Disclaimer: Nada más que estas breves palabras me pertenecen.
TE RECUERDO
I
De repente, cuando te encuentras solo entre las paredes grises y frías de la celda, cierras los ojos. No es novedad en ti, pero la imagen de tu casa, en la granja, se reproduce tan rápidamente en tu mente que te origina un nudo en la garganta. Entonces recuerdas con cariño a las dos mujeres que llegaste a amar con locura, como también a tu hijo y a tus dos niñas.
Es curioso como la nostalgia viene a ti y ahora la recibes con un abrazo. La esperas paciente y esta nunca te falla, lo que te hace sonreír con suavidad.
Recuerdas un día soleado que desentona con la oscuridad de tu nuevo hogar. Ves, aún sin abrir los ojos, cómo los tibios rayos solares dan contra el pórtico de tu casa, iluminando las maderas blanquecinas del suelo, y cómo el follaje verdusco de los arboles cercanos se mece al son del aullido del viento. Ciertamente es una hermosa mañana de verano, tan hermosa como la sonrisa de la niña que te espera en el marco de la puerta.
Ella te observa con ojos grandes y saltones, te dice "papi" y automáticamente ríes. La voz aniñada y chillona de ella te resuelta encantadora y logra estremecerte por dentro, pero solo mermas la distancia entre los dos y la levantas en tus brazos cuidando no pasar a llevarle el vestido rosado que seguramente ella misma, a sus cuatro años, decidió colocarse ese día. Plantas un beso en su frente pálida y ella carcajea risueña para rodear tu cuello con sus brazos pequeños y decirte cuanto te quiere. Desde pequeña busca hacerte saber que eres importante para ella, que te quiere más que a nadie, y las palabras inherentes de la niña, en toda su inocencia infantil, te llegan hondo.
El aroma a manzanilla que desprende su fino cabello rubio te embriaga de una forma totalmente distinta al alcohol que solías beber, y te sientes dichoso. Sientes que tienes todo a la mano para ser feliz.
El sol sigue en punta sobre la granja de los Greene, el tiempo sigue su transcurso.
Tú suspiras. Son momentos así de nimios, casi efímeros, los que transitan por tus memorias.
Son momentos tan simples, tan intrascendentes… tan perfectos que a veces deseas irte con ellos para siempre, no obstante, pronto recuerdas a Maggie y a Beth y vuelves a la celda, a las paredes sombrías y lóbregas que albergan incertidumbre y hedor a muerte.
Aún te quedan dos hijas y no te importa que ellas se puedan cuidar solas. Siempre, toda la vida, serán tus niñas, tus pequeñas, y mientras estés vivo no dejarás que nada ni nadie las lastime. Antes muerto, dices en tu mente.
Y así fue.
