Disclaimer: Axis Powers Hetalia © Hidekaz.
Advertencia: Universo Alterno. Juego de tiempos. Métodos, trucos, entre otras cosas para tener un bebé. Arthur va salir medio machista, pero es por el momento, deben entenderlo también. No Lemon. Y NyoUSA es tierna. Es un fic educativo y hetero.
Pareja: UKxFemUSA/ArthurxEmily.
Otras Parejas: EspañaxFemRomano/AntonioxCaterine y FranciaxFemCanadá/FrancisxMaguerite.
Datos: Se supone que era un Oneshot y no se encontraba dentro de mis proyectos. Pero se me ocurrió ayer y comencé a escribirlo. Lo iba a subir completito hoy por el día de San Calentín (xD), sin embargo, no alcanzaré a subirlo todo. Por eso subo el primer capítulo. Solo es de dos.
Ojalá lo disfruten ^ ^
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En Campaña
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Emily se encuentra en el baño. Espera los tensos minutos como si fuera el fin del mundo. Las manos le tiemblan, le sudan frías. Se muerde el labio y luego las uñas sin despegar la vista del pequeño aparato sobre el lavamanos. Demonios, ya no puede cargar con la angustia. Sus ganas de mirar y saber le ganan. No aguanta más. Esperar tantos minutos ya debería de estar listo.
Respira profundamente frunciendo leve el ceño. Muy bien, determinada se acerca extendiendo la mano al aparato.
Mientras tanto, el británico la espera afuera con los nervios de punta, caminando de un lado para otro, removiéndose los cabellos. Reza en que todo salga bien, murmurando frases en dialectos extraños. De repente su atención va directo a la puerta que se acaba de abrir, saliendo la mujer que le robó el corazón con su carácter tierno e infantil.
La de cabello rubio y ondulado no lo mira. La cabeza la tiene baja, viendo el test de embarazo como si fuera lo único existente en esta vida. Si fuera así, no valdría la pena seguir viviendo, menos con la tristeza llevada ahora.
Arthur traga. Quiere acercarse y saber lo que sucede. Mueve los pies, lento. Llega a ella acariciándole los brazos, intentando entablar una conversación. Solo quiere que le diga si ahora sí o no.
Y ve la negación con la cabeza en la chica. Otra vez no.
La abraza firme y le besa la frente. Solo hay que intentarlo una vez más. Sí, como las otras anteriores. Miles de veces lo han intentado y nada resulta. Nada resulta.
Las maravillosas ganas de tener un bebé, de formar una familia cada día que pasa son menos probables, desapareciendo. Escucharon con mucho asombro de que tener un niño es cambiarle la vida, transformándose en ser de luz, encontrar aquel sentimiento jamás experimentado, más lejos que el mismo amor. La estadounidense desea tener a ese pequeño ser en su vientre. Poder sentirlo, tener una parte de su novio en su cuerpo. Y él, también aspira. Oír al bebé decirle papá sería muy hermoso, además partes de sus vidas estarían en un solo ser. Todo su amor en uno.
Pero…las ilusiones se quiebran.
Incluso intentaron hasta lo más estúpido sobre remedios caseros y algunos no tan estúpidos, como arrebatarle el café a Emily. Lo leyó en un diario inglés. La cafeína no le hacía bien a las mujeres, afectando en la fertilidad. Sin embargo, no solo era el peso caído en Emily, también en Arthur. Los dos como pareja debían estar juntos y hacer caso a los trucos sobre embarazos. Ambos.
Obviamente Arthur no confiaba cien por ciento en esas recetas, pero no quedaba otra que experimentar. Tomó jugo de zanahoria con jengibre. Esa vez casi vomita. También le decían en tener una alimentación sana… ¡él tiene una alimentación totalmente sana!
Tomar té de caléndula, jalea real, ¡intentó de todo!
En Emily simplemente iba contando sus días fértiles, día, horas, minutos, hasta los segundos. Incluso, estaba apunto de usar el truco del agua mineral, de esas recetas que te da la abuelita. Dios…lo pensó muy bien antes de hacerlo. No se metería esa agua en su interior, y menos mal que no lo hizo. Supo por conocidas que ese truco es peligroso y disminuiría la probabilidad de embarazo.
Por supuesto, no olvidaron hacerse un examen de fertilidad en ambos.
Suspira.
Todo iba mal.
Todo va mal.
Perdiendo las esperanzas, el mayor tiene una excelente idea. Ir al médico, a un gineco-obstetra. Intentarlo con un especialista en el tema no tendrán problemas. Eso esperan.
Contactan con la hora médica en la clínica. Le dicen el apellido del doctor al que van asistir. A Arthur le suena familiar pero no se preocupa, hay miles de personas con ese apellido en el mundo. Tan mala suerte no puede tener.
Entonces, al siguiente día van a su esperanza de vida. Sus nombres de pacientes se escuchan, indicándoles el número del cuarto del especialista. Se ponen de pie yendo hacia allá. Entran.
― ¿Francis? ¿Tú? ¿Nuestro médico? ―era imposible que tuviera tan mala suerte, por Dios. ¿Por qué a él? ¿Qué le hizo al mundo para merecer esto?
―Bonjour! ¿Cómo han estado? Que alegría verlos ―muy al contrario sucede en el francés, alzando las manos en saludarlos con gran entusiasmo. La única en corresponderle el saludo es la joven―. Sí, te dije que soy médico. ―le responde al inglés mientras lo hace entrar a la consulta. Cierra la puerta.
―Pero no me dijiste de qué profesión ―era mejor haberle preguntando ese día cuando supo su profesión. Hubiese elegido otro―. Why you, bloody hell? Voy a pasar vergüenza. ―solo imaginarse contar sus problemas de pareja, el francés se burlaría de él.
Emily trata de hacerlo calmar y no adelantar los hechos. Posteriormente, se acomodan tomando asiento frente al escritorio del médico cuya profesión es gineco-obstetra Bonnefoy. Arthur cruza las piernas como de costumbre. Emily también. Es curioso y gracioso, aunque el más adusto es él.
― ¿Qué les trae por aquí? ―procede a preguntar amablemente como el conocido de la pareja.
―Tenemos un gran problema ―dice la norteamericana, desviando y manteniendo la vista al frente―. No puedo quedar embarazada.
― ¿Te diste cuenta de su homosexualidad?
―What? ¡Idiota! ―exclama enojado, ¿cómo lo va estar si le dicen eso a su pareja?― ¡No le metas ideas en la cabeza!
Francis ríe para darle humor al tenso ambiente.
―Tranquilo Arthur ―ella lo calma sacudiendo las manos mostrando una sonrisa mezclada entre asusta y divertida por el comentario del francés. Luego se reponen―. No es eso…hemos intentado de todo pero nada resulta. No puedo quedar embarazada.
―Uhm ―el médico se toca la barba, pensativo analizando la situación de acuerdo a sus estudios de la medicina moderna. Coge un bolígrafo y una agenda. Ahora sí se meterá en su papel. Tomará apuntes importantes para dar una respuesta y ayudar a sus amigos-pacientes―. Bien… ¿ambos son fértiles?
La pareja de cabellos rubios afirman en que lo son.
―Veamos, tienen la edad correcta para tener un bebé, sobre todo para Emily en tener sus órganos reproductores preparados, también como física y psicológicamente ―explica. Al inglés le da envidia en saber tantas cosas y él no en brindarle ayuda a su pareja. Se cuestiona cómo es posible que Francis no use esa inteligencia más a menudo―. ¿Has tomado anticonceptivos?
―Hace dos años atrás los dejé. ―Emily Jones contesta con naturalidad.
―Y desde entonces no sucede nada ―mueve el bolígrafo entre sus dedos. Corrige un punto en su agenda para continuar―. ¿Cuál es tu dieta, Emily?
― ¿Dieta? ―pestañea desentendida para enseguida soltar una risita. En su vida no existe esa palabra― No, no. Yo no hago dieta.
―Se refiere a tu alimentación ―Arthur ruede los ojos. Así que él le aclara al mayor―. Con lo único que se alimenta son con hot dog's. Ya la conoces.
―Así veo ―el galo ladea la cabeza con ternura hacia la menor. Enseguida regresa a lo suyo―. ¿Tienen relaciones en los días fértiles? ―ellos aciertan― ¿Fuman, beben alcohol, alguna sustancia o droga?
Rápidamente la estadounidense señala al británico, acusándolo sin una pisca de remordimiento. A pesar de no tener una alimentación sana, por lo menos no consume drogas licitas ni ilícitas.
Kirkland surca los labios adquiriendo una sonrisa falsa, tratando de parecer no tan culpable.
―Em…yo…las dos primeras.
―Arthur…mon cher ami ―hace negaciones con la cabeza―. Te recomiendo que dejes el tabaco, no ayuda en la fertilidad. Por lo menos dejar veinte cigarrillos ayuda bastante. Y el alcohol también. ―aconseja sabio.
―I will. ―agacha la cabeza sintiéndose acusado de un crimen y apunto de ser sentenciado.
―Uhm… ¿Cuántas veces por semana? ―no espera ni un segundo para proceder con la próxima pregunta, ruborizándolos de sorpresa. Esa pregunta es personal, ¿no? ¡¿Por qué tendrían que responderla?
― ¿Qué? ―el pecho de Arthur se infla y abre los ojos de par a par, desconcertado. Lo sabía. A pesar de que Bonnefoy fuera muy profesional, su personalidad degenerada no desaparece.
― ¿Eh? ―ahora se desconcierta la joven.
―Vamos, contesten si realmente desean tener un niño. ―obvio que se da cuenta de la vergüenza que tienen, pero es por su bien.
―Em…pues… ―el inglés mira para todos lados. Luego a su novia, reconociendo el mismo rubor en sus pómulos.
―Am… ―del mismo modo ella lo observa. ¿Qué puede contestar? ¿Decir la verdad? ¿Arthur la dirá?
Continúan compartiendo la incertidumbre y timidez. Rápidamente bajan la cabeza.
―Tres veces… ―hasta que al fin responden. Dios…es tan vergonzoso.
―Supongo que no les importa el sexo del bebé ―claramente para la pareja el sexo no es lo más importante para ellos―. ¿Y ustedes…hacen el amor con amor o para tener el bebé?
―Por supuesto que con amor, ¿qué clase de pregunta es esa? ―Arthur se siente indignado con esa atroz, horrible y desubicada pregunta.
El francés arquea una ceja, dudando. El británico lo espeta con la mirada. El francés carraspea la garganta. La estadounidense solamente yace de expectante.
―Sucede que conozco parejas así ―comienza a explicar dejando el bolígrafo quieto en su escritorio―. Se preocupan más en tener un bebé, que hacerlo con amour. Y debo explicarles que los bebés se hacen con amor y pasión, no el simple hecho de que el espermatozoide fecunde al óvulo. A las mayorías se les olvida que la principal función del sexo no es la reproducción, c'est le plaisance. ―nadie como él sabe a la perfección, dejando a los menores pensativos en un estado de razonamiento que el mismo Shakespeare estaría por semanas analizando y creando fantásticas escrituras, aunque muchos dudan de su existencia.
El silencio otorga en la consulta, ya que están meditando si la probabilidad de un error en la dificultad de ser padres primerizos.
―Tal vez… ―menciona bajito la joven, girando hacia su pareja― tus espermatozoides estén fallidos.
― ¿Qué? ―¿qué fue esa suposición? Al inglés le parece un tic en el ojo, casi trastornado.
―That ―se cruza de brazos, arrugando el puente entre sus diminutas y femeninas cejas―. Tus espermatozoides se deben morir en el camino, a lo mejor son lentos y adictos al té.
Demonios… ¡¿Qué le está diciendo? ¡¿Por qué le dice algo tan atroz acerca de sus espermios? Dios, debe defender su orgullo de hombre.
― ¡Mis espermatozoides están perfectamente bien! ―y atina a responder.
Emily se pone de pie. Francis los mira. ― ¡¿Entonces explícame como demonios Antonio tiene tres niños con Caterine? ¡Y van para el cuarto en la búsqueda de una niña!
Arthur también se levanta. Francis los sigue mirando.
― ¡Pues…no sé! ¡…Tal vez tiene buena fertilidad!
― ¡Eso! ―le apunta con el dedo índice― ¡Buena fertilidad, algo que tú no tienes porque te pones a fumar y a beber alcohol!
― ¡No me eches la culpa a mí, bloody hell! ―simplemente sus oídos no pueden creer lo escuchado. Tanta tención y arrebato le da igual lo que pueda decir― ¡Si tanto quieres quedar embarazada, pídele al idiota español que lo haga! ¡Yo me largo! ―totalmente determinado corre la silla a un lado para salir enfadado y herido en el orgullo de hombre, del acto dramático, yendo a la puerta.
― ¡Sí, lárgate! ¡No te quiero ver en la casa! I don't love you!
Esto… ¿es idea suya o las cosas se están escapando de las manos? Piensa Francis, bastante pegado a su escritorio por cualquier índice de violencia en lanzar objetos o su persona, sobre todo si proviene de la chica. Por suerte no anda con el bate. Eso sería muerte segura.
― ¡No te preocupes, está noche me voy donde mis hermanos! ―abre la puerta, donde sus gritos son lo último escuchado en la sala, mientras los pacientes de afuera oyen todo, preguntándose como demonios se inició esa discusión dentro de la consulta de un gineco-obstetra. Debió ser algo muy grave. Claro, ellos no son metiches.
Y de repente, se oye lo siguiente a todo pulmón:
― ¡Vete el diablo Arthur Kirkland!
Y el nombrado con tanto amor cierra la puerta dando un portazo llegando retumbar las paredes.
El galo mantiene los ojos expectantes e inmóviles teniendo en mente en cambiarse de profesión si va a seguir recibiendo pacientes de esa calidez. ¿Y así desean tener hijos? No van a llegar a ninguna parte.
Su atención se despega al oír cortos y débiles sollozos naciendo en la americana. ¿Llora? ¿Luego de todo lo ocurrido está llorando?
Deja de lado su profesión transformándose en el amigo de la pareja, y de ella por supuesto. Camina y la acomoda en su pecho, acariciándole el cabello con mucho cuidado, comprensión y ternura. Las piernas de la chica tiemblan sin poder mantenerse de pie, dándole el resultado de caer sentada sin despegarse del francés.
―Tranquilita, tranquilita. Todo pasará ―a Bonnefoy solo le queda brindarle apoyo y palabras sabias―. Está discusión sucede a menudo en las parejas que no pueden tener un bebé, es una crisis normal. Todo va estar bien ―cierra los parpados y la abraza suave. Por parte de ella, lo rodea por el cuello―. Emily…
― ¿Qué…sniff? ―su voz se oye ahogada, sin dejar al galo.
―S-Si quieres abrázame hazlo… ―le permite de todo en sentirse mejor con lo pasado, aunque su habla tan sensual cambia drásticamente sin que él quiera―, pe-pero no me ahorques si no quieres dejar a tu hermana viuda.
Exactamente lamentable. Inocente, le estaba abrazando con mucha fuerza en el cuello. Deprisa lo libera acongojada. La discusión con el hombre innombrable no debe ensañarse con el novio de su hermana Maguerite.
―Sorry, brother in law. ―da las disculpas correspondientes secándose el agua de sus ojos azules. Lo mejor es volver a casa. Después de todo, venir al médico no sirvió de mucho. Después de todo, no serán padres.
Cuando salió de la consulta fue directo al estacionamiento. Notó el auto ahí. Arthur decidió irse a pie que manejar y dejarla sola. Por lo menos un poco de caballerosidad le quedaba después de la pelea.
Exhaló agotada masajeándose el cuello. Ya ni recordar en lo pasado, menos a él. Era bueno regresar de una vez y recostarse en su cama y tomarse un café. Sí, iba intoxicar su cuerpo con cafeína. ¿A quién le interesa ahora? A nadie.
Abre los parpados con poca capacidad de esfuerzo. La pared de tonalidad crema se cruza en su camino sin malas intenciones, solo está ahí, quieta. ¿Se habrá quedado dormida al llegar? ¿Qué hora serán? No puede mover el cuerpo y no quiere hacerlo. Estar acostada en la cama la hace sentir más tranquila. En una gran cama matrimonial habiendo un espacio vacío y helado. Solitario. Donde debería existir una persona acompañándola en estos momentos tan duros e indeseables, y decirse a sí mismos no todo se ha perdido, intentémoslo una vez más.
Presiona los ojos y respira profundo. ¿En dónde estará? Cuando abrió la puerta de su casa, revisando todos los rincones no se hallaba. Su novio inglés en verdad se fue.
Nada más le queda que preguntarse la hora. Viendo aun los débiles rayos de luz en su cuarto, deben ser alrededor de las seis de la tarde. Vuelve a dormir.
El anglosajón había llegado con la frustración y enojo sobre su espalda al departamento de sus hermanos solterones. Sus "queridos" hermanos, quienes se preocuparan de su sorpresiva visita y tal vez, celebren acompañados de ron y whisky en sus vasos, para el nuevo integrante de la soltería. Mejor dicho, el regreso de la soltería.
No obstante, obviamente nada de eso pasó. Tenía las llaves del departamento, no sabía por qué aun las traía. Visitarlos jamás lo hacía. Bueno, después de todo entró. Por arte de magia las cosas estaban ordenadas. Tuvo conclusiones del por qué. Era posible que los gemelos al fin se esfumaron. Lo dudó. Daba igual. Sea quien sea quien se encontraba lo molestarían y le arruinarían el día más de que ya estaba. No quería contarles sobre el mal sabor con ella, ni recordarlo. Solamente anhelaba estar tranquilo en su habitación abandonada repleta de ratones. Lo más seguro, nadie, ninguno de los cuatro se apiadó en mantener su antigua habitación limpia.
Dio las pisadas encima del suelo de la brillosa cerámica. Se adentró al living encontrando una cabeza pelirroja recostada en el sofá en dirección a la televisión. De los cuatro, el menos con que quería toparse era él. Pero en fin…ya estaba aquí, en el ambiente tan "familiar".
Enseguida, al escuchar el ruido del visitante hizo la cabeza para atrás. Pensó en ser una mala ilusión de colocarle esa figura frente a sus orbes. Unos segundos eternos se mantuvo así, observando, mientras Arthur le devolvía una no agradable mirada. Bien, con eso le era suficiente en saber que el mocoso de su hermano no era una ilusión o un fantasma. Lo siguiente fue preguntarse qué rayos estaba haciendo en el departamento si vivía con esa chica norteamericana que no le agradaba para nada.
Usó la lógica e instinto de lindo –y sexy– hermano mayor.
― ¿Te peleaste con tu noviecita? ―preguntó lascivo mientras el rubio se dirigía a una mesa fina de vidrio donde al lado yacía su objetivo, una licorera de madera. Cogió una botella, un vaso de cristal y se sirvió.
―No te importa. ―responde cortante, más expectante en el sonido entre los cristales y el alcohol. Luego va a tomar asiento en el sillón de al frente, dando el primer sorbo para relajarse.
― ¿Todavía lo siguen intentando? Por esa cara de garrapata mutilada parece que te echó toda la responsabilidad ―claro, sabía sobre el temita de ponerse en campaña. Éste no se inmutó en enderezarse, solamente lo miraba, y más cuando el joven de ojos verdes saca una cajetilla de cigarrillos―. Fumando y bebiendo no te ayudará a que yo tenga un sobrino mocoso junior. ―tampoco es como si lo deseara.
―Cierra la boca. ―cualquier consejo dado por ese tipo no le haría caso. No tenía idea de nada. Mejor que se calle. Además, no había nada que le dijera que no podía hacer esto por la fertilidad. Aspiró el tabaco.
Y Scott lo sabía. Arthur era un cabeza hueca, testarudo y terco. No podía aportar mucho. Suspiró volviendo a posar su vista en el programa de televisión.
―Bueno, conste que te estoy dando un poco de ayuda. Luego no me critiques que soy el hermano malvado. ―ya se encontraba acostumbrado sobre su papel entre los cuatro.
―Preocúpate de tus problemas y de tu novia. ―una vez más le cortó. Era mejor salir del lugar e irse a su cuarto, si es que todavía existía. Se puso de pie llevándose consigo el vaso y el cigarro encendido.
― ¿Te conté que terminé con ella? ―lo mencionó de lo más natural, tomando desprevenido al menor, inclusive lo detuvo a medio camino.
―…Demonios Scott, ¿con cuántas te has metido? Ni siquiera te duran un mes. ―ese sujeto no podría ser menos estable. Hasta Francis dura más teniéndolo de concuñado.
―Solo busco la correcta ―respondió cambiando los canales, su programa terminó y esperaba encontrar una película―. Además…era bastante caprichosa, celosa y odiosa, como tú ―Arthur le insultó entre dientes―. Y no era buena en la cama. ―bueno, para él era un dato especial.
Kirkland no le dio más vuelta al asunto, no se metería en su vida y ni le interesaba. Siguió con su camino antes de escuchar la última estupidez del pelirrojo.
―Creo que me haré homosexual. ―era su alternativa considerada.
―Bien por ti. ―claramente lo felicitó irónico.
De ese modo fue su bienvenida y relajante platica entre hermanos. ¡Deberían hacerlo más seguido, por dios!
Al entrar al cuarto observó cuidadosamente. No estaba mal cuidado, pero si había polvo pegado en los muebles. Se acercó a ver uno de ellos. Recordó su adolescencia. Guardaba unas revistas en ese cajón. Abrió. Vaya, aun se mantenían intactas. Dejó el vaso sobre el mueble y cogió una de las revistas pornográficas. Simplemente la hojeó y la regresó a su lugar. No le causaba nada como antes. Estos momentos solo puede pensar en una sola mujer.
Mierda, no debe estar pensando en ella, ni mucho menos buscando retratos de su rostro en las manchas del techo. ¡Que patético, Arthur Kirkland!
Ya había tomado todo el licor del vaso y fumado el cigarro. ¿Qué más puede hacer ahora? ¿Dormir? No tiene sueño. ¿Inventar una discusión con Scott? Hablando de hermanos… ¿dónde andan los otros tres? Mejor para él, está más calmado.
Demasiado calmado, sarcasmo. No lo puede estar. Piensa en no haberle dicho a Emily en acostarse con Antonio, claro no lo dijo en esas palabras pero nadie es tonto para no entender el significado. Debe odiarle. Tiene sus razones. Más encima ella le dijo que no lo quería y que se fuera el diablo.
¡Se siente poco hombre! ¡Debería levantarse de la cama e ir a pedirle perdón! ¡Sí, eso debe hacer!
Aunque… ¿por qué lo haría? No pueden tener un bebé, lo han intentado varias veces y no consiguen absolutamente nada. ¿Acaso dejar el tabaco lo ayudará? ¡Ja! Gran chiste. Y si fuera poco, se atrevió a insultar sus espermios cuando son totalmente fértiles. Ella es la culpable, se la pasa comiendo hot dog y la tienen en sobrepeso. Eso daña en la dificultad de poder quedar encinta.
Por supuesto, ella tiene toda la responsabilidad. Después de todo es la que llevará a su hijo en el vientre.
Frunce el ceño. Teniendo ese tema en el cerebro no hace nada más que desanimarlo y recobrar la frustración.
Se levanta de la cama, mira el cielo oscurecido desde la ventana. Da media vuelta. Abre la puerta del cuarto y sale. Camina rápido por el pasillo pasando por el living.
― ¿Adónde vas? ―sí, el de cabello colorado no se ha movido de su blandito y cómodo sofá. Es que es muy blandito. No, enserio.
―A desaparecer. ―responde con sabor a adustez en la voz. Abre y cierra la puerta manifestando el carácter. Fuerte portazo tiritando casi por completo el departamento.
Arthur no irá a su verdadero hogar. Otro sitio lo espera. Quiere beber, beber y olvidar.
...
N/A: Pueden odiar a Arthur por ese pensamiento machista, pero sé que a ningún le gustaría que le insultaran su fertilidad. Eso es herirle el orgullo. Pero a mí no me interesa, me preocupa más Emily.
Sé que a varias les causó gracias por la profesión de Francis(xD). Pensé mucho quien podría hacer el papel del médico. Francis es el adecuado, a pesar de ser un degenerado y saber del amor, creí que también encajaría en su profesión médica :3
No quedó tan mal y eso que todavía no termina su participación en el fic. Y…participación especial de Escocia, jajajajaja. Fue divertido invitarlo al fic. Chiquillo ardiente pelirrojo de relaciones inestable, si te haces homosexual creo que resultará xD
Bueno, realmente este fic no estaba dentro de mis proyectos, pero la idea me ganó y no me la puedo sacar de la cabeza. Habiendo muchos fic's de maravillosos y lindos mpreg, embarazos no deseados, etc, etc. Quise salir de lo común. Una pareja en la búsqueda de tener un bebé y que tienen mala suerte, es un tema de la realidad. Muchas buscan trucos y van al médico. Incluso pueden pasar nueve años y recién de tanto intentarlo el sueño de les cumple.
Algunas entran en peleas y en crisis.
Lo que dice Francis sobre la principal función del sexo lo leí en internet, mientras buscaba información sobre el tema.
Obviamente nunca se debe olvidar la idea de adoptar ;D
Les dejo algunos datos sobre los trucos peligrosos y entre más:
●En el hombre es muy importante dejar del tabaco para mejorar la calidad a los espermatozoides. El cigarro causa impotencia. Y el beber alcohol puede afectar en el desarrollo de los niños. Por lo menos dejar 20 cigarrillos hacen el milagro en el hombre. Y la mujer, 10.
●En un diario inglés British Journal of Phamacology, publicó los resultados de los estudios del efecto de la cafeína en la fertilidad de la mujer. Afecta a las tropas de Falopio haciendo que la actividad muscular sea lenta, dificultando el viaje del espermatozoide al óvulo. Claro, si el consumo no es moderado.
●Tomar jugo de zanahoria con jengibre ayuda aumentar el número de espermatozoides.
●El peso en la mujer también implica para quedar embarazada. Se les hace difícil siendo muy delgada y estando en sobre peso, ya que suelen asociarlos a trastornos hormonales.
●El famoso truco del agua mineral… ¡NO LO HAGAN! ¡ES PELIGROSO! Truco dice, si la mujer se hace un lavado vaginal con el agua mineral adentro por diez minutos, limpiará las trompas de Falopio. No llegará jamás a las trompas. Puede generarse infecciones vaginales que posiblemente afecten a la fertilidad. Además, eliminan los gérmenes buenos y no los malos, lo que puede producir más problemas en el flujo vaginal.
Así que…si conocen a amigas, hermanas, primas, cuñadas, abuelas, tías, sexo indefinido que van hacer ese truco ¡Deténganlas!
Por cierto, sobre el nombre femenino para NyoRomano no le quise llamarle Chiara. Simplemente no me agrada. Además Caterine se usa mucho en el sur de Italia. Y me asombra el ingenio que tienen muchas al llamarle Lovina. Dios, no piensen tanto que les puede hacer mal xD
Ah, y los datos sobre FemUSA dice no ser fanáticas de las hamburguesas, si no de los hot dog. De todas formas come chatarra xD
Antonio fértil everywhere!
Ahora seguiré escribiendo el segundo y último capítulo. ¿Qué sucederá? ¿Seguirán en campaña? ¿La relación se terminará para siempre? ¿Escocia se hará homosexual? xD
Solo diré, hay sorpresas para el siguiente cap.
Todas sus dudas dudosas se resolverán el siguiente capítulo. Aquí, a la misma hora(?), en esta misma pagina, con esta misma enclenque de autora =3
¡Feliz día de Calentín! ¡Nos vemos!
¡Dejen Review's!
¡Por el amor!
(?)
:3
