En el punto más alto de la tierra, donde los ojos de los hombres no pueden mirar ahí donde el cielo se funde con la tierra y el lugar donde los dioses moran….

Ese lugar llamado

Olimpo.

Dentro del olimpo, se encuentran los templos de los doce dioses principales. Justo entre los tronos de Hades, Zeus y Poseidón hay una pequeña entrada. Esta entrada nos lleva hasta donde encuentra una urna sellada por los tres grandes…

…La urna del tiempo….

…. La urna de Kronos.

Misma que hoy destella esperando que a que la curiosidad de algún dios le abra las puertas para volver a la vida. A un ser de sangre divina que rompiera los tres sellos y permitiera que el alma del Dios de los Dioses volviera a la vida.

Inexplicablemente las puertas de madera se abren dejando ver una silueta masculina que se desliza por el lugar como humo negro por las paredes, sus ojos sagaces del mismo tono del cielo de verano, miran hacia la urna que parece susurrar su nombre una y otra vez.

- Tú y yo somos iguales…. Dos partes de la misma esencia…. Serás tu quien gobierne sobre todos los Dioses si me permites entrar en ti – la voz áspera y casi inexistente de kronos resonaba en la mente del joven de ojos azules

- Dame el poder y la gloria de derrotar a Athena y a todos aquellos que se interpongan en mi camino y podrás hacer de mi lo que desees -

- Es un trato

El joven abrió la urna dejando escapara de su interior arena negra, similar a la de los relojes de arena, que cubrió el cuerpo del joven hasta asfixiarlo y cubrirlo por completo. Minutos después, el mismo joven salió por la misma puerta hasta el salón de los dioses.

- Je – soltó una pequeña risa entre dientes – Es hora de hacer un pequeño torneo entre los Dioses, así estarán lo suficientemente entretenidos para darme su poder y todos sufrirán el mismo destino que yo sufrí durante tantos siglos.

Doce tronos tan altos como edificios se yerguen sobre el piso de mármol. Todo el lugar yace en penumbras, salvo por algunas antorchas que se sostienen de las columnas principales, todo es silencio…. Hasta que una tenue luz violeta aparece en medio del salón.

La luz incremente su resplandor para luego dejar paso a una figura femenina. Su cuerpo parece brillar de la misma forma que la luna, mira su alrededor con ojos impacientes cuando otra luz llega.

Sus ojos platinos no dejar de mirar el destello que esta vez, es de color naranja dorado. Sonríe apenas al ver al hombre que emerge de la luz.

- Parece que nos adelantamos a la reunión, querida hermana – comenta jocoso el joven de rubia cabellera y ojos mortalmente enrojecidos

- O tal vez llegamos tardo, querido hermano. – la mujer de cabello platino camina con gracia, como si flotara por el mosaico de color azul cielo, que emula al mismo cielo cubierto de nubes

De pronto un ruidos les hace girar par ver de que se trata. Es un ruido fuerte y algo molesto.

El cielo en sus pies se abre para dejar entrar unas enormes flamas que los rodean, apolo solo sonríe pare luego extender los brazos y soltar un comentario al nuevo visitante.

- Bienvenida tía Hestia –

- No me vengas con tonterías, muchacho y dime a que viene esta reunión – comento molesta la mujer

- Yo también me alegro de verte – comenta con sorna – Todo esto, mi bella tía es por un motivo muy especial.

- ¿Cuál es ese motivo, Apolo? – resonó otra voz detrás de ellos

- Simple Dionisio, creo que es hora de convocarlos a todos para un juego –

- ¿Un juego? – Ares el dios de la guerra emergió de entre una llamarada de fuego negro detrás de los demás Dioses - ¿Te atreves a interrumpir mis cuestiones divinas por un simple juego? – sus ojos ardían como brasas

- Calma, hermano menor – le sonrió el Dios Sol – en este juego todos ganaremos todos, te lo aseguro – sonrió de medio lado

- Más te vale que eso sea cierto, tengo una guerra en el medio oriente y mis hijos están provocando el miedo por Corea del norte, mi trabajo nunca termina.

- Y haces el mío más difícil – otra voz se escuchó mientras que el primer trono de los tres grandes era ocupado

- Hades ¿Qué te trae por acá? – la voz de Deméter sonaba molesta

- Hermana han pasado más de 2000 años ya supéralo – le espeto molesto mientras que una joven hermosa de cabellos verdosos y ojos amarillos tomaba su lugar a su lado – Por aquí querida.-

Le dijo escoltando a la joven sobre sus piernas.

La diosa de la agricultura frunció el ceño para luego dirigirse a su trono donde le dedico más de una mirada de odio al dios de la muerte, quien no apartaba sus manos y ojos de la joven Perséfone.

Un rayo ilumino todo el lugar y con el apareció de entre la luz cegadora la figura de un hombre no mayor a los 50 años, su larga barba blanquecina, como espuma de mar le hacía mirarse más impresionante. Todos le hicieron una reverencia mientras que él se acomodaba en el trono ´principal.

- Se nota que has hecho un gran trabajo, hijo mío – dijo solemne al joven de cabello rubio

- Solo lo que he podido hacer, padre – comento

- Ahora que Zeus ha llegado, ¿podrás decirnos de que trata tu jueguito, Apolo?

- Por su puesto, hermano – sonrió de nuevo para mostrar el ojo de Gea

Aquel manantial de agua clara por el cual los dioses podían ver el mundo, a los humanos y como era la vida de estos. Todos los dioses miraron hacia abajo con algo de desagrado, pues es bien sabido que la vida mortal no les es del todo grata.

- Ewww! – Afrodita no siguiendo mirando al ver a unas personas pidiendo en las calles, con las manos sucias y en los rostros la marca de la angustia y la desesperanza – Deberíamos acabar con esos mortales, son tan sucios y… dañinos para la vista.-

- No todos los mortales son hermosos y huelen a rosas y miel, Afrodita – La diosa se la cacería afilaba su daga mirando con malos ojos a la hermosa diosa

- Claro que no, Artemisa, pero por lo menos deberían dejar el aroma de cerdo para los establos…. Como tu querida – comento jocosa la diosa –

- No lo hagas, rubia estúpida – le advirtió – ya que solo usando uno de mis dedos podría acabar con tu cara de muñeca de porcelana

- ¿Has oído eso padre? Artemisa está conspirando en mi contra! –

- No es conspiración, ya que solo yo te arrancare la cabeza – añadió la joven de ojos vedes –

- Basta ya! Apolo, di entonces las reglas y como debemos jugar….

- Lo haré, padre mío, lo haré….. una vez, claro está que los doce dioses estemos reunidos –

- ¿No estarás hablando de traer a esa…? – Hades sintió que la voz se le apagaba al decirlo

- ¿Qué ocurre hermano? – la voz de Julián se escuchó calmada mientras que bebía un sorbo de néctar - ¿Temes que Athena vuelva a ganarte y a encerrarte en esa urna por otros doscientos años?-

- Jajajaja ni en mil años Hades podrá derrotar a Athena – comento Apolo

- Deja de decir tonterías – Hades se levantó rápidamente de su trono para encarar al dios sol – Es mejor que cuides tus palabras, muchacho o podrían ser las ultimas –

- Calma, hermano – le dijo Zeus – continua, hijo.

- Bien…. Haz la señal –

Juego De Dioses

Prologo.

La decisión de los Dioses

El tiempo para los dioses es distinto al de los mortales. La vida de un mortal puede pasar en un simple parpadeo de los dioses, en una exhalación de aliento

Y en un simple segundo pueden pasar 5 largos y dolorosos años en el reino mortal.

Un rayo cruzo los cielos sobre el santuario. Resonando por sobre el templo de la diosa de la sabiduría y haciendo que esta diera un respingo y se levantase de su trono.

- Mi señora, no debe asustarse solo ha sido un simple trueno – comento Tatsumi mientras se acercaba a la heredera de los Kido

- No, es así, Tatsumi. – su mirada estaba fija en los cielos y por primera vez en muchos años, su aura desprendía ese poder divino que tuvo durante la última guerra santa – Eusam, Aoriel vayan hacia la primera casa y díganle a Aria y a los demás caballeros dorados que necesito de su presencia ahora mismo.

- Sí, mi señora – dijeron los dos jóvenes ahora santos plateados –

Se perdieron por las escaleras. Mientras que Saori deambulaba por el templo pensando lo peor que ese rayo podría traer con él.

- ¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué Zeus dio la alarma? – se preguntó así misma en voz alta

- Jeje, no es una alarma mi bella diosa bélica –

- ¿Tu? – los ojos de Saori temblaron al ver a un hombre joven de cabello verde acuoso como la menta, ojos castaños, escondidos detrás de unos lentes color azul claro y sonrisa amplia

- ¡Nadie puede entrar a ver a mi señora sin anunciarse! – grita Tatsumi poniéndose delante de Saori y también frente al extraño

- Bah estúpidos entrometidos – sacando un báculo de forma extraña, dos serpientes enredadas entre ellas y con alas, lanza un rayo de energía que deja al mayordomo de Saori en lo más alto del techo imposibilitado para moverse o bajar

- Señorita Saori!

- Tatsumi! Te ordeno que lo bajes ahora mismo! – mira con furia al hombre –

- No te molestes conmigo, sabes bien que solo soy un simple mensajero –

- Y un ladrón conocido –

- Oh! Eso me dolió pero, bueno no tienes nada que yo desee robar en este inmundo lugar –

- Dime a que has venido –

- Zeus demanda tu presencia en el salón principal. Y al parecer debes asistir –

Saori duda un poco sobre el mensaje de Zeus y más aún cuando no se siente confiada de asistir solo a semejante lugar.

- ¿Por qué dudas? Esta es una propuesta seria y no tiene nada ver las guerras pasadas contra Hades y Poseidón – sonríe de nuevo

- ¿Por qué me ha mandado a llamar Zeus? –

- Honestamente, no lo sé, solo sé que apolo tiene mucho que ver y… bueno – se encoje de hombros – no creo que nada malo pase si es idea de apolo

La joven diosa suelta el aire lentamente para luego tomar su báculo y acercarse al hombre de ojos castaños.

- Tatsumi, dile a Aria que se dirijan a Japón, en la Mansión Kido hablaremos acerca de algo que me inquieta, que todos mis caballeros se dirijan allá –

- Pe-pe-pe-pero mi señora! –

- Haz lo que se te ordena….. lacayo – sin más ambos desaparecieron en un resplandor al tiempo que el mayordomo sentía que ya nada lo detenía en el techo –

- Waaaaaaaaaaaa! – grito antes de caer de cara al suelo –

Olimpo.

Athena al pisar el suelo sagrado sintió como su forma humana, conocida como Saori Kido se difuminaba y su verdadera forma salía a la luz. Sus largos y rizados cabellos castaños caían como cascada debajo de su casco dorado. Sus ojos celestes resplandecían como la lanza que portaba orgullosa en mi mano izquierda, mientras que de su hombro un bello búho dorado de alas plateadas le anunciaba de peligros antes que sus ojos lo hicieran.

Al entrar a la sala de los tronos. El gran dios Zeus se levantó para saludar a su hija, nacida de su carne y sangre y quien fuera, sin lugar a dudas su preferida, aun cuando la envidia de Hera quisiera que no fuera así.

- Bienvenida de vuelta, Palas Atenea – le dijo mientras que un trono hecho de nubes se alzaba entre el de Zeus y el de Hera

- ¿Es que también su lugar es a tu lado, esposo mío? – pregunto molesta la oji verde

- Es el lugar que como Diosa debe de tener, Hera. ¿o es que pensabas que el matrimonio es más importante que la sabiduría? – le sonrió

Hera visiblemente molesta y herida en el orgullo frunció los labios para luego tomar su puesto. Todos tomaron su puesto en el gran consejo de los Dioses, fundado por los tres grandes cuando el tiempo de Kronos acabo.

- Bien, ahora si podré decirles acerca de mi juego – comento apolo sonriendo casi malignamente –

- Continua hijo –

- Todos los aquí presentes hemos tenido un par de mal entendidos, pleitos sin sentido y una que otra guerra entre nosotros…. ¿no es así? Bien, pues les propongo algo…. Cada uno poseemos soldados, caballeros, marinas, espectros y demás que estarían dispuestos a dar la vida por nosotros… bueno los espectros no podrían dar la vida porque ya están muertos pero, se entiende mi punto – sonrió de nueva cuenta

- ¿Y eso que putas tiene que ver? – pregunto Ares molesto

- A eso voy, hermanito a eso voy…. Todos estamos hartos de que en su mayoría, mi hermana Athena gane cada combate que se le presenta, así que porque no hacer una prueba que sea la definitiva….

- Explícate mejor – le dijo Hades

- Bien, un torneo para el mejor de los guerreros, que solo doce campeones uno para dios queden con vida –

Todos los dioses guardaron silencio mientras que apolo explicaba su plan.

- Como lo hicimos en la antigüedad, las olimpiadas…

- En las olimpiadas nadie moría! – exclamo Deméter molesta

- Y eso era taaan aburrido, ahora los combates serán a muerte, con armas, cosmos, o lo que sea que encuentren –

- Mis guerreros no participaran en esto – bufo Hefestos

- Ni mis marinas! – secundo Poseidón –

- Ni porque si derrotan a los guerreros de un dios se quedaran con su arma divina y su poder – susurro

Todos guardaron silencio. Un silencio casi sepulcral por un largo tiempo. Solo se podían escuchar el latir de sus corazones y el incontable pesar de sus pulmones al respirar.

- Ja….Ja….- Artemisa comenzó con una pequeña risa apagada para luego convertirla en una carcajada –jajajajaja! Mis guerreros destrozaran a cualquiera que se les ponga en frente! –

- Mis guerreros de fuego estarán más que complacidos de pelear en este juego – Hestia continuo

- Mis marinas están listas para enfrentarse a quien sea –

Así cada uno de los dioses asintió acerca de la batalla, todos menos Athena y Deméter

- Me niego a participar en un juego tan cruel y vil – dijo Saori

- ¿De qué hablas hermana? Hace años si no mal recuerdo, tu familia humana organizo un torneo llamado el torneo galáctico donde forzabas a tus caballeros a pelear ante el deleite de miles de personas, esto es lo mismo solo que…. Ganaras más.

- Yo no obligare a mis ninfas a pelear, ellas solo saben de la agricultura y no de la guerra –

- Déjame diferir en eso, Deméter, tus ninfas han pasado por todo mi ejercito de Berseker así que si ellas no saben del sabor de la guerra tal vez sus lenguas si lo recuerden –

Deméter enfrento a Ares pero Athena la detuvo, mientras que el moreno de ojos como fuego se burlaba de ambas abiertamente. Saori llevo a Deméter a un lado y la tranquilizo un poco.

- Descuida, mis caballeros no permitirán que les hagan daño – la miro con ojos honestos

- Te lo agradezco, mis pequeñas jamás han peleado y no saben lo que es el campo de batalla y mucho menos el sabor y aroma de la sangre.

- Te comprendo.

Apolo toco el manantial dejando caer sin que los demás lo notaran doce pequeños granos de arena que cayeron por la tierra en busca de los que ahora se enfrentarían en una batalla más allá de cualquier otra que se hubiera librado en este universo.