Allí estaban los tres merodeadores haciendo realidad uno de sus sueños desde que el pequeño Harry había invadido sus vidas.
El señor Potter estaba junto a él, acompañándolo para hacerse con sus útiles del sexto curso.
Lyra precedía al grupo unos pasos por delante, tomando detalle de las vestimentas de los magos, todos llevaban capas largas como su padre y sus tíos, ni Harry ni ella llevaban, eran como si un par de muggles se hubiesen colado por las buenas.
Sirius miró a su hija, asegurándose que todo estaba bien, la niña parecía distraída, se acercó a su ahijado y le pasó un brazo por los hombros, James sonrió de la familiaridad con que lo trataba, no habría podido elegir mejor padrino.
-Hay algo que no me cuadra Harry- empezó el moreno padre de la chica- ¿Qué hacia Lyra frente al Basilisco? Ella aún no había empezado el colegio.
-La trajo su madre para el club de duelo- aclaró el chico en el mismo tono bajo de voz que había gastado su padrino, no quería otra trifulca con James.
Se separó del adulto y se adelantó hasta Lyra.
-Hola.
-Hola Harry- le contestó la chica mientras se le formaba una sonrisa en los labios, una maga corría detrás de un gato escoba en mano.
-¿Sigues enfadada con Sirius?- le pasó el brazo por los hombros.
-No estaba enfadada, Harry- refutó la chica, intentando descubrir la fortuna del felino.
-Papá dijo que no le hablabas.
-Eso no es cierto- detuvo el paso- Es él quien no me habla. Le avergoncé cuando me detuvieron por el allanamiento de morada. ¿Recuerdas?
El chico asintió con la cabeza, recordaba claramente las palabras de su padrino "Hasta que no te vea arrepentida por lo que has hecho no hace falta que me hables, porque no te pienso contestar" y ahí empezó el silencio entre padre e hija.
-¿Qué te parece tener a tu padre de profesor este curso?- le preguntó Harry cambiando de tema.
-¿Qué te parece a ti?- le devolvió la chica.
-Supongo que será mejor que tener a Umbridge.
-Yo no estoy tan segura- canturreó ella levantando un brazo y saludando a Ginny Weasley cerca de Ollivanders- Bueno, ¿Ya te has decidido?
-No se a que te refieres, Lyra- pero la cara de tonto que se le había quedado al ver a la pelirroja era todo un poema.
-¿A no? Me refiero a cierta pelirroja que viene por allí- le guiñó un ojo y se giró hacia los adultos- Papá, ¿Puedo ir a saludar a Ginny?
Sirius miró a su hija sorprendido.
-¿Ya me hablas?- el silencio de su hija casi termina con sus huesos en San Mungo, lo estaba destrozando.
Lyra se sobresaltó cuando dos manos la apresaron por la espalda.
-¿Cómo está mi sobrina favorita?- preguntó Regulus recibiendo un cariñoso beso en la mejilla.
Sirius bufó molesto, a todos los había tratado igual menos a él desde que volvieron de la comisaría y no recordaba porqué le había retirado la palabra su hija, al día siguiente a él ya se le había pasado el enfado y ella seguía sin hablarle.
-Bien tío, ¿Me acompañas a comprarme la varita?
-¿Qué dice tu padre?
-¡Tío! Voy a entrar en cuarto, necesito una varita.
-¿Qué dice tu padre?- volvió el mago.
-Hoy voy a comprarme una varita diga lo que quiera mi padre- le separó las manos de su cintura y se encaró con su padre- ¿Puedo ir a Ollivander?
-Cariño- su padre la miró con ternura- ¿Por qué no esperas y vamos todos juntos?
Pero Lyra era cabezona.
-¿Puedo ir o no puedo ir a Ollivander?
Aunque de alguien había heredado la cabezonería.
-Jovencita, te aviso que empieza a desagradarme tu tono de voz- los otros adultos se miraron sorprendidos, ¿Sirius actuando de adulto? No… Imposible, el mayor bromista que había pisado el colegio de magia debía estar actuando.
-¿Sí o no?- la impertinencia iba aumentando por momentos.
Sirius la miró ceñudo y le dio un suave azote sobre el vaquero.
-Papá…- se quejó la niña apartándose del castigo físico.
-Lyra, espera que enseguida vamos, se giró hacia sus amigos y se disculpó- Es que tiene mono de varita.
-No me extraña- señaló Remus- Tú te morirías si pasases dos minutos sin tu varita. Esa dependencia debe ser cosa de familia.
-Ja, ja. Cómo me parto- ironizó el moreno.
-Ven con tu tío princesa- empezó James abriendo los brazos- que tu padre no te comprende- él también se moriría si le quitasen o perdiese su varita.
Lyra sonrió complacida y se dirigió hacia su tío cuando una mano la detuvo del hombro.
-Si das un paso más no te compro otra varita- le advirtió Sirius mirando molesto a sus amigos.
La chica se detuvo. Realmente necesitaba otra varita para pociones.
-¿Tienes celos de tu "hermano"?- se escandalizó James llevándose las manos ala cabeza de manera teatral- No me lo puedo creer- su amigo no soltaba a su hija- ¿De verdad? ¡Harry!
El chico se había alejado unos pasos para encontrarse con sus amigos.
Ron, Ginny, Luna, Hermione y Neville le saludaban efusivamente, de normal pasaba los últimos días del verano con la familia de Ron, pero ahora todo había cambiado.
Lyra atisbó a su amiga del alma saliendo de la tienda de túnicas acompañada de un chico muy apuesto, Edgard de sexto, de Ravenclaw. Corrió a su encuentro.
-Hola- saludó con una radiante sonrisa.
Crisan cortó la conversación que mantenía con el chico, él le devolvió la sonrisa, dientes perfectos.
-¡Lyra!- la regañó su amiga, odiaba cuando sonreía de aquella manera, seguro que algo malo le rondaba por la mente.
-Te eché de menos- aseguró la rubia rodeándole los hombros en un apretado abrazo, la última vez que se vieron discutieron y eso estaba matando a la niña. Crisan no estaba mejor que Lyra.
-Yo también, amiga- ya era hora de enterrar el hacha de guerra- te presento a Edgard.
-Nos conocemos- sonrió de nuevo sin poder apartar la vista del chico- ¿Tu novio?
-Sí- recalcó la morena- mi novio.
-Tranquila, no es mi tipo. Demasiado intelectual.
-Pues no te vendría nada mal.
-¿Qué dices?- dramatizó la chica- Necesito alguien que me supere en inteligencia, no en habilidades lectoras, ni en búsqueda de libros, para eso ya te tengo a ti.
Crisan desvió la mirada hacia Edgard, esperaba que él no hubiese entendido el trasfondo de las palabras de su amiga, que fuese como todos los chicos, por todos los magos muertos.
Harry se acercó hasta el trío arrastrando a sus amigos.
-Hola Edgard- saludó Luna con esa voz que parecía que cantase.
-Hola Luna, ¿Qué tal el verano?- respondió el castaño claro.
-Bien, ¿Y el tuyo?
-Genial- el chico se moría de ganas de contárselo a alguien- estuvimos en la Biblioteca del Vaticano gracias a un conocido de mamá- Lyra lo miraba con recelo- Fue espectacular.
-¿Espectacular?- interrogó Lyra a su amiga en un susurro.
Crisan le dio un zape en la cabeza, ya había tenido bastante con el primer comentario.
Los tres merodeadores miraban la charla de los chicos atentamente, Regulus se había despedido de ellos hacía escasos instantes, tenía cierta prisa, había quedado con una preciosidad en el Caldero Chorreante. Cruzarse con la familia fue pura casualidad.
-¿Me parece a mí o sobramos?- cabeceó James hacia el grupo de adolescentes, nunca le había gustado hacer de farolillo.
-¿Por qué?- preguntó Sirius- Sólo son amigos.
Los otros dos se giraron para mirarle la cara, por si seguía bromeando.
-¿Lo dices en serio?- preguntó James atónito.
Era como si estuviesen solos en el callejón, el tiempo se había detenido, ¿Tanto había perdido su amigo en la celda?
-¿De verdad no ves las mariposas?- era la forma que habían gastado para decirse qué chicas estaban enamoradas de ellos cuando estaban en el colegio.
-¿Qué mariposas ni que ocho cuartos?- se molestó Sirius, sus amigos le pasaron cada uno un brazo por la espalda para calmar ese mal humor- Cuatro chicos y cinco chicas. Amigos- recalcó sin un ápice de humor.
Los otros fueron señalando las parejas.
-Mi hijo está con Ginny. Ha heredado el exquisito gusto por las pelirrojas- señaló James.
-Ron y Hermione estaba cantado- siguió Remus.
-Vale, pero Luna y Neville son sólo amigos- sentenció Black.
-Sí, pero Edgard está en su mismo curso- señaló Remus, no sabemos si está con Crisan o terminará con Luna.
Regulus había regresado con una espectacular chica que los dejo a los tres sin aliento.
-¿Neville y Lyra?- Regulus no lo podía creer, él habría jurado que la chica se había enrollado con un muggle.
-¿Lyra se ha enrollado?- se giró hacia su hermano, Regulus se maldijo, su hermano siempre había entrado en su mente con una facilidad pasmosa, hasta que él empezó a bloquearla, ahora había bajado la guardia un momento y lo había vuelto a hacer.
Sirius bufó más que molesto y con paso decidido se dirigió hacia su hija para tener una pequeña conversación con la chica.
