Esta es una historia ambientada en el verano de Harry después de 6º año. Contiene spoilers del libro 6.

Capítulo 1 Malas Noticias

Harry se despertó con el ruido de la lechuza que le traía cada mañana El Profeta Diario. Somnoliento abrió la ventana, le pagó a la lechuza, tomó el periódico, y se estiró. El aire frío de la mañana terminó de despertarlo.

Llevaba casi un mes de vacaciones, y contaba las horas que le faltaban para cumplir los 17 años, y ser un mago mayor de edad. Y no era el único: los Dursley también parecían ansiosos de que el dichoso día en que sus caminos se separaran del monstruo del cual se habían tenido que hacer cargo llegara.

Harry se tiró en su cama, y abrió el periódico. Esperaba ver las noticias habituales. Muertes, muertes, y más muertes. Ciertamente, no se esperaba el titular que estaba por leer...

Se Extiende la Mayoría de edad a 18 años

El Ministerio de la Magia extendió un decreto en el que se pone en conocimiento a toda la comunidad mágica de Gran Bretaña que la nueva edad en el que magos y brujas alcanzan la mayoría de edad ya no será a los 17 años, sino a los 18. Esta medida fue a dada a conocer en la tarde de ayer, y entró en vigencia a partir de la medianoche del día de hoy. De acuerdo al comunicado extendido por el portavoz del ministerio, esta medida está en acuerdo con la voluntad de dicho ministerio en proteger a los magos y brujas más jóvenes, e impedir que se vean involucrados activamente en el creciente conflicto. (Más detalles en la página 8).

Harry no quería leer más detalles. Harry no podía creer lo que acababa de leer. ¡Harry quería absolutamente despertarse de esa pesadilla!

Harry miró el calendario, junto a su cama, en que cada noche marcaba uno de los días que le quedaban para volverse mayor de edad. ¡Sólo un día! ¿Cómo era posible su mala suerte, de cumplir 17 años el 31 de julio, y que a partir del 30 de julio los magos menores de 18 ya no fueran mayores de edad? ¿El ministerio lo hacía a caso a propósito?

-¿Y ahora qué demonios voy a hacer? –se preguntó en voz alta.

Sus planes, hasta hace algunos minutos, habían sido de dejar la casa de sus tíos el 31 de julio, primera cosa en la mañana. De ahí se iría a La Madriguera, a pasar algunos días con los Weasley y a participar en la boda de Bill y Fleur. Aprovecharía esos días para ir al ministerio a pasar su examen de aparición. Y de ahí iría al Valle de Godric. También deseaba visitar los lugares que habían aparecido en los recuerdos ligados a Tom Riddle que Dumbledore le había mostrado, para seguirle la pista a los Horcruxes. Tenía cierta intuición con el orfanato en el que se había criado, en particular.

Pero, ahora, tendría que hacer algunos cambios en su programa. Dumbledore ya no estaba, de modo que sería él mismo quién tendría que ver qué hacía. ¿Tendría que pedirle a los Dursley que le permitieran quedarse por el resto de las vacaciones? ¿Tendría sentido hacerlo? ¿La protección mágica que Dumbledore había puesto en la casa de su tía, expiraría al día siguiente? ¿O se extendería otro año debido al cambio en la ley?

Harry dudaba que la protección mágica se extendiera solamente por que la edad de mayoría fuera ahora los 18. Harry dudaba que la magia funcionara de ese modo. Y, de todos modos, los Dursley estaban demasiado contentos con la perspectiva de deshacerse de él. De modo que no lo dejarían quedarse.

Pero Harry tampoco deseaba quedarse. Eso era un hecho. De modo que decidió seguir con su plan inicial de irse al otro día dónde los Weasley. Nadie podía impedírselo.

O eso creía Harry.

Los Dursley estaban muy contentos cuando Harry bajó a tomar desayuno. Dudley lo miraba con malicia, Tía Petunia con altanería, y Vernon tarareaba una marcha de triunfo detrás de su periódico.

Harry decidió que no les diría nada.

El día transcurrió lentamente. Harry empacó sus escasas pertenencias por última vez en Privet Drive. A la hora de la cena se despidió de sus tíos y de su primo. Se acostó temprano, y puso su despertador a las 5 de la mañana.

Se durmió confiado.

Era todavía de noche cuando unos golpes en la puerta de su cuarto lo despertaron. Miró la hora. ¡Faltaban apenas diez minutos para la medianoche! La puerta se abrió sin esperar su respuesta, y la luz se prendió de golpe mostrando la cara huesuda de su tía.

-Harry, vístete, y baja de inmediato –le dijo, y se fue dejando la puerta abierta.

Harry estaba nervioso. Algo pasaba. No podía ser una coincidencia que a 10 minutos de cumplir los 17 años, su tía apareciera despertándolo en medio de la noche, pidiéndole que se vistiera y bajara.

Harry bajó la escalera, temiendo lo que encontraría.

Y tenía razón.

No sabía qué iba a encontrar en la sala, pero lo que lo esperaba era todavía más descabellado que la más loca de sus ocurrencias.

AN: Cualquier comentario es muy apreciado.