¡Hola a todos! Como ven, es mi primer fanfic de Inuyasha (no diré que soy nueva aquí porque no es así, tengo otras cuentas con otros fics xD). Esto lo escribí después de haber visto (ALERTA SPOILER) la muerte de Kikyo, y el beso que le dio Inuyasha. Me dio tanta… bronca, furia (? Que tuve que escribir algo para sentirme mejor y me salió este two-shot que espero que les guste :) (Y sí, después vi el capítulo siguiente e igual me sentí mejor, un poco satisfecha, digamos jajaja)
En fin, espero que les sea de su agrado y, si es así, dejen una review para poder saberlo y continuar! n.n Desde ya, gracias a todos!
Capítulo 1: Tan solo un alivio
La noche se tornó aun más fria de lo que ya estaba. Esa calidez que los había envuelto a todos por unos segundos ya se había desvanecido hace rato. La muerte de la sacerdotiza había dejado un hueco en el corazón de todos, pero quien más se encontraba afectado era Inuyasha. No la había olvidado, eso estaba claro. Tampoco había olvidado los planes que tenía con ella hace 50 años; abandonar el deseo de convertirse en un monstruo por completo usando la Perla de Shikon, para convertirse en un humano y vivir con Kikyo. Pero el montaje que Naraku les hizo estropeó todos esos planes, todo ese futuro. Enfrentados, odiándose a muerte, Kikyo selló a Inuyasha antes de morir, llevándose con ella la Perla, que tiempo después volvió a caer en manos equivocadas. 50 años después, ambos se dieron cuenta que todo había sido una trampa, que el odio había sido innecesario, que de haberlo sabido, todo podría haber terminado diferente. Pero ya era demasiado tarde, Kikyo sólo era un cadáver de barro y huesos alimentado por almas, y en la vida de Inuyasha ya había aparecido otra mujer, Aome. La relación con ella comenzó con un pie izquierdo. Inuyasha recordaba a Kikyo cada vez que la miraba. Su parecido era innegable, y es que ella era la reencarnación de la guardiana de la Perla. Pero ambas eran totalmente diferentes. Madura, tranquila, con un poder que le bastaba para protegerse sola, Kikyo había sido la dueña del corazón del híbrido hace 50 años. La primera mujer por quien él se preocupó. La primera mujer que amó. Pero al despertar tras medio siglo, se encontró con otra muchacha, extrovertida, un tanto infantil por momentos, risueña, de un corazón noble y una pureza destacable. Ella demandaba mucha atención y cuidados, permanentemente necesitaba a Inuyasha por ser una simple humana, pero… quizá no tan simple como otras, ella podía ver los fragmentos de la Perla que los demás no. Este fue, al principio, el único movito que unía a Inuyasha con Aome, pero a medida que el tiempo pasaba, se fue formando una relación. Aome fue cayendo en sus redes. A pesar de que él solía ser grosero con ella, no dudaba un segundo en protegerla cuando se encontraba en peligro. Esto hizo que ella se sintiese a salvo con él, y sus brazos eran siempre su refugio. Imposible de evitar, ambos fueron cayendo en las redes del otro, cada vez negándolo menos, cada vez sintiendolo mas. Pero Aome sabía que, mientras Kikyo estuviese rondando, Inuyasha seguiría dudando. Los celos que en ella brotaban eran cada vez más incontrolables, más dificiles de ocultar, pero debía actuar según como lo requiera la situación, y ella sabía que Kikyo era fundamental en los planes para destruir a Naraku. A pesar del dolor, ella siguió ahí. Permaneció al lado de Inuyasha minuto a minuto. Incluso ahora, mientras lo veía llorar después de haber sostenido a la sacerdotiza por un buen tiempo. La culpa la inundaba. A pesar de todo, ella quería que se salve. Quería salvarla. Pero no pudo, aunque haya hecho todo lo que estaba en sus manos. Sentía miedo de que Inuyasha la culpase por no haber sido suficiente, o peor aun, que sus ojos tristes la miraran todos los días y le recordaran que falló. Sea como sea, sabía que no había nada que ella pudiese decir o hacer para que el híbrido se sienta mejor. No sabía si acercarse a él y simplemente hacerle saber que estaba ahí para él, aunque sea sólo con su presencia, o si dejarlo solo por temor a ser una molestia. Se mantuvo oculta detrás de un árbol mientras observaba al rabioso de largo cabello gris, que se encontraba sentado en la punta de un precipicio, observando el cielo. Tras pensarlo un buen rato, salió de su escondite, y con pasos tímidos se aproximó a él y tomó asiento a su lado. Inuyasha se percató de su presencia y volteó la cabeza para mirarla, luego volvió su vista al frente.
"Inuyasha…" soltó Aome, con un tono tranquilo, como queriendo iniciar una conversación pero sin saber cómo. "Lo siento…" añadió, dejando ir un suspiro cargado de tristeza.
"¿Por qué te disculpas?" preguntó Inuyasha tras una pausa, con un tono sereno. La joven de cabello negro sintió el vacío en su voz. "No pude-"
"No, Aome. Tu hiciste lo que tenías que hacer. Lo que pasó fue inevitable, no debes culparte por esto" la interrumpió. Escuchar eso fue una especie de alivio. Al menos sabía que no la culpaba, y se sintió un poco más tranquila, pero no menos triste. "Aún así, yo- yo quería-" insistió Aome.
"Basta, no sigas." Volvió a interrumpirla. Aome entonces frunció el ceño mientras lo miraba un poco desconcertada. "¿No me dejarás hablar?"
"¿De qué quieres hablar? Ella ya no está. Se hizo lo que se debía hacer y no hay marcha atrás. No quiero hablar de esto, ¡Sólo quiero estar solo!" se quejó el híbrido, sin siquiera mirarla a los ojos. La sorpresa y la angustia en el rostro de la joven eran innegables. Pero de pronto, reaccionó. Sus facciones se formaron de tal forma que mostraban enojo. "¿Acaso crees que eres el único que está mal por todo esto? ¿Acaso crees que yo quería que esto pasara?" preguntó enojada, luego se paró y lo miró desde arriba. La expresión de Inuyasha cambió a una de furia y se paró al instante para hacerle frente.
"Cómo te atreves a- tu no la-"
"Yo no qué? Yo no… la amaba como tú? Eso quieres decirme?" soltó Aome, mientras batallaba con las lágrimas que se formaban en sus ojos. "Lo sé. Lo sé, lo vi todo. Vi cómo lloraste, vi cómo… la besaste." Al decir esto, Inuyasha la miró sorprendido. "Y me siento impotente porque sé que no puedo decir nada al respecto. La acabas de perder, lo sé! Lo entiendo! Fue su último beso antes de morir. ¿Cómo podría decir algo sobre eso? Pero no puedo negar que…" y queriendo decir mil cosas a la vez, la joven de ojos oscuros calló una vez más. "Además, sí, me siento culpable de no haber podido salvarla. A pesar de todo, yo no quería que ella muriera. Lo siento, Inuyasha. Lo siento. Sólo quería… ver si… había algo que pudiese decir o hacer para calmar tu dolor pero… veo que no." Ya no podía ocultarlo, perdió la batalla contra ellas. Sus lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas y su voz ya sonaba entrecortada. El joven de ojos ámbar no pudo evitar sentirse mal por haber sido tan duro.
"Aome-" intentó sujetarla del hombro pero ella cerró sus ojos, giró la cabeza hacia un costado y se echó hacia atrás para evitar que la tocara.
"Lo siento por no ser suficiente…" se quejó con furia y tristeza a la vez, y salió corriendo lo más rápido posible hacia el bosque.
"¡Aome!" gritó el joven, e hizo el intento de ir tras ella pero se detuvo a los pocos pasos. No sabía qué decirle en estos momentos, y prefirió no arriesgarse a empeorar las cosas. "Demonios…" se maldijo a sí mismo mientras cerraba sus puños con fuerza y furia.
Corría, corría, y corría. En esos momentos, lo único que anhelaba era desaparecer de allí. Su idea era volver a su época, a su cama, a su familia, a sus cosas. Dejar de pensar por un momento en todo lo que ocurrió. Pero la tristeza de su corazón hecho pedazos terminó por derrumbarla, haciendo que cayera al suelo de rodillas, enterrando su cara en sus manos, dejando ir todas las lágrimas sin temor alguno.
"Por qué, Inuyasha…" pensaba, mientras seguía mojando las palmas de sus manos. Pensaba en lo mucho que deseaba un abrazo de él, en algunas palabras que la hicieran sentir mejor. Pensaba en todo lo que habían vivido juntos, y en lo poco que ella sentía que a él le importaba en este momento. Pensaba en lo mucho que hubiese deseado que él la siga, para negarle lo que ella había dicho. Pero él no estaba ahí, sólo eran ella y la soledad del bosque. O al menos eso pensaba, hasta que sintió un ruido que la desconcertó. Levantó su cabeza, se secó un poco sus lágrimas para poder distinguir si había algo allí cerca y se paró. Miró hacia todos lados sin encontrar algo. De pronto, un aroma muy peculiar se hizo presente.
"¿Qué?" se preguntó, y tras olerlo, cayó desmayada en medio de la gruesa noche del bosque, mientras una sombra se aproximaba a lo lejos.
Un par de horas más tarde…
El joven híbrido decidió volver a la cabaña donde estaban Sango, Miroku, Shippo y Kirara con la esperanza de encontrar a Aome allí. La culpa no lo dejaba tranquilo, además de la preocupación que le proporcionaba no saber dónde se encontraba la joven. Él era así, quería estar a su lado todo el tiempo. Sólo así él sabia que ella estaba a salvo. Pero al entrar, se dio cuenta que ella no estaba alli. Miroku y Shippo dormían, ya que era de madrugada. Sólo Sango estaba despierta y fue quien lo vio entrar.
"¿Inuyasha?" preguntó la joven exterminadora mientras caminaba hacia él.
"Sango… oye, y Aome?" preguntó Inuyasha, el desconcierto y la preocupación rondaban en su voz.
"¿No estaba contigo?"
"Eh… sí pero-"
"¿Discutieron?" preguntó Sango, roleando sus ojos hacia arriba.
"Eh… algo así. Creí que había vuelto aquí." Sonó decepcionado.
"No, no la veo desde que dijo que iba a verte."
"Demonios… quizá volvió a su época. Iré a buscarla."
"¿Quieres que te acompañe?"
"No, no… Debo arreglar esto por mi cuenta." Diciendo esto, se retiró de la cabaña lo más rápido posible, dejando a Sango desconcertada, pero sin posibilidades de hacer algo.
Se sentía como si sus parpados pesaran más de lo usual, pero con todas sus fuerzas logró abrir sus ojos. La oscuridad a su alrededor era gruesa, brusca, impenetrable. No lograba escuchar nada. ¿Dónde estaba? No había forma de saber. Se sentía mareada, débil, como si le estuvieran succionando la vida misma. Sentía un fuerte dolor en el pecho pero no era capaz ni de siquiera levantar su mano y llevarla hasta allí para ver qué tenía.
"Inuyasha… Inuyasha…" clamaba por él en su mente, deseando más que nunca que allí estuviera. "Inu…yasha…" soltó con un hilo de voz débil antes de volver a sucumbir a la inconsciencia.
Uy! Qué pasará? D: pobre Aome (o Kagome).. sí, ya saben, en latino es así y si escribo en español la haré como Aome (si escribo en inglés, será Kagome e.e)
Espero que les haya gustado! Dejen su review para saber si les gustó y publique la 2da y última parte n.n
Muchas gracias por leer! :)
