—No —respondió Harry Potter por décima vez en un cuarto de hora.

—¿Por qué? —preguntó Nymphadora Tonks —. ¿Es por la diferencia de edad? Son solo siete años y la gente mágica puede llegar a vivir más de un siglo sin problemas, así que no veo eso como un obstáculo.

—No, no es la edad.

—¿Es mi apariencia? Porque eso puede arreglarse fácilmente —dijo Tonks, sabiendo que, si ese era el problema, su estatus como metamorfomaga la permitiría tomar la forma que él desease que tuviese, aunque ella no tendría problemas en admitir que no se sentiría muy cómoda en un cuerpo que no era el suyo.

—No, tampoco —admitió Harry incómodamente.

—Entonces, ¿por qué razón no podemos ser novios? —cuestionó Tonks confundida, dado que había tenido un flechazo por el joven mago desde el final del Torneo de los Tres Magos. Había decidido conocerlo mejor hasta que, casi un año y medio más tarde, finalmente se había atrevido a confesárselo.

—Mira, eres una persona maravillosa, pero... no sé cómo decir esto...

—¿Quién es la otra? —preguntó Tonks con celos. Le iba a enseñar a esa bruja a no robarle un mago al que ya le había echado el ojo.

—¿Qué? ¡No! Lo que pasa es que eres muy inmadura. —Viendo que no le estaba entendiendo, Harry decidió explicárselo mejor—: Tonks, aunque nos llevamos muy bien y, en otras circunstancias, realmente me gustaría intentarlo, todavía te comportas de una forma que podría considerarse infantil y eso me hace dudar que estés lista para una relación de esa clase.

—Tú eres más joven que yo —respondió la chica mientras intentaba asimilar lo que Harry acababa de decir. Ella no era Ron Weasley, así que sabía de qué le estaba hablando, pero no tenía ni idea de por qué Harry lo consideraba algo malo.

—Sí, pero, gracias a los Dursley, nunca tuve una infancia. Me vi obligado a madurar emocionalmente más rápido que otras personas para no convertirme en alguien que hiciese todo lo que le mandasen en un intento de conseguir aprecio por parte de otras personas —explicó Harry, procurando no concentrarse mucho en memorias no muy agradables—. Tú, en cambio, a pesar de crecer físicamente, todavía te comportas como una niña de doce años y no te tomas casi nada en serio.

—Oh, así que es eso —dijo Tonks antes de darse la vuelta para marcharse con el corazón destrozado.

La mano de Harry en su hombro la paró y la hizo girarse para ver los ojos verdes que la habían atraído desde que habían cruzado miradas por primera vez.

—No digo que no esté interesado, es solo que, hasta que emocionalmente tengamos edades similares, las posibilidades de que una relación de este tipo dure son... remotas —señaló Harry, haciéndola sonreír tímidamente.

Tonks preguntó a su madre horas después si creía que era lo bastante madura como para empezar una relación romántica. Andromeda básicamente le dijo lo mismo que Harry y afirmó que tendría que cambiar definitivamente algunos comportamientos y hacer cosas como una adulta, lo que significaba, entre otras cosas, buscarse otra casa donde vivir, limpiar sus cosas, comprar y cocinar su propia comida y hacerse responsable de sus finanzas.

Le había costado meses empezar y años terminar, pero el apoyo de su madre y de Harry la habían ayudado a lograrlo. Una vez que lo consiguió, Tonks comprendía mejor cómo pensaba y se sentía Harry, lo que les permitió empezar su relación con buen pie.

Tras dos años de romance Sarah Andromeda Potter nació y, a diferencia de Harry, pudo tener la experiencia de ser criada por sus padres biológicos en lugar de ser enviada a una casa de acogida menos que recomendable.