¡Hola, hola! Estoy aquí otra vez, por fin, con... ¡Un longfic! ¡Y uno Prumano! Por favor, la pareja merece más amor, ¡Mucho más amor y nadie se lo da! /3
En fin, había empezado a escribir esto hace como un mes, pero mi ordenador murió y no pude seguir escribiendo. Ayer lo arreglaron y el documento seguía intacto, así que me dije, Why not?
¡ES EL PRIMER PRUMANO QUE ESCRIBO Y ESTOY EMOCIONADA! Siempre estoy escribiendo RusEst, es tiempo de variar un poco. xD
A lo largo del fic planeo meter dos o tres parejas secundarias... y darle un fic completo a una de esas parejas. ¿Pueden adivinarlas? ¡Una pista, ninguna de las parejas es GerIta o UsUk! Así tienen menos opciones para adivinar. 3

¡Nos vemos~!


Capítulo uno: Si simplemente...


La palabra que las personas usaban de buenas a primeras para definir a Lovino siempre era la misma: Amargado. Porque el sureño no daba la impresión de ser alguien alegre, siempre con su ceño fruncido y su cara de «te mataré si me hablas», normal que siempre fuera así como los demás pensaban de él. También solía quedar eclipsado tras la luz que era su hermano menor, Feliciano, lo que hacía que la oportunidad de cambiar los malos pensamientos que tenían los demás sobre él fuera prácticamente nula.
Estaba el plus que los rumores que corrían alrededor de Lovino nunca eran alentadores. Que si estaba involucrado con la mafia, que si había matado a alguien, que si había llegado a último grado amenazando a los profesores y un enorme etcétera.

Basura, pura basura interminable.

Y él lo sabía. Él los escuchaba cuando caminaba por la escuela, los veía señalarlo sin ningún disimulo, recibía las miradas asustadas con una fingida cara de «me sigue importando mierda lo que pienses».
Todo, absolutamente todo lo ignoraba. Todo, absolutamente todo.
Porque, a pesar de que fingía con su usual fachada de desinteresado, la verdad es que todas esas palabras que los demás ciegamente creían dolían demasiado.
Pero, después de todo, ¿Quién necesita a los demás? Obviamente Lovino no.

Lovino no…


Normalmente siempre seguía la misma rutina después de llegar a casa tras el instituto: Bañarse, comer cualquier cosa, hacer su tarea y encerrarse en su habitación el resto del día negándose a salir a menos que fuera algo de importancia.
Así mismo, día tras día, sin cambiar en ningún momento. Sólo acostumbrándose al mismo patrón de siempre, sin estar apto a quejarse de algo ya que él mismo se había confinado a eso.

Y no le buscaba solución alguna.

Había días en que su hermano menor, Feliciano, intentaba hacer que saliera con él y su amigo de intercambio alemán, pero Lovino se negaba completamente. Aquel macho patatas le había desagradado desde la primera vez que lo vio. Su cuerpo que lucía tan lleno de esteroides, su molesto cabello rubio, su voz tan profunda… Agh. Todo en el alemán le daba asco. ¿Y cómo es que se llamaba? ¿Lud… qué? Ludvig o algo así, a fin de cuentas no le interesaba.
Ah… Se distrajo pensando cosas sin sentido. ¿Qué debía estar haciendo en ese momento?

Miró alrededor de su habitación; el típico desorden de ropa y libros estaba ahí, pero a eso ya no le daba suficiente importancia; los cuadernos que necesitaría para el otro día ya estaban en la mochila y las tareas pendientes ya estaban hechas.
Sí, podría relajarse finalmente.

—Joder… Pensé que no podría relajarme jamás —Lovino estiró su cuerpo perezosamente como si de un gato se tratase, sacando su celular del bolsillo mientras se tiraba perezosamente sobre la cama. Un suspiro salió de sus labios mientras encendía la pantalla del aparato—, ¿Está libre a esta hora…?

Desde hacía unos meses la única «vida social» que tenía era a través de Internet, con un chico alemán –irónicamente– y un canadiense. Los conoció a ambos a través de un juego en línea y desde ese momento se hablan casi diariamente, aunque últimamente las charlas se volvían más escasas ya que Gilbert, el alemán, había empezado con la universidad y Matthew, el canadiense, estaba ocupado con sus exámenes finales y a pocos meses de su graduación.
Por lo menos, había ocasiones en que coincidía con los horarios libres del mayor de los tres y gastaba su día hablando con él, o eso hasta que el otro tenía que volver a sus asuntos estudiantiles. Y el idiota albino –como solía llamarlo– había elegido historia como su carrera, lo que sólo le gastaba más tiempo y energía.

Pero, en el fondo, Lovino se sentía agradecido de tenerlos a ellos dos como amigos.

«¡Oh, Lovi! Guten Tag, supongo, ¿Qué hora es allá?»

«Son las dos de la tarde, idiota, te recuerdo que Roma y Berlín comparten la misma hora… ¿No has hablado con Matthew?»

«Ya sé que lo hacen, pero adoro molestarte. Y no, no se conecta desde hace dos días. Empiezo a preocuparme»

«Debe estar ocupado con sus exámenes. Acá empezaran en una semana, ya no tendré tiempo ni de respirar»

«¡No vayas a extrañar mi asombroso ser en tu ausencia!»

«Como si fuera a hacer eso. ¿No estás ocupado?»

«Estoy en un período libre»

«Te saltaste la clase»

«Síp»

«Idiota»

«¡Oh, chicos! Están los dos aquí»

«¡Mattie! Pensábamos que estabas muerto»

«¡Pensabas, no me vuelvas un insensible!»

«Vamos, no peleen. Me hace feliz ver que estaban preocupados por mí»

«Tomando en cuenta que no te conectabas desde el lunes teníamos nuestras razones para hacerlo»

«¡Exactamente!»

«Lo lamento, estuve ocupado. Tenía un proyecto de historia»

«Me hubieras pedido ayuda, ¡Te habría ayudado con mi asombrosa inteligencia sin problemas!»

«Lo siento, Gilbert, no me habría gustado causarte molestias»

«Para nada, si no eres una»

«Odio decirlo, pero el bastardo albino tiene un punto»

Antes de poder leer el mensaje que Matthew estaba escribiendo, tal como la aplicación le avisaba, la puerta de su habitación fue tocada obligándole a desviar su atención de la pantalla de su celular. Más valía que fuera importante, odiaba que lo interrumpieran de lo que estuviera haciendo por cualquier nimiedad sin sentido. Y, lamentablemente, era así como casi siempre ocurría.

No podía tener una familia normal, no, era demasiado pedir.

— ¡¿Quién?!

— ¡Soy yo, fratello! Mamá me pidió avisarte que saldremos a visitar al abuelo Rómulo, ¿Vienes?

—Ya, claro, por supuesto iré a visitar al hijo de puta que prefirió a sus nietos menores únicamente porque el mayor es un bastardo engendrado fuera de matrimonio. Con un demonio iré.

Y es que así había sido siempre. Su abuelo prefirió a Feliciano y Romeo, siempre lo hizo, únicamente porque su madre se había embarazado de él cuando aún estaba en un noviazgo con su padre. A ella no la culpaba de nada, en realidad, pero su abuelo era el bastardo que le provocó su repudio a la sociedad desde que era un niño.
Es que, por favor, ¿Cómo es capaz alguien con corazón de demostrarle desprecio a un niño desde que tenía sólo dos años? Sólo él. Sólo Rómulo era un ser tan insensible como para hacer tal cosa. Y qué más daba, qué más importaba, era así como se le había criado a él.

Un ser insensible sólo genera más.


Debido a la diferencia horaria que tenían Gilbert y Lovino con Matthew los dos primeros hablaban más. Después de todo Roma y Berlín tenían la misma hora, mientras que la diferencia con Quebec era de seis horas, lo que hacía difícil que los tres coincidieran en una hora donde no estuvieran ocupados/con sueño o durmiendo/estudiando. Era lo malo de las amistades a distancia, era poco lo que podían relacionarse correctamente.
Aunque también significaba que el alemán y el italiano tenían una buena amistad. Se solían quedar hablando toda la tarde en cuanto Lovino se libraba de sus tareas y Gilbert descansaba un poco de la universidad, además teniendo en cuenta que se hablaban desde prácticamente un año daba como resultado que la confianza entre ambos fuera mucha.

Habían ocasiones incluso en que el canadiense mencionaba que peleaban como una vieja pareja casada, provocando la vergüenza en ambos. Pero, ¡Matthew tenía sus razones para decirlo! Siempre se la pasaban peleando por cualquier pequeña cosa, pero aún con eso ambos se apreciaban bastante sin duda. Era una muestra de la confianza que se tenían entre ambos, se peleaban tanto pero sabían que jamás iban demasiado en serio, aunque claro había excepciones; la comida, el futbol y quién era mejor en los videojuegos solía ser uno de los temas discordantes más comunes entre ellos.
Podían quedarse una semana entera sin hablarse sólo por sus roces con esos dos temas.

Tanta era su confianza entre ambos que Lovino solía contarle algunos de sus problemas a Gilbert, aunque no siempre porque «no necesita de un idiota albino».
Ambos, tanto Lovino como Gilbert, sabían que era una mera mentira aquello.

— ¡Lovino Vargas! —El aludido dio un pequeño salto en su lugar, mirando azorado al frente donde podía verse la imagen de su profesor de inglés furioso—.

—Ugh… ¿Qué?

— ¿En serio lo preguntas? Te estoy llamando hace dos minutos, presta atención y lee del segundo párrafo hasta el tercero de la página cuarenta y tres.

Arthur era un dolor de cabeza cuando quería. No entendía por qué su escuela gastaba tanto dinero en un profesor de Inglaterra cuando un italiano podía enseñar con la misma precisión y ser más agradable. Luciano sabía mucho de inglés, lástima que fuera un estudiante y tuviera un mal humor que incluso daba miedo.
… ¿Cómo serían los profesores de Gilbert? En ocasiones se lo preguntaba mucho, y no podía dar con una respuesta adecuada a menos que se lo preguntara directamente y realmente no le daban muchos ánimos de hacer eso.
Comenzó a leer el texto que le indicó su profesor, sintiéndose hastiado. Su acento era muy marcado y las palabras inglesas le salían asquerosas, prefería tomar clases de español aunque el profesor fuera un idiota empalagoso. ¿Por qué había tomado inglés como optativa en primer lugar? Le hubiera ido mejor incluso si tomaba alemán o ruso, pero necesitaba subir su promedio y Arthur se veía como el menos asesino.
Se daba cuenta de su error demasiado tarde.

—Para, Lovino, para. Aún necesitas mejorar tu dicción.

— ¡Con un demonio, es imposible! La pronunciación es difícil.

—No, no lo es. Tu acento es muy marcado y hace la pronunciación difícil, eso es otro tema.

El italiano gruñó, volviendo a su asiento.
Todo sería más fácil si simplemente…

Si simplemente…


«¡Oye, Lovi!»

«Lovi~»

«Lovi, te veo en línea»

«¿Qué demonios quieres? Puedes simplemente hablar por el grupo»

«¡No, esto es una sorpresa!»

«¿Para mí o para Matthew?»

«¡Para ti!»

«… ¿Y entonces por qué me la dices?»

«¡Para sorprender a Mattie después!»

«En fin, hace una semana me dieron aprobación de Erasmus»

«Y…»

«¡Me iré a Italia por un año!»

«QUÉ. ¡¿Hablas en serio?!»

«¡Sí, totalmente en serio! Llegaré a Roma en dos semanas»

«El caso es, ¡Prepárate para aguantar mi asombrosa presencia allá, Lovi!»

Si simplemente Lovino hubiera sabido lo mucho que la llegada de Gilbert cambiaría su vida… habría reído.