Autora:Kayazarami

Pareja:Sesshômaru/InuYasha

Advertencias: Yaoi (relación chico/chico), incesto (relación entre parientes sanguíneos), UA, lemon, romance, tortura, violación, maltrato.

Resumen: InuYasha Tashio huyó de su familia al cumplir 18 años. Pero su pasado volverá a él al mismo tiempo que su hermano Sesshômaru, aflorando los recuerdos de cosas que es mejor olvidar.

Notas:Aunque no lo parezca con esas advertencias, es más romance que otra cosa. Ojo, si no te gusta el incesto sal de aquí inmediatamente, por tu propio bien. Este es el segundo fanfic que escribí en mi vida. Corregido el 04/04/2014.

Disclamer: Ni InuYasha ni Sesshômaru ni los otros personajes me pertenecen. Son propiedad de Rumiko Takashashi y yo escribo sin ánimo de lucro ni beneficio alguno.

*#*#*#*#*#*#*#*#*#*#*#*#*

No puedo comprenderte

*#*#*#*#*#*#*#*#*#*#*#*#*

Capítulo 1. La huella que llevamos dentro.

Era una suave mañana de otoño e InuYasha Tashio salía como siempre cansado del trabajo. Ser director de la sucursal en Japón de las empresas Tashio le daba muchísimo trabajo.

Se planteó si debía llamar o no a su novia Kagome para quedar, al fin y al cabo, hacía dos semanas que no se veían.

Finalmente decidió que no, la morena era muy agradable y cariñosa cuando quería, pero sin duda las dos semanas de abandono pasarían factura y se estaría toda la noche reprochándoselo, mientras que él necesitaba una cena tranquila y agradable.

Hacía ya tres años que se había acostumbrado a ese tipo de vida, desde que a los 18 se había ido de la mansión familiar y disfrutaba de una relativa calma. El único lazo que lo ataba aun a su familia era el hecho de que trabajase como presidente de sus compañías en Japón.

Su padre, InuTashio, había decidido encargarse de las estadounidenses y su hermano, Sesshômaru, de las europeas. Él había escogido las japonesas para no tener ningún contacto con ellos. Le bastaba y sobraba con que su secretaria les mandase informes regulares de las acciones de la compañía.

Suspiró y llamo a Kagome, definitivamente esa noche iba a necesitar a su lado a la morena, aunque lo odiase.

Tomó el móvil y marco su número. Para su sorpresa, la chica no se encontraba de mal humor con él y accedió de buena gana, ya que las dos semanas las había pasado ocupada estudiando para los exámenes de Selectividad.

Pronto estuvo en su auto y, tras un cuarto de hora, tuvo a una feliz y parlante Kagome junto a él, charlando animadamente sobre trivialidades pero sin agobiarlo, tal y como él necesitaba.

—El examen de matemáticas fue el más difícil, pero lo pase, aunque a duras penas, como me comentó el profesor y entonces el de Filosofía...Oye, InuYasha, ¿quieres que me calle?

—¿Pero qué dices? —el joven de cabellos plateados le dedicó una pequeña sonrisa—. Con lo orgulloso que estoy...Ya tengo una novia universitaria.

—Bueno, sí, pero esta "novia universitaria" aún no sabe qué carrera escoger...

—Tranquila, no te metas presiones, mira algo que te guste.

—¡Quiero ser profesora! —dijo la chica casi de inmediato.

—Eso ya es un paso importante...

—Um...Pero no sé de qué asignatura.

—...y eso otro un dilema.

—Estoy echa un lío...

—Bueno, probemos a resolver esto en la cena, ya hemos llegado.

Bajaron del coche y la chica se enganchó al brazo de InuYasha, mientras un cochero se llevaba el lujoso Ferrari rojo del empresario para aparcarlo y un camarero les abría la puerta de uno de los tres restaurantes más caros y elegantes de Tokyo.

Pronto estuvieron sentados en su mesa habitual y no tardaron en ser atendidos.

—Bueno, me gusta la Literatura...Pero no se me da muy bien.

—¿Y qué tal Matemáticas?

Kagome le dirigió una mirada asesina.

—Vale, nada de matemáticas.

—Oye, InuYasha...

—¿Hum?

—Pareces preocupado.

—Los negocios y eso...

—No es eso, conozco tu expresión y sé que hay algo más que te está rondando por la cabeza.

La copa de la mano de InuYasha tembló ligeramente, aunque por suerte la morena no se percató e InuYasha discretamente le dijo que necesitaba ir al baño.

Mientras iba hacía el, sintió la mirada penetrante de alguien clavarse en su nuca (tenía un buen instinto), pero no se paró a analizar ni a mirar, se metió en el baño y abrió el grifo.

Todo por culpa de un maldito sueño. Solo eso. Un estúpido sueño lo tenía de los nervios.

Hacía demasiado tiempo que no tenía pesadillas de aquello. Se mojó la cara y relajó su rostro con leves masajes en las sienes. Cuando se vio más tranquilo, salió del baño, con tan mala suerte que sin querer chocó con alguien y los dos cayeron al suelo de forma muy poco elegante.

Lo sentía, sentía a la otra persona sobre él y aquello lo asustó de sobremanera. Abrió los ojos como pudo y deseo morir. Aquello no podía estar pasando. No otra vez.

Allí, sobre él, mirándolo fijamente, estaba...

—Tan patoso como siempre, ¿no, InuYasha? —dijo el hombre, levantándose, de forma que él también pudo incorporarse y retroceder un par de pasos.

—¡Sesshômaru! —exclamó, su rostro contraído en un rictus de horror.

—Tenemos que hablar —dijo este seriamente.

Los fríos ojos dorados de su hermano se clavaban en él e InuYasha no podía escapar de su mirada. Involuntariamente, varias imágenes pasaron por su mente.

Una habitación en penumbras, las sábanas revueltas a su alrededor, las correas aprisionado sus muñecas contra los postes y la lengua húmeda de la persona que estaba sobre él recorriéndole el pecho.

—¡Pa...para, por favor!—pidió entre jadeos.

—Tú quieres esto tanto como yo, InuYasha.

—N...noo...

Sacudió la cabeza varias veces, intentando sacar las imágenes de su mente, pero no podía. Su cuerpo empezó a temblar de miedo.

Sesshômaru lo miró con comprensión, entendiendo enseguida lo que pasaba por la mente del pequeño.

—InuYasha, yo...

—¡Oiga! —se escuchó de repente tras ellos y Sesshômaru dio la vuelta para encontrarse con una morena que lo miraba con desaprobación—. ¡¿Qué le está haciendo a mi novio?!

—No creo que sea asunto suyo.

—¡Y tanto que lo es! ¡Lo ha abordado nada más salir del baño!

InuYasha sonrió, esa era su impulsiva Kagome, siempre sacándolo de apuros. Pero cambió de idea cuando se percató de que todo el restaurante estaba mirándolos con mayor o menor grado de disimulo.

—No pasa nada, Kagome, hemos tropezado —dijo, intentando calmar la situación.

La chica enrojeció de vergüenza y se apresuró a disculparse con Sesshômaru, pero este apenas la miró y se fue del local sin decir nada más.

—Que tipo más raro y que maleducado...

—Kagome...

—¿Si?

—¿Dejamos la cita para otro día? Todo el restaurante sigue mirándolos.

Ella se limitó a encogerse de hombros y asentir afirmativamente. Tampoco le apetecía seguir allí, con todo el mundo pendiente de ellos.

—Claro, pero ¿te importaría dejarme en mi casa?

—No seas tonta, sabes que siempre lo hago.

Pagaron y se marcharon. El trayecto hasta la casa de Kagome fue corto y tras despedirse con un corto beso en los labios, InuYasha tomó rumbo a su casa. Por el camino, sus pensamientos se confundían en su mente, generando una confusión que seguro que le iba a provocar más de un dolor de cabeza.

¿Qué diablos quería Sesshômaru de él? Después de lo sucedido años atrás, había cortado toda relación con su hermano y su padre y no quería volver a saber nada de ellos. ¿Por qué demonios volvía a aparecer tras tres años sin dar señales de vida?

Continuará...