© Los personajes de ésta historia pertenecen a Kishimoto Masashi.


Agridulce

Capítulo 1

¿Por qué los chicos lindos tienden a ser tan estúpidos?

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Con la mirada verde perdida en el paisaje cambiante que mostraba la carretera, Sakura Haruno soltó un suspiro cansado. Apretó el retrato que tenia en sus pálidas manos, bajando la mirada y concentrándose en la foto, no pudo evitar soltar una sonrisa triste.

La foto mostraba a una joven pareja de casados. La mujer a la derecha; poseía un cabello rosa oscuro con ligeras ondulaciones, ojos color marrones grandes y brillantes, a su lado, el hombre la tomaba de la cintura tenia cabello marrón claro, ojos verdes remarcando ligeramente sus pómulos. Ambos tenían a una niñita de solo tres años de edad, cabello rosado pastel, ojos verdes y muy expresivos.

Era una hermosa foto.

Una foto de su familia.

-Familia –susurró quedamente.

¿Realmente se les podía llamar así? No es que tuviera enojo para con ellos, para nada, solo que… se sentía sola. No le gustaba nada la idea de tener que estar en albergues –caros, sí- sin embargo, siguen siendo albergues. Era una adolescente de solo 17 años, y deseaba poder pasar tiempo con su familia. Pero aquello era imposible, más aun cuando ellos tenían que estar siempre de viajes.

-Señorita –le llamó el chofer-. ¿A dónde desea que la lleve?

Se sonrojó al notar que el hombre le había estado hablando hace rato.

- Academia La Hoja, por favor –contesto casi sin ánimos.

Detestaba eso.


Era ya el cuarto año en el que Sakura ingresaba a la Academia La Hoja, hasta ya se le hacia demasiado conocido. Las puertas grandes de rejas sumamente aseguradas estaban abiertas para que entrara todos los que estarían este año, un camino largo llevaba a la entrada del lugar. Parecía un castillo medieval sumamente importante, recordaba la primera vez que había venido, con solo 14 años… se le había caído la mandíbula al notar lo enorme y hermoso que era el lugar.

-¡Sakura-chan!

Sonrió levemente y se volteo a ver a su mejor amiga corriendo hasta donde estaba. Eran de la misma edad, aunque la pelirosa a su lado parecía mucho más grande. Y es que Hinata Hyuuga era hermosa, sus largos cabellos negro azabache caían como cascadas por su espalda, piel blanca como la leche y unos ojos grandes de extraño color blanquecino-violeta.

En cambio ella, de cabello rosa pastel corto hasta por debajo de los hombros, piel blanca contrastando con sus mejillas ligeramente sonrojadas, ojos verdes grandes y brillantes, completamente expresivos. Su cuerpo poco desarrollado, que a diferencia de su amiga, no tenía grandes pechos o extravagante trasero como muchas chicas de allí.

-¡Hola, Hinata! –saludó son una sonrisita-. ¿Qué tal tus vacaciones?

La pelinegra se subió de hombros.

-Normales, ya sabes –Hinata venia de la adinerada familia Hyuuga, y pasaba parte de las vacaciones estudiando forma de dirigir empresas, proponer ideas e incluso realizar cheques-. ¿Y tú?

-Igual –contestó despacio-. Casi no los vi, estuvieron viajando mayor parte del tiempo que estuve en casa.

La Hyuuga notó la tristeza en el rostro de su amiga.

-Estamos igual –consoló-. Cuando seamos grandes estaremos siempre juntas, pasando el tiempo ¿verdad, Sakura-chan?

-Claro –rió.

Caminaron por los pasillos del lugar, conversando anécdotas de las desafortunadas vacaciones que habían tenido. Notaron que habían cambiado un poco las cosas en La Hoja, estaban más iluminados por arañas finas y llenas de focos, las ventanas eran más grandes, había balcones que se permitían el paso. En fin, eran mínimos, pero notables. Contando con que la directora no solía hacer cambios, era algo que detestaba.

Hinata le contó a su amiga sobre su amor de verano (la pelirosa no pudo evitar reír al escuchar como lo llamaba su amiga). Había conocido al chico por sus padres, era hijo de un empresario sumamente famoso, y que eso solo beneficiaba a su familia. Pero también le contó que el chico parecía ser bastante serio y callado, y las pocas cosas que hablaban las contestaba con gruñidos. Y que los dos se sentían muy presionados por sus padres, no podían siquiera hablar tranquilos.

-En conclusión –suspiró su amiga-. Fue un verano bastante tenso.

Sakura se rió. Todavía recordaba la primera vez que conoció a Hinata, era una chica tímida y calladita, casi siempre tartamudeaba al hablar y se sonrojaba mucho. ¡Y pensar que ahora que la pelinegra quien más problemas amorosos tiene! Porque siendo francas, la pelirosa ni siquiera había dado su primer beso. Es decir, situación amorosa: nula.

-Al menos conociste a alguien Hinata –sonrió tristemente Sakura-. Yo no pude. Estuve pendiente de que mis padres estuvieran en casa, y cuando estaba me veía obligada a escuchar siempre sus peleas.

-Descuida Sakura-chan –dijo la Hyuuga-. Veras que los chicos no dejaran de seguirte, eres hermosa. Sólo que falta tiempo.

La Haruno se sonrojó.

-¡No digas esas cosas Hinata!

Su amiga rió divertida.

-Mira Sakura-chan, te sonrojas –comentó la pelinegra.

-Deja eso –pidió, mirando a un costado, ocultando sus mejillas sonrojadas de vergüenza, mientras caminaban se iban acercando aun más a donde estaban los alumnos-. Me pregunto si habrá gente nueva –miro sobre las cabeza, señaló emocionada-. ¡Mira, allá esta Naruto!

Hinata se sobresaltó, girándose un poco pudo ver que, efectivamente, el chico estaba otra vez ese año allí. Naruto Uzumaki, de su misma edad, era un hiperactivo adolescente de cabellos rubios brillantes y grandes ojos expresivos color azules. Estaba hablando con sus amigos, pero al ver a las dos chicas sonrió y alzó la mano en modo de saludo.

-¡Hola, Sakura-chan! –saludó- ¡Hinata!

Las chicas respondieron el saludo contentas, el rubio como siempre animado les regalo una hermosa sonrisa y siguió hablando con sus amigos. Sakura suspiró sonoramente, sus sonrosados labios mostraban una sonrisa soñadora, Hinata la miro con una ceja alzada… y luego negó con la cabeza.

-Sakura… -comenzó la pelinegra, sabiendo lo que se avecinaba.

-¿A que no está más lindo este año? –murmuró con las mejillas sonrojadas-. ¿Lo viste? Sus hermosos ojos azules… y su sonrisa… ¿viste su sonrisa? –suspiró-. Kami, es demasiado bueno para ser verdad ¿cierto?

-Sakura, considero que veo lo mismo que ves tú –concedió, en un doble sentido que su amiga (claramente) no comprendió.

-Ajá –volvió a suspirar.

-Ok. Basta de soñar. Vamos a ver que habitaciones nos toca este año.

-Oh. De acuerdo.

Hinata suspiró, ¿siempre seria así su amiga?

Sonrió, claro que sí. Así es como la quería, después de todo.


Una limosina se estacionó frente a la Academia, sus vidrios polarizados de un negro carbón al igual que todo el implemento del auto, no dejaba ver de quién se podía tratar. Un mayordomo apurado, se bajó del lado donde manejaba y rápidamente fue a sacar las maletas del baúl.

Atrás, se abrió otra puerta, permitiendo la salida de un chico pelinegro. Las pocas chicas que había en la salida –ya que era tarde, mucha gente ya estaban asignadas en sus habitaciones-, suspiraron al unísono y sus ojos formaron corazones.

El joven tomo sus maletas con poco humor y se encamino dentro del lugar, ignorando las constantes miradas de todas las femeninas que allí había. Entró a la recepción para pedir su habitación, cuando se encontró con una molesta pelirosa junto con una pelinegra discutiendo por las habitaciones.

-Pero el año pasado nos prometieron que ahora sí estaríamos juntas –mascullaba la de extraño cabello rosado.

Sasuke alzó una ceja desconcertado.

-Lo lamento, Sakura –dijo tranquilamente la asistente, parecía disgustada por la situación. Nadie se había percatado de su presencia-. No tenía idea, ¿sabes? Este es mi primer año.

-¡Pues lo está haciendo mal! –Su amiga pelinegra le dio un codazo a la tal Sakura, ésta se sobresaltó-. Lo lamento señorita –se disculpo rápidamente, notando la confusión de la asistente-. Yo… eh… me pasé. Solo quería que se fijara si no nos puede dar una habitación para nosotras dos, por favor.

«¿Será bipolar?» pensó el pelinegro, desconcertado. La asistenta parecía igual de confundida, pero asintió y comenzó a registrar la computadora, chasqueó la lengua una vez y luego sonrió.

-Aquí esta –dijo- solo queda una habitación para femeninas, esta en el edificio "D" piso veintitrés. Es lo único que queda. Pero esta un poco alejada de todas las otras señoritas, ¿entienden?

Las dos asintieron emocionadas.

-¡Gracias, muchas gracias! –festejó la pelinegra.

-De nada, tranquilas. Ahora, si serán tan amables necesito que dejen lugar a las demás personas que todavía no tienen sus habitaciones.

-Ajá –susurró la pelirosa y casi saltando se volteó para salir del lugar. Al pelinegro le sorprendió que ni siquiera se girara a verlo como todas las demás, la chica parecía demasiado despistada.

Y la pelinegra a su lado… se limitó a sonreírle tímidamente, para luego correr detrás de la otra jovencita.

-Disculpe, joven –habló la chica, una vez que las dos amigas desapreciaron por el umbral de la puerta. Se giró a verla, lo miraba con una sonrisita amigable y las mejillas sonrojadas, su ego se incremento, ni siquiera podía evitar poner nerviosa a las mujeres mayores-. ¿Cu-cuál es su nombre?

Sonrió.

-Sasuke Uchiha –contestó con voz aterciopelada.


Sakura y Hinata salían con grandes sonrisas de sus habitaciones. Habían acomodado todas sus cosas, la habitación era amplia y con un gran ventanal que daba al patio trasero de la Academia. Tenían dos grandes camas, armarios blancos y algunos decorados blancos y rosas.

Mientras bajaban las escaleras notaron que en su edificio también había habitaciones masculinas, razón por la que les habían dicho que las chicas estaban alejadas. Los edificios de chicas eran "A" "B" y partes del "C", las demás eran de los chicos. Se sorprendieron al escuchar gritos en los pasillos, se miraron desconcertadas y caminaron para ver de qué se trataba.

Entonces, los gritos se intensificaron.

-… ¡Esa es mi parte de la habitación, dattebayo! ¡Quiero la cama cerca de la ventana!

Sus ojos se abrieron sorprendidos.

¿Naruto?

-Hmp –gruñó un desconocido-. No molestes dobe.

El desconcierto se veía en los ojos de las chicas.

¿Y ése quién era?

-¡No me llames dobe, teme! ¡Ahora, aléjate de mi cama!

-¡No molestes dobe! ¡Yo la tomé primero!

-¡Claro que no!

-¡Que sí!

-¡Que―!

-Deja de molestar Usuratonkachi.

-¡TEME—!

Sakura frunció el seño molesta. ¿Quién estaba molestando a su Naruto? Con el paso pesado, la pelirosa se acercó a la puerta con notable cejo fruncido. Golpeó fuertemente la entrada, lanzando humo por las orejas, ¡Mataría al invesil que molestaba a su chico!

-¡Ves teme, seguramente escucharon tus gritos y ahora nos retaran!

Sakura sonrió suavemente, siempre tan lindo aquél rubio.

-Cállate dobe. Seguramente es alguna tonta que viene a declararme sus sentimientos, ¡hmp!

Sakura frunció el seño de nuevo, maldito pendejo arrogante.

Se acercaron a la puerta, Sakura esperaba tranquilamente con una vena cabreada. Su amiga la pelinegra, estaba dos pasos detrás de ella, sonriendo contenta, Sakura siempre actuaba de una forma muy infantil. La puerta se abrió y apareció un rubio asustado, que cambió su expresión al ver a sus amigas.

-¡Sakura-chan! ¡Hinata! –saludó con emoción.

-Naruto –dijo la Haruno-. Pasábamos con Hinata, y nos sorprendimos al escuchar tantos gritos en tu habitación. Parecían estar en plena guerra campal, ¿sucede algo?

Desde adentro se escucho a alguien gritar.

-¡No seas chusma y lárgate de aquí!

Naruto se sonrojó sorprendido, mirando con preocupación a su amiga.

Sakura, con la cara roja del coraje, entró dentro de la habitación, decidida a gritarle al idiota que la estaba echando.

-¡Oye tú! ¡¿Quién rayos te crees?! –chilló encolerizada.

Pudo ver como un chico de su misma edad, la miraba desconcertado y sorprendido. Muy a su pesar, se vio obligada a admitir que el chico era muy… muy lindo. ¡Kami, si parecía un modelo! Su cabello negro con destellos azulados, con un flequillo hacia el costado (N.a: como en Shippuden) despeinado dándole un aspecto salvaje y sexy. La piel blanca como la leche con perfectas proporciones en el rostro, un par de ojos negros como la noche penetrantes e hipnotizadores.

Un chico perfecto.

-Hmp. Gritona.

Oh sí, lindo.

Pero extremadamente imbécil.

-¿Gritona? –inquirió exasperada-. No sé si es necesario que te lo recuerde, pero tus gritos son los que se escuchaban a tres kilómetros a la redonda.

-Hmp. Nadie te pidió opinión –masculló el pelinegro igual de molesto. ¿Quién se creía ésa chica para venir a hablarle así?-. Procura meterte en tus propios problemas y no molestes.

-¡Me meto cuanto quiero porque—!

Naruto se vio obligado a intervenir en la discusión. No quería que viniera la directora a sancionar a todos.

-Tranquilos, dattebayo –sonrió Naruto-. No discutan.

Sakura suspiró.

-Es verdad Naruto –susurró-. Estoy exagerando.

-Hn –gruñó Sasuke-. Hasta que te das cuenta, pareces una loca gritando así.

El rubio se volteó levemente para que solo el pelinegro lo pudiera ver, con mala cara masculló un; -No estas ayudando en nada teme. Cállate.

-¡Eres un estúpido!

-¡Y tu una molesta gritona!

-¡Ya! –para sorpresa de los chicos, Hinata gritó cansada parando la pelea. Se había divertido al principio, pero viendo que ninguno de los dos cedía… sabia que aquello no terminaría bien-. Parecen niños pequeños, en verdad, ¿no ven que solo falta una pelea manotazos y tirarse los pelos?

-Lo siento Hinata –suspiró la Haruno-, me he pasado.

Naruto, viendo que el pelinegro iba abrir la boca nuevamente para refutar algo en contra de su amiga pelirosa, le dio un codazo y una mirada de advertencia. Luego se giro para sonreírles a sus amigas.

-Jaja. Lamento esto chicas –se disculpó.

-¡Descuida Naruto! –le dio un golpecito en el hombro riendo histéricamente Sakura. Los demás la miraron desconcertado, pero Naruto, como siempre descuidado y sin notar el nerviosismo de su amiga le regalo una radiante sonrisa.

Sasuke no pudo evitar intervenir para burlarse.

-¿Golpeas? –inquirió-. Vaya, me has convencido: eres un marimacho.

Una vena apareció en la sien de la chica.

-¡TÚ maldito engendro! –chilló lista para arrojarse y acogotarlo-. Arrancare cada uno de sus sedosos cabellos y los prenderé fuego junto a tu cama, ¡ya verás!

-¡Oye, quítate! –le exigió el pelinegro tratando de librarse de los finos brazos de la chica, sin aplicar mucha fuerza ya que sentía como si fuera a romperla.

-¡Sakura-chan, tranquila! –gritaba Naruto tratando de que soltara a su nuevo amigo-rival, tomándola por la cintura y jalando.

Hinata miraba la escena en silencio. Pese a recién haberse conocido, algo le decía que esos tres serian grandes amigos… inseparables. Y es que, ¿quién no lo creería viendo como, al final, reían así? Tampoco pudo evitar, ver recelosa las manos de Naruto alrededor de la cintura de su amiga, no era nada sentimental, ¿verdad? No. Para nada. Solo eran amigos.

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Continuará.

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