Capítulo 1- El comienzo de algo incierto.
La mañana había comenzado con una leve llovizna, como era común en verano.
Kyouya Ootori miró a través de la ventana. Ya estaba retrasado para la importante reunión que se llevaría a cabo, pero no lograba darse ánimo para apresurarse a salir.
Sería un día memorable, uno que, estaba seguro, cambiaría para siempre su vida, pero aun así había algo que le retenía en su habitación.
¿Por qué no podía sentir entusiasmo ahora que sabía que lograría aquello por lo que tanto luchó a lo largo de su existencia?
Hacía ya casi un mes que su padre, Yoshio Ootori, se había marchado de este mundo. Se había dedicado hasta el último minuto a liderar su imperio, esperando el momento en el que alguno de sus hijos tuviese la capacidad de tomar su lugar. Aquello siempre había sido una declarada lucha entre sus hijos varones, y ese día se sabría el resultado. El testamento de Yoshio sería leído ante los socios del consejo, esperando que todos sus miembros estuviesen conformes con el dictamen.
Algo en la mente de Kyouya le decía que él era el elegido de su padre, que sus esfuerzos se verían reconocidos. Era una lástima que no pudiese escucharlo de los labios de su progenitor, aunque no era porque le guardara un gran cariño, sino porque eso le otorgaba más valor ante los demás.
Aun desanimado, Kyouya se dispuso a vestirse. Tomó del armario uno de sus mejores trajes de diseñador de color negro, pues aun guardaba luto por su padre, y en cuanto estuvo listo salió de su habitación.
El joven Ootori trató de no llamar la atención de sus empleados, así que salió tan sigiloso como pudo, sin embargo sus planes no salieron como esperaba.
-¿Ya está de salida, joven Kyouya?- preguntó amablemente su anciana ama de llaves.
-Así es, señora Homura. Le encargo la casa, por favor.- respondió él tratando de escapar de sus atenciones.
-¡Pero aún no ha desayunado!- replicó la mujer.
-No me apetece, además ya voy retrasado.
-Por lo menos espere a que llame al chofer.
-No, gracias. Hoy quiero conducir.- concluyó Kyouya mientras se apresuraba a entrar a su auto y encenderlo.
Suspiró cansado. A pesar de haberse criado en un ambiente en el que era normal ser atendido por alguien, no era algo que le agradara realmente. Se consideraba una persona solitaria la mayor parte del tiempo, y por ende exigía que sus espacios fueran respetados.
Fue esa la razón por la que se había mudado de la mansión principal de su familia para buscar su independencia, no obstante, su hermana Fuyumi había insistido en que por lo menos tuviese un par de personas que le ayudasen en su nuevo hogar, y él rara vez podía negarle algo. Era consciente de lo mucho que le preocupaba a ella.
A pesar del inestable clima, el joven pudo llegar rápidamente al edificio de la corporación Ootori, pero se tomó su tiempo al caminar hasta la sala de juntas donde le esperaban.
Al llegar, una comitiva de rostros inconformes le miraba con algo de enojo, a excepción de Fuyumi, quien también estaba presente.
-Llegas tarde, Kyouya.- le espetó con molestia Kaito, el mayor de sus hermanos.
-¿Has visto la lluvia de esta mañana? Ha causado terribles estragos en el tráfico.- respondió el más joven con un evidente son de burla, lo cual enfureció a sus hermanos.
Fuyumi los miraba con preocupación. Siempre le había inquietado que sus hermanos no se llevasen bien, o mejor dicho, que sus hermanos no toleraran a Kyouya. Desde que podía recordarlo, la relación entre los tres había sido de competencia, siempre con celos de por medio. Le resultaba alarmante, aunque la verdad es que todo el tiempo ella buscaba favorecer a Kyouya, y así sería.
-Comencemos de una vez.- dijo Kouji, el segundo de los sucesores Ootori.
Hubo un asentimiento general, entonces el notario comenzó con la lectura del testamento. Kyouya se perdió en sus divagaciones mientras se mencionaba quien se quedaba con propiedades y demás. Ese punto le tenía sin cuidado.
Podía notársele demasiado impaciente e intranquilo. Fuyumi se acercó a él.
-¿Te encuentras bien, Kyouya?- preguntó en un susurro.
-Estoy bien, hermana.
-Pareces cansado. ¿Has dormido bien? ¿Comes lo suficiente?
-Deja de preocuparte, hermana. Esos empleados tuyos no dejan de acosarme. Me atienden como si todavía fuese un niño. Tú tienes cosas más importantes en que pensar ahora.- sentenció él señalando el vientre de Fuyumi con la cabeza. Ella sonrió levemente al escucharlo.
-Me he sentido bien, pierde cuidado.
Kyouya asintió. Aunque le alegraba la felicidad de su hermana no era capaz de expresarlo abiertamente.
El notario seguía con la lectura sin llegar aun al punto crucial. El menor de los Ootori comenzaba a exasperarse.
-¿Estás nervioso?- preguntó Fuyumi reanudando la conversación.
-No tengo por qué estarlo.
-Puedo verlo en tu cara, aunque trates de negarlo. ¿Acaso te preocupa el resultado?
-Confío en el buen juicio que padre conservaba aun hasta el momento de su muerte.
Volvieron a callar. Todos los presentes seguían a la expectativa. Finalmente había llegado el momento. Transcurrieron intrigantes segundos antes de que se diera el nombre de quien tomaría el mando de todo el imperio Ootori.
-Así, declaro que será mi hijo, Kyouya Ootori, quien me sucederá en la presidencia del consejo y quien tomará control de toda la Corporación.- leyó el notario.
-¿Qué demonios?- exclamó Kaito molesto. Kouji permaneció callado, sin embargo también estaba furioso. Kyouya sonreía con malicia.
-Un momento.- pidió el notario atrayendo la atención de los presentes. –No me han permitido leer la cláusula.
Aquello desconcertó a Kyouya, quien guardó silencio para escuchar.
-Aquí se estipula que el heredero, es decir, Kyouya, tendrá la presidencia de manera temporal y le será concedida permanentemente hasta que contraiga nupcias, para lo que se le da un plazo de tres semanas. De no ser así, el control lo tomará Kaito Ootori.- concluyó el hombre.
-¿Qué?- cuestionó Kyouya tratando de contener su ira.
-Es muy claro, mi querido hermano.- dijo Kaito sonriendo con malicia, disfrutando del momento. –Para acceder a lo que se te ha dado vas a tener que casarte, de lo contrario, el sucesor seré yo.
Kyouya apretó los puños con la fuerza suficiente para hacerlos perder su color. Hacía un gran esfuerzo por no mostrar su furia.
-Exijo ver a un abogado.- dijo antes de salir de la sala de juntas bajo la mirada confundida de los presentes.
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¿Qué tal? Este es mi primer fic de Ouran. Se trata de un proyecto nacido desde hace casi cuatro años y el cual, por diversas razones apenas me he atrevido a sacar a la luz.
Ojala sea de su agrado. Cualquier comentario será bien recibido.
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