Nota de Autor: ¡Bonjour, mis estimados! He decidido comenzar con este nuevo proyecto, más que nada como un desafío a mí misma para crearme el hábito de escribir todos los días (se hace lo que se puede). Quise empezar con esta imagen porque apenas la vi, supe lo que quería escribir. Y debo puntualizar que es primera vez que escribo de estos dos (son una pareja que me gusta mucho), así que ruego por clemencia. Espero que disfruten leer mi pequeño aporte tanto como yo disfruté escribirlo :)

Basado en la imagen #78 - Confesión en la pizarra, propuesta por June JK.

Pairing: Mishiro


A su manera

Se quedó mirándolo desde su pupitre, sintiendo que sus párpados querían sucumbir ante el perseverante aburrimiento y bostezando por quinta vez en esas dos horas. Koushiro estaba terminando de borrar todas las ecuaciones de la pizarra, cosa que Mimi agradeció profundamente al quitar semejante asquerosidad de su vista y que, de paso, le provocó ganas de pedirle que dejaran las lecciones hasta ahí.

Y como nunca se guardaba nada, así lo hizo:

—Ya es suficiente, Kou. Vámonos, hagamos algo divertido—le ofreció con entusiasmo, sintiéndose revitalizada ante la perspectiva de ir al cine, sentarse a comer algo o simplemente pasear por ahí tomados de la mano, hablándole de mil cosas como siempre solía hacer.

Él, por su parte, no pudo evitar enternecerse ante los ojos brillantes y demandantes de su novia. Quiso sucumbir ante sus caprichos, olvidar por un momento los deberes para sentir el placer de escapar con ella en una nueva aventura, pero su lado racional lo frenó y se mantuvo tan profesional como de costumbre.

—Quiero asegurarme de que hayas entendido todo. Tu examen es en dos días—le recordó, alzando sus cejas con elocuencia y volviéndose a la pizarra para seguir anotando ejercicios.

Escuchó a Mimi resoplar con exasperación a sus espaldas, seguido del chirrido de la silla al moverse y sus pasos aproximándose.

—Por favor—sus delicados brazos rodearon su torso por atrás, y Koushiro se esmeró por mantenerse concentrado en lo que hacía. Mimi apoyó la cabeza contra su espalda, moviéndola a un ritmo lento como si le estuviera haciendo una delicada caricia—, sigamos mañana…

Dejó de escribir, suspirando con resignación. No podía trabajar así, sintiendo a un ser humano tan irresistible que se esmeraba por hacer prevalecer sus exigencias. Tomó una de las manos de Mimi que se encontraba rodeándolo por el torso, dejándose llevar por aquel momento y embargándose de una poderosa sensación que llevaba acechándolo desde un cierto tiempo.

Contra toda incertidumbre, supo lo que era.

—Déjame pensarlo, mientras tanto…—sosteniendo la tiza con firmeza, acabó de anotar una nueva expresión matemática en la pizarra— Reduce esto.

—¿Qué? —más que pregunta, fue exclamación lo que la voz de Mimi formó. "128√e980" y su cabeza pareció explotar— Pero…

—Redúcelo—repitió Koushiro, interrumpiendo las quejas que sabía que se avecinaban—. Voy al baño, si lo logras para cuando yo regrese nos vamos, ¿de acuerdo?

Sin más, la dejó sola frente a lo que parecía ser su nuevo némesis. Mimi quiso estampar su cabeza contra la pared, aunque sabía que eso no le ayudaría durante el examen. Procuró pensar con la cabeza fría, ponerse en modo Kou, como ella diría. Una exponencial… ¿Y qué pasaba si usando logaritmo le seguía pareciendo igual de fea?

Siguió mirándola, como si se tratara de un desafío por ver quién duraba más tiempo sin parpadear, hasta que una nueva percepción la atacó. ¿Por qué parecía que había visto esto antes…?

Parecía salido de una película, una que había visto hace mucho. Siguió analizándola, hasta que una cierta forma captó su atención de sobremanera. Dubitativa, tomó el borrador y de un solo barrido, sus sospechas se confirmaron.

Se quedó paralizada. Koushiro nunca había sido de expresarse en palabras. Podían pasar mil cosas por su mente, pero Mimi había aprendido a interpretarlo a lo largo de esos años, limitándose a un conjunto de señales que se volvían valiosas ante sus significados. Cada vez que la abrazaba, aunque por pocos segundos, pero aprisionándola con fuerza. Cuando entrelazaba sus dedos entre los suyos mientras veían una película, o cuando simplemente acariciaba las puntas de su cabello cuando se acurrucaban.

Y esta era su forma de decirle lo más importante.

—¡Koushiro! —exclamó con los ojos llorosos, antes de salir disparada por la puerta para encontrárselo en el pasillo y abalanzarse sobre él.

Esa era su manera de decirle que le correspondía.