Cap.1: Una nueva amenaza

Atardecía en el mundo digital cuando Gatomon decidió regresar al castillo de la luz. La amenaza de Mummymon se había cumplido y toda una serie de digimons oscuros se habían movilizado; la tierra temblaba bajo sus pies. Debía avisar a todos y llamar en busca de ayuda… si lograba llegar al castillo. Podía sentir los ruidos a sus espaldas junto a su paso acelerado. Siluetas se alzaban a su alrededor amenazando con atacar o simplemente engañar.

Nefertimon esperaba nerviosa en la entrada del castillo mirando al horizonte, esperando detectar algún rastro de Gatomon. Digimons de los alrededores habían comenzado a llegar en busca de refugio ante los temblores que repentinamente sacudieron el Digimundo entero.

-¿Algún rastro de Gatomon?

-No, Wizardmon, aún no hay señales de ella –susurró Nefertimon.

-¿Dónde puede estar?

-Ah, ¡ahí está!

Entre un grupo que llegaba asomaba la cola de Gatomon acercándose veloz a través de los más diversos digimons.

-¿Qué te ha ocurrido?

-Lo siento, Wizardmon, quería ver con mis propios ojos lo que ocurría…

-¡Podrías haber enviado a cualquiera!

-¿A quién envío que no me monte numerito por lo que hay allí? –se enojó Gatomon.

En silencio, atravesaron las puertas con cuidado junto a un grupo de Tapirmons que entraban apelotonadamente. Gatomon seguía teniendo su mente perdida en las imágenes que acababa de ver en el exterior, sin escuchar lo que sus dos acompañantes le decían.

-¿Eh? ¿Qué?

-Digo –repitió Nefertimon −, que si tenéis alguna orden que dar.

-Ah… Sí, alojad a todos estos refugiados y despertadle a él.

-¿A él? Mi señora, ¿lo ve tan necesario?

-Sí, y confío en que llevará mi mensaje a su destino.

-Pero, Gatomon, yo podría…

-Wizardmon, sé de lo que eres capaz, pero te necesito aquí, no en el exterior.

-Está bien.

Tras unos minutos hablando, Gatomon digievolucionó a Ophanimon y se sentó tras su escritorio mirando nerviosa a través de la ventana. Wizardmon volvió a su puesto controlando la entrada de digimons al territorio del palacio. Por otro lado, Nefertimon bajó a un cuarto profundo en donde dormitaba un digimon envuelto en sábanas de fuego.

-Es hora de despertar, Flamon.

-¿Mm?

-Ya ha pasado mucho tiempo desde la última vez que actuaste –rió Nefertimon.

-¿Está… pasando algo?

-La dama Ophanimon se encargará de informarte. Venga arriba ya.

-¡Ah, espérame! –se apresuró el joven guerrero del fuego.

Flamon se levantó de un salto y siguió a Nefertimon escaleras arriba. Desde el segundo incidente con Lucemon, él y los otros nueve guerreros legendarios habían permanecido dormidos, cada uno en su correspondiente lugar. En el castillo de Ophanimon, Flamon era el único de los tres guerreros allí resguardados que se mostraba en forma rookie. Mientras se dirigía hacia el salón de Ophanimon, observó los grupos de digimons que iban llegando, asustados, en busca de acogida. Calculó que los alrededores debían haber quedado desiertos de gente cuando, tras alcanzar la puerta, tuvo que hacer esfuerzos para colarse por el espacio que Nefertimon le abría. Pasó lo más rápido que le fue posible, cerrando la puerta a tiempo para evitar que se colasen digimons extraviados. Suspiró aliviado y miró al frente; allí, arrodillado ante Ophanimon, ya había alguien.

-¡Tú! –gritó un tanto encendido.

-Me alegra que hayas despertado, Flamon –saludó Ophanimon mientras el otro digimon se incorporaba y giraba un poco el rostro.

-¿Por qué está él aquí y más despierto que yo? –rugió Flamon.

-Uno –empezó el otro guerrero rookie −, nunca me dormí, y dos: piérdete, Flamon.

-¡Descarado!

-Flamon, ¿qué tienes en contra suya?

-Pero es que… él es… él…

-Soy Strabimon, sí, ¿algún problema con ello?

-¡Es odioso!

-Y tú ruidoso –suspiró resignado Strabimon −. Bueno, haz caso a la dama, ¿quieres?

-Gracias, Strabimon. Flamon, Seraphimon le ha enviado a informarnos a Kerpymon y a mí debido a su velocidad. Ya vino hace unos días y le pedí ayuda a Seraphimon, así que me lo envía para ello.

-¿Y entonces yo qué pinto aquí? ¿Para qué me despertáis?

-Pues porque él solo no va a poder pedir la ayuda que quiero.

-¡Ja, ja! ¡El nene de papá es incapaz de hacer algo él solito!

-Ya me he negado, Flamon, pero la dama te necesita lejos –dijo fríamente Strabimon.

-Bueno, vale de picaros –se adelantó Ophanimon −. Ahora mismo los dos cogeréis un Trailmon que os lleve al mundo humano y os separáis para buscar la ayuda.

-Como vos ordenéis, dama Ophanimon –respondió cortésmente Strabimon.

Flamon continuó distante mientras Strabimon caminaba hacia una ventana.

-Oye, Flamon, no voy a esperarte eternamente en la estación.

-¿Qué? ¡Tampoco yo!

-No, ya lo veo. No tardaré, dama Ophanimon –se despidió Strabimon saltando por la ventana.

-Ñi, ñi, ñi… ¿Qué se creerá este?

-Flamon, deberías salir ya.

-Sí, dama Ophanimon –hizo una reverencia y abrió la puerta.

La corriente de digimons que en esos momentos ocupaba los pasillos del castillo dificultaba el avance de Flamon hacia la salida. Ni Nefertimon se le pudo acercar para ayudarle.

Strabimon llegó a la estación al mismo tiempo que un Trailmon se detenía en las vías.

-¿Eres tú el Trailmon que va al mundo humano?

-Así es. ¿Deseas salir?

-Sí, pero por desgracia hemos de esperar a un tontomon.

-¿Qué clase de digimon es un tontomon?

-Flamon, por ejemplo –dijo sin disimulo Strabimon.

Pasaron casi veinte minutos hasta que Flamon apareció en el andén. Strabimon, que se había cansado de la espera al sol ennegrecido por las cenizas de la destrucción, había entrado al vagón y se había estirado en el asiento.

-¡Ja, ja! Ese memo de Strabimon es un tardón –rió Flamon entrando al Trailmon −. Que no me va a esperar va y dice… ¡Seguro que se ha perdido! Claro, como no estamos en los bosques…

-Eso temía yo, que te hubieses metido en los bosques, so idiotamon.

-¡Strabimon! ¿Cuánto llevas ahí?

-Oh, algo más de un cuarto de hora. Te iba a dejar aquí tirado, pero cumplo las órdenes para con la dama Ophanimon y mi señor Seraphimon.

-Mierda… –se rindió Flamon.

El Trailmon comenzó su camino hacia el mundo humano, con ambos digimons sentados en su puesto y sin demasiada conversación entre ellos. Strabimon permaneció largo tiempo mirando a través de una ventanilla sin prestar atención a su rojizo acompañante.

-Genial, volveré a luchar junto a Takuya, ¡yuju! Seremos invencibles. ¡Arriba la fuerza del fuego! –miró de reojo a Strabimon, pero no logró nada con aquella provocación −. Y también volverá a resurgir Kazemon… Es tan guapa… –Strabimon seguía sin inmutarse −. Y una vez más demostraré que soy el líder indiscutible, ¡jo, jo, jo!

-Hmp.

-Eh, ¿tienes algún problema? Admite que he logrado más cosas que tú.

-Infantil.

-¿Qué has dicho?

-He dicho IN-FAN-TIL, ¿te lo deletreo?

-¡Pues seré lo que quieras, pero soy mejor que tú!

-La primera actuación contra Lucemon no te la niego. En la batalla contra Kerpymon, si no llega a ser por mí, no llegas con tu espada a su cara. Contra los Caballeros Reales… te estabas achicharrando en una caldera, penoso. Y encima me tocó enfrentarme al más rápido de los dos, que eso tiene más mérito que derribar a la mole con la que te enfrentabas. Y, por si se te ha olvidado, aunque Susanoomon tiene todos nuestros espíritus, se le conoce por juntar la luz y la oscuridad en un solo ser. No le encuentro tu llama…

-¡No entiendo cómo Kazemon te soporta!

-Ni yo logro explicarme de dónde saca tanta paciencia Ophanimon.


Bueno, este es el primer capítulo. No han salido muchos personajes todavía, pero ya pronto habrá un lío de nombres, jejeje.

Saludos a todos ^^