Disclaimer: Como siempre, nada me pertenece, yada, yada y bla, bla. Excepto la original trama.

N/A: Este es un 'one shot' que decidí traducir de uno que escribí en inglés. Son dos capítulos. Perdonen el aire festivo, pero imaginense que estamos en esas hermosas fiestas otra vez. Espero sea de su agrado. Ahora, sin más dilación...

El Regalo Perfecto

Rogue reclinaba la frente contra el cristal frío de su ventana. Todos estaba dormidos en la mansión. Mañana era el gran día que los niños habían estado aguardando con impaciencia. Ella deseaba poder tener sus inocencias, poder vivir en un mundo de ignorancia. Apenas conteniendo las lágrimas, ella recordaba lo que escasamente unos minutos atrás había transpirado entre sus amigos. Se habían sentando delante del enorme árbol de Navidad, bebiendo ponche mientras se repartían sus presentes. Rogue había esperado, ella había deseado pero ella había estado totalmente ciega. Era la noche perfecta, la noche más hermosa. Una noche en que los corazones se regocijaban y la paz se cernía sobre la tierra. Sí, había sido una tonta.

¡Oh, Rogue no podía realmente quejarse! Bobby había sido el novio perfecto y le dio un hermoso regalo. Pero ella detectó... ella suspiró. Había cierto aire distante alrededor de su persona mientras le entregaba el regalo. Él sonrió su sonrisa perfecta, dijo las palabras perfectas. Entonces¿por qué ella sentía este vacío? Porque ella vivía un engaño. Era posible que ella deseara creer, que quizás se escuchara con lógica. Bobby la amaba y ella amaba a Bobby. Ella habría preferido; oh, sí, prefirir grandemente no ver la realidad y continuar viviendo una mentira. El dolor arremetió contra su corazón y con ello llegó su aceptación que a quien ella amaba se había marchado de su vida para siempre. Ella abandonó su lugar cerca de la ventana y con una mueca llena de desolación y ciertamente sintiéndose melancólica, se sentó en su cama. El sueño la evadía.

Cierto ruido provino de su ventana.

-Rogue¿estás despierta?-

¡Oh, Dios! No podía ser esa voz profunda. ¿Acaso su mente jugaba trucos de mal gusto con ella?

-¿Rogue?-

¿Qué en el infierno hacía él a estas horas de la noche afuera de su ventana? Debía ser más de la medianoche. Pisoteando con fuerza, fue a la ventana y la abrió. Y allí estaba él, quien atormentaba sus sueños desde que la abandonó. Una sonrisa socarrona estaba en sus labios mientras que él la miraba a ella. Eso, más que cualquier otra cosa, le dio el fuerte deseo de darle una palmada. Por supuesto ella no haría tal cosa. Dar bofetadas no era el acto de una dama...

La palma de su mano se conectó con su mejilla de manera dolorosa y sonora y ella, sintiéndose maravillosamente satisfecha, vio la impresión de su mano en su cara. Y era igual de satisfactorio la caliente picadura que ella ahora sentía definitivamente en su mano. Pero no dejaba de sorprenderle el hecho de que se había permitido llevar por el impulso del momento. John, por supuesto, estaba más sorprendido aún y enfurecido sobre todo.

-¿Por qué carajo hiciste eso?- Él gritó, su expresión era de total rabia. De hecho, su famoso genio estaba en el límite de estallar. Él se sentía inmerecedero de su ataque.

-¿Cómo te atreves estar aquí después de lo que hiciste?- Ella gritó. Sería un milagro si no despertaban a alguien de su sueño con todos sus gritos. –Te fuiste para seguirlo a él. Y tú tienes la desvergüenza de aparecer aquí en mi cuarto, en la noche como un ladrón como si nada. –

Ella estaba a punto de llorar, si de alegría o de cólera amarga, ella no podía discernir. Ella no quería llorar. Pero tenía tantas emociones encerradas en su interior. Por lo menos la mitad de ella era cólera y ella se concentró en ésa para contener las lágrimas. Ella abrió y cerró las manos a su lado, intentando calmar el deseo de golpearlo otra vez y lo miró, captando los cambios en él. Su cabello era rubio y esos ojos, casi la hacen temblar; fríos y vacíos.

-Hice lo que cada mutante debe hacer...-

-¡Oh, por favor! Ahórrame el sermón, John. ¿De verás crees tus propias palabras? Si has venido aquí para convencerme que has elegido el camino correcto, estás perdiendo tu tiempo.-

-No vine para éso...- Él se quejó mientras se tocaba cautelosamente la mejilla enrojecida. Todavía estaba adolorida.

-¿Ha qué has venido exactamente?- Rogue cruzó los brazos sobre su pecho. Los ojos marrones le miraron fijamente y algo desafiante. Repentinamente toda la compostura masculina cambió totalmente. Ante sus ojos desapareció Pyro, el mutante joven furioso capaz de hacer cualquier cosa. Él gruñó y deslizó sus dedos a través de su pelo en exasperación. Rogue casi se ablandó ante su exhibición de inquietud; casi. ¿Cómo podía ella sentir todas esas sensaciones encontradas por alguien? Él la enfurecía pero también despertaba en ella el deseo de tomarlo en sus brazos y acunarle como a un niño perdido.

-Magneto nos dio la noche y el día de mañana libre para visitar nuestras familias puesto que son días de fiesta.- Él encogió sus hombros intentando de dar esta imagen de total indiferencia.

El corazón de Rogue dio un brinco al oír sus palabras. Ella no contaba con esa respuesta. Él la consideraba su familia. Pero su orgullo no permitió que ella cediera apenas un poco, todavía. Él se fue sin pensar en las consecuencias de su partida. Ella lo miró fijamente en silencio.

-¿Cómo está la cubeta de hielo?- Preguntó él como si nada.

Ella dejó escapar un suspiro lleno de resignación. -¿No entras?-

Ella se echó a un lado. Sabía que él odiaba el frío; simplemente lo detestaba. Él cabeceó, siendo esa su manera de darle las gracias y entró a su cuarto. Rogue cerró la ventana.

-No puedo permanecer por mucho tiempo.-

-No deberías estar aquí, punto.-

-Lo sé.-

¿Qué demonio le pasaba a él? Ninguna contestación socarrona; ninguna respuesta engreída.

-Solo vine a darte esto.- Él tomó un pequeño paquete envuelto del bolsillo de su rompevientos. Rogue tomó el pequeño regalo en su mano, insegura de aceptarlo... Pero era víspera de Navidad; debía existir ésta ley no escrita para esa noche, como una cierta clase de tratado de paz donde supuestos enemigos dejan a un lado sus hostilidades.

-Feliz Navidad, Rogue.-

Él dio media vuelta como para irse.

-John. - Ella le llamó y él se detuvo. –Puedes… puedes pasar la noche aquí.-

Ella estaba segura que él no tenía ningún lugar a donde ir.

-No debería, mejor es que me vaya. -

Rogue no pudo contenerse más y corriendo hacia él, lo abrazó. John dejó los brazos a su lado. -Prométeme que te cuidarás.-

Ella nunca vio la expresión de John. Cómo él cerró los ojos, una expresión de angustia cruzar en su rostro. –Sí, lo haré. –

Rogue lo vio marcharse a través de su ventana. Ella caminó a su cama, ahora sintiéndose muy deprimida. ¿Por qué tenía que amarlo tanto? Recordó repentinamente el regalo y retiró el delicado papel que lo envolvía. Su corazón paró totalmente al divisar la diminuta caja aterciopelada. No. No podía ser. Ella intentó acallar un sollozo; dentro de la caja había un anillo hermoso con un diamante solitario. Tragando los dolorosos sollozos, ella corrió hacia la ventana. No lo veía por ninguna parte.

-¡John!- Ella le llamó. No hubo respuesta. Ella se dejó caer al suelo, abrazando su cintura mientras se mecía y las lágrimas fluyeron por sus mejillas. –Yo también te amo, John.-

Tomando al anillo, lo resbaló en su dedo quedándole perfectamente. No era el anillo lo qué hizo del regalo perfecto en víspera de Navidad. No; era lo que John le intentó decir. Una peculiar determinación la poseyó. Se levantó del suelo y salió de su cuarto para caminar a la puerta de Bobby. Ella la golpeó nada de suave. Un soñoliento Bobby abrió la puerta.

-Lo siento mucho, Bobby, pero no puedo continuar siendo tu novia.- Ella levantó su mano y le mostró el anillo. –Estoy comprometida. -

Con una sonrisa casi absurda en toda su cara, ella dejo atrás a un atónito Bobby. Nadie le había dado la noche perfecta, a excepción de su Johnny. De quien menos lo hubiese esperado. Cuando su cabeza se acomodó sobre la almohada, ella cerró sus ojos. Ella solo esperaba y deseaba... no; ella estaba segura que vería a John otra vez.