silencio.

-Tu mente va por un lado, y el cuerpo por otro.

Vuelvo a chasquear la lengua, y me dispongo a darme motivos racionales para demostrarle que yo no sufro esa necesidad. No es algo que jamás me haya planteado ni que haya sentido en mi venas.

-¿Entonces por qué te quedaste mirando?

-¿El qué?

Entonces es él quien levanta la ceja.

-Ah.

Ahora sí que creo que puedo medio entender esa actitud extraña que lleva teniendo unos días, pero tampoco es que yo le diese mucha importancia…

Parece que Naruto sí le dio importancia.

Entorno los ojos, recordando el momento exacto en el que estaba bastante cansado de mi encargo y había regresado antes. Entré en la habitación donde me había tocado dormir con el rubio gritón, encontrándomelo de pie con la cabeza apoyado en la pared, los ojos cerrados, mordiéndose los labios mientras alguien seguía entre sus piernas arrodillado sacándole suspiros.

Realmente jamás pensé que vería una expresión como aquella en la cara de mi mejor amigo, pero el caso es que me quedé allí helado varios segundos, viendo el curioso panorama, hasta que el de ojos azules clavó los ojos en mí, y yo me limité a girarme sobre mis talones.

-Yo también soy un hombre –parece disculparse.

-No te he pedido explicaciones.

-Pero yo a ti sí.

-¿Con qué derecho?

-Con el derecho que me da que hayas sido un mirón.

Sonrío con socarronería ante el adjetivo que ha usado. Me encojo de hombros.

-No esperaba encontrarme eso.

Rechina los dientes.

-No quiero que pienses nada raro.

¿Raro? Como si a mí me importara lo que hace o deja de hacer con su cuerpo, es libre, y si él sí tiene esas necesidades, es normal que se busque la forma de paliarlas. No soy tonto ni tan inocente, ya sabía de personas con las que ha pasado la noche, por decirlo de alguna forma, típico desfogo que suceden en las misiones. Al fin y al cabo, no todos pueden tener la cabeza despejada y la sangre fría de pensar que quizás ellos mañana estén muertos.

Un momento.

¿No quiere que piense nada raro porque…?

-¿Me estás diciendo que te gusto?-salto de repente.

Veo que consigo sorprender al rubio, que retira la mano de la pared algo incomodado, como si acabase de descubrir algo o de revolver sus pensamientos y sentimientos. Quizás esto explicaría por qué está rojo como un tomate y se está ofreciendo a ayudarme a desahogarme.

-No es eso –se muerde los labios -. Eres atractivo.

-No me digas –sonrío sarcásticamente.

Una cola de mujeres que me persiguen casi cada día, un club de fans tan enorme que han necesitado varias páginas webs para abarcarlo, cientos de cartas de amor diarias, cajas de comida que se amontonan en mi alacena, y trampas en cada esquina para matarme son una clara prueba de que lo soy. Objetivamente, no es nada subjetivo ni que tiene que ver con mi punto de vista.

La conversación entre ambos se estanca, y no es necesario que ninguno de los dos lo diga, pero ya sé que esta vez es Naruto quien quiere hablar primero pero está buscando las palabras.

-No creo que solo te quedases mirando porque estabas sorprendido.

La verdad es que no le di ninguna importancia al incidente, es más me fijé tan poco en lo que sucedía que ni siquiera podría decir si esa persona era hombre o mujer.

Pero lo que sí recuerdo era su expresión. Ésta se me ha quedado grabado en el fondo de mi ojo.

Un pequeño escalofrío me sube por la espina dorsal.

-A eso me refiero.

Le miro sin acabar de comprender a qué se refiere, y él se limita a apoyarse a mi lado en la pared. Al final del callejón la gente pasa, pero nadie llega a vernos porque está oscuro.

El rubio se pone a tararear una canción, y yo aunque sé que ya podría irme con facilidad de allí, decido quedarme a su lado, porque sé que todavía guarda algo que quiere decir, y no me apetece tener que aguantarlo cabreado otra vez por haberle ignorado.

-¿Cómo estás tan seguro?

-¿De qué? –pregunto.

-¿De que no te vendría bien…? –y se calla, como si se sintiera incómodo hablando de ello.

Me quedo un segundo callado, no porque no sepa la respuesta, ya que seguro que la sabré, sino porque estoy buscando las palabras adecuadas.

-¿Ves? –sonríe -. Estás dudando.

-Yo no dudo.

-Sí que lo haces –parece complacido.

Bufo.

-No creo que sea algo que necesite.

-¿Cómo lo sabes?

-Nunca he tenido esa sensación.

-Quizás porque no lo has probado.

Nadie dice nada

Esto no significa nada, es solo un respetuoso silencio porque no quiero simplemente darle una patada y mandarle a la mierda por decir sandeces.

-Pruébalo –deja caer sin darle importancia.

-¿Por qué debería?

-Porque quizás así te relajes

-Yo soy así.

El rubio se echa una de sus grandes carcajadas, y una vez más la amistad que le profeso y mi conciencia me mandan a no atravesarle el pecho con un Chidori para que se calle de una maldita vez.

-Pues entonces porque sino no voy a dejar de darte un coñazo.

Ciertamente ésta última razón es muy convincente.

-¿Y por qué tendría que ser contigo?

Veo que el rubio se queda pensativo, como si no se hubiera pensado demasiado bien todo aquello, o como si no supiera realmente por qué debería ser él.

-¿Quién sino?

-Esa no es una razón.

-Quizás –sonríe divertido -. Pero me he ofrecido.

-Como otros tantos.

El rubio se cruza de brazos.

-¿Por qué tendría que desfogarme con un hombre?

-No soy un hombre –parece ofendido -. Soy tu mejor amigo.

¿Y eso es un género aparte?

Al final voy a acabar cabreando al rubio, y lo que es peor, que comience a molestarme por haberle hecho enfadar, y eso no es que sea temible, pero sí bastante coñazo. A veces me viene bien tener una buena relación con él, o cuando tengo esa ínfima necesidad de comunicarme con alguien. No, realmente no es una buena idea decir nada que pueda herir sus sentimientos.

Vuelvo a guardar ese respetuoso silencio sin saber exactamente qué decirle para que se calle.

-¿Sí o no?

¿Qué se supone que tengo que decirle?

No, Naruto, a mí déjame de tonterías de deseos sexuales, de meter cosas en cosas, compartir gérmenes mezclando saliva, lo cual me parece asqueroso, y demás, porque eso son de hombres de las cavernas incapaces de controlar sus instintos, aunque tampoco hay que culparles, es lógico para la supervivencia de la especie. Yo estoy demasiado ocupado en seguir alargando la diferencia abismal entre mi poder y el del resto, por lo que no estoy para nada interesado en desfogarme con nada ni nadie, y mucho menos con mi mejor amigo porque sería… ahem, ¿raro de la leche?

Finalmente, como forma de resumir todo mi largo pensamiento anterior, simplemente me encojo de hombros, quizás sin darme cuenta de que esto puede ser tomado como algo más que indiferencia para el rubio, como una invitación indecisa.

Mierda.

-¿Con esa estamos?

Veo que Naruto se separa de la pared, vuelve a apoyar la mano a uno de los lados de mi cabeza y empieza a acercarse a mí.

He de reconocer que trago saliva al verme atrapado y me veo tentado con el pensamiento de matarle y acabar con la tontería, pero me entra una pena tremenda cuando pienso en la de gente que lloraría, así que simplemente dejo que ladee la cabeza, cierre los ojos y pose sus cálidos labios sobre los míos.

El primer contacto se me hace muy extraño, pero como tampoco sé qué hacer para no mandarle a la mierda del todo, lo cual hace que me haga una nota mental y piense que debo dejar de ser buena persona a veces, así que simplemente cuando él comienza a abrir la boca para profundizar el beso, solo pienso en hacer lo mismo para que se calle de una puta vez, pero…

Pero entonces su calidez empieza a traspasarme, como si me estuviera atacando con una técnica de fuego, y mi cuerpo sin necesidad de pedir indicaciones a mi cerebro continúa el movimiento, besando a mi mejor amigo con una lentitud que se me antoja dulce, y con el pensamiento de que todo esto es muy, muy raro.

El maldito rubio de los cojones desliza una de sus manos, no sé cuál ya que mis sentidos parecen aturdidos, tras mi espalda presionándome hacia él, provocando que una de mis manos le agarre la nuca tirándole del pelo, buscando cercanía sin saber por qué, ni mucho menos para qué iba a querer yo tener a alguien tan molesto tan cerca.

Durante un instante parece que va a separarse, por lo que bajo la mano, agarrándole de la ropa, aunque finalmente simplemente gira la cara al otro lado y vuelve a besarme, colocando una de sus piernas entre las mías, haciendo que prácticamente sienta su corazón palpitando sobre el mío, que parece más acelerado de lo normal por una extraña razón.

Finalmente se separa sin aliento, y yo cojo solamente una gran bocanada de aire, y ordeno mis ideas todo lo rápido que mi mente de genio me permite.

Alzo la vista para mirar al rubio que está extrañamente callado, y me entran unas ganas horribles de…

Pegarle un puñetazo cuando en su mirada aparece algo parecido a un "te lo dije", así que ni corto ni perezoso le parto el labio del golpe, dejándole tirado en el suelo con una sonrisa sangrienta, divertida y bastante complacida.

Quizás, al final, mi cuerpo está reaccionando a una necesidad.

O quizás… Naruto me gusta.

Bah.

-o-

¡Hola! Creo que soy más imprevisible que Naruto, y aquí estoy con un fic que se me pasó por la cabeza, y sin más comederos de cabeza lo he subido. Los resfriados me inspiran según parece. No sé si escribirle una segunda parte.

(1)Echar una cana al aire significa: darle un gusto al cuerpo

¿Peticiones? ¿Sugerencias?¿Faltas de ortografía? ¿Resfriados asesinos con dientes de sable porque los resfriados siempre comen primero perros para tener caras terroríficas y así poder también resf-aullar a la luz de Luna y así meterte el miedo en el cuerpo y después reírse en plan wuajajaja mientras te hacen enfermarte?