Papá, de verdad no sé en qué has pensado cuando me aconsejaste ver el instituto Seidou.
Aquella mañana, una mujer me esperaba en la puerta del colegio como habíamos acordado. Ella miraba a su carpeta cuando llegué al recinto. Me acerqué pero enmudecí, intentando buscar las palabras que pensaba decir en japonés. Es difícil acostumbrarse a usarlo, después de pasarme quince años hablando el inglés. Por fin, la saludé con la mano y ella me sonrió, despegando sus ojos de sus papeles.
— Siento haberla hecho esperar— dije—. Me llamo April Ichinose, encantada.
— Takanashi Rei, igualemente— me contestó—. Estamos en verano y solo hay entrenamientos de clubes de deporte, pero también visitarás las clases.
— Oh— respondí. Yo que creía que había más actividad durante las vacaciones. Pero solamente venía a por el béisbol, así que no importa—. No importa, quería ver únicamente las instalaciones de béisbol.
— Nuestro colegio se ha hecho más famoso al parecer— comentó mientras se ajustaba las gafas—. Como sabes, hemos quedado segundos en la división de Tokyo Oeste.
— ¿Ah, sí?— traté de sonar emocionada.
Las pistas olían a tierra mojada, varios chicos corrían alrededor de uno de los campos mientras que otros practicaban el bateo. Al vernos acercarnos, algunos curiosos levantaron la vista. Pero solamente acudió a nuestro encuentro un joven con gafas, un catcher, lo supuse por su casco. Nos sonrió radiantes, pasando la vista por mí y parándose en Rei.
— ¿A quién te traes, Rei-chan?
— Me llamo April— le contesté, devolviéndole la sonrisa. Un chico de pelo verde se acercó por la espalda del anterior.
— ¿Una chica?— preguntó curioso.
— Yo soy Miyuki Kazuya, el capitán del equipo. Y este es Kuramochi— se presentó el primero—. ¿Vienes expresamente para ser mánager?
— ¿Qué?— chillé horrorizada—. No, por Dios. Soy pitcher.
— Pero esto no es sotfball— me contestó Kuramochi.
— Ya lo sé, no soy tonta.
— Pero las chicas no juegan en béisbol— me volvió a decir, algo enfadado.
— Si me han dejado en Estados Unidos, no veo el problema aquí— espeté mientras me recogía el pelo. Sabía lo que venía, igual me pasó ayer en el instituto Inashiro.
— Pero va contra las normas.
— En verdad no hay una regla exacta que diga eso— dijo una voz proveniente de la lejanía.
Me volví y vi acercarse dos chicos. Sonreí al ver el asombro del resto, siempre pasaba igual, les encanta llamar la atención. Y encima se ponían de acuerdo para impresionar aún más. Sendos cabellos castaños tapaban sendos ojos, dejando ver únicamente la arrogante sonrisa que lucían.
