Capitulo 1: El Fruto del Mal

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Hasta en su lecho rumia sus maldades;
se obstina en el camino que no es bueno,
no renuncia al mal.
(Salmo 36)

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Maligno.

Todo lo que hacía su familia era sumamente maligno, nadie se atrevía a decir lo contrario. Toda la comunidad mágica decía que los "negocios" de la familia Potter eran absolutamente y siniestramente malignos.

El cristal crujió estruendosamente con la caída del rayo. Los halos de blanca luz repiquetearon aquí y allá, pero la claridad apenas si perduró unos segundos, dejando vislumbrar el color verdoso del cuarto. Giró la cabeza y esperó a que todo volviera a ser completamente negro.

Sí, él pertenecía a la oscuridad; él era el hijo de la maldad, el terror y la crueldad. Todos decían su apellido en susurros. Murmuraban las letras de su apellido por lo bajo y con temor; no fueran a invocar al demonio. ¡.¿Pero que sabían ellos del verdadero demonio?.!

Nada, ellos no sabían absolutamente nada. Estaban muy equivocados si creían que por susurrar su nombre o apellido, se salvarían de éste demonio. Pues él era el fruto de la eterna oscuridad, por su sangre corría la más terrible oscuridad.

Unos decían que ellos eran la estirpe de la maldad, otros rumoreaban que provenía de una familia de asesinos, algunos aseguraban que era el linaje de la magia negra, y otros tantos sugerían que eran los más grandes aliados de "Quien-Tú-Sabes". Todos rumoreaban, nadie se atrevía a dar pruebas irrefutables; porque nunca las encontrarían.

El Ministerio de Magia les vigilaba constantemente, deseando atraparles, deseando tener en sus manos alguna prueba para enviarles a Azkaban. Sobre todo ese tal Eduard Freeman, quien desde hacía varios años se encontraba en la caza de los integrantes de la familia Potter-Evans.

Si estuvieran en tiempos tranquilos, aquella caza no sería mal vista, quizás hasta sería la comidilla de la semana. Sin embargo se encontraban en medio de una guerra contra el mago más oscuro del siglo XX. Y estar persiguiendo a una familia que pese a tener cimientos crueles y sanguinarios, nunca se habían visto prueba alguna de que en la actualidad siguieran cometiendo tremendas acciones. Rumores, chismes había por montones. Muertes de gente de la comunidad mágica eran achacados a los Potter, sin embargo eran menos usuales que las muertes adjudicadas a Lord Voldemort. Y todas aquellas acusaciones, siempre provenían de un partidario de Eduard Freeman; el antiguo Ministro de Magia, aquel que trató de llevar a Azkaban al señor Potter y su esposa, y fracasó estrepitosamente.

Esa anécdota pese a ya tener sus años, seguía tan fresca en la memoria de la comunidad mágica que parecía que apenas el día de ayer había sucedido. Los chicos de hoy crecían con aquella historia siendo contada de tan diversas y diferentes formas, que más bien parecía un mito. Unos decían que todo había iniciado porque la mayor de las Evans había pactado con el lado oscuro y a causa de ello había comenzando a asesinar a millones de gentes; cosa imposible pues el Reino Unido habría desaparecido por completo hace mucho tiempo. Otros decían que era una antigua riña entre el señor Potter y Eduard Freeman, lo que había iniciado todo aquel lio; algo que tenía que ver con unos tomates carnívoros. Las familias de Sangre Pura que no estaban de lado del Lord Oscuro, afirmaban que era porque Eduard trató de salvar al señor Potter de las garras de la infernal primogénita de los Evans. Las familias partidarias del Lord Oscuro, afirmaban que era porque el señor Freeman no soportó que el señor Potter se aliará con la horrorosa Evans, pues esa alianza sólo estaba destinada a arrebatarle su puesto como Ministro de Magia. Y cada una de estas versiones, tenía su propia versión; más bien parecía que uno estaba ante el debate de la correcta interpretación de las Sagradas Escrituras. Sin embargo todos concordaban en algo; esa familia era muy peligrosa.

—¿Qué opinas primo? —preguntó el joven que recargaba su espalda en el sillón de cuero.

Miró al chico rubio sentado frente así, muy vagamente.

—Eres aburrido Draco.

Draco se enderezó y torció los labios con un gesto de desdén.

—Es una magnífica oportunidad...

—Para embolsarte un merito —le cortó secamente—. Pero olvidas que tú a mi no me agradas, eres una molestia.

La capa de escudo verde se bamboleó junto a su dueño velozmente, quien se puso de pie.

—¡Recuerda mis palabras, acabarás como tu madre!

La mirada verde del chico centello.

—Entonces será un fin digno —contestó firmemente.

El rojo furia ascendió velozmente por la faz del joven rubio de ojos grises. —Ella también se negó a escuchar a su familia. Y acabó con él idiota de tu padre... —Draco cerró su boca inmediatamente, al verse amenazado por la varita de su primo.

—Tan cobarde como tu progenitor —comentó el joven casualmente—. Tío Lucy siempre me ha parecido una linda muñequita; como tú. De tal palo, tal astilla. Mi padre nunca se ha equivocado al decir, que los Malfoy son unas lindas nenas rubias oxigenas unineuronales.

—¡Potter! —escupió Draco con desprecio.

—Silencio Draky. Una palabra más y no me importará pasar varios meses en detención por darte unas largas vacaciones en San Mungo.

Draco se sentó lo más erguido posible, para salvaguardar un poco de su dignidad.

—Escucha muy bien, pues no quiero volver a decírtelo: no me interesan tus propuestas. Diecisiete años conociéndonos y no es posible que aún no aprendas la lección. Tú y yo, jamás seremos iguales.

—¿Ni siquiera cambiarías de opinión si eso ayudara a tu familia?

Entrecerró sus parpados el chico de ojos verdes, como si deseara sacarle la verdad a Draco a travesando sus pensamientos.

—Se que no aprecias a Kali, pero ¿Qué hay de Demian o Favian? . ¿Ellos tampoco te importan, Harry?

Una pequeña sonrisa cruzó los labios del joven Potter. —No eres muy inteligente.

—Kali sería una buena aliada, después de todo.

—Draco, Draco, Draco —suspiró Harry cansinamente—. Ve a tu cuarto e invéntate un plan más imaginativo; no caeré ante sus redes tan fácilmente. Y dile a Dudley que deje de molestar a Ginny. En verdad, la próxima vez que lo vea haciendo el tonto con ella, le devuelvo sus orejas y cola de cerdo.

Draco bufó. —¿Te molesta que se acerque a tu novia traidora?

Harry puso los ojos en blanco. —No tengo que darte explicaciones Draco.

—Ni siquiera has sido capaz de darle un besito.

—Draco —dijo Harry—. Busca alguien que satisfaga mejor tus necesidades, claramente Parkinson no las cubre completamente. A ver si con eso dejas de estar inventando cosas.

Harry dio media vuelta y salió de aquel lugar, tan tranquilamente como había llegado.

—Mándale mis saludos a tu sangre sucia favorita —se despidió Draco con malicia.

—¿Tanto miedo te da acercarte a ella Draco? —El chico rubio tensó sus labios y le lanzó una mirada iracunda—. Es normal, después de todo; Hermione es mucha mujer para ti.

Antes de que a su primo le volviera a dar un ataque, Harry salió de la sala de Slytherin velozmente. Hablar con Draco siempre le daba dolor de cabeza, él chico era un tonto empedernido, sin embargo no podía culparlo del todo; sus padres tampoco tenían muchas luces. Además sólo actuaba impulsado por el deseo de verse aceptado por su padre, Lucius Malfoy. Todo hijo anhelaba la aprobación y el reconocimiento de sus progenitores, por muy ogros que estos sean.

No, no culpaba a Draco por eso, tampoco le guardaba rencor. Pero también había que admitir que él ya había cruzado los límites muchas veces, los ataques hacía su persona, le eran indiferentes; pero jamás pasaba por alto el daño a sus amigos. Si bien, él no era el santo de devoción de todos los que le rodeaban, nunca se le podría acusar de no cuidar de sus amigos. Esa era una de las muchas características en las que se asemejaba a su padre.

Su padre. Harry se detuvo en medio del pasillo oscuro, se pasó una mano por el cabello y sonrió alegremente, recordando aquel gesto tan característico de él. James Charlus Potter era una persona difícil de entender, para todo el mundo el señor Potter, era un ser frío y malvado, para sus allegados era...era un ser completamente diferente. Y la verdad era que no podía ser de otra forma, no era fácil lidiar con todo lo él tenía a cuestas. Era acusado constantemente, era señalado como un ser despreciable. ¿Ser amable y afable con todo el mundo? Eso era imposible, además su familia ya había probado la crueldad de la sociedad.

Una dura mueca recubrió su rostro. Negó con la cabeza y siguió su camino apresuradamente, no quería darle a Filch una escusa para que éste lo castigara. Suficiente tenía con su mirada penetrante que le seguía constantemente, como si Harry fuera una bomba de tiempo que en cualquier momento podría estallar. A pesar del parecido físico, Harry no era igual que su padre; al cual jamás le importaron las reglas y hacía en Hogwarts lo que le venía en gana...y durante toda su vida.

—"Rojo valor" —dijo Harry secamente.

—¿Otra vez tarde? —preguntó la voz.

Harry se encogió de hombros.

—Tú padre siempre hacía lo mismo ¿sabes? —El retrato se movió y la puerta tras este apareció ante los ojos de Harry. El chico se adentró en este, entrando a su cálida sala común.

—¡Harry! No debiste.

—No sucedió nada Hermione. Draco sólo quería tomar el té conmigo.

Su querida amiga, le miraba con reproche y ese rictus en la boca, que le daba un ligero parecido a la profesora McGonagall.

—Tomar el té. ¡Harry!

El joven sonrió. —Ya sabes lo necio que es.

—¿Esta vez no estuvieron los demás?

—No. Sabes algo Ron, la próxima vez que me invite a tomar té, le preguntaré si alguien más irá, las preferencias de Draco aún no me son muy claras.

El pelirrojo rió sin tapujos. —Sí, he notado que te mira muy fijamente en clases. Debes gustarle Harry.

Ambos rieron e ignoraron las miradas reprobatorias de Hermione.

La sala común aún estaba algo llena, los chiquillos de primero y segundo año parloteaban sin parar y uno que otro practicaba hechizos básicos. Los jóvenes de quinto y sexto cotorreaban sin cesar sobre lo más novedoso del Profeta o Corazón de Bruja, las chicas eran las más escandalosas.

El trío se sentó en el lugar más alejado de la sala común. Harry tomó asiento en una silla mullida, mientras que Ron y Hermione tuvieron una pequeña disputa por ver de qué lado del sillón, se sentaba cada uno.

Harry sonrió al escucharlos pelear, esos dos nunca pararían.

El fuego de la sala iluminaba el lugar, con un dorado color naranja que se refractaba por todos lados. La sala común de Gryffindor era singularmente acogedora, al igual que sus ocupantes. Al entrar en ese lugar uno percibía de inmediato el compañerismo, la alegría y las risas en cada uno de los muebles que la adornaban. Cada artículo que colgaba de la pared brilla en un cálido sentimiento en dorado y rojo. Todo era acogedor y tranquilizador. Todo era muy diferente al frío hipócrita plata-verde de Slytherin.

Harry bajó la mirada y jugó con sus manos. Desde que era un niño Harry siempre deseó entrar a la casa de Slytherin, el anhelo por parecerse a su madre le había empujado a desear tomar partido por la casa de Salazar Slytherin. Su tío Sirius había armado tremendo alboroto cuando se enteró de, según sus palabras: semejante barbaridad blasfema de los labios de un Potter. Fue Harry quien se decepciono mucho cuando se vio dentro de la casa de los leones; el némesis de las serpientes. Le costó lo suyo hacerse a la idea, más aún, le costó mucho reconocer que él guardaba más parecido a su padre, que a su madre.

—Harry.

Harry parpadeó saliendo de su ensimismamiento. —Lo siento, ¿Qué decías Hermione?

—¿Qué te dijo esta vez Draco? Tuvo que ser algo fuerte para ponerte así.

Harry frunció el ceño. —Le concedes demasiadas virtudes. Recordaba porque deseaba entrar a Slytherin.

Ron y Hermione hicieron un gesto de desagrado.

—Nunca nos has dicho porque pensabas que Slytherin era mejor que Gryffindor.

Harry se encogió de hombros. —Quizás un día se los cuente.

—¿Nos contarás? —insistió Ron.

—Pues...Draco vino de nuevo con la cantaleta sobre la sangre pura y la familia —dijo Harry cruzándose de brazos—. Me dijo que ellos no me rechazarían a mí, que la "Familia Feliz" me recibiría con los brazos abiertos.

"Familia Feliz" era el termino con el que Harry determinaba a todo pariente cercano de la familia de su madre, entre ellos los Dursley, los Black, los Malfoy, los Lestrange y una larga lista familias de "Sangre Pura" partidarias del Lord Oscuro...al menos eso decían los rumores.

—¿Y no mencionó a... quien-tú-sabes? —inquirió Hermione por lo bajo.

Harry suspiró. —Pues no dijo algo como: Y a Voldemort le encantará adoptarte como sobrino favorito, pero sí, creo que hizo referencia a.

—¿Es que nunca se cansará? —preguntó Ron.

—No, la verdad ya me tiene harto. Jamás me uniré a esa bola de arrogantes aristócratas sin orgullo, ni dignidad —declaró el joven firmemente—. Demasiada altanería para poca inteligencia.

Hermione frunció la nariz, no le gustaba que Harry hablara de ese modo. Si bien las familias de sangre pura, no eran gente agradable —en su mayoría—. Harry al hablar de ese modo se superponía a los ideales de tales casas. Parecía como si creyera en todo eso.

—Yo nunca le he visto sentido a eso Harry —dijo Ron. Él tampoco estaba muy de acuerdo con las cosas que llegaba a decir Harry.

Harry suspiró, ya veía venir el discurso sobre: "todos los magos somos iguales" de Hermione. A él no le importaba si alguien era sangre pura, media o sucia, pero no creía que todos los magos o brujas estuvieran al mismo nivel, por ejemplo, sus primos estaban muy por debajo del normal.

—Me iré a dormir, estoy algo cansado —les evadió Harry delicadamente, no quería discutir con sus amigos.

Ninguno de los dos dijo nada acerca de la huida de Harry. El chico de ojos verdes se sintió agradecido y comenzó a subir por las escaleras de los dormitorios de los chicos.

—¡Buenas noches Harry! —le deseó Colin Creevey.

—Buenas noches Colin —le devolvió el gesto Harry.

Nunca había entendido porque Colin le había tomado esa fascinante admiración. Harry no era alguien que atrajera con facilidad el agrado de la gente, sobre todo por ser el heredero Potter-Evans. Pero ese chico de padres muggles se había maravillado con la vida de él...o las tontas historias —casi mitos— que circulaban por el mundo mágico de su familia. Pobre chico, había escogido al peor ídolo para admirar, Harry no era una buena persona.

—¡Eh Potter! . ¿Qué se siente tener un padre asesino?

Harry frunció el ceño dispuesto a maldecir al estúpido bastardo, pero se contuvo por simple cansancio.

—Alivio —respondió—. Puedo deshacerme de la gente molesta con mucha facilidad.

El chico de primer año abrió sus ojos completamente sorprendido. —¡Algún día pagarán todo!

—¡A tu cuarto! —le ordenó Colin Creevey al niño.

—¡Tú no eres nadie!

—Soy prefecto y será mejor que obedezcas —anunció el chico mostrando su insignia.

El pequeño se indignó ante el trato de Colin y desapareció tras su puerta que conducía a su dormitorio.

Harry se rascó la cabeza. ¿Quién sería ése?

—Ignóralo Harry.

—Ya estoy acostumbrado Colin. ¿Quién era el mocoso?

—Creo que se llama Malcom Paltrow.

No le recordaba a nadie aquel apellido. Se metió las manos en los bolsillo y continuó su camino indiferente, cuando viera a su padre le preguntaría por ese Paltrow, haber si se acordaba.

Entró al cuarto lerdamente esperando que nadie estuviera en él. O quien estuviera, estuviera dormido.

—¡Hooola Harry! —dijo Neville.

—¡Harry que sorpresa! —esta vez fue Dean.

Harry frunció el ceño, ese era su cuarto por tanto no era raro que se encontrará ahí. Y apenas hace unas horas que no se veían, ¿a qué se debía semejante teatro?

—¡Buenas noches! —clamó Seamus.

Sí, había algo raro en ellos. Meditó todas las posibles opciones. Él no había hecho algo malo por lo que ellos pudieran estar asustados. Eso de salir corriendo cuando él entraba había quedado en el pasado, cuando los mitos a su alrededor decían que era un cruel asesino como su padre o cuando creían que él era el heredero de Slytherin y desataba al monstruo de la cámara de los secretos. Les había tomado tres años comprender que no era lo primero.

—¿Qué sucede Neville? —preguntó Harry tranquilamente.

El chico dio un respingo y miró a sus demás compañeros en busca de auxilio.

—¿No has leído el Profeta, Harry?

Harry se irguió y sacó sus manos de las bolsas. Su padre. Si la mala noticia venía del Profeta, eso era cosa de su padre.

—¿Qué dicen de mi padre? —les cuestionó inmediatamente.

Los chicos se miraron indecisos y con algo de temor le entregaron un ejemplar del Profeta vespertino.

—Que sepas que no nos creemos ni una palabra —dijo Neville—. Sólo causa algo...de impacto.

Harry frunció el ceño. Neville era algo difícil de influenciar por los periódicos, la mayoría de sus ideas se veían manipuladas por su abuela y su abuela tenía en un buen concepto a su padre, James. Dean y Seamus eran otro rollo, pero a Harry no le interesaban mucho.

Los tres salieron del cuarto precipitadamente, dejándole sólo. Aquello significa que dijera lo que dijera el periódico, era algo para pensarse. ¿Qué escándalo había hecho su padre esta vez?

Harry se sentó en su cama y observó la primera plana del periódico.

"Ministerio de Magia catea las casas de los magos de sangre pura en busca de mortífagos"

El Ministerio de Magia en sus esfuerzos por combatir al Aquel-que-no-debe-ser-nombrado, ha ido a la casa de magos de sangre pura —que están bajo sospecha—, en busca de pruebas contra estas ancestrales familias, quienes son propensas a unirse a Quien-usted-sabe. Todas y cada una de estas familias ha accedido a dejar que Aurores competentes registren sus casas; todos excepto el señor James Charlus Potter.

Harry dudó en seguir leyendo el artículo, ya sabía de qué iba el asunto. Su padre tenía sus muy buenas razones para no dejar pasar a nadie, que él no deseara a la casa. Incluso él se hubiera opuesto a que entraran magos de baja calidad a husmear por su casa. Que se fueran al diablo y se metieran sus sospechas por donde mejor le entrara.

Simple morbo u ociosidad, Harry siguió leyendo el artículo.

Desde los alrededores de la nueva mansión de los Evans, todo se torna siniestro. Los arboles se mesen con monstruosidad sobre los transeúntes, la tierra negra y el pasto gris se pega a la suela de los zapatos. A lo lejos se observa la retorcida, horrenda y pesada verja que resguarda la oscura mansión.

Las puertas se abren con un quejumbroso sonido que repiquetea agudamente en nuestros odios. Apenas uno entra en las tierras de esa sanguinaria familia, puede sentir como el aire se torna pesado y demasiado viciado para respirar. El opaco reflejo del negro lago que antecede a la mansión de los Evans le da la bienvenida, junto con las inmediaciones que ocultan malignos espíritus.

La mansión está hecha a base de roca caliza y argamasa. Sobre sus paredes gárgolas y monstruosas esculturas adornan el lugar. Todas sus figuras le observaban fieramente. A cada instante uno siente que de repente una de esas infernales cosas le saltará de improvisto y le golpeará brutalmente. Si no es atacado por las miles de efigies malignas, entonces se verá atrapado por las oscuras cortinas que ocultan los misterios y terrores de aquella temible casa.

El señor de la casa sale de entre las tinieblas del lugar, para echarnos con su nulo tacto. Pese a la ferocidad de su mirada y acciones, el jefe de los aurores se niega a retirarse del lugar, sin revisar el lugar. Por respuesta sólo recibe una maldición que lo lanza muy lejos de la mansión.

Hecatombe. Los valientes aurores sacan sus varitas para pelear en contra del líder de los Potter. Mas sin embargo todos y cada uno de ellos es fácilmente despachado por el señor Potter, es el poder de la terrible mansión. Decenas de rumores corren alrededor de la siniestra familia de los Potter-Evans. Entre ellas se encuentra el siniestro ritual en el que al jefe de la mansión Evans, se le consignan poderes provenientes de los muertos; James Charlus Potter es una muestra de ello. De no ser así ¿De qué otra forma podría un solo hombre vencer a quince aurores veteranos?

"Magia negra, él y toda su endemoniada familia esta hasta las trancas de magia negra, sin embargo la actual administración se niega a reconocer semejante acusación..." dice Emerald Kane. (Para más detalles ver página 14)

"Incompetencia. Los aurores del actual gobierno son incompetentes, nadie está a salvo." afirma Kristin Monk, Jefa del Organismo Internacional de Normas de Instrucción Mágica.

La polémica alrededor de la familia Potter-Evans..."

Harry tiró el periódico en el suelo. No sabía que creer, si bien el Profeta era bueno para decir mentiras o mentiras a medias, tampoco es que su padre fuera muy amable con los aurores. El chico se encogió de hombros, si algo grave sucedía ya se enteraría, mientras tanto no había porque preocuparse.

El chico anduvo por su cuarto, con las manos en los bolsillos y mirando hacia todos lados. Se detuvo en la ventana que iluminaba su escritorio y se recargo en ella. Rumores, susurros, toda su vida había crecido rodeado de sombras. Ni siquiera cuando su madre vivía se había visto libre de ellas.

El chico buscó con su mano uno de los portarretratos que había sobre su escritorio. Ella era hermosa, magnifica en toda su naturaleza. Una mujer vestida con ropas antiguas le miraba flemática y fijamente. El brillo de sus ojos superaba el brillo de las joyas que portaba. A pesar de que la pintura era mágica, su madre no se movía mucho. Se limitaba a ver el mundo sentada tranquilamente en una silla barroca, a la cual ella le daba la impresión de ser un trono. Su madre era toda una reina.

Lilian Evans. La diabólica primogénita de la oscura y siniestra casa de los Evans. No había mujer actual que inspirara tanto terror como su madre. El nombre de ella, era capaz de amedrentar a más de uno. Criada en el oscurantismo y hermetismo de los linajes más siniestros de los sangre pura. Educada desde su niñez para llevar las riendas de su estirpe ancestral. Fría, cruel y despiadada. Esa era su amada madre. Madre que le fue arrebatada a los pocos años de vida, todo por culpa de la ambición de unos cuantos.

Si bien Lilian Evans se había criado en un ambiente hostil y en el que las mujeres eran tratadas como mercancía a la venta del mejor postor. En su último año de Hogwarts se había topado con alguien, que le cambiaría el mundo por completo. Persona que era en principio su enemigo. Ella una orgullosa Slytherin, él un inmaduro traidor Gryffindor. Y aunque al principio se había forjado una aberración mutua, lentamente y tras una serie de diversas y extravagantes circunstancias, ambos había terminado, según las palabras de su tío Sirius: idiotamente enamorados. Tanto así, que según tío Remus y tío Peter, ambos habían hecho un rollo tremendo de su relación y del cual por cierto ninguno de los dos salió bien parado. Jamás había preguntado sobre las circunstancias en las que sus padres se había casado y empezado a forjar una familia, pero los rumores decían que habían iniciado en la forma más escandalosa y atroz posible.

Y si creían que eso ablandaría el corazón de su madre, se equivocaron totalmente. Ella no cambio ni un ápice...quizás eso era exagerar, pero Lilian seguía siendo casi la misma siniestra y macabra chica de la que su padre, James, se había enamorado.

Y él mismo lo había comprobado eso y de sobra, si bien Harry era su único hijo, no por eso ella se había mostrado como un ser íntegramente maternal. No, Lilian no era de esas madre que desbordaba amor y estaba llena de carisias mimosas para su hijo, tampoco era despiadada. Se limitaba a no hacer nada. Siempre le observaba atentamente, controlando sus movimientos con un simple gesto de desagrado. Y es que ella detestaba los chillidos de los niños, los juegos tontos y las palabras mal pronunciadas. Jamás se esmeró en entender al Harry que apenas comenzaba a hablar, ese esfuerzo lo hacía James con agrado.

Pero no vayan a pensar que su madre era mala, porque no lo era. Jamás le golpeó y no le gritaba, sólo le hablaba en voz alta cuando creía que ya había hecho suficiente ruido. Aunque siempre le hablaba a él como si estuviera enojada por su simple presencia.

Con los años y la ausencia de su madre, entendió y su padre le explicó, que no era que Lilian no le quisiera, porque en verdad su madre le quería, sencillamente no tenía idea de cómo demostrárselo. Debido al hecho de que ella fue criada para no demostrar ni sentir absolutamente nada, cualquier clase de afecto hacia cualquier persona le costaba expresarlo de manera adecuada. Y pese a que ella quería a James, aún sus sentimientos hacía él lograba reprimirlos. Lilian era de esas personas a las que había que observarle los detalles, para darse cuenta de sus intensiones.

Después de todo no se le podía culpar, había vivido durante años completamente reprimida. De la noche a la mañana, no iba a empezar a expresarse con facilidad y ser extrovertida así porque sí.

Sea como sea, él tenía en un alto concepto a su madre. Para él su madre era la mujer más increíble y hermosa que una vez había caminado por este planeta. Después de todo y pese a su oscuro carácter, ella había sacrificado su vida por darle una oportunidad a Harry y a James.

Sí, esa era su amada y hermosa madre. La poco amada y muy temida primogénita de los Evans. Una cruda sonrisa suco su faz. Y es que algo que todo el mundo sabía, era que ser parte de los Evans, era pertenecer a un...siniestro e ignoto linaje manchado de sangre.

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Las Confesiones de Kirsche:

Sii! Acabe, me tomó mi tiempo crear este capi, pero aquí estamos empezando una nueva saga con este precioso UA que se me ha ocurrido crear.

Y antes de que se me olvide, quiero hacer una aclaración. Feeling the Wickedness es la continuación de un finc llamado Feeling the Darkness, sin embargo No es absolutamente necesario que leas Feeling the Darkness. Pese a que ambos van ligados, y hay una línea de seguimiento, no es necesario leer Feeling the Darkness, para comprender esta saga. Obviamente aquellos que han leído Feeling the Darkness entenderán mejor la saga y ya tendrán una mayor noción sobre lo que sucede en este finc. O sea saben porque se le llama a Lily la "siniestra, oscura, demoniaca, maldita, etc." primogenita de los Evans. Y entienden el cambio tan radical de James y tienen una mayor noción de este mundo. Los nuevos tienen la opción de leer la primera sago o bien esperar a que conforme avance la historia, irles explicando cada una de sus dudas.

Por tanto si eres nuevo y gustas darle una oportunidad a la primera saga, te invitó a leerla, como supondrás es la historia de Lily y James. Si no lo deseas, te invitó a conocer este mundo alterno basado en un entorno gótico-siniestro. Cualquier duda, creo que sabes perfectamente como hacermela llegar: ¡reviews! y si no lo deseas y eres usuario registrado, puedes ver mi e-mail y enviarme ahí cualquier duda.

Lo olvidaba, pese a que inicio los capitulos con un Salmo, no tocaré ningun tema referente a la religión. Sólo que a mi me parecen una buan introducción al capitulo, así que espero no te moleste.

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Atte: Kirsche Himitsu Fyrof.

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