Disclaimer: No, los personajes aún no me pertenecen, son de Hidekaz Himaruya~
Vanilla dice... Algo que hice hace tiempo pero que hoy dije "Oh, lo subiré porque es demasiado fail como para tenerlo guardado", y he aquí... "Esto".
Definitivamente no
No es como si pudiese dejar de mirarlo. Le martirizaba la idea de tener que convivir con él más tiempo de lo que era debido. Aquello definitivamente no era sano. No entre hombres.
—Alemania-san —llamó el japonés—, ¿me haría el favor de no hacer tanto ruido?
De nuevo el albino causaba alboroto, y es que estaba cansado de encontrar en su cama a ese molestoso chiquillo.
— ¡ITALIA, LÁRGATE DE AQUÍ!
El menor siguió durmiendo, ya se había acostumbrado a todos esos gritos que, extrañamente, solían ser parte de sus sueños. Se acomodó en su lado de la cama y le dio la espalda a su compañero de habitación.
—Alemania-san… —Repitió el pelinegro, ahora con un volumen más alto—. Por favor, ¿puede tranquilizarse?
El rubio se volvió hacia él, la ira todavía no se le había salido.
—Es tan fastidioso… —se quejó—. Tiene su propia cama, ¿por qué tiene que ser en la mía?
Japón suspiró con pesadez. No le molestaba esoen absoluto, él también estaba habituado a las constantes peleas de esos dos. De lo que se lamentaba era de aquella sensación tan desesperante e inexplicable. Todavía no lo lograba comprender.
— ¿Le aparecería dormir conmigo?
Se sonrojó ligeramente, detalle que no alcanzó a notar el otro. Y es que no quería decirlo, no era apropiado. Sólo pensó en el bienestar de su acompañante, ya que, si no descansaba, no rendiría en el entrenamiento del día siguiente.
—Ah, no lo creo. Mejor iré a dormir al sofá.
¿Cómo podía llevarle la contraria a esa respuesta? No, se vería muy mal si insistiera en que se quedara con él. ¿Qué pensaría Alemania después? Sus relación cambiaría y todo se le vendría abajo. No y no.
— ¿Está seguro? —si que lo hizo, el asiático insistió—. Hay suficiente espacio en mi habitación.
El alemán negó, ya preparaba algunas sábanas y cojines para su cama temporal.
¿Y ahora?
Bajó la mirada, ¿qué fue eso? Alemania era un hombre, seguramente ya intuía algo de aquél sentimiento que se le desbordaba del corazón desde que juntaron fuerzas. Ya no lo soportaba, era demasiado; tan cansado ocultar sus sonrojos cuando le veía entrenar, cuando controlaba a Italia, cuando les daba órdenes.
—… Pero gracias —susurró el albino—. Y por cierto…
Se asustó. Japón alzó el rostro, temeroso de que sus sentimientos hubiesen sido descubiertos accidentalmente.
— No, está equivocado. Yo no siento nada por el estilo, seguro es su cansancio, Alemania-san. Buenas noches.
El japonés arrastró la puerta corrediza inmediatamente. No quería enfrentar una vergüenza como esa, definitivamente no. Se puso a dar algunas vueltas, estaba preocupado, la noche entera no sería suficiente para aliviarse de ese embarazoso instante.
El rubio se quedó estático, no comprendió el por qué de las acciones ajenas. De todas maneras, eso respondió a sus dudas.
—Entonces no siente nada por Inglaterra, menos mal. —susurró para sí el alemán.
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