NOTA: Gracias por leer este nuevo proyecto. Espero sea de su agrado; sea ese el caso o sea al contrario, pueden hacérmelo saber a través de una review. Cualquier comentario al respecto es agradecido. Intentaré subir el siguiente capítulo tan pronto haya tenido tiempo, y espero que eso sea pronto ya que estoy bastante ocupada ultimamente debido a motivos académicos. Sin más que decir, se despide A.D. Disfrútenlo.
I
Hace algunas horas, cuando apenas faltaban unos cuantos segundos para media noche, el preludio de un extraño evento se había manifestado: Un corte total del suministro de energía eléctrica y una caída de los servicios de internet. Cuando la energía regresó de sopetón, muchos aparatos electrónicos dejaron de funcionar y ante los estallidos y chispazos, el pánico no se hizo esperar. Pero había algo más. Esa noche no era como todas; un apagón cualquiera no causaba tanto revuelo y no habría sido así si no se hubiese tratado de la noche de año nuevo del 2012 y por lo que vino más tarde.
Corriendo por la avenida principal, un grupo de personas huía despavorida esquivando los distintos obstáculos que la calle parcialmente a oscuras ofrecía. Eran casi las 5:00 AM y el alumbrado público era irregular a lo largo de la ciudad; algunos faroles parpadeaban de vez en cuando y el suelo lucía húmedo, de un color rojizo que se proyectaba desde un grifo de agua en mal estado y de un hombre que yacía con el brazo alrededor del artefacto, inerte. Alguien o algo, le había provocado una enorme herida en el cráneo por lo que este se presentaba abierto y derramando una sustancia viscosa sobre la acera.
Los gritos de los habitantes se podían oír a un par de cuadras a la redonda, atenuados por esporádicas explosiones en distintos puntos de la ciudad. Por el momento, la población se limitaba a trasladarse hacia los suburbios, lo cual no parecía una idea muy segura ya que el origen del peligro era incierto.
Uno de los individuos que se encontraba en la pequeña aglomeración se separó de la bandada y cambió de dirección, dirigiéndose hacia el parque. En una de las esquinas había una cabina telefónica intacta con luz interior, por lo que el sujeto supuso que aún funcionaba. Tras golpear la puerta con un pie y cerrarla al entrar con otra patada, hurgó nerviosamente en uno de los bolsillos de su chaqueta. Un pequeño papel arrugado parecía ser lo que buscaba. Lo expandió y aplanó sobre la mesita que sostenía la guía telefónica y marcó el número que allí estaba impreso. Una moneda. No había insertado la moneda. Buscó otra vez. Una moneda rusa. Inútil. El otro bolsillo. "¡Esta sí!" exclamó aliviado, y con manos torpes introdujo la moneda.
El tono de marcado. Maldito tono de marcado.
-¿Mamá?
-¿A-ló? ¿Piotr, eres tú?
-¡Mamá!
-¡¿Dónde estás!?
-¡Estoy bien! ¡En la ciudad, mamá! Algo pasó a las 12:00; estábamos todos abrazándonos. La tía Polly me felicitó por el año nuevo. Luego se cortó la luz. Algo estalló en el puente sur, y todos salieron a ver qué pasaba. Una señora venía como loca por la calle en su coche gritando que "es el fin del mundo", mamá. No sé qué pensar. Después volvió la luz. Entonces escuchamos disparos, y todos regresaron a sus edificios. Después…
-¡Piotr, tranquilo! Acá también está pasando algo raro. Hijo, tu hermano y yo estamos bien. Tu abuelo nos está llevando al campo. Voy a perder la señal. Por favor, ve a un lugar seguro. No quiero que…
-Mamá, tú tranquila. No te preocupes por mí. Ya tengo un plan. Por favor, cuídense. Nos veremos pronto ¡Lo prometo!
-¿Tu avión, Piotr? ¿Cuándo es tu vuelo? ¿Cúando regresas…?
La llamada se cortó.
¿Regresar a casa? ¿A Rusia? Supuso que todos los vuelos ya estaban cancelados, si no es que el aeropuerto ya había sido destruido por el misterioso evento.
El muchacho salió de la caseta y al no escuchar un alma en el sector, se aventuró sigilosamente hacia la calle principal.
La gran avenida estaba regada de automóviles abandonados en ambas vías. Piotr comenzó a avanzar por entre los coches; caminaba con la cabeza baja y mirando de vez en cuando hacia la retaguardia por miedo a ser abordado por alguien o algo. Esa noche, como ninguna otra, su miedo a la oscuridad le estaba causando una tremenda paranoia. Se sentó un momento para tomar un respiro y aclarar la mente pero no sintió nada más que un nudo en la garganta ¿Dónde podía pedir ayuda? La policía brillaba por su ausencia y no había escuchado a los coches de bombero desde hace ya varias horas. Había perdido a papá y a la tía Polly al salir del edificio, cuando un incendio se había iniciado en el block contiguo. Una turba de personas asustadas los había separado y ahora sólo estaba preparado para lo peor. Tal vez ambos estaban muertos. Nadie lo sabía.
Piotr miró a su alrededor. "Pague 2 y lleve 3" anunciaba la publicidad de una farmacia en uno de los enormes letreros que solían encontrarse a lo largo de la avenida. A la derecha de este, un gran cartel llamó particularmente su atención: "Estamos para protegerlo a usted, su patrimonio y su bandera. TF Industries, desde 1870"; acompañando a la frase, las siluetas de cinco imponentes mercenarios adornaban el afiche. ¡Por supuesto! Si existía en el mundo un lugar seguro, con total certeza era el edificio de TF Industries, la más grande y poderosa compañía de apoyo y suministro militar a nivel mundial. Hace algunas semanas, Piotr había enviado su currículum, sin muchas esperanzas, con la intención de ser aceptado como recluta. Cada año, un pequeño grupo de jóvenes militares eran alistados, tras un minucioso proceso de selección, para ser entrenados como futuros mercenarios y formar parte de las filas de la organización, la cual funcionaba como un moderador de las relaciones internacionales siempre y cuando hubiese cierto "incentivo monetario" de por medio. Distintos países a lo largo y ancho del globo contrataban sus servicios básicamente para hacer más expeditos los conflictos bélicos que surgían, y con esto se evitaba al mismo tiempo el desarrollo de un enfrentamiento a mayor escala. Nadie confiaba en TF Industries, pero sus integrantes eran profundamente respetados y tenían un gran sentido del honor. Afortunadamente en la actualidad, existía un contrato de 10 años en el país que Piotr se encontraba de visita, por lo que el sitio idóneo para pedir asilo era la sucursal que se encontraba al final de la calle, cerca de la costa. No obstante, la distancia era bastante larga y el estómago de Piotr había comenzado a sonar. Se levantó con cuidado, esperó unos segundos y trotó silenciosamente hacia una tienda de provisiones que había descubierto hace unos días atrás, ubicada a uno de los costados de la calzada.
La puerta estaba abierta, por lo que sólo bastó empujar. Comenzó a pasearse por los pasillos, como cuando su madre le enviaba a comprar algo para el almuerzo; sin embargo ahora, podía tomar lo que se le antojase. El dinero no era un problema en esta ocasión. Se quitó la mochila que traía sobre los hombros e introdujo un montón de paquetes de galleta y caramelos. Luego ingresó al sector de los bebestibles, y tomó unos cuantos refrescos igualmente. Una lata le causó particular atención: "Bonk: Atomic Punch", anunciaba la etiqueta del producto. Aparentemente se trataba de esas bebidas energéticas de alto contenido aditivo; mamá se las había prohibido ¿Mamá? Había estado pensando demasiado en mamá. Tomó uno de los refrescos y lo abrió de forma desafiante, como si la mujer estuviese ahí y bebió. La sensación era gratificante, sobre todo por el cansancio que lo invadía y el hambre. Tenía un leve sabor a cereza, pero claro, totalmente artificial. Guardó un par en su mochila para otra oportunidad.
De pronto, sintió un ruido a su izquierda. Al voltearse, se encontró con un sujeto que comía de un paquete de cabritas. Tenía la mirada fija en él mientras movía la mandíbula como rumiante.
-Este… ¿Quedan de esas "Bonks"? –Preguntó el desconocido, intentando esbozar una sonrisa amable, que sólo logró traducirse a una mueca de incomodidad.
-Sí, sí… -Respondió Piotr, tomando una lata y lanzándosela amistosamente –Hay bastantes, por si quieres llevar más.
-Con una basta ¡Gracias! –Exclamó de vuelta, mientras abría el envase y tomaba un trago -¡Buenas para la salud! –Dijo, levantando la bebida.
Piotr sonrió, y continuó conversando con el chico por un rato. Su nombre era Stuarth y era deportista, y por cosas del oficio se encontraba en la región solucionando algunos asuntos importantes. Piotr le comentó también un poco de su vida, y de cómo en los sucesos recientes había quedado solo. Le habló además de su plan de acudir a TF Industries.
-¡No me digas que también vas para allá! Conseguí ser reclutado el año pasado, y ahora estoy gestionando mi estadía aquí. Todavía no soy mercenarios de todas formas.
-Envié un currículo días antes de año nuevo pero aún no me ha llegado respuesta alguna- Le contó Piotr.
-Mi hermana se encarga de eso. No revisan el nuevo papeleo hasta pasadas las fiestas. Ella es la ayudante del administrador.
Ambos estaban sentados cerca de la entrada, apoyados contra la muralla y comiendo de un surtido de golosinas que habían colocado dentro de una canasta de compras.
-Ahora estoy buscando a alguien- Comentó Stuarth con la boca llena –Es la madre de uno de mis colegas. Dijo que estaría aquí a las 7 AM, pero ya van a ser las 8:30. Yo creo que ya estiró la pata.
Piotr movió los hombros en señal de no saber nada al respecto.
-¿Y si no la encuentras?
-Su hijo debió venir por ella. Yo sólo la he visto en fotos y soy pésimo fisonomista –Respondió mientras miraba su reloj –Y dime, ¿Por qué quieres ser aspirante en las filas de TF Industries?
-Soy militar en mi país, en Rusia. Antes estudié pedagogía, pero supongo que sólo lo hice por la beca.
-Vaya, casi no se te nota el acento.
-He ido de allá para acá toda mi vida. Mamá vive en Rusia conmigo y mi hermano, y mi padre está acá. Vengo todos los años para las fiestas desde pequeño.
-¿Y Por qué te metiste en el ejército?
-Papá trabaja en el ejército, y yo lo admiraba muchísimo por eso. Recuerdo haber visto fotos de sus misiones cuando era niño y me imaginaba haciendo lo mismo que él. Supongo que es el único trabajo por el cual me he sentido emocionado alguna vez.
-Yo quería cuidar a mis hermanas –Comentó Stuarth –Es un lío vivir entre mujeres. "El jefe" nunca estaba en casa, así que tuve que hacerme cargo de las chicas: mi hermana mayor, Pauling, y la menor… -El chico tosió un poco -…. El gas de la bebida se me sube por la nariz. Creo que el peor problema lo tengo con Pauling ¡Por Dios! ¡Ya está grande! Debería saber elegir adecuadamente, pero no. Ese novio suyo…. –Masculló entre dientes – Se la pasa bebiendo, y haciendo estallar cosas. ¡Hizo explotar su propia pierna mientras estaba ebrio! Ya podrás imaginarte que clase de idiota es.
Piotr rió y le dio el último sorbo a su bebida.
-Deberías relajarte un poco. La rabia te impedirá crecer –Bromeó el ruso, que era evidentemente mucho más alto.
Mientras el par conversaba un estruendo de vidrios se escuchó en la calle, bastante cercano a donde se encontraban. Stuarth avanzó hacia la ventana, agazapado. Al asomarse vio como una mujer entrada en años corría por su vida; a su espalda una enorme bestia mecánica la seguía a zancadas y con los puños en alto, destruyendo todo lo que estuviese a su paso.
-Hay que hacer algo, ya –Exclamó Piotr, asombrado y aterrado al mismo tiempo.
-¿Hacer qué? Debemos cuidar nuestros pellejos primero que todo.
-¿Y si es la madre de tu colega? ¿Eh?
Piotr se dio la vuelta, y tomó un fierro que estaba en el piso. Tras levantarse de un salto, abrió la puerta de par en par y dio un silbido para llamar la atención de la máquina. La mole se detuvo y giró la cabeza en un movimiento, luego el cuerpo, y al segundo siguiente se dirigía a toda marcha al lugar en donde el muchacho atemorizado se encontraba de pie, disimulando el temblor de sus piernas. Antes de que pudiese propinar cualquier golpe, una lata de "Bonk" se estrelló contra la cabeza del gigante desde otro lado distrayéndolo nuevamente. Una lluvia de envases vacíos continuó cayendo sobre su cuerpo metálico: era Stuarth, bateando toda la basura que había encontrado en un puesto de reciclaje. Piotr aprovechó esta oportunidad y embistió al enemigo por un costado, sujetando uno de sus brazos para intentar luxarlo e inhabilitar al robot. Tras un duro forcejeo, la extremidad dio un chasquido y las conexiones se cortaron.
El androide intentó en vano reincorporarse con el otro brazo, pero sólo logró estrellar un par de veces su cabeza contra el suelo asfaltado.
-¡La vara, Piotr! –Gritó Stuarth, señalando lo que su compañero tenía en la mano.
No sabía bien qué había querido decir, pero apoyó el objeto por debajo de la quijada de la máquina e hizo palanca con fuerza, logrando zafarla. Por último, enterró el metal en el mecanismo de la cabeza, ahora desprotegido, generando un cortocircuito. Los ojos del robot se apagaron y brotó un poco de humo acompañado de chispas desde el aparataje destruido.
-No era precisamente lo que yo habría hecho pero… ¡Me gusta tu estilo! –Exclamó Stu, mientras se acercaba al sitio donde la batalla había ocurrido. Le dio dos golpes en la espalda a su amigo, felicitándolo.
En la esquina de la calle, un buzón de correo había servido de escondite para la anciana. Esta, se asomó tímidamente, mirando hacia todos lados en busca de una nueva amenaza. Afortunadamente, el área estaba despejada.
-Yo… yo… ¡Muchas gracias, jovencitos! ¡Creí que iba a ser mi momento de partir! –Dijo la señora, acercándose emocionada, y tomando las manos de ambos jóvenes en señal de gratitud.
-¡Fue mi idea! –Respondió Stuarth, inflando el pecho.
Piotr no lo refutó, y solo dejó escapar una risita. Era un sujeto pacífico, y no le gustaba hacerse líos por esa clase de cosas.
-Jovencitos, ¿Habréis visto a un muchacho flacucho y pequeño? Es el amigo de mi hijo, y espera por mí. Es muy importante que me reúna con él.
-¿Señora… Conagher? –La reconoció por fin Stuarth, indignado ante la previa descripción de su imponente figura.
-¡Oh! ¡Entonces eres tú! ¿Cómo está mi Dexty? ¿Está él a salvo? –Preguntó apresuradamente la mujer, con los ojos llenos de lágrimas.
-Está en su lugar de trabajo. Y ¡Claro! Está perfectamente. Me pidió que la llevara con él. El lugar es mucho más seguro.
-Muchas, muchas gracias, hijito. Y ¿Quién es este muchachote?
-Pues, él vendrá con nosotros ¿No es así, Piotr? –Sonrió Stuarth, apoyando su mano en el hombro de Piotr.
-Supongo que necesitas que cuide de tu pellejo, así que iré sólo porque vas a necesitarme –Le contestó este.
-¡Qué va! Tengo una tropa de idiotas que cuida de mi culo constantemente en la base.
La anciana observó al joven, sorprendida por su vocabulario; "propio de las viejas antiguas", había susurrado Stuarth tras notar la mirada de la señora Conagher.
Caminaron unos metros por la avenida principal, y notaron lo lento que avanzaban debido a la mujer. Piotr optó por cargarla hasta el punto de destino, pues no le resultaba pesada. Olía a naftalina y lavanda, y le recordó a su abuelita, ya fallecida hace unos años en su país natal. ¿Qué estarían haciendo todos en Rusia? Por primera vez, Piotr extrañó su hogar. Usualmente en las vacaciones, no pensaba en el día en que regresaría. Al contrario, intentaba aplazarlo al máximo porque le encantaba la ciudad. Había tanto por conocer; gente diferente y lugares grandiosos, al contrario de su pequeño pueblito cerca de las montañas. Stuarth sacó a Piotr de su letargo con un codazo, anunciándole que ya habían llegado a las dependencias de la empresa en donde trabajaba.
Al final de la gran avenida, que a ambos costados se mostraba regada de chatarra, un enorme edificio se presentaba ante él. El gigantesco cartel de la cima dictaba "TF Industries S.A."
